XI. El alfabeto de árboles
Segunda parte

Las vocales del alfabeto Beth-Luis-Nion forman una serie estacional complementaria, y como las vocales de Boibel-Loth representan estaciones del año. Yo considero que son árboles consagrados particularmente a la Diosa Blanca, que gobernaba el año y a la que estaba consagrado el número cinco; pues Gwion, en su poema Kadeir Taliesin («La cátedra de Taliesin»), que era la cátedra que reclamaba como jefe de los Poetas de Gales después de haber desconcertado a Heinin y los otros bardos, describe la Caldera de la Inspiración, o caldera de Cerridwen, como:

Fragante caldera de los Cinco Árboles[36]

En Creta, Grecia y el Mediterráneo Oriental en general los árboles sagrados son representados como columnas, por lo que estos cinco árboles pueden ser los mismos que las cinco columnas con estrías verticales y espirales adorando a las cuales aparece un hombre en un sello cilíndrico de Micenas[37] En el Evangelio de Tomás gnóstico recién descubierto se mencionan cinco árboles del Paraíso, pero éstos son símbolos de los cinco inmortales: Abrahán, Isaac, Jacob, Enoch y Elías.

A POR AILM

El primer árbol es el abeto, árbol femenino con hojas que se parecen mucho a las del tejo, consagrado en Grecia a Artemisa, la diosa Luna que regía el parto, y el principal árbol del nacimiento de la Europa Septentrional, familiar en el contexto de la Navidad. En las Orcadas, según Social Life in Scotland de Rogers, a la madre y el hijo se les «sanea» inmediatamente después del parto con una candela de abeto encendida que se hace pasar tres veces alrededor de la cama. Es notable que ailm, en irlandés antiguo, significaba también palmera, árbol que no es natural de Irlanda (aunque se daba bien en la propiedad de mi abuelo en el condado de Kerry). La palmera, el árbol del nacimiento en Egipto, Babilonia, Arabia y Fenicia, da su nombre phoenix («sangriento») a Fenicia, que antiguamente abarcaba todo el Mediterráneo oriental, y al fénix, que nace y renace en una palmera. Su relación poética con el nacimiento consiste en que el mar es la Madre Universal y la palmera prospera cerca del mar en tierra arenosa con mucha sal; si no tiene sal en las raíces la palmera joven queda achaparrada. La palmera es el Árbol de la Vida en la leyenda babilónica del jardín del Edén. Su nombre hebreo es «Tatuar». Tatuar era la equivalente hebrea de la Gran Diosa Istar o Ashtaroth; y los árabes adoraban la palmera de Neiran como una diosa, y todos los años la vestían con ropas y adornos femeninos. Tanto el Apolo de Delos como el Dusará nabateo nacieron bajo una palmera. En el idioma irlandés moderno «ailm» ha llegado a significar «olmo» por influencia de los clásicos latinos, pues en Italia el olmo, ulmus, que no es nativo de las Islas Británicas, era utilizado para sostener la vid joven y así se convirtió en el alma mater del dios del Vino. La dependencia mutua de la vid y el olmo fue santificada con una referencia del primer libro cristiano de la revelación, El Pastor de Hermas.

Pero el abeto, al que también le gustan la tierra arenosa y las brisas del mar, es un árbol del nacimiento tan antiguo como la palmera, pues bajo él nació el dios de Biblos, el prototipo del Osiris predinástico de Egipto. En griego se llama al abeto elate, y es interesante el relato de Pausanias sobre el arcadio Elatos. Era «padre de Isquis, el amante de la madre de Esculapio y de Cilén», quien dio su nombre al monte Cilenio, «hasta entonces sin nombre», y llegó a ser el lugar de nacimiento de Hermes. Otros mitógrafos convierten a Cilén en «la ninfa Cilene», esposa de Pelasgo, que fundó la raza pelasga. Parece que originalmente Elatos era Elate, «el altivo», nombre transferido de Artemisa a su árbol sagrado, una rama del cual, de punta cónica y enrollada con hiedra, era agitada en su honor en las fiestas dionisíacas; y que Cilena (Cylle Ana), «la reina encorvada», era otro de sus títulos. El abeto de la diosa del nacimiento es transferido igualmente a su hijo en el mito de Atis, hijo de Nana, el Adonis frigio. Se dice que lo metamorfoseó en abeto la diosa Cibeles, que lo amaba, cuando yacía moribundo a causa de la herida que le había hecho un jabalí enviado por Zeus, o que le había inferido un rey frigio al que había castrado y que le castró a su vez.

El caballo de Troya, ofrenda de paz a la diosa Atenena, originalmente la misma Diosa Blanca, estaba hecho con madera de abeto; y era un caballo porque estaba consagrado a la luna.

En el Museo de Newcastle-on-Tyne hay un altar romano-británico dedicado a «las Madres»[38] por un tal Julius Victor. En él se ve un triángulo asentado en su base y que encierra una piña. Aunque Druantia, el nombre de la diosa del Abeto gala, no contiene referencia alguna a su árbol, la hace «Reina de los Druidas» y por consiguiente madre de todo el calendario de árboles.

La estación del abeto es el primer día del año, cuando nace el Niño Divino, el día extra del solsticio hiemal. Trece semanas separaban a estas estaciones y la última de cada una era una semana muerta y exigía un sacrificio de sangre.

O POR ONN

El segundo árbol es el tojo, o retama, que con sus flores amarillas y sus hojas lanceoladas simboliza al Sol naciente en el equinoccio de primavera, el tiempo en que en las montañas se encienden fogatas de retama. El efecto de la quemazón de los pinchos viejos es hacer que broten en el tronco otros nuevos tiernos que las ovejas comen vorazmente, e impulsar el crecimiento de la hierba: «La retama se porta mal hasta que se la domina». La importancia religiosa de la retama o aulaga, que en el folklore galés es «buena contra las brujas», es aumentada por el hecho de que sus flores son frecuentadas por las primeras abejas del año, así como las de la hiedra lo son por las últimas. El nombre On-niona, diosa que adoraban los galos en sotos de fresnos, se compone de Onn y Nion, lo que indica la fecha de su festival, que es el equinoccio de primavera, al final del mes del fresno.

U POR URA

El tercer árbol es el brezo, consagrado a la diosa del amor romana y siciliana Venus Ericina; y en Egipto y Fenicia a Isis, cuyo hermano Osiris fue emparedado en un brezo de Biblos, adonde ella fue a buscarlo. La leyenda de Isis citada por Plutarco es tardía y artificial, pero indica el sacrificio de un niño en honor de Osiris.

Winslow, el anticuario del siglo XVIII, llevó al deán Swift a Lough Crew para que recogiera leyendas locales acerca de la Diosa Triple irlandesa. Entre las que recogió había una sobre la muerte de la Garbh Ogh, antigua giganta sin edad cuyo carro era tirado por alces, cuyo alimento era leche de venado y pechugas de águilas y que cazaba ciervos monteses con una jauría de setenta perros que tenían nombres de aves. Recogía piedras para hacerse un triple túmulo y «se sentó en una caverna de las montañas en la estación en que florece el brezo», y luego expiró.

La existencia de la diosa del brezo gala, Uroica, es atestiguada por inscripciones encontradas en la Suiza romana; su nombre está a medio camino entre Ura y el del brezo en griego, ereice.

El brezo es el árbol del solsticio estival, rojo y apasionado, y se asocia con las montañas y las abejas. La diosa misma es una abeja reina alrededor de la cual zumba el enjambre de los zánganos en el solsticio estival, como se representa con frecuencia a Cibeles; la autocastración extática de sus sacerdotes era un símbolo de la de los zánganos por la abeja reina en el acto nupcial. Venus cortejó fatalmente a Anquises en una montaña entre el zumbido de las abejas. Pero el brezo blanco es favorable, porque protege contra los actos apasionados. El monte Eryx de Sicilia es famoso por la visita del apicultor Butes, hijo de Bóreas, o Viento Norte, a quien erigieron un altar de héroe las ninfas de la diosa Venus Ericina. La referencia que hace Gwion en la Câd Goddeu al brezo que conforta a los álamos derribados es a la «cerveza de brezo», un restaurativo favorito en Gales.

La antigua popularidad de los tilos entre los poetas del amor en Alemania y el norte de Francia indica que en las regiones llanas se convirtió en un sustituto del brezo montañés. Los tilos florecen desde mediados de mayo hasta mediados de agosto. No figuran como árboles sagrados en Britania, donde sólo la variedad de hojas pequeñas parece ser indígena. Sin embargo, en Tesalia, a la diosa madre del centauro Quirón asociada con el torcecuello erótico se le llamaba Filira (tilo).

E POR EADHA

El cuarto árbol, el árbol del equinoccio de otoño y de la ancianidad, es el álamo blanco de hojas mudables, o tiemblo, el árbol de los fabricantes de escudos. Según Pausanias, fue introducido por primera vez en Grecia desde el Epiro por Hércules (¿pero cuál?); y, según la leyenda latina, se ciñó la cabeza con álamo en señal de triunfo cuando mató al gigante Caco («el malo») en su guarida del monte Aventino en Roma. El lado de las hojas pegado a su frente se blanqueó a causa del calor que irradiaba. Probablemente el mito explica la diferencia en las hojas y en el uso ritual entre el tiemblo y el álamo negro, que era un árbol fúnebre consagrado a la Madre Tierra en la Grecia prehelénica. En Casina de Plauto hay una referencia al uso adivinatorio del álamo negro y el abeto; al parecer, el abeto representa la esperanza y el álamo la desesperanza[39], así como en el Pembrokeshire una muchacha da a su galán un pedazo de abedul como una señal de estímulo, «Puedes comenzar», o un pedazo de avellano, llamado collen, «Se prudente y desiste». Hércules venció a la muerte, y en la antigua Irlanda la fe o vara de medir que empleaban los fabricantes de ataúdes para medir los cadáveres era de tiemblo, probablemente para recordar a las almas de los difuntos que aquél no era el final. Tocados dorados de hojas de tiemblo se han encontrado en cementerios mesopotámicos del año 3000 a. de C.

I POR IDHO

El quinto árbol es el tejo, el árbol de la muerte en todos los países europeos, consagrado a Hécate en Grecia e Italia. En Roma, cuando se sacrificaban a Hécate toros negros, para que las ánimas pudieran lamer la sangre que derramaban, los enguirnaldaban con tejo. Pausanias menciona al tejo como el árbol junto al cual Epaminondas encontró en el monte Ithome la urna de bronce que contenía los misterios secretos de la Gran Diosa en un rollo de hojalata. En el otro lado de la urna, apropiadamente, crecía un mirto, que (como se verá en el capítulo XIII) era el equivalente griego de saúco, la consonante de la muerte R. Es interesante que el rollo fuera de hojalata, pues los griegos antiguos importaban el estaño de España y Britania. En Irlanda el tejo era «el ataúd de la vid», pues los barriles de vino se hacían con duelas de tejo. En el romance Irlandés de Naoise y Deirdre atravesaron con estacas de tejo los cadáveres de esos amantes para mantenerlos separados, pero las estacas brotaron y se convirtieron en árboles cuyas copas terminaron abrazándose sobre la catedral de Armagh. En Britania se dice que los tejos de los cementerios extienden una raíz hasta la boca de cada cadáver. Con el tejo se hacen los mejores arcos —como aprendieron los romanos de los griegos— y con eso se realzaba la calidad mortífera del árbol; es probable que el nombre latino del tejo, taxus, se relacione con toxon, el nombre griego del arco, y con toxicon, el nombre griego del veneno con que estaban untadas las flechas. Se dice que los antiguos irlandeses utilizaban un compuesto de baya de tejo, eléboro y bocado del diablo para envenenar sus armas. John Evelyn, en su Silva (1662) dice que el tejo no merece su reputación de venenosidad, «sea lo que fuere lo que informa Plinio acerca de su sombra, o la leyenda del aire alrededor de Tasos, el destino de Cativulcus mencionado por César y la mala fama que el fruto ha obtenido vulgarmente en Francia, España y Arcadia». El ganado vacuno y los caballos tascan las hojas sin que les produzcan malos efectos, dice; pero luego indica que «el verdadero taxus» es ciertamente «mortífero». Su uso en el culto de las brujas inglés es recordado en Macbeth, donde la caldera de Hécate contenía

… esquejes de tejo

desgajados durante el eclipse de luna.

Shakespeare lo llama en otra parte «el tejo doblemente fatal» y hace que el tío de Hamlet envenene al rey vertiéndole su jugo («hebenon») en el oído. Comparte con el roble o la encina la fama de tardar más que cualquier otro árbol en llegar a la madurez, pero vive más tiempo que el roble. Cuando se la cura y pule, su madera posee una capacidad extraordinaria de resistir a la corrupción.

Uno de los «Cinco Árboles Mágicos de Irlanda» era el tejo. Era el Árbol de Ross, descrito como «una divinidad inflexible y recta» (el tejo irlandés se distingue del británico en que es coniforme y tiene ramas que crecen hacia arriba y no horizontalmente), «la fama de Banbha» (Banbha era el aspecto mortal de la Diosa Triple irlandesa), «el Hechizo del Conocimiento, y la Rueda del Rey», es decir la letra de la muerte que hace que describa un círculo completo la rueda de la existencia. Como un recuerdo de su destino, cada rey irlandés llevaba un broche en forma de rueda que transmitía a su sucesor. Sitúo la estación del tejo en el último día del año, víspera del solsticio hiemal. Ailm, el Abeto del Nacimiento, e Idho, el Tejo de la Muerte, son hermanos; se hallan el uno junto al otro en el círculo del año y su follaje es casi idéntico. El abeto es respecto del tejo lo que la plata respecto del plomo. Los alquimistas medievales, siguiendo una tradición antigua, relacionaban la plata con la Luna como la que rige el nacimiento, y el plomo con Saturno como el que rige la muerte; y extraían los dos metales del mismo mineral mixto.

Abeto, matriz del dolor de plata,
tejo, tumba del pesar de plomo,
arpías de una veta,
semejantes en hojas,
con los brazos alzados,
nos vituperan en la misma lengua:
«Aquí se meció la cuna-ataúd de Jove».

Una escultura asiria que publicó Félix Lajard en Sur le Culte de Mithra (1847) muestra el año como un árbol de trece ramas. Tiene cinco cintas alrededor del tronco, con seis ramas parecidas a cetros en cada lado y una en la copa. Aquí se ha relacionado evidentemente al año agrícola del Mediterráneo oriental, que comienza en el otoño, con el año solar que comienza en el solsticio hiemal. Pues hay una bolita, que representa un nuevo año solar, suspendida sobre las tres últimas ramas; y de las dos cabras rampantes que actúan como sostenes del árbol, la de la derecha, que vuelve la cabeza de modo que su único cuerno forma una luna creciente, apoya una pata delantera en la más alta de las tres últimas ramas; en tanto que la otra cabra, que vuelve la cabeza en la dirección opuesta de modo que su cuerno forma una luna menguante, reclama las tres primeras ramas. Tiene una ubre llena, apropiada para la estación, porque los primeros chivitos nacen alrededor del solsticio hiemal. Una luna nueva parecida a una nave se desliza sobre el árbol, y un grupo de siete estrellas, la séptima mucho más brillante que las otras, se halla junto a la cabra, lo que prueba que es Amaltea; la madre del cornudo Dioniso. El chivo es un equivalente asirio de Azazel, la víctima propiciatoria que sacrificaban los hebreos al comienzo del año agrícola. Las cinco cintas del árbol, una de las cuales está en la base del tronco, y otra en la copa, son las cinco estaciones del año; en un árbol del año babilónico, publicado en el mismo libro, están simbolizadas por cinco frondas.

A la luz de estos conocimientos podemos volver a examinar el diagrama de la mano utilizado como un teclado de señales por los druidas y comprender los enigmáticos nombres tradicionales de los cuatro dedos en inglés —«dedo índice», «dedo del tonto», «dedo sanguijuela o médico» y «dedo auricular o de la oreja»— en función del valor mítico de las letras contenidas en ellos.

La pequeña diferencia en el orden de las letras entre el Beth-Luis-Nion y el Boibel-Loth no afecta a la demostración aunque yo creo que el sistema se basaba en los significados de los árboles del Beth-Luis-Nion, porque en uno de los cuentos antiguos un poeta describe una noche realmente oscura como aquella «en que un hombre no podría distinguir la hoja de la encina de la del avellano, ni examinar los cinco dedos de su mano extendida». El dedo índice tiene a Duir, el dios del roble que es el primero de los árboles, sobre el que está Luis, el fresno silvestre, un amuleto contra el rayo; el dedo del tonto tiene a Tinne, el rey del acebo, o caballero verde, que aparece en la vieja «Representación de Navidad» inglesa, una supervivencia de las Saturnales, como el Tonto al que decapitan pero vuelve a levantarse ileso; el dedo de la sanguijuela tiene a Coll, el sabio avellano, que es el maestro en medicina; el dedo de la oreja —en francés doigt auriculaire— se basa en las dos letras de la muerte Ruis e Idho y por tanto posee poder oracular; en Francia se dice todavía de una persona que consigue información de una fuente misteriosa: «Son petit doigt le lui dit». Habitualmente se explica el «dedo auricular» como «el dedo que se pone más fácilmente en el agujero de la oreja», pero el significado más antiguo de «auricular» es «murmurado secretamente al oído». El dedo auricular lo empleaban probablemente los druidas galos y británicos para tapar el oído y así ayudar a la inspiración. Su carácter adivinatorio quedó establecido en la Europa occidental lo bastante temprano para que aparezca en varios cuentos populares que se refieren a la pérdida de un dedito de la mano o del pie por la hija de un ogro; el protagonista del cuento lo encuentra y eso le permite conseguir el permiso del ogro para casarse con la hija. Estos cuentos tienen lugar en Bretaña, Lorena, los Highlands occidentales, Vizcaya en España y Dinamarca. En el Romance de Taliesin es del dedo meñique de la esposa de Elphin del que se dice que fue cortado mágicamente.

El «dedo anular» es otro nombre del dedo médico. Los romanos y los griegos empleaban el pulgar, consagrado a Venus, para ponerse sus anillos con sello, los cuales eran habitualmente de hierro; eran amuletos profilácticos para conservar la virilidad, pues el pulgar era sinónimo del falo y el hierro una cortesía con el marido de Venus, el dios herrero Vulcano. Pero para los anillos de boda empleaban el cuarto dedo de la mano izquierda. Macrobio, que escribió en el siglo V, explicó esta costumbre basándola en dos razones: que éste era el dedo menos utilizado de los diez y el menos capaz de movimiento individual, y por consiguiente aquel en el que se podían llevar con más seguridad piedras preciosas; y (citando la autoridad de Apiano, el escritor del siglo I) que por este dedo corre una arteria que va directamente al corazón. Lo de la arteria que va al corazón es una observación astrológica más bien que anatómica —aunque una pequeña vena, a la que los antiguos no podían distinguir de una arteria, se manifiesta en la coyuntura inferior— porque según la posterior asignación de las partes del cuerpo humano a las influencias planetarias es Apolo, el dios y curador solar, el que gobierna el corazón, así como Venus gobierna los riñones; Mercurio, los pulmones; Diana (la Luna) la cabeza, etcétera. En consecuencia, se utiliza el cuarto dedo como anular porque el anillo de boda profiláctico, hecho de oro en honor de Apolo, regula el corazón, que es la sede del amor permanente. El humanista alemán del siglo XVI, Levinus Lemnius cita también la leyenda de la arteria en un libro de medicina donde dice que «los antiguos médicos de los que este dedo deriva su nombre de dedo médico lo utilizaban para mezclar sus medicamentos y pócimas, basándose en la teoría de que ningún veneno puede adherirse ni siquiera a su punta sin comunicarse directamente con el corazón». Exactamente el mismo sistema sobrevive en la quiromancia popular, que tiene su origen al final de la época clásica. Los quirománticos asignaban el dedo índice a Júpiter, el dios de la encina; el dedo del corazón a Saturno, el Tonto de Navidad; el cuarto dedo (en alemán llamado también el «dedo de oro») al Sol: el dios solar Apolo se convirtió posteriormente en el patrono de los médicos y el dios de la sabiduría en general; y el meñique a Mercurio en su aspecto de conductor de las almas de los difuntos. A la Luna pertenece la parte inferior de la palma de la mano porque es la diosa del Infierno de la que obtiene Mercurio su inspiración; a Venus el pulgar (como un símbolo fálico); y a Marte el centro de la mano, donde se asienta el arma; las principales líneas de la mano forman su M. Una mano votiva de bronce proveniente de Frigia y dedicada a Zeus Sabacio —un Júpiter rústico— contiene una figurita con gorro y calzones frigios, los pies apoyados en una cabeza de morueco y levantando el pulgar, el índice y el dedo del corazón en la llamada bendición latina: el pulgar de Venus para obtener la prosperidad, el índice de Júpiter para que guíe su destino, y el dedo del corazón de Saturno para que llueva. Imita la postura de la mano que la sostiene y en el índice está posada el águila de Júpiter. Era no tanto una bendición como un gesto propiciatorio empleado antes de comenzar un discurso o una recitación; los oradores griegos y latinos nunca lo omitían. La bendición del Diablo, que todavía practican los isleños frisones, consiste en levantar el índice y el meñique de la mano derecha con los otros dedos y el pulgar, doblados contra la palma. Ésta es una invocación al dios cornudo de las brujas, el que con su cuerno derecho fausto y el izquierdo infausto expresa su poder para hacer el bien o el mal.

El dedo de Apolo se relaciona con el álamo en la fábula del dios solar Faetón, cuyas hermanas le lloraron cuando murió: se transformaron en álamos y sus lágrimas en ámbar, que estaba consagrado a Apolo.

El dedo de Saturno se relaciona con el brezo en la fábula de Osiris, el Saturno egipcio. Osiris fue encerrado en un brezo, y la consonante que ocupa el lugar inferior en el dedo, la caña, estaba consagrada a Osiris como rey de Egipto. Según el bien informado anticuario del siglo XIV Richard de Cirencester, los britones meridionales del siglo III d. de C. llevaban anillos de oro en el dedo del tonto; en el alfabeto B.L.F. este dedo pertenecía a Bran, a quien habían aprendido ya de los romanos a identificar con Osiris. Llevar un anillo en ese dedo expresaba naturalmente la esperanza en la resurrección.

El pulgar de Venus se relaciona con la palmera porque estaba consagrada a la diosa orgiástica Isis, Latona o Lat. Lat era la madre del nabateo Dusares, el dios de la vid, adorado en Egipto, y la consonante inferior del pulgar era la vid.

El dedo de Júpiter se relaciona con la retama o la aulaga por las fogatas de retama que se encendían en la primavera en su honor como dios de los pastores.

La relación del dedo de Mercurio con el tejo la establece el hecho de que Mercurio conduce las almas al lugar que gobierna la diosa de la muerte, Hécate, alias su madre Maia, a la que estaba consagrado el tejo.

Es adecuado que la parte más sensible de la mano, la punta del dedo índice, pertenezca a Luis como adivino. Pero todos los árboles de las puntas de los dedos —Luis, el fresno silvestre; Nion, el fresno; Feam, el aliso; y Saille, el sauce— eran utilizados para la adivinación. Esto tal vez arroje luz sobre un rito poético irlandés llamado el Dichetal do Chennaib («recital de las puntas de los dedos»), maestro en el cual se exigía que fuese el ollave, y que el Dr. Joyce describe como «la pronunciación de una profecía o un poema improvisadamente y que parece haber sido hecha con la ayuda de un recurso mnemotécnico de alguna clase en el que los dedos desempeñaban un papel principal». San Patricio, aunque abolió otros dos ritos proféticos, el Imbas Forasnai («conocimiento de la cultura por medio de la palma de la mano») y otro semejante, porque incluían un sacrificio preliminar a los demonios, permitió la «recitación con las puntas de los dedos» porque no lo incluían. En el Glossary de Cormac se explica el Dichetal do Chennaib:

En mi época es con las puntas de sus dedos como el poeta realiza el rito de esta manera: «Cuando ve a la persona o la cosa delante de él hace un poema inmediatamente con las puntas de sus dedos, o en su mente sin meditarlo, y compone y repite al mismo tiempo».

Es menos probable que se utilizase una treta mnemotécnica que implicase el uso del alfabeto de los dedos, y más que los poetas provocasen el rapto poético tratando las puntas de sus dedos como agentes oraculares, pues al Dichetal do Chennaib se le menciona siempre con los otros dos ritos adivinatorios y como de la misma naturaleza general.

En este momento las puntas de mis dedos comenzaron a picarme y cuando hice que sostuvieran una pluma, reconstruyeron el encantamiento original del siguiente modo:

Poderes de los árboles, puntas de los dedos,
primer grupo de cinco de los cuatro,
descubrid todo lo que vuestro poeta pide
tamborileando en su frente.
Espiga de abedul, pulgar palpitante,
con el poder de la adivinación,
abedul, tráele noticias de amor;
el corazón late fuertemente.
Vara de fresno, dedo índice,
con el poder de la adivinación
descífrale un enigma;
entrégale la clave.
Fresno, dedo del medio,
con el poder de la adivinación
hábil en el pronóstico, tonto de otro modo,
distribúyelo entre los vientos.
Aliso, dedo médico,
con el poder de la adivinación
diagnostica todas las enfermedades
de una mente dudosa.
Vara de sauce, dedo de la oreja,
con el poder de la adivinación
obliga a hacer confesiones a la boca
de un cadáver consumido.
Puntas de los dedos, cinco tártagos,
árboles, que adivinan la verdad,
descubrid todo lo que vuestro poeta pide
tamborileando en su frente.

El alfabeto de los dedos era utilizado evidentemente en el culto de las brujas de la Britania medieval, a juzgar por las marcas del diablo tatuadas en las manos de las brujas. En Sadducismus Triumphatus de Joseph Glanvil (1681) hay un relato detallado de dos asociaciones de brujas del condado de Somerset, una de trece formada en Brewham, y otra en Wincanton, lugares ambos que se hallan a unas catorce millas de Glastonbury. El elemento racial británico, opuesto al sajón, predominaba en Somerset y la veneración popular por Glastonbury como la sede principal de la religión antigua seguía siendo grande en el siglo XVII. De las confesiones de los miembros de esas asociaciones en su proceso de 1664 se deduce que el jefe, o dios, de esas brujas se llamaba Robin (petirrojo) y que marcaba a las iniciadas con un pinchazo hecho entre las coyunturas superior y media del dedo médico. Ése es exactamente el lugar donde se podía esperar el pinchazo, pues las actividades de esas asociaciones incluían la magia negra y la blanca: la coyuntura superior pertenece a Coll, el avellano, el árbol de la magia blanca y la curación, y la inferior a Straif, el endrino, que, como se demostrará en el capítulo XIV, era el árbol de la magia negra y el marchitamiento. Estas brujas empleaban espinos para clavarlos en las imágenes de cera de sus enemigos bajo la dirección de Robin.

En Escocia se utilizaba el dedo del tonto para hacer la marca del Diablo, y aunque no hay constancia del lugar exacto de la marca, era, evidentemente la parte baja, pues Margaret McLevine de Bute se quejó de que el Diablo casi le cortó el dedo. La coyuntura de abajo del dedo del tonto es Ura, el brezo, árbol adecuado para la iniciación de las brujas escocesas, las que, según Shakespeare, se reunían en brezales marchitos.

Dos brujas de Northampton, Elinor Shaw y Mary Philips, condenadas a muerte en 1705, habían sido pinchadas en las puntas de los dedos; por desgracia no se dice en qué dedo, pero tal vez era el que tiene a Saille en la punta, el sauce consagrado a Hécate, madre de las brujas[40].

El Dr. Macalister no da mucha más importancia al Ogham de Árboles irlandés que a otros sistemas con clave registrados en el Libro de Ballymote, tales como el Ogham de Cerdos, el Ogham de Castillos y el Ogham de Frutos. Pero el hecho de que el nombre del alfabeto B.L.N., que es reconocidamente anterior al B.L.F., comience con tres árboles prueba que el Ogham original era un alfabeto de árboles; y las asociaciones mitológicas de los árboles que comprende la lista de O’Flaherty son tan antiguas, variadas y coherentes que parece imposible considerarlo como una invención, «pedantesca y artificial», de fines de la Edad Media. Parece ser el alfabeto original inventado por Ogma Cara de Sol. El Dr. Macalister menosprecia el invento del Ogham como pueril e indigno de un dios, porque considera que el Boibel-Loth es el único alfabeto Ogham auténtico y el Beth-Luis-Nion una aproximación experimental a él, y que ambos han sido tomados del alfabeto griego. No se puede convencer de que los dos poseen alguna virtud además de la obviamente alfabética.

Una objeción contra la consideración del Beth-Luis-Nion como alfabeto completo es que sólo tiene trece consonantes, una de las cuales, NG, es inútil, en tanto que se omiten en él dos letras antiguas, Q y Z, contenidas en el Boibel-Loth y llamadas en el Ogham Quert y Straif. Straif es el endrino y Quert el manzano silvestre, ambos árboles mitológicamente importantes. Si Ogma Cara de Sol erigió cuatro pilares de igual longitud, el sistema original debe haber contenido cinco vocales y tres series de cinco consonantes. Esta objeción será refutada completamente en el capítulo XIII. Entretanto bastará con anotar que O’Flaherty no fue el único que registró un alfabeto B.L.N. con sólo trece consonantes: El Ogham de O’Sullivan, citado en Antiquities of Ireland de Ledwich, tiene el mismo número y con análoga omisión de la Q y la Z, aunque tiene NG por P; O’Sullivan agrega algunos diptongos y otros símbolos misteriosos como eg, feo y oai, pero el canon del alfabeto es el que tratamos aquí.

Edward Davies opinaba que el alfabeto Beth-Luis-Nion se llamaba así porque B.L.N. son las consonantes radicales de Belin, el dios celta del año solar: Esto tiene sentido, pues sugiere una identificación de las trece consonantes, meses del año, con varios grupos mitológicos de trece; por ejemplo, con Arturo y los doce caballeros de la Tabla Redonda; Balder y sus doce jueces; Odiseo y sus doce compañeros; Rómulo y sus doce pastores; Rolando y los doce pares de Francia; Jacob y sus doce hijos, el danés Hrolf y sus doce locos. También con la cabeza y las otras doce partes del cuerpo despedazado de Osiris que Isis recogió del Nilo en su nave; Osiris era originalmente un dios árbol. Y asimismo podemos identificar las cinco vocales estacionales con los misteriosos grupos de cinco de diosas británicas, las deae matronae (y Mamau) que aparecen en inscripciones de la época romana; y con las varias hojas de cinco puntas consagradas a la Diosa Blanca, especialmente la de la hiedra, la vid, la zarza, la higuera y el plátano[41], y con las diversas flores de cinco pétalos consagradas a ella: la rosa silvestre y la vellorita erótica y la funesta vincapervinca azul a la que los italianos llaman la «flor de la muerte» y con la que en la Inglaterra medieval se enguirnaldaba a los condenados cuando los conducían a la horca.

Pero ¿cuál fue el origen de la serie del Beth-Luis-Nion? Se habrá observado que todos sus árboles son de bosque y nativos de las Islas Británicas, con excepción de la vid. El hecho de que no aparezcan en la serie árboles de huerto indica en mi opinión que ese alfabeto fue traído en tiempos muy primitivos desde una región del norte muy boscosa donde la vid se daba en estado silvestre. La única región que respondía a esas características era, que yo sepa, la del Ponto Paflagonío en la costa meridional del Mar Negro. Hay que descartar un origen cretense, pues los principales árboles que aparecen en las pinturas y grabados sagrados muy numerosos excavados en Creta son la higuera, el olivo, el plátano, el ciprés, la vid, el pino y la palmera.

No se puede censurar al Dr. Macalister porque pone en duda la antigüedad del Beth-Luis-Nion de O’Flaherty pues en la Irlanda medieval eran corriente varios sistemas diferentes de clasificación de los árboles. Por ejemplo, bajo la Brehon Law (IV, 147) los árboles se dividían en cuatro categorías, con una escala de multas por talarlos ilegalmente cuya severidad disminuía de acuerdo con la categoría:

1) Siete árboles jefes

Roble dair
Avellano coll
Acebo cuileann
Tejo ibur
Fresno iundius
Pino ochtach
Manzano aball

2) Siete árboles rústicos

Aliso fernn
Sauce sail
Espino sceith
Fresno silvestre caerthann
Abedul beithe
Olmo leam
? idha

3) Siete arbustos

Endrino draidean
Saúco trom
Avellano blanco fincoll
Álamo blanco crithach
Madroño caithne
? feorus
? crann fir

4) Ocho arbustos espinosos

Helecho raith
Mirto de pantano rait
Retama aiteand
Rosal silvestre dril
Brezo fraech
Hiedra eideand
Hiniesta gikoch
Grosella blanca spin

Esta ley es muy posterior a la recordada en las Tríadas de Irlanda, bajo la cual se exige, al parecer, la pena de muerte por la tala ilegal de dos de los árboles jefes, el avellano y el manzano:

Tres cosas que no respiran páguense con sólo cosas que respiran:

un manzano, un avellano y un soto sagrado[42].

Puede explicar esto el poema del siglo VII publicado al final del Crib Gablach, donde se da la lista de los siete árboles jefes, pero con el aliso, el sauce y el abedul en vez del fresno, el tejo y el pino, y la multa por su tala ilegal es una vaca, o tres por todo el soto. Pero supongo que el poema es posterior a las Tríadas, si bien anterior a la Brehon Law, y que la sentencia de muerte por la tala del avellano y el manzano ha sido sustituida por la multa de una vaca, como en el caso de otros árboles. Según glosadores medievales, Neimhead, que significa «nobleza», o sacrosantidad, se aplicaba a reyes o jefes, poetas y sotos; en su sentido secundario de «dignidad o mérito» a los músicos, herreros, carpinteros, vacas y dignatarios eclesiásticos.

El comentarista de la Brehon Law explica la «nobleza» de sus siete árboles jefes del siguiente modo:

Roble: su tamaño, belleza y sus bellotas que engordan a los cerdos.

Avellano: sus nueces y zarzos.

Manzano: su fruto y su corteza apropiada para la curtiembre.

Tejo: su madera, utilizada para vasijas caseras, petos, etcétera.

Acebo: su madera, utilizada para lanzas de tarros.

Fresno: su madera, utilizada para sostener el muslo del Rey (es decir para hacer tronos regios), y para astas de armas.

Pino: su madera, utilizada para hacer punzones.

El triunfo del fresno de Gwydion sobre el aliso de Bran en la Câd Goddeu se pone aquí de manifiesto incidentalmente: el fresno, que originalmente estaba excluido del soto sagrado, es ahora el único árbol mencionado en relación con la realeza, y el aliso ha sido degradado a la categoría de rústico. La valoración utilitaria de la nobleza que hace el glosador indica un profundo cambio religioso, y cuando los valores relativos de los árboles pueden ser expresados en función de la compensación en dinero por su tala ilegal, la santidad del soto es anulada y la poesía misma decae. Sin embargo, mientras esta ley estuvo en vigor el aspirante al título de ollave en la poesía tenía que aprender de memoria el siguiente catecismo antiguo, registrado en Hearings of the Scholars de Calder y que contiene otra clasificación más de los árboles:

Cis lir aicme Ogaim? A iii .i. viii n-airigh

¿Cuántos grupos de Ogham? Responder tres, a saber: 8 jefes

fedha ξ viii n-athaigh ξ viii fidlosa Ocht m-airigh

árboles y 8 árboles rústicos y 8 arbustos. 8 árboles jefes:

cetus fernn, dur, coll, muin, gort, straif, onn, or.

Primer aliso, roble, avellano, vid, hiedra, endrino, retama, brezo.

Ochtn-athaig .i. bethi, luir, sail, nin, huath

8 árboles rústicos, a saber: abedul, fresno silvestre, sauce, fresno, espino blanco,

tinne quert. Ar chuit a feda is athaig

aulaga[43], manzano. En cuanto a sus letras, todos los otros arbustos

ffeda fidlosa olchema

son arbustos.

Aquí los árboles son los del Beht-Luis-Nion de O’Flaherty, sin la intrusión del madroño, el olmo, el avellano blanco y los demás. Los arbustos no nombrados incluyen evidentemente al saúco, la caña o saúco acuático, la hiniesta y la madreselva. Esta distribución de acuerdo con la nobleza es rara —el manzano y el acebo están excluidos de la jefatura— y posiblemente se relaciona con el alfabeto griego de 24 letras más bien que con el Ogham de 20 letras o su ampliación de 25 letras.

El tema es muy difícil y a los ollaves irlandeses no les interesaba aclararlo a los extraños.