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Lo encontraremos, sí.

Nuestro beso. ¿Será

en un lecho de nubes,

de vidrios o de ascuas?

¿Será

este minuto próximo,

o mañana, o el siglo

por venir, o en el borde

mismo ya del jamás?

¿Vivos, muertos? ¿Lo sabes?

¿Con tu carne y la mía,

con mi nombre y el tuyo?

¿O ha de ser ya con otros

labios, con otros nombres

y siglos después, esto

que está queriendo ser

hoy, aquí, desde ahora?

Eso no lo sabemos.

Sabemos que será.

Que en algo, sí, y en alguien

se tiene que cumplir

este amor que inventamos

sin tierra ni sin fecha

donde posarse ahora:

el gran amor en vilo.

Y que quizá, detrás

de telones de años,

un beso bajo cielos

que jamás hemos visto,

será, sin que lo sepan

esos que creen dárselo,

trascendido a su gloria,

el cumplirse, por fin,

de ese beso impaciente

que te veo esperando,

palpitante en los labios.

Hoy

nuestro beso, su lecho,

están sólo en la fe.