CLVI

(GALERÍAS)

I

En el azul la banda

de unos pájaros negros

que chillan, aletean y se posan

en el álamo yerto.

…En el desnudo álamo,

las graves chovas quietas y en silencio,

cual negras, frías notas

escritas en la pauta de febrero.

II

El monte azul, el río, las erectas

varas cobrizas de los finos álamos,

y el blanco del almendro en la colina,

¡oh nieve en flor y mariposa en árbol!

Con el aroma del habar, el viento

corre en la alegre soledad del campo.

III

Una centella blanca

en la nube de plomo culebrea.

¡Los asombrados ojos

del niño, y juntas cejas

—está el salón oscuro— de la madre!…

¡Oh cerrado balcón de la tormenta!

El viento aborrascado y el granizo

en el limpio cristal repiquetean.

IV

El iris y el balcón.

Las siete cuerdas

de la lira del sol vibran en sueños.

Un tímpano infantil da siete golpes

—agua y cristal—.

Acacias con jilgueros.

Cigüeñas en las torres.

En la plaza,

lavó la lluvia el mirto polvoriento.

En el amplio rectángulo ¿quién puso

ese grupo de vírgenes risueño,

y arriba, ¡hosanna!, entre la rota nube,

la palma de oro y el azul sereno?

V

Entre montes de almagre y peñas grises

el tren devora su raíl de acero.

La hilera de brillantes ventanillas

lleva un doble perfil de camafeo,

tras el cristal de plata, repetido…

¿Quién ha punzado el corazón del tiempo?

VI

¿Quién puso, entre las rocas de ceniza,

para la miel del sueño,

esas retamas de oro

y esas azules flores del romero?

La sierra de violeta

y, en el poniente, el azafrán del cielo,

¿quién ha pintado? ¡El abejar, la ermita,

el tajo sobre el río, el sempiterno

rodar del agua entre las hondas peñas,

y el rubio verde de los campos nuevos,

y todo, hasta la tierra blanca y rosa

al pie de los almendros!

VII

En el silencio sigue

la lira pitagórica vibrando,

el iris en la luz, la luz que llena

mi estereoscopio vano.

Han cegado mis ojos las cenizas

del fuego heraclitano.

El mundo es, un momento,

transparente, vacío, ciego, alado.