VIDA SEGUNDA
Sí, tú naciste al borrárseme
tu forma.
Mientras yo te recordé,
¡qué muerta estabas!
tan terminada en tus lindes,
Se te podía seguir
como en un mapa, clarísima,
al Norte
la voz seca, boreal,
tibia, abandonada, al Sur,
en litoral, la sonrisa.
Tú vivías, suficiente,
en tu color, en tus gestos,
encerrada entre medidas.
Pero un día de noviembre
dejaste en blanco tus atlas,
se abolieron tus fronteras,
te escapaste del recuerdo.
Estabas ya, sin tus límites,
perdida en la desmemoria.
Y te tuve que inventar
—era el segundo día—
nueva,
con tu voz o sin tu voz,
con tu carne o sin tu carne.
Daba lo mismo.
Eras ya de mí, incapaz
de vivirte ya sin mí.
A mis medidas de dentro
te fui inventando, Afrodita,
perfecta de entre el olvido,
virgen y nueva, surgida
del olvido de tu forma.