LOS OTROS
El sueño colores sueña,
los ojos,
unas veces se los dan,
otras no.
Colores hay que se van,
otros quedan que pensar.
De su perfección seguro,
asevera este paisaje
—abril, la voz— que aquí están
todos, sin falta.
Ejemplos sigue la alberca
de un alto azul magistral.
El rosa, rosa tras rosa,
disfraz y nuevo disfraz
se prueba, de tallo en tallo
buscando el rosa verdad.
Por la escala de los verdes,
el verde
acróbata matinal,
de su oscuro hasta sus claros,
juega subiendo y bajando,
del soto en la soledad.
Y en la urdimbre de fronda
colores bordando están
leves artistas de pluma,
colibríes, al volar.
A las doce el sol ajusta
las cuentas a la mañana
y hace la suma total:
mediodía. ¿Está completa?
¿No habrá más?
Colores hay que se ven.
Otros quedan, que pensar.
Son ésos, intactos puros,
que gozan la virginal
delicia de no haber sido
vistos por ningún mirar.
En las salas espaciosas
del aire notan, empíreos?
vastos ocios los ocupan
sin quehacer de bien ni mal.
Palabra no hay que los venda,
no se los puede aun nombrar.
Quien los busque en arco iris
nunca los encontrará.
Esencial vida disfrutan,
como el agua antes de ser
arroyo, lágrima o mar.
Sus dueños son: no han servido
a ningún señor mortal.
Colores de todo y nada,
se alegran de no ser ya
color de mejilla fresca,
de hiel, de nube pedriza,
de fresas o de caimán.
Cuando les llegue su día,
—su día les llegará—,
cuando su día amanezca
terrenal,
¿qué color tendrán sus albas?
Al descender a este mundo,
¿qué nunca vistas campiñas
a las ventanas traerán?
¿Qué cielo abrirán al cielo,
qué mar le pondrán al mar?
De su primavera el verde,
¿qué verde será?
Colores hay que se ven.
Benditos ojos, los ojos
que hogaño este abril me dan.
Pero que abril me abrilea
si pienso en ellos, colores,
que están detrás.
Colores que voy pensando,
colores que hay que pensar
para que este abril perfecto
tenga su más.