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LA ESTATUA

Ojalá no fueras nada,

tú, de piedra, más que tu piedra.

Ojalá no fueses

más que una materia, dura,

áspera y noble,

en el berrocal sin flor.

Esos brazos que te echaron,

esa sonrisa mentida,

la carne que estás fingiendo,

todo se me olvida a mí

en la punta de los dedos,

en ese tacto tan puro,

con que vuelves a tu ser

piedra, con alma de piedra;

a ser lo primero, tierra,

lo primero que tú eras,

lo primero

(pero no esa forma falsa)

que fui yo.