68

¡Qué cuerpos leves, sutiles,

hay, sin color,

tan vagos como las sombras,

que no se pueden besar

si no es poniendo los labios

en el aire, contra algo

que pasa y que se parece!

¡Y qué sombras tan morenas

hay, tan duras

que su oscuro mármol frío

jamás se nos rendirá

de pasión entre los brazos!

¡Y qué trajín, ir, venir,

con el amor en volandas,

de los cuerpos a las sombras,

de lo imposible a los labios,

sin parar, sin saber nunca

si es alma de carne o sombra

de cuerpo lo que besamos,

si es algo! ¡Temblando

de dar cariño a la nada!