55

No preguntarte me salva.

Si llegase a preguntar

antes de decir tú nada,

¡qué claro estaría todo,

todo qué acabado ya!

Sería cambiar tus brazos,

tus auroras, indecisas

de hacia quién,

sería cambiar la duda

donde vives, donde vivo

como en un gran mundo a oscuras,

por una moneda fría

y clara: lo que es verdad.

Te marcharías, entonces.

Donde está tu cuerpo ahora,

vacilante, todo trémulo

de besarme o no, estaría

la certidumbre: tu ausencia

sin labios. Y donde está

ahora la angustia, el tormento,

cielos negros, estrellados

de puede ser, de quizás,

no habría más que ella sola.

Mi única amante ya siempre,

y yo a tu lado, sin ti.

Yo solo con la verdad.