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Se te está viendo la otra.

Se parece a ti:

Ios pasos, el mismo ceño,

los mismos tacones altos

todos manchados de estrellas.

Cuando vayáis por la calle

juntas, las dos,

¡qué difícil el saber

quién eres, quién no eres tú!

Tan iguales ya, que sea

imposible vivir más

así, siendo tan iguales.

Y como tú eres la frágil,

la apenas siendo, tiernísima,

tú tienes que ser la muerta.

Tú dejarás que te mate,

que siga viviendo ella,

embustera, falsa tú,

pero tan igual a ti

que nadie se acordará

sino yo de lo que eras.

Y vendrá un día

—porque vendrá, sí, vendrá—

en que al mirarme a los ojos

tú veas

que pienso en ella y la quiero:

tú veas que no eres tú.