VARIACIÓN VIII

Renacimiento de Venus

Donde estuvo la nube ya no hay nube;

los ojos, que la piensan.

Absoluto celeste, azul unánime

sin ave, sin su anécdota.

Al célico sosiego otro marino

sosiego le contesta.

Las últimas congojas de la ola

playa se las consuela.

Tanto sollozo en leve espuma acaba,

y la espuma en la arena.

Le basta un color solo a tanto espacio,

sin vela que disienta,

El mar va por el mar buscando azules

y a un azul los eleva.

Está el día en el fiel. La Luz, la sombra

ni más ni menos pesan.

Dentro del hombre ni esperanza empuja

ni memoria sujeta.

El presente, que tanto se ha negado,

hoy, aquí, ya, se entrega.

¡Presente, sí, hay presente! Ojos absortos

felices le contemplan.

El tiempo abjura de su error, las horas,

y pasa sin saberlas.

Aves, ondinas, callan, y de voces

vacío el aire dejan.

La dilatada anchura del silencio

de silencio se llena.

Es el vivir tan tenue, que no ata;

la cautiva se suelta.

Por las campiñas, ya, del puro ser

viene, va, se recrea.

Está el mundo tan limpio, que es espejo:

la escapada lo estrena.

Radiante mediodía. En él, el alma

se reconoce: esencia.

Segunda, y la mejor, surge del mar

la Venus verdadera.