XCIV

En medio de la plaza y sobre tosca piedra,

el agua brota y brota. En el cercano huerto

eleva, tras el muro ceñido por la hiedra,

alto ciprés la mancha de su ramaje yerto.

La tarde está cayendo frente a los caserones

de la ancha plaza, en sueños. Relucen las vidrieras

con ecos mortecinos de sol. En los balcones

hay formas que parecen confusas calaveras.

La calma es infinita en la desierta plaza,

donde pasea el alma su traza de alma en pena.

El agua brota y brota en la marmórea taza.

En todo el aire en sombra no más que el agua suena.