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¿Regalo, don, entrega?

Símbolo puro, signo

de que me quiero dar.

Qué dolor, separarme

de aquello que te entrego

y que te pertenece

sin más destino ya

que ser tuyo, de ti,

mientras que yo me quedo

en la otra orilla, solo,

todavía tan mío.

Cómo quisiera ser

eso que yo te doy

y no quien te lo da.

Cuando te digo:

«Soy tuyo, sólo tuyo»,

tengo miedo a una nube,

a una ciudad, a un número

que me pueden robar

un minuto al amor

entero a ti debido.

¡Ah!, si fuera la rosa

que te doy; la que estuvo

en riesgo de ser otra

y no para tus manos,

mientras no llegué yo.

Ya que no tendrá ahora

más futuro que ser

con tu rosa, mi rosa,

vivida en ti, por ti,

en su olor, en su tacto.

Hasta que tú la asciendas

sobre su deshojarse

a un recuerdo de rosa,

segura, inmarcesible,

puesta ya toda a salvo

de otro amor u otra vida

que los que vivas tú.