XCI

Húmedo está, bajo el laurel, el banco

de verdinosa piedra;

lavó la lluvia, sobre el muro blanco,

las empolvadas hojas de la hiedra.

Del viento del otoño el tibio aliento

los céspedes undula, y la alameda

conversa con el viento…

¡el viento de la tarde en la arboleda!

Mientras el sol en el ocaso esplende

que los racimos de la vid orea,

y el buen burgués, en su balcón, enciende

la estoica pipa en que el tabaco humea,

voy recordando versos juveniles…

¿Qué fue de aquel mi corazón sonoro?

¿Será cierto que os vais, sombras gentiles,

huyendo entre los árboles de oro?