VARIACIÓN X

Circo de alegría

Tanto sol, tanta curva, tantos blancos

a mucho más aspiran.

Estas esbeltas formas que las olas,

—apuntes de Afroditas—,

inventan por doquier, ¿van a quedarse

sin sus diosas, vacías?

No; por numen secreto convocadas

acuden las olímpicas.

Vuelve el mar a su tiempo el inocente,

ignorante de quillas,

sin carga de mortales, suelo undoso

de las mitologías.

Con verdes curvas, con espumas vagas,

la luz, primera artista,

modela para diosas inminentes

hechuras fugitivas.

Un gran hervor de cuerpos en proyecto

alumbra la marina.

No hay onda que no sueñe en dar su carne

transparente a una ninfa.

Viento tornero en blanda masa verde

redondeces perfila.

Juntos surten la diosa, y a su lado

afán que la persiga.

Gozosa crin despliega el hipocampo:

va en su grupa, cautiva,

altas quejas de espuma dando al aire,

Nereida estremecida.

Hay torsos verdes, hay abrazos truncos,

todo son tentativas,

deseos que se alzan, casta espuma;

fugas hay, ligerísimas.

Cuerpo saltante de una cresta en otra,

escápase la ondina

de un ansia que se muere en mil cristales,

monstruo que la quería.

Hay blancuras que logran entenderse,

amores que se inician;

en la mañana estrenan sus idilios

fábulas, a la vista.

¿Olas? Tetis, Papone, Calatea,

glorias que resucitan.

Resurrección es esto, no oleaje,

querencia muy antigua.

Si el agua que dio bulto a ninfa rápida

muere, apenas erguida,

si espuma que soñaba en durar mármol,

desfallece en la orilla,

de entre tanto fracaso, ellas, las diosas,

se salvan, infinitas.

Se hunden las cien, las mil, las incontables

figuras cristalinas;

de una en otra, evadiéndose, ligeras

permanecen las ninfas.

Tejiendo, destejiendo, permanecen

sobre fúlgida pista,

juegos de raudo amor, las figurantas

de la ópera divina.

El mar se ciñe, más y más redondo,

cerco de la alegría.

Y se colman de asombro, en una playa,

dos ojos, que lo miran.