Encontré por primera vez el alfabeto de árboles Beth-Luis-Nion en Ogygia de Roderick O’Flaherty; lo presenta, con el Boibel-Loth, como una reliquia auténtica del druidismo transmitido oralmente a lo largo de los siglos. Se dice que posteriormente se le utilizaba para la adivinación únicamente y que se compone de cinco vocales y trece consonantes. Cada letra tiene el nombre del árbol o el arbusto del que es la inicial:
Beth | B | Abedul |
Luis | L | Fresno silvestre |
Nion | N | Fresno |
Fearn | F | Aliso |
Saille | S | Sauce |
Uath | H | Espino |
Duir | D | Roble |
Tinne | T | Acebo |
Coll | C | Avellano |
Muin | M | Vid |
Gort | G | Hiedra |
Pethboc | P | Saúco enano |
Ruis | R | Saúco |
Ailm | A | Abeto |
Onn | O | Tojo, ingesta |
Ur | U | Brezo |
Eadha | E | Álamo blanco |
Idho | I | Tejo |
Los nombres de las letras en el alfabeto irlandés moderno son también de árboles y muchos de ellos coinciden con la lista de O’Flaherty, aunque T se ha convertido en árgoma, O en retama y A en olmo. Advertí casi inmediatamente que las consonantes de este alfabeto forman un calendario de magia arbolaria estacional, y que todos los árboles figuran prominentemente en el folklore europeo.
El primer árbol de la serie es el abedul, que se reproduce a sí mismo. Las ramas de abedul se utilizan en toda Europa, entre otras cosas, para azotar a los delincuentes —y anteriormente a los locos— con objeto de expulsar a los demonios. Cuando Gwion dice en la Câd Goddeu que el abedul «se armó pero tardíamente» quiere decir que las ramas del abedul no se endurecen hasta muy avanzado el año. (Hace la misma observación acerca del sauce y del fresno silvestre, cuyas ramas eran empleadas igualmente en usos ceremoniales.) Las varas de abedul son empleadas también en el ritual rústico para expulsar a los espíritus del año viejo. Los lictores romanos llevaban varas de abedul durante la instalación de los cónsules en la misma estación; cada cónsul tenía doce lictores, y así formaban una compañía de trece. El abedul es el árbol del comienzo. Es, en verdad, el árbol de bosque que, con excepción del misterioso saúco, es el primero que echa nuevas hojas (en el 1.º de abril en Inglaterra, cuando comienza el año financiero), y en Escandinavia el brote de sus hojas señala el comienzo del año agrícola, porque los labradores lo utilizan como guía para sembrar el trigo de primavera. El primer mes comienza inmediatamente después del solsticio de invierno, cuando los días, después de acortarse hasta el límite extremó, comienzan de nuevo a alargarse.
Puesto que hay trece consonantes en el alfabeto, es razonable considerar al mes de árboles como el mes «lunar» consuetudinario británico de veintiocho días definido por Blackstone. Como ya se ha indicado, hay trece de esos meses en un año solar, con un día de más. Tanto César como Plinio consideran que al año druídico se le contaba por meses lunares, pero ninguno de ellos define el mes lunar, y nada hay que pruebe que era una «lunación» de aproximadamente veintinueve días y medio, de las cuales hay doce en un año con diez y tres cuartos de día más. Pues al «Calendario de Coligny» del siglo I a. de C., que es de lunaciones, ya no se le considera druídico; está grabado en letras romanas en una tableta de latón, y ahora se cree que es parte de la romanización de la religión nativa intentada bajo el Imperio primitivo. Además, el de veintiocho días es un verdadero mes lunar no sólo en el sentido astronómico de las revoluciones de la Luna en relación con el Sol, sino también en el sentido místico de que la Luna, por ser una mujer, tiene el período menstrual normal de las mujeres (la «menstruación» se relaciona con la palabra «luna»)[30] de veintiocho días[31]. El sistema de Coligny fue llevado probablemente a Britania por los romanos cuando la conquista de Claudio, y el profesor T. Glynn Jones dice que en el folklore galés sobreviven recuerdos de los días intercalados en ese sistema. Pero el hecho de que tanto en los mitos irlandeses como en los galeses más antiguos se emplee constantemente la expresión «un año y un día» indica que el calendario Beth-Luis-Nion consta de 364 días más uno. Podemos considerar, por consiguiente, que el mes del abedul se extiende desde el 24 de diciembre hasta el 20 de enero.
El segundo árbol es el fresno silvestre («árbol de la vida»), llamado también fresno de la montaña. Sus zarzos redondos, desparramados con cueros de toros recién desollados, eran utilizados por los druidas como último recurso para obligar a los demonios a responder a preguntas difíciles; de aquí la proverbial expresión irlandesa «to go on the wattles of knowledge», que quiere decir hacer todo lo posible para conseguir información. El fresno silvestre es también el árbol que se usa más generalmente en las Islas Británicas como profiláctico contra el rayo y toda clase de hechizos de las brujas: por ejemplo, a los caballos embrujados sólo se les puede dominar con una fusta de fresno silvestre. En la Irlanda antigua los druidas de los ejércitos enemigos encendían fogatas de fresno silvestre y pronunciaban sobre ellas conjuros invocando a los espíritus para que intervinieran en la lucha. Las bayas del fresno silvestre mágico del romance irlandés de Fraoth, guardado por un dragón, poseían la virtud sustentadora de nueve comidas; también curaban a los heridos y agregaban un año a la vida de un hombre. En el romance de Diarmuid y Grainne, la baya del fresno silvestre, con la manzana y la nuez roja, es descrita como el alimento de los dioses. «Alimento de los dioses» indica que la prohibición de comer cualquier cosa roja era una extensión de la prohibición impuesta a los plebeyos de comer setas escarlatas, pues las setas, según un proverbio griego citado por Nerón, eran «el manjar de los dioses». En la Grecia antigua todos los alimentos rojos, como la langosta, el tocino, el mújol rojo, el cangrejo y las bayas y frutos de color escarlata estaban prohibidos excepto en las fiestas en honor de los difuntos. (El rojo era el color de la muerte en Grecia y Britania durante la Edad del Bronce; se ha encontrado ocre rojo en cementerios megalíticos de los montes Prescelly y la llanura de Salisbury) El fresno silvestre es el árbol de la vivificación. Su nombre botánico Fraxinus, o Pyrus Aucuparia, expresa sus usos adivinatorios. Otro de sus nombres es «el hechicero», y la vara del hechicero, utilizada antiguamente para descubrir metales, era de fresno silvestre. Como era el árbol de la vivificación podía ser utilizado en sentido contrario. En la Irlanda danaena una estaca de fresno silvestre clavada en un cadáver inmovilizaba a su alma; y en la saga de Cuchulain tres brujas espetaron a un perro, el animal sagrado de Cuchulain, con ramas de fresno silvestre para conseguir su muerte.
El empleo oracular del fresno silvestre explica la inesperada presencia de grandes sotos de ese árbol en Rügen y en las otras islas del Báltico productoras de ámbar, utilizadas antiguamente como lugares oraculares, y la frecuente aparición del fresno silvestre, observada por John Lighfoot en su Flora Scotica, 1777, en las cercanías de antiguos círculos de piedra. El segundo mes se extiende desde el 21 de enero hasta el 17 de febrero. La importante fiesta céltica de la Candelaria caía a mediados de ese mes (el 2 de febrero). Se la celebraba para señalar la vivificación del año y era el primero de los cuatro «días en que comienzan las estaciones del año» y en los que las brujas británicas celebraban sus aquelarres; los otros eran la víspera del 1.º de mayo, el 2 de agosto y el día de Todos los Santos, cuando terminaba el año. Esos días corresponden a las cuatro grandes fiestas del fuego irlandesas mencionadas por Cormac, el arzobispo de Cashel en el siglo X. En Irlanda y los Highlands el 2 de febrero es, muy adecuadamente, el día de Santa Brígida, antiguamente la Diosa Blanca, la Triple Musa vivificadora. La relación del fresno silvestre con la fiesta del fuego de la Candelaria la pone de manifiesto el Ogham de Morann Mac Main en el Libro de Ballymote da el nombre poético del fresno silvestre como «Deleite de los ojos, o sea Luisiu, llama».
El tercer árbol es el fresno. En Grecia el fresno estaba consagrado a Poseidón, el segundo dios de la trinidad aquea, y los Meliai, o espíritus del fresno, eran muy cultos. Según Hesíodo, los Meliai brotaron de la sangre de Urano cuando lo castró Cronos. En Irlanda el Árbol de Tortu, el Árbol de Dathi y el Árbol Frondoso de Usnech, tres de los cinco Árboles Mágicos, cuya tala en el año 665 simbolizó el triunfo del cristianismo sobre el paganismo, eran fresnos. Un descendiente del Árbol Sagrado de Creevna, también fresno, se alzaba todavía en Killura en el siglo XIX; su madera era un talismán contra el ahogamiento, y los que emigraron a América después del Hambre de las Patatas llevaban pedacitos de ella. En el folklore británico el fresno es el árbol del renacimiento. Gilbert White dice en su History of Selborne que antiguamente se pasaba a niños desnudos por las grietas de fresnos desmochados para curarlos de fracturas. Esa costumbre sobrevivió en partes remotas de Inglaterra hasta 1830. La vara druídica con una decoración en espiral descubierta recientemente en Anglesey y que data de comienzos del siglo I, era de fresno. El gran fresno Ygdrasill, consagrado a Woden, Wotan, Odin o Gwydion, se ha mencionado ya en el contexto de la Batalla de los Árboles; él lo utilizaba como corcel. Pero se lo había tomado a la Diosa Triple, la que, como las Tres Nornas de la leyenda escandinava, administraba justicia bajo él. Poseidón conservó su patronazgo de los caballos, pero también se convirtió en dios de los navegantes cuando los aqueos comenzaron a recorrer el mar; y lo mismo le sucedió a Woden cuando su pueblo se hizo navegante. En los antiguos Gales e Irlanda todos los remos y tablillas de las barcas eran de madera de fresno; y lo mismo las varas utilizadas para instigar a los caballos, excepto cuando se prefería el tejo mortal. La crueldad del fresno de que habla Gwion consiste en lo nocivo de su sombra para la hierba o el grano; el aliso, al contrario, es beneficioso para las mieses que crecen a su sombra. Por eso también en el alfabeto rúnico de Odin todas las letras están formadas con ramas de fresno, mientras que las raíces de fresno estrangulan las de otros árboles de los bosques. El fresno es el árbol del poder del mar, o del poder que reside en el agua; y el otro nombre de Woden, «Yggr», del que se deriva Ygdrasill, se relaciona evidentemente con hygra, que en griego significa «mar» (literalmente, «el elemento húmedo»). El tercer mes es el mes de las inundaciones y se extiende desde el 18 de febrero hasta el 17 de marzo. En estos tres primeros meses las noches son más largas que los días y se considera que el Sol está todavía bajo la tutela de la Noche. Por eso los tirrenos no los reconocían como parte del año sagrado.
El cuarto árbol es el aliso, el árbol de Bran. En la Batalla de los Árboles el aliso luchó en primera línea, lo que es una alusión a que la letra F es una de las cinco primeras consonantes del Beth-Luis-Nion y el Boibel-Loth; y en la Song of the Forest Trees[32] («Canción de los árboles del bosque») osiánica irlandesa se le describe como «el mismo brujo de la batalla de todos los bosques, el árbol más fogoso en la lucha». Aunque es malo como combustible, lo mismo que el sauce, el álamo y el castaño, lo aprecian los carboneros porque produce el mejor carbón; su relación con el fuego se pone de manifiesto en el Romance de Branwen cuando «Gwern» (aliso), hijo de la hermana de Bran, es quemado en una hoguera; y en los distritos rurales de Irlanda el delito de talar un aliso sagrado es castigado, según se dice, con el incendio de la casa del culpable. El aliso está también a prueba contra el poder corruptor del agua; sus hojas ligeramente gomosas resisten las lluvias invernales más que las de cualquier otro árbol caduco y su madera resiste la decadencia indefinidamente cuando se utiliza en las cañerías o las pilas para el agua. El Rialto de Venecia se basa en pilotes de aliso, y lo mismo varias catedrales medievales.
El arquitecto romano Vitrubio dice que se empleaban alisos como pilones para las calzadas en los pantanos de Ravena.
La relación de Bran con el aliso en este sentido se revela en el Romance de Branwen cuando los porquerizos (sacerdotes oraculares) del rey Matholwch de Irlanda ven un bosque en el mar y no pueden adivinar qué es. Branwen les dice que es la flota de Bran el Bienaventurado que viene a vengarla. Las naves anclan frente a la costa y Bran avanza por los bajíos y trae a tierra sus dioses y su gente; luego tiende un puente sobre el río Linon, aunque estaba protegido con un hechizo mágico, tendiéndose a través del río y haciendo poner zarzos sobre él. Dicho de otro modo, primeramente se construyó un malecón y luego un puente sobre pilones de aliso. Se decía de Bran que «ninguna casa podía contenerlo». El enigma «¿Qué no puede contener ninguna casa?» tiene una respuesta sencilla: «Los pilotes sobre los que está construida». Pues las primitivas casas europeas eran construidas sobre pilotes de aliso a la orilla de lagos. En un sentido la «cabeza que canta» de Bran era la cabeza oracular momificada de un rey sagrado; en otro era la «cabeza» del aliso, es decir la rama más alta. Con las ramas de aliso verdes se pueden hacer buenos silbatos y, según mi amigo Ricardo Sicre y Cerdá, los muchachos de Cerdaña en los Pirineos tienen una tradicional plegaria en catalán que dice:
Berng, Berng, sal de tu piel |
y haré contigo un silbato melodioso. |
La repiten mientras golpean ligeramente la corteza con un trozo de sauce para desprenderla de la madera. Berng (o Verng, en el dialecto mallorquino) es también Bran. El llamamiento a Berng se hace en nombre de la Diosa del Sauce. El uso del sauce para golpear, en vez de otro trozo de aliso, indica que las brujas utilizaban esos silbatos para suscitar vientos destructores, especialmente del norte. Pero se pueden hacer gaitas con varias teclas del mismo modo que los silbatos, y en este sentido la cabeza cantante de Bran sería una gaita de aliso. En Harlech, donde la cabeza cantó durante siete años, hay un arroyo de molino que corre más allá de la roca del Castillo, un lugar apropiado para un bosquecillo de alisos sagrados. Es posible que la leyenda del desuello por parte de Apolo del flautista Marsias recuerde el desprendimiento de la corteza del aliso para hacer los silbatos o flautas.
El aliso era empleado también en la antigua Irlanda para hacer colodras y otras vasijas para la leche, y de aquí el nombre poético que se le da en el Libro de Ballymote de comet lachta, «guardián de la leche». Esta relación de Bran-Cronos, el aliso, con Rea-Io, la vaca-luna blanca, tiene importancia. En Irlanda a Io la llamaban Glas Gabhnach, «la ordeñadora inexperta», porque aunque daba ríos de leche nunca tuvo un ternero. Fue raptada en España por el herrero enano y volador Gavida; recorrió toda Irlanda en un día, vigilada por los siete hijos de Gavida (quienes probablemente representaban a los días de la semana), y dio el nombre de Bothar-bó finné, «Senda de la Vaca Blanca», a la Galaxia. Según The Proceedings of the Grand Bardic Academy, la mató Guaire a petición de la esposa de SeanchanTorpest, y según la History of Ireland de Keating, fue vengada en el año 528. A Diarmuid, el rey de Toda Irlanda, le asesinó su hijo mayor por haber matado otra vaca sagrada.
La relación de Bran con el Océano Occidental la prueba Caer Bran, el nombre del cerro más occidental de Britania y que domina el Fin de la Tierra.
El aliso se menciona raras veces en el mito griego o latino, pues al parecer fue reemplazado como árbol oracular por el laural délfico. Pero en la Odisea y la Eneida hay dos importantes referencias a él. En la Odisea el aliso es el nombrado en primer lugar de los tres árboles de la resurrección —los otros dos son el álamo blanco y el ciprés— que formaban el bosque alrededor de la cueva de Calipso, hija de Atlas, en su isla paradisíaca de Ogigia; en ese bosque anidaban cuervos marinos (consagrados a Bran en Britania), halcones y lechuzas que armaban una gran algarabía. Esto explica la versión de Virgilio de la metamorfosis de las hermanas del héroe solar Faetón: en la Eneida dice que mientras lamentaban la muerte de su hermano fueron convertidas, no en un bosquecillo de álamos, como dicen Eurípides y Apolonio de Rodas, sino en uno de alisos en las orillas del río Po; evidentemente éste era otro islote paradisíaco. El nombre griego del aliso es clëthra, palabra que según la opinión general se deriva de cleio, «Yo encierro» o «Yo confino». La explicación parece ser que los sotos de alisos encerraban al héroe en la isla oracular creciendo alrededor de sus costas; las oraculares parecen haber sido originalmente islas de ríos, no islas del mar.
El aliso era, y sigue siendo, celebrado porque da tres buenos tintes: el rojo con su corteza, el verde con las flores y el pardo con las ramas, lo que simboliza el fuego, el agua y la tierra. En el Glosario de palabras en desuso que escribió Cormac en el siglo X se llama al aliso ro-eim, lo que es glosado como «lo que enrojece la cara»; de esto se puede deducir que los «héroes teñidos de carmesí» de las Tríadas galesas, que eran reyes sagrados, se relacionaban con el culto del aliso de Bran. Una de las razones de la santidad del aliso es que, cuando se le derriba, la madera, al principio blanca, parece sangrar como si fuera un hombre. El tinte verde se asocia en el folklore británico con la ropa de las hadas; en la medida en que se puede considerar a las hadas como supervivencias de tribus primitivas desalojadas y obligadas a ir a las montañas y los bosques, el verde de las ropas se puede explicar como un color protector; los habitantes de los bosques y los proscritos lo adoptaban también en la Edad Media. Su uso parece ser muy antiguo. Pero principalmente el aliso es el árbol del fuego, del poder del fuego para liberar a la tierra del agua; y la rama de aliso por la que se reconocía a Bran en la Câd Goddeu es una señal de resurrección: sus brotes forman una espiral. El símbolo de la espiral es antediluviano: los santuarios sumerios primitivos son «casas de espectros», como los de Uganda, y los rodean postes en espiral.
El cuarto mes se extiende desde el 18 de marzo, cuando el aliso comienza a florecer, hasta el 14 de abril, y señala el período en que el sol primaveral seca las inundaciones invernales. Incluye el equinoccio de primavera, cuando los días se hacen más largos que las noches y el Sol llega a la virilidad. Lo mismo que se puede decir poéticamente que los fresnos son los remos y las barcas que conducen al Espíritu del Año por las aguas, a la tierra seca, también se puede decir que los alisos son los pilones que levantan su casa de las aguas del invierno. Fearn (Bran) aparece en la mitología griega como el rey Foroneo, gobernante del Peloponeso, que era adorado como héroe en Argos, ciudad que fundó, según se dice Helánico de Lesbos, culto contemporáneo de Herodoto, le hace padre de Pelasgo, Iaso y Agenor, quienes se dividieron su reino entre ellos después de su muerte: en otros términos, su culto en Argos era inmemorialmente antiguo. Pausanias, que fue a Argos para informarse, dice que Foroneo era el marido de Cerdo (la Diosa Blanca como Musa) y que el dios fluvial Inaco lo engendró en la ninfa Melia (fresno). Como el aliso sucede al fresno en el calendario de árboles y como los alisos crecen en las orillas de los ríos, ésta es una genealogía adecuada. Pausanias remacha la identificación de Foroneo con Fearn haciendo caso omiso de la leyenda de Prometeo y haciendo a Foroneo inventor del fuego. Higinio llama a su madre Argeia («deslumbradoramente blanca»), que es otra vez la Diosa Blanca. Por consiguiente, Foroneo, como Bran y todos los otros reyes sagrados, fue parido por, casado con y finalmente amortajado por la Diosa Blanca; su amortajadora fue la diosa de la Muerte Hera Argeia, a la que, según se dice, ofrecía al principio sacrificios. Foroneo, por consiguiente, es Fearineo, el Dios de la Primavera al que se ofrecían sacrificios anuales en el monte croniano de Olimpia en el equinoccio de primavera[33]. Su cabeza cantante recuerda la de Orfeo, cuyo nombre es tal vez una abreviación de Orphruoeis, «que crece en la orilla del río», es decir, «el aliso».
En algunas partes del Mediterráneo parece haber sido utilizado el cornejo como sustituto del aliso. Su nombre latino cornus se deriva de cornix, el cuervo consagrado a Saturno o Bran, que se alimenta con sus «cerezas» rojas; como, según Homero, hacían los puercos de Circe. Ovidio lo vincula con el roble comestible que alimentaba a los hombres en la época de Saturno. Como el aliso, da un tinte rojo y se le consideraba sagrado en Roma, donde el vuelo del venablo de madera de cornejo de Rómulo decidió el lugar donde se iba a edificar la ciudad. Su adecuación para este mes consiste en que echa flores blancas a mediados de mano.
El quinto árbol es el sauce, que en Grecia estaba consagrado a Hécate, Circe, Hera y Perséfone, todas aspectos de muerte de la diosa Luna Triple y a las que adoraban mucho las brujas. Como dice Culpeper sucintamente en su Complete Herbal. «La luna lo posee». Su relación con las brujas es tan grande en la Europa septentrional que las palabras “witch” (bruja) y “wicked” (malvado) se derivan de la misma palabra antigua “willow” (sauce), que también da “wicker” (mimbre): La «escoba de las brujas» se hace todavía en el campo inglés con palo de fresno, ramas de abedul y ligazón de sauce de ramas de abedul porque al expulsar a los demonios algunos quedan enredados en la escoba; de palo de fresno como protección contra el ahogamiento, pues a las brujas se las hace inofensivas si se las separa de sus escobas y se las arroja en el agua corriente; de ligazón de sauce o mimbre en honor de Hécate. Los sacrificios humanos de los druidas eran ofrecidos durante el plenilunio en cestos de mimbre, y los pedernales funerarios se cortaban en forma de hoja de sauce. El sauce (helice en griego y salix en latín) dio su nombre al Helicón, la morada de las Nueve Musas, sacerdotisas orgiásticas de la diosa Luna. Es probable que Poseidón precediera a Apolo como director de las Musas, al igual que como guardián del oráculo de Delfos, pues un soto heliceo seguía estando consagrado a él en la época clásica. Según Plinio, un sauce creció fuera de la cueva de Creta, donde nació Zeus; y, comentando una serie de monedas de la cretense Gortina, A. B. Cook sugiere en su Zeus que Europa, que aparece allí sentada en un sauce, con un cesto de mimbre en la mano, y le hace el amor un águila, es no solamente Europa, «la del ancho rostro», es decir, la Luna Llena, sino también Eu-ropa, «la de los mimbres florecientes», o sea Helice, hermana de Amaltea. Llevar sauce en el sombrero como distintivo del amante rechazado parece haber sido originalmente un amuleto contra los celos de la diosa Luna. El sauce le está consagrado por muchas razones: es el árbol que más ama el agua, y la diosa Luna es la que da generalmente el rocío y la humedad; sus hojas y su corteza, fuente del ácido salicílico, son muy eficaces contra los calambres reumáticos, que antiguamente se atribuían a hechicería. La principal ave orgiástica de la diosa, el torcecuello[34] o pájaro serpiente, o compañero del cuclillo, —ave migratoria que silba como una serpiente, se tiende en una rama, eriza la cresta cuando se irrita, tuerce el cuello, pone huevos blancos, come hormigas y tiene marcas en forma de V en las plumas como las de las escamas de las serpientes oraculares en la Grecia antigua—, anida siempre en los sauces. Además, la liknos o canasta-cedazo que se empleaba antiguamente para aventar el grano era de mimbre; en canastas de esa clase, «cribas», las brujas del norte de Berwick, según confesaron al rey Jacobo I, iban al mar para celebrar sus aquelarres. Una famosa pintura griega de Polignoto en Delfos representaba a Orfeo recibiendo el don de la elocuencia mística tocando sauces en un soto de Perséfone; compárese esto con la prohibición de La canción de los árboles del bosque: «No queméis el sauce, árbol sagrado para los poetas». El sauce es el árbol del encantamiento y el quinto del año; cinco (V) era el número consagrado a Minerva, la diosa Luna romana. Este mes se extiende desde el 15 de abril hasta el 12 de mayo, y el Primero de mayo, famosos por sus jaranas orgiásticas y su rocío mágico, cae en la mitad del mes. Es posible que el portar ramas de sauce el Domingo de Ramos, fiesta variable que habitualmente cae a comienzos de abril, sea una costumbre que pertenece propiamente al comienzo del mes del sauce.
El sexto árbol es el espino blanco o árbol de mayo, que toma su nombre del mes de mayo. Es, en general, un árbol infausto y el nombre con que aparece en las leyes irlandesas, sceith, se relaciona al parecer con la raíz indogermana sceath o sceth, que significa daño, de la que se derivan la palabra inglesa scathe (daño, perjuicio) y la griega a-scethes (libre de daño o sano y salvo). En la antigua Grecia, como en Britania, éste era el mes en que la gente iba de un lado a otro con ropas viejas, costumbre a la que se refiere el proverbio «Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo», lo que significa «no te pongas ropas nuevas hasta que termine el mes infausto», y no se refiere necesariamente a lo variable del clima inglés; en realidad, el proverbio es también corriente en el nordeste de España, donde, en general, el tiempo caluroso estable comienza en la Pascua de Resurrección. También se abstenían del coito, costumbre que explica que mayo sea un mes infausto para el casamiento. En Grecia y Roma era el mes en que se barrían los templos y se lavaban las imágenes de los dioses: el mes de la preparación para el festival del solsticio estival. La diosa griega Maya, aunque en la poesía inglesa se la presenta «siempre bella y joven», tomó su nombre de maia, «abuela»; era una vieja bruja malévola cuyo hijo Hermes conducía las almas al Infierno. Se trataba en realidad de la Diosa Blanca, que con el nombre de Cardea, como ya se ha dicho, hechiza con el espino blanco. Los griegos la aplacaban en los casamientos —pues el casamiento era considerado aborrecible para la diosa— con cinco antorchas de madera de espino y con flores de espino antes de que comenzara el mes infausto.
Plutarco pregunta en sus Cuestiones romanas: «¿Por qué no se casan los romanos en el mes de mayo?», y responde correctamente: «¿No es el motivo que en este mes realizan las mayores ceremonias de purificación?» Explica que éste era el mes en que unos muñecos llamados argeioi («hombres blancos») eran arrojados al río como ofrenda a Saturno. Ovidio, en sus Fasti, habla de un oráculo que le hizo la sacerdotisa de Júpiter acerca del casamiento de su hija: «Hasta los Idus de junio (mediados del mes) no hay buena suerte para las desposadas y sus maridos. Hasta que la basura del Templo de Vesta haya sido llevada al mar por el amarillento Tíber no debo peinar mis cabellos, que tengo que cortarme en señal de duelo, ni cortarme las uñas, ni cohabitar con mi marido aunque es el Sacerdote de Júpiter. No te apresures. Tu hija tendrá mejor suerte en el matrimonio cuando el fuego de Vesta arda en un hogar purificado». Los días infaustos terminan el 15 de junio. En Grecia el mes infausto comenzaba y terminaba un poco antes. Según Sozomen de Gaza, el historiador eclesiástico del siglo V, la Feria de los Terebintos en Hebrón se celebraba en el mismo tiempo y con las mismas prohibiciones respecto de las ropas nuevas y la sexualidad y con el mismo objeto: el lavado y la purificación de las imágenes santas.
En la mitología galesa el espino aparece como el malévolo Jefe de los Gigantes, Yspaddaden Penkawr, el padre de Olwen («La de la Senda Blanca»), otro nombre de la Diosa Blanca. En el Romance de Kilhwych y Olwen —a Kilhwych lo llamaban así porque lo encontraron en la madriguera de un cerdo— el gigante Espino pone todos los obstáculos posibles al casamiento de Kilhwych con Olwen y exige una dote de trece tesoros, todos, al parecer, imposibles de conseguir. El gigante vivía en un castillo guardado por nueve porteros y nueve perros guardianes, lo que prueba la fuerza que tenía la prohibición del casamiento en el mes del espino.
La destrucción de un espino antiguo implica en Irlanda el mayor peligro. En Folklore of the British Isles, de E. M. Hull, se citan dos ejemplos del siglo XIX. El efecto es la muerte del ganado y los hijos y la pérdida del dinero del que lo ha destruido. En su bien documentado estudio titulado Historic Thorn Trees in the British Isles, el señor Vaughan Cornish escribe acerca de los espinos sagrados que crecían sobre pozos en las provincias goidélicas. Cita el caso del «Espino de San Patricio» en Tin’ahely en el condado de Wicklow: «Los devotos iban allí el 4 de mayo, daban vueltas debidamente alrededor del pozo y colgaban en el espino los jirones arrancados a sus ropas». Y añade: «Éste es el Día de Santa Mónica, pero no conozco asociación alguna». Claramente, puesto que el Día de Santa Mónica, nuevo título, corresponde al 15 de mayo, viejo título, ésta era una ceremonia en honor del mes del espino, que acababa de comenzar. Los devotos se arrancaban jirones de sus ropas en señal de duelo y de propiciación.
El espino, por consiguiente, es el árbol de la castidad forzosa. El mes comienza el 13 de mayo, cuando comienza a florecer el espino, y termina el 9 de junio. El uso ascético del espino, que corresponde al culto de la diosa Cardea, debe distinguirse, no obstante, de su uso orgiástico posterior, que corresponde al culto de la diosa Flora y que explica la costumbre medieval inglesa de salir en la mañana del Primero de Mayo a recoger ramas de espino en flor y danzar alrededor del poste con adornos que se clava en el centro del lugar donde se celebran las fiestas. La flor del espino tiene para muchos hombres un fuerte olor de sexualidad femenina, y por eso los turcos utilizan una rama florida como símbolo erótico. El señor Comish prueba que este culto de Flora fue introducido en las Islas Británicas a fines del siglo I a. de C. por los segundos invasores belgas, y también, que el Espino de Glastonbury que florecía en el Old Christmas Day (5 de enero, nuevo título) y que cortaron los puritanos en la revolución era una variedad del espino común. Los monjes de Glastonbury lo perpetuaron y santificaron beneficiándolo con una fábula acerca del báculo de José de Arimatea y de la corona de espinas como un medio de desalentar el empleo orgiástico de la flor del espino, que normalmente no aparecía hasta el Primero de Mayo (viejo estilo).
Es probable que el Viejo Arbusto que había crecido en el solar de la Catedral de San David fuese un espino orgiástico, pues eso explicaría la leyenda del nacimiento misterioso de David.
El séptimo árbol es el roble, el árbol de Zeus, Júpiter, Hércules, El Dagda (el jefe de los dioses irlandeses antiguos), Thor y todos los otros dioses del Trueno, así como Jehová en cuanto que era «El», y Alá. No es necesario que tratemos detalladamente de la realeza del roble; la mayoría de la gente conoce el tema de La Rama Dorada de Sir James Frazer, que se refiere al sacrificio humano del rey-roble de Nemi el día de San Juan (24 de junio). El combustible de las fogatas de ese día es siempre con roble; el fuego de Vesta en Roma era alimentado con roble. Cuando Gwion dice en la Câd Goddeu «Recio guardián de la puerta, su nombre en todas las lenguas» quiere decir que las puertas están hechas ordinariamente de roble por ser la madera más fuerte y resistente y que «Duir», el nombre del roble en el Beth-Luis-Nion, significa «puerca» en muchos idiomas europeos, incluyendo la antigua palabra goidélica Dorus, la latina foris, la griega thura y la alemana tür, todas ellas derivadas de la sánscrita Dwr, y que Daleth, la letra hebrea D, significa «Puerta», pues la L era originalmente una «r». El solsticio estival es la estación en que florece el roble, que es el árbol de la duración y del triunfo, y se dice que, como el fresno, «corteja al relámpago». Se cree que sus raíces se extienden bajo tierra tan profundamente como se elevan sus ramas en el aire —Virgilio lo menciona—, lo que le hace símbolo de un dios que gobierna el Cielo y el Infierno. Poseidón, el dios del fresno, y Zeus, el dios del roble, estaban armados con rayos; pero cuando los aqueos sometieron a los eolios el rayo de Poseidón se convirtió en un tridente o arpón y Zeus se reservó el derecho exclusivo a manejar el rayo. Se ha sugerido que los oráculos relacionados con el roble fueron introducidos en Grecia por los aqueos y que éstos consultaban originalmente al haya, como hacían los francos, pero como no encontraron hayas en Grecia, transfirieron su homenaje al roble con bellotas comestibles, su equivalente más parecido, al que llamaron phegos, nombre que, como ya se ha dicho, es lo mismo que fagus, la palabra latina con que se denomina al haya. En todo caso, el roble oracular de Dodona era un phegos, no un drus, y la nave oracular Argos, según Apolonio de Rodas, estaba construida en gran parte con esa madera. Pero es más probable que el oráculo de Dodona existiera siglos antes de la llegada de los aqueos y que Herodoto estuviera en lo cierto al afirmar, basándose en la autoridad de los sacerdotes egipcios, que los cultos de la paloma negra y el roble oracular relacionados con Zeus como Ammón en el desierto de Libia y el de Zeus en Dodona eran contemporáneos. El profesor Flinders Petrie supone la existencia de una liga sagrada entre Libia y la Grecia continental muy al comienzo del tercer milenio a. de C. El roble de Ammón estaba a cargo de la tribu de los garamantas; los griegos conocían a su antepasado Garamas como «el primero de los hombres». El Zeus de Ammón era una especie de Hércules con cabeza de morueco, semejante al Osiris de cabeza de morueco, y a Amon-Ra, el dios Sol de cabeza de morueco de la Tebas egipcia, desde donde, según dice Herodoto, las palomas negras volaron a Ammón y Dodona.
El mes, que toma su nombre del dios del roble Júpiter, comienza el 10 de junio y termina el 7 de julio. En la mitad cae el Día de San Juan, 24 de junio, el día en que el rey del roble era quemado vivo sacrificialmente. El año celta se dividía en dos mitades, la segunda de las cuales comenzaba en julio, al parecer después de un velatorio o fiesta funeraria de siete días en honor del rey del roble.
Sir James Frazer, como Gwion, ha señalado la semejanza de las palabras que significan «puerta» en todos los idiomas indoeuropeos y mostrado que Jano era un «recio guardián de la puerta» con su cabeza señalando en ambas direcciones. Sin embargo, como de costumbre, no lleva su razonamiento lo bastante lejos. Duir, como el dios del mes del roble, mira hacia los dos lados porque su puesto se halla en el cambio del año, lo que le identifica con el dios del roble Hércules, que se convirtió en el portero de los dioses después de su muerte. Probablemente hay que identificarlo también con el dios británico Llyr o Lludd o Nudd, un dios del mar —es decir, un dios de un pueblo navegante de la Edad del Bronce— que era «padre» de Creiddylad (Cordelia), un aspecto de la Diosa Blanca; pues según Geoffrey de Monmouth, la tumba de Llyr en Leicester se hallaba en una bóveda construida en honor de Jano. Geoffrey dice:
Cuando Cordelia obtuvo el gobierno del Reino enterró a su padre en cierta bóveda que ordenó se construyera para él bajo el río Sore en Leicester (Leircestre) y que había sido construida originalmente bajo tierra en honor del dios Jano. Y allí todos los trabajadores de la ciudad, en la ceremonia anual de ese festival, solían comenzar sus trabajos del año.
Como Llyr era un dios prerromano, eso equivale a decir que era bicéfalo como Jano y el patrono del Año Nuevo; pero el año celta comenzaba en verano, no en invierno. Geoffrey no da la fecha del festival fúnebre, pero es probable que originalmente se realizase al final de junio.
Las antiguas «velas» de los distritos rurales ingleses se realizaban en varias fechas entre marzo y octubre, de acuerdo con la fecha del día del santo local. («En las velas de Bunbury la grama de centeno y el trébol deben estar en condiciones de segar. En las velas de Wrenbury maduran las manzanas tempranas». English Dialect Dictionary) Pero originalmente todas debían de celebrarse en la festividad del primero de agosto, entre la cosecha de heno y la del cereal. Que las velas eran duelos por la muerte del rey se confirma en el capítulo XVII. La forma anglosajona de la Lughomass, misa en honor del dios Lugh o Llew, era hlafmass, «misa de la hogaza de pan», con referencia a la cosecha de cereal y a la muerte del rey del cereal.
Lo que considero una referencia a Llyr como Jano aparece en el último párrafo de la profecía de Merlín al rey pagano Vortigern y sus druidas, registrada por Geoffrey de Motunouth:
Después de esto Jano nunca volverá a tener sacerdotes. Su puerta será cerrada y permanecerá oculta en las grietas de Ariadna.
En otros términos, la antigua religión druídica basada en el culto del roble será desalojada por el cristianismo, y la puerta —el dios Llyr— languidecerá olvidada en el Castillo de Arianrhod, la Corona Borealis.
Esto nos ayuda a comprender la relación que existía en Roma entre Jano y la Diosa Blanca Cardea, mencionada al final del capítulo IV como la diosa de los Goznes que fue a Roma desde Alba Longa. Ella era el gozne sobre el que giraba el año —el año latino antiguo, no el etrusco— y su importancia como tal consta en el adjetivo latino cardinalis —se dice que algo tiene una «importancia cardinal»— que se aplicaba también a los cuatro vientos principales; pues hasta la época clásica se consideraba que los vientos se hallaban bajo la dirección única de la Gran Diosa. Como Cardea gobernaba el Gozne Celestial detrás del Viento Norte, alrededor del cual, como explica Varrón en su De Re Rustica, gira la piedra molar del Universo. Esta concepción aparece más claramente en los Eddas escandinavos, donde las gigantas Fenja y Menja, que hacen girar la monstruosa piedra molar Grotte en la fría noche polar, representan a la Diosa Blanca en sus estados de ánimo complementarios de creación y destrucción. En otras partes de la mitología escandinava la diosa lo es nueve veces; las nueve gigantas que eran madres conjuntas del héroe Rig, por otro nombre Heimdall, el inventor del sistema social escandinavo, giraban igualmente la piedra molar cósmica. Jano tal vez no era bicéfalo originalmente: puede haber adquirido esa peculiaridad de la diosa misma, a la que en las Carmentales, festival que se celebraba a comienzos de enero, llamaban sus celebrantes «Postvorta y Antevorta», «la que mira hacia atrás y hacia adelante». Sin embargo, un Jano con larga cabellera y alas aparece en una moneda antigua de Mallos, una colonia cretense en Cilicia. Se le identifica con el héroe solar Talos, y una cabeza de toro aparece en la misma moneda. En monedas análogas de fines del siglo V a. de C. tiene en la mano un disco de ocho radios y la espiral de la inmortalidad le brota de su doble cabeza.
Por fin puedo completar mi razonamiento acerca del Castillo de Arianrhod y„«el círculo que gira sin movimiento entre tres elementos». Al rey roble sagrado lo mataban en el solsticio estival y se trasladaba a la Corona Borealis, gobernada por la Diosa Blanca y que en ese momento se hundía en el horizonte septentrional. Pero por la canción que Apolonio de Rodas atribuye a Orfeo sabemos que la Reina del Universo Giratorio, Eurinomo, o Cardea, se identificaba con la Rea de Creta; esta Rea vivía en el eje del molino, girando sin moverse, así como en la Galaxia. Esto indica que en una tradición mitológica posterior el rey sagrado iba a servirla en el Molino, no en el Castillo, pues Sansón, después de haber quedado ciego y debilitado, hacía girar un molino en la prisión de Dalila.
Otro nombre de la Diosa del Molino era Artemisa Calisto («Muy bella»), a la que estaba consagrada la osa en Arcadia; y en Atenas, en el festival de Artemisa Brauronia, una niña de diez años y otra de cinco, vestidas con túnicas amarillas azafranadas en honor de la luna, desempeñaban el papel de osas sagradas. Osa Mayor y Osa Menor siguen siendo los nombres de las dos constelaciones que hacen girar el molino. En griego a la Osa Mayor Calisto se le llamaba también Helice, que significa «lo que gira», y «rama de sauce», un recuerdo de que el sauce estaba consagrado a la misma diosa.
La prueba que se da en el contexto de Gwyn al final del capítulo VI para suponer que el culto del roble llegó a Britania desde el Báltico entre 1600 y 1400 a. de C. indica que la serie del Beth-Luis-Nion, en la que Duir es el árbol principal, no fue en todo caso elaborada con anterioridad a 1600 a. de C., aunque el fresno silvestre, el sauce, el saúco y el aliso tal vez estaban ya en uso sagrado. Gwyn, «el Blanco», hijo de Llyr o Lludd, fue enterrado en un ataúd de roble en forma de barco en honor de su padre: era una especie de Osiris (y su rival, «el Victorioso hijo del Bochorno», era una especie de Set) y se llegó a identificarlo con el rey Arturo. Su nombre provee el prefijo Win de muchas antiguas ciudades de Britania.
El octavo árbol es el acebo, que florece en julio. El acebo aparece en el Romance de Gawain y el Caballero Verde, originalmente irlandés. El Caballero Verde es un gigante inmortal cuya clava es una rama de acebo. Él y Sir Gawain, quien aparece en la versión irlandesa como Cuchulain, un Hércules típico, hacen un pacto para decapitarse mutuamente en Años Nuevos alternados —es decir, en los solsticios de verano e invierno—, pero en realidad el Caballero del Acebo perdona la vida al Caballero del Roble. En El casamiento de Sir Gawain, balada al estilo de Robin Hood, el rey Arturo, que ocupa un asiento en Carlisle, dice:
… cuando venía por un páramo |
vi una dama sentada |
entre un roble y un acebo verde. |
Su vestido era de color grana. |
Esta dama, cuyo nombre no se menciona, sería la diosa Creiddylad, por quien, en el mito galés, el Caballero del Roble y el Caballero del Acebo luchan cada Primero de Mayo hasta el Día del juicio. Como en la práctica medieval, San Juan Bautista, quien perdió la cabeza el día de San Juan, adquirió los títulos y las costumbres del rey del roble, era natural que Jesús, como el sucesor misericordioso de Juan, adquiriera los del rey del acebo. Así el acebo quedaba más exaltado que el roble. Por ejemplo, en el Villancico del Acebo.
De todos los árboles que hay en el bosque
el Acebo lleva la corona
opinión que se deriva de la Canción de los árboles del bosque. «De todos los árboles, cualesquiera que sean, el mejor decisivamente es el acebo». En cada estrofa del villancico, con su coro pertinente acerca de «la salida del sol, la corrida del ciervo», se compara alguna propiedad del árbol con el nacimiento o la pasión de Jesús: la blancura de la flor, la rojez de la baya, la agudeza de las púas, la amargura de la corteza. «Holly» (acebo) significa «holy» (santo). Pero no es probable que el acebo, árbol nativo de las Islas Británicas, sea el árbol original del alfabeto; lo probable es que haya reemplazado a la siempre verde coscoja, con la que tiene mucho en común, incluyendo el mismo nombre botánico ilex, y que no fue introducida en las Islas Británicas hasta el siglo XVI. La coscoja es el mellizo siempre verde del roble común y sus nombres griegos clásicos, prinos y hysge, se aplican también al acebo en el griego moderno. Tiene hojas espinosas y alimenta al quermes, insecto escarlata no diferente de la baya del acebo (y en un tiempo se le tomaba por baya) con el que los antiguos hacían el tinte escarlata regio y un elixir afrodisíaco. En la Versión Autorizada de la Biblia la palabra «roble» es traducida a veces como «terebinto» y otras veces como «coscoja», y estos árboles forman una pareja sagrada en la religión palestina. Jesús vestía de color escarlata como Rey de los Judíos (Mateo, XXVII, 28).
Podemos considerar mellizas a las letras D y T: «Los niños lirios blancos todos vestidos de verde» de la canción medieval Green Rushes. La D es el roble que gobierna la parte creciente del año, la sagrada encina druídica, la encina de La Rama Dorada. La T es el roble que gobierna la parte menguante, el roble sangriento: así, un robledal en las cercanías de la Asopos corintia estaba consagrado a las Furias. Dann, o Tann, el equivalente de Tinne, es una palabra céltica que significa árbol sagrado. En Galia y Britania significaba «roble», en la Germania céltica significaba «abeto»; en Cornualles el compuesto glas-tann («árbol verde sagrado») significaba «encina», y el verbo inglés to tan (curtir) proviene del uso de su corteza en la curtiembre. Sin embargo, en la Italia antigua era el acebo y no la encina el que utilizaban los agricultores en las Saturnales del solsticio de invierno. Tannos era el nombre del dios del Trueno galo y Tina el del dios del Trueno armado con un rayo triple que los etruscos tomaron de las tribus goidélicas, entre las que se establecieron.
La identificación del pacífico Jesús con el acebo o la encina debe ser lamentada como poéticamente absurda, excepto en cuanto declaró qué había venido a traer, no la paz, sino la espada. El tanista fue originalmente el ejecutor de su mellizo; era el rey del roble, no el rey del acebo, que fue crucificado en una cruz en forma de T. Luciano, en su Juicio en el tribunal de las vocales (alrededor de 160 d. de C.) es explícito:
Los hombres lloran y lamentan su suerte, y maldicen a Cadmo con muchas imprecaciones por haber introducido la Tau en la familia de las letras; dicen que fue su cuerpo el que los tiranos tomaron como modelo, su forma la que imitan cuando instalan las estructuras en las que los hombres son crucificados. Llaman al detestable artefacto stauros, que deriva de ella su vil nombre. Ahora bien, pesando sobre ella todos esos delitos, ¿no merece la muerte, más aún, muchas muertes? Por mi parte no conozco ninguna tan mala como la que aporta su propia forma, esa forma que dio al patíbulo que los hombres llaman stauros por ella.
Y en un Evangelio de Tomás gnóstico, compuesto más o menos en la misma época, se repite el mismo tema en una disputa entre Jesús y su maestro de escuela acerca de la letra T. El maestro golpea a Jesús en la cabeza y profetiza la crucifixión. En la época de Jesús la letra hebrea Tav, la última del alfabeto, tenía la misma forma que la griega Tau.
El acebo gobierna el octavo mes, y ocho como número del crecimiento es adecuado para el mes de la cosecha de cebada, que se extiende desde el 8 de julio hasta el 4 de agosto.
El noveno árbol es el avellano, en la estación de las avellanas. En la leyenda céltica la avellana es siempre un símbolo de sabiduría concentrada: algo dulce, compacto y alimenticio encerrado en una pequeña concha dura. En el Dinnshenchas de Rennes, un importante tratado topográfico irlandés primitivo, se describe un bello manantial llamado el Pozo de Connla, cerca de Tipperary, sobre el cual colgaban los nueve avellanos del arte poético que producían flores y frutos (es decir, belleza y sabiduría) simultáneamente. Al caer las avellanas en el pozo alimentaban a los salmones que nadaban en él, y según el número de avellanas que cada uno de ellos tragaba aparecían en su cuerpo otros tantos puntos brillantes. Todo el conocimiento de las artes y las ciencias se vinculaba con la comida de esas avellanas, como ya se ha observado en la leyenda de Fionn, cuyo nombre adoptó Gwion. En Inglaterra se utilizaba hasta el siglo XVII un palo de avellano bifurcado para descubrir, no sólo los tesoros enterrados y las aguas ocultas como ahora, sino también a las personas culpables en los casos de homicidio y robo. Y en el Book of St. Albans (edición de 1496) se da una receta para hacerse invisible si se ha comido semilla de helecho con sólo llevar una vara de avellano, de braza y media de longitud, con una ramita de avellano verde inserta en ella.
La letra Coll era utilizada como el número nueve bárdico, porque el nueve es el número consagrado a las Musas y porque el avellano da frutos al cabo de nueve años. El avellano era el Bile Ratha, «el árbol venerado del rath», el lugar donde vivía el poético Aes Sidhe. También dio su nombre a un dios llamado Mac Coll o Mac Cool («hijo del Avellano»), quien, según la History of Ireland, de Keating, fue uno de los tres gobernantes más antiguos de Irlanda, y sus dos hermanos eran Mac Ceacht («hijo del Arado») y Mac Greine («hijo del Sol»). Celebraron un triple casamiento con la Diosa Triple de Irlanda: Eire, Fodhla y Banbha. Esta leyenda parece registrar a primera vista la supresión del sistema matriarcal por parte de los invasores patriarcales; pero como Greine, el Sol, era una diosa y no un dios, y como la Diosa Triple dirigía tanto la agricultura como la sabiduría, los invasores, indudablemente, también adoraban a la Diosa y lo único que hicieron fue transferir su obediencia filial a la Diosa Triple del país.
En la leyenda feniana del Antiguo Avellano Goteante, el avellano aparece como un árbol de sabiduría que puede ser empleado para usos dañinos. Goteaba una leche venenosa, no tenía hojas y era la residencia de buitres y cuervos, aves de la adivinación. Se partió en dos partes cuando colocaron en su horcadura la cabeza del dios Balor después de su muerte, y cuando Fionn utilizó su madera como escudo en la batalla sus vapores nocivos mataron a millares de enemigos. El escudo de avellano de Fionn es un símbolo del poema satírico que implica una maldición. Como árbol de los heraldos druidas, el avellano «era el árbitro» en la Câd Goddeu de Gwion; los heraldos irlandeses antiguos llevaban varas de avellano blancas. El avellano es el árbol de la sabiduría y su mes se extiende desde el 5 de agosto hasta el 1.º de septiembre.
El décimo árbol es la vid en la estación de la vendimia La vid, aunque no es natural de Britania, es un motivo importante en el arte de la Edad de Bronce británica; probablemente los danaenos llevaron el árbol al norte con ellos, así como su símbolo. Allí fructificó bien en unas pocas laderas sureñas resguardadas. Pero como no podía arraigarse como árbol silvestre, utilizarían la zarzamora como sustituto: la estación en que da frutos, el color de las moras y la forma de las hojas son parecidos y el vino de zarzamora es una bebida fuerte. (En todos los países celtas se prohíbe comer moras, aunque es una fruta sana y nutritiva; en Bretaña la razón que se da es «à cause des fées», «a causa de las hadas». En Mallorca la explicación es diferente: la zarzamora fue el arbusto elegido para hacer la Corona de Espinas y las moras son la sangre de Cristo. En el norte de Gales se limitaron a advertirme cuando era niño que eran venenosas. En el Devonshire sólo se prohíbe comer moras después del último día de septiembre, cuando «el Diablo penetra en ellas»; lo que comprueba mi teoría de que la zarzamora era un sustituto popular de la vid en la región del oeste.) La vid estaba consagrada al Dioniso tracio y a Osiris, y una vid dorada era uno de los adornos principales del Templo de Jerusalén. Es el árbol de la alegría, el alborozo y la ira. El mes se extiende desde el 2 hasta el 29 de septiembre e incluye el equinoccio otoñal.
El undécimo árbol es la hiedra en la estación de su florecimiento. Octubre era la estación de las bacanales en Tracia y Tesalia y en ellas las basárides embriagadas corrían alocadamente por las montañas agitando las ramas de abeto de la Reina Artemisa (o Ariadna) entrelazadas espiralmente con hiedra —la de bayas amarillas— en honor de Dioniso (el Dioniso otoñal, al que hay que distinguir del Dioniso del solsticio invernal, que es en realidad un Hércules) y con un corzo tatuado en el brazo derecho sobre el codo. En su éxtasis despedazaban cervatillos, cabritos, niños y hasta hombres. La hiedra estaba consagrada a Osiris, así como a Dioniso. La vid y la hiedra se suceden la una a la otra al cambiar el año y están consagradas conjuntamente a la resurrección, probablemente porque son los dos únicos árboles del Beth-Luis-Nion que crecen en espiral. La vid también simboliza la resurrección porque su fuerza se conserva en el vino. En Inglaterra el ramo de hiedra ha sido siempre la señal de una taberna; de aquí el proverbio «El buen vino no necesita ramo», y en el Trinity College de Oxford todavía se elabora cerveza de hiedra, bebida medieval muy embriagadora, en memoria de un estudiante de ese colegio asesinado por soldados de Baliol. Es probable que la bebida de las basárides fuese «cerveza de abeto», elaborada con la savia de abeto mezclada con hiedra; también podían masticar hojas de hiedra por su efecto tóxico. Pero lo que utilizaban principalmente las Ménades para embriagarse sería la amanita muscaria, la seta moteada con puntos blancos, pues es lo único que podía darles la fuerza muscular necesaria. A este respecto podemos volver a tener en cuenta a Foroneo, el Dioníso de la Primavera, inventor del fuego. Fundó la ciudad de Argos, el emblema de la cual, según Apolodoro, era un sapo; y Micenas, la principal fortaleza de la Argólida, se llamaba así, según Pausanias, porque Perseo, prosélito del culto de Dioniso, encontró una seta en aquel lugar. Dioniso tenía dos fiestas: la Anthesterion, o «aparición de las flores» en la primavera, y en el otoño Mysterton, que probablemente significa «aparición de las setas» (mykosterion), a las que llamaban Ambrosía («alimento de los dioses»). ¿Fue también Foroneo el descubridor del fuego divino que residía en la seta, y por consiguiente Frineo («siendo sapo»), así como Ferino («siendo primavera»)? La amanita muscaria, que no es un árbol, crece bajo un árbol, siempre de un abedul al norte desde Tracia y los países celtas hasta el Círculo Ártico, y de un abeto o pino al sur desde Grecia y Palestina hasta el Ecuador. En el norte es de color escarlata; en el sur de color rojizo descolorido. ¿Y explica esto la precedencia que se da al abeto entre las vocales como A, y al abedul entre las consonantes como B? ¿Agrega una nota más a «Cristo hijo de Alpha»?
(La rivalidad mencionada en los villancicos ingleses medievales entre el acebo y la hiedra no es, como podía esperarse, entre el árbol del homicidio y el árbol de la resurrección, entre Tifón-Set y Dioniso-Osiris; sino que representa la guerra doméstica de los sexos. La explicación parece ser que en algunas partes de Inglaterra la última gavilla de la cosecha que se acarreaba en todas las parroquias era atada con hiedra osiriana y se la llamaba el Mayo de la Cosecha, la Novia de la Cosecha o la Muchacha de la Hiedra; al labrador, que era el último en recoger la cosecha, se le daba como castigo la Muchacha de la Hiedra, augurio de mala suerte hasta el año siguiente. Así la hiedra venía a significar una carlina o esposa regañona, símil confirmado por el estrangulamiento de los árboles por la hiedra. Pero tanto la hiedra como el acebo se asociaban con las Saturnales: el acebo era la clava de Saturno y la hiedra el nido del Reyezuelo de Copete Dorado, su ave; en la mañana de la Pascua de Navidad, la última de su alegre reinado, el primer pie que pisase el umbral tenía que ser el del representante de Saturno, un hombre siniestro llamado el Muchacho del Acebo, y se tomaban complicadas precauciones para mantener a las mujeres apartadas. Por consiguiente, la Muchacha de la Hiedra yel Muchacho del Acebo se oponían; lo que dio origen a la costumbre navideña en la que los «muchachos acebo» y las «muchachas hiedra» contendían en un juego de prendas por la precedencia, y cantaban canciones, principalmente satíricas, los unos contra las otras.)
El mes de la hiedra se extiende desde el 30 de septiembre hasta el 27 de octubre.
El duodécimo árbol que aparece en la lista de O’Flaherty es el saúco róseo, o viburno, o saúco acuático, introducción apropiada para el último mes, que es el verdadero saúco. Pero Peith no es la letra original; es un sustituto britónico de la letra original NG, que no utilizaban literariamente los britones o (en cuanto a eso) los goidelos, pero que formaba parte de la serie original. El árbol NG era el Ngetal, o junquillo, que está listo para ser cortado en noviembre. La caña, que crece de una gruesa raíz parecida a un árbol, era un antiguo símbolo de realeza en el Mediterráneo Oriental. Los Faraones tenían cetros de caña (de aquí que el profeta Isaías dijera satíricamente que Egipto era «una caña magullada») y en la mano de Jesús se ponía una caña regia cuando se le vestía de color escarlata. Es el árbol con el que se hacían las flechas y por consiguiente apropiado para el Faraón como un dios Sol viviente que arrojaba sus flechas en todas las direcciones como un símbolo de soberanía. El número doce tiene el sentido de poder constituido, lo que confirma la costumbre irlandesa de emplear cañas para techar las casas, pues una casa no queda terminada hasta que tiene el techo. El mes se extiende desde el 28 de octubre hasta el 24 de noviembre.
El decimotercer árbol es el saúco, árbol que crece en las orillas del agua, está asociado con las brujas y conserva sus frutos hasta muy avanzado diciembre. Según una antigua superstición británica, un niño puesto en una cuna de madera de saúco será consumido o lo dejarán negro y azul las hadas a fuerza de pellizcos; la madera tradicional para las cunas es la de abedul, el árbol del comienzo, que ahuyenta a los demonios. Y en Irlanda las brujas utilizan como caballos mágicos palos de saúco más bien que de fresno. Aunque las flores y la corteza interior del saúco han sido siempre famosas por sus cualidades terapéuticas, antiguamente se creía que el olor de una plantación de saúcos causaba la muerte y la enfermedad. Tan infausto es el saúco que en Piers Plowman de Langland se hace que Judas se ahorque colgándose de un saúco. Spencer empareja el saúco con el fúnebre ciprés y T. Scot dice en su Philomythie (1616):
El maldito saúco y el tejo fatal |
con el (fresno) brujo y el beleño a su sombra crecen. |
El rey Guillermo el Rojo fue muerto por un arquero apostado bajo un saúco. También se dice que el saúco fue el árbol de la Crucifixión, y la forma de hoja de saúco de los pedernales funerarios en los largos túmulos megalíticos indica que su asociación con la muerte es muy antigua. En el folklore inglés el hecho de quemar leños de saúco «trae el diablo a la casa». Sus flores blancas, que alcanzan su mejor aspecto en el solsticio estival, hacen del saúco otro aspecto de la Diosa Blanca; y lo mismo se puede decir del fresno silvestre. El saúco es el árbol de la perdición, y a eso se debe la continua mala suerte del número trece. El mes se extiende desde el 25 de noviembre hasta el 22 de diciembre.
Pero ¿qué hay en cuanto al día extra? Queda fuera del año de trece meses y en consecuencia no lo rige ninguno de los árboles. Doy por sentado que su lugar natural se halla entre los meses de las letras R y B, en el día siguiente al solsticio dé invierno, cuando las horas de luz natural comienzan a alargarse otra vez; en realidad, alrededor de la Nochebuena, cuando nace el Niño Divino. Las radicales R.B. recuerdan la palabra latina robur, que significa «roble o encina» y «fuerza», y también la palabra céltica «robin». Pues en este momento del año, en el folklore británico, el Petirrojo como Espíritu del Año Nuevo sale con una vara de abedul a matar a su predecesor, el Reyezuelo de Copete Dorado, el Espíritu del Año Viejo, al que encuentra oculto en un ramo de hiedra. Sir James Frazer ha demostrado en su Rama Dorada que la costumbre popular de cazar en la Nochebuena al reyezuelo con varas de abedul, costumbre que todavía sobrevive en Irlanda y la Isla de Man, se practicaba también antaño en Roma y en la Grecia antigua, donde al pájaro del copete dorado le llamaban «el pequeño rey». Que el reyezuelo frecuenta los ramos de hiedra en el período de la Navidad es un hecho ornitológico. Se dice que el petirrojo «asesinó a su padre», lo que explica su pecho rojo. Hay una clara referencia a esta fábula en Angar Cyvyndawd: «Keing ydd ym Eidduw Bum i arweddawd» («Oculto en la hiedra me han llevado de un lado a otro»), de Gwion. Los wren-boys[35] de Irlanda utilizan a veces un ramo de acebo en vez de un ramo de hiedra; el acebo es el árbol del tanista, que mataba al rey del roble en el solsticio de verano. El reyezuelo está protegido contra todo daño en las otras estaciones del año y trae muy mala suerte apoderarse de sus huevos. Uno de los nombres que dan al reyezuelo en el Devonshire es «the cuddy vran», «el gorrión de Bran», y en Irlanda se lo vinculaba con la corneja o el cuervo de Bran como un pájaro profético. R. I. Best ha publicado una colección de augurios relacionados con el reyezuelo y el cuervo en Erin VIII (1916). Bran, como se ha demostrado, era Saturno.
Tal vez la tradición más antigua acerca del reyezuelo la cita Pausanias en su Descripción de Grecia; dice que Triptolemo, el equivalente eleusino del egipcio Osiris, era un sacerdote de los misterios argivos llamado Troquilo que huyó de Argos al Ática cuando Agenor tomó la ciudad. Troquilo significa «reyezuelo» y también «de la rueda», presumiblemente porque se caza el reyezuelo cuando la rueda del año ha recorrido todo el círculo. La relación del reyezuelo con la rueda se conservó hasta recientemente en el Somersetshire. Swainson dice en su Birds (1885): «Se acostumbra en el Día de los Reyes llevar de un lado a otro un reyezuelo, al que llaman el Rey, encerrado en una caja con ventanas de vidrio, coronada por una rueda de la que cuelgan varias cintas de colores». Una versión posterior hace a Triptolemo hijo de Pico (el picaposte o pájaro carpintero, otro pájaro profético), y así lo identifica con Pan o Fauno. La fábula de Pausanias parece referirse a la expulsión de Argos por invasores sirios del sacerdocio de Cronos (Bran), a quien estaba consagrado el reyezuelo.
Tan pronto como uno domina la gramática y los accidentes elementales del mito, forma un pequeño vocabulario y aprende a distinguir los mitos estacionales de los históricos e iconotrópicos, se sorprende al ver cuán cerca de la superficie están las explicaciones, perdidas desde los tiempos prehoméricos, de leyendas que todavía se conservan religiosamente como parte de nuestra herencia cultural europea. Por ejemplo, las diversas leyendas relacionadas con el alción o martín pescador, el que, como el reyezuelo, se asocia en el mito griego con el solsticio de invierno. Había catorce «días del alción» cada año, siete de los cuales caían antes del solsticio de invierno y los otros siete después: eran días tranquilos en los que el mar estaba apacible como un estanque y la alciona construía un nido flotante y empollaba sus crías. Según Plutarco y Eliano, también tenía la costumbre de llevar a su macho muerto en el lomo por el mar y llorarlo con un grito peculiarmente quejumbroso.
El número catorce es un número lunar, los días de la favorable primera mitad del mes; por eso la leyenda (que no se basa en la historia natural, porque el alción no hace nidos, sino que pone sus huevos en agujeros a la orilla del agua) se refiere evidentemente al nacimiento del nuevo rey sagrado en el solsticio de invierno, después que su madre, la diosa Luna, ha enviado el cadáver del viejo rey a una isla sepulcral. Naturalmente, el solsticio de invierno no siempre coincide con la misma fase de la Luna, por lo que «todos los años» debe interpretarse como «todos los Grandes Años», al final de los cuales el tiempo solar y el lunar sincronizaban aproximadamente y terminaba el período del rey sagrado.
Homero relaciona al alción con Alcionea, un título de la esposa de Meleagro, Cleopatra (Ilíada, IX, 562) y con una Alcionea anterior que era hija de Egialea, «la que desvía el huracán», y Eolo, el antepasado epónimo de los griegos eolios. La palabra «halcyon», en consecuencia, no puede significar hal-cyon, «perro marino», como se supone generalmente, sino que debe estar en lugar de alcy-one, «princesa que desvía el mal». Confirma esta derivación la fábula que relatan Apolodoro e Higinio, y que menciona brevemente Homero, acerca de la Alcionea anterior: cómo ella y su esposo Ceix («gaviota») se atrevieron a llamarse a sí mismos Hera y Zeus y el real Zeus los castigó ahogando a Ceix, tras lo cual. Alcionea se ahogó a sí misma. Ceix se metamorfoseó luego en una gaviota, o, según Alcman, en un alca, y ella en un alción. La parte de la leyenda relacionada con la gaviota no tiene por qué ser destacada, aunque esa ave, que lanza un grito muy quejumbroso, está consagrada a la diosa del Mar, Afrodita; la base histórica parece ser que a fines del segundo milenio a. de C. los eolios, que habían convenido en adorar a la diosa Luna prehelénica como su antepasada y protectora divina, se hicieron tributarios de los aqueos y se vieron obligados a aceptar la religión olímpica.
Plinio, quien describe minuciosamente el supuesto nido del alción —al parecer el zoófito que Linneo llamó halcyoneum— dice que al alción se le ve raras veces y solamente en los solsticios de invierno y verano y cuando se ponen las Pléyades. Esto prueba que fue originalmente una manifestación de la diosa Luna, que era adorada en los dos solsticios como la diosa de, alternativamente, la Vida en la Muerte y la Muerte en la Vida, y que a comienzos de noviembre, cuando se ponen las Pléyades, enviaba al rey sagrado sus citaciones para la muerte (como se señalará en el capítulo XII). Otra Alcionea más, hija de Pleyonea, «Reina de la Navegación», y del héroe del roble Atlas, era la jefa mística de las siete Pléyades. La salida helíaca de las Pléyades en mayo señalaba el comienzo del año de la navegación; su puesta señalaba su, fin, cuando (como observa Plinio en un pasaje acerca del alción) sopla un viento del norte notablemente frío. Las circunstancias de la muerte de Ceix muestran que los eolios, que eran famosos navegantes, dieron a la diosa el título de «Alcionea» porque como diosa del mar los protegía de las rocas y del mal tiempo, pues Zeus había hecho naufragar a Ceix, desafiando los poderes de Alcionea, lanzando un rayo a su nave. Durante siglos se siguió atribuyendo al alción el poder mágico de calmar las tormentas, y su cuerpo desecado era empleado como un talismán contra los rayos de Zeus, fundándose en el hecho supuesto de que donde golpean una vez no vuelven a golpear. Yo he visto dos veces (con un intervalo de muchos años) a un alción que se deslizaba rasando la superficie de las aguas en la misma bahía del Mediterráneo, en ambas ocasiones alrededor del solsticio de verano, cuando el mar estaba completamente tranquilo. Su plumaje azul y blanco pasmosamente brillante hacía de él un símbolo inolvidable de la diosa del mar en calma.
La relación que establece Homero entre Alcionea, la esposa de Meleagro, y el alción es que cuando su madre, Marpesa, fue arrebatada por Apolo al argonauta Idas, su amado esposo, lo lloró tan amargamente como la Alcionea anterior había llorado a Ceix y por eso dio a su hija recién nacida Cleopatra el sobrenombre de «Alcionea». Esto es absurdo. Una sacerdotisa llamada Cleopatra con quien se casó el Meleagro original puede muy bien haber llevado el título divino de «Alcionea», pero es probable que se llamara Alcionea la hija de Marpesa («la arrebatadora») porque Marpesa era la Diosa Blanca como la Vieja Cerda que regía el solsticio hiemal y porque los días del alción caen en ese solsticio. Esto explicaría, incidentalmente, por qué Plinio recomendaba los nidos de alción desecados y pulverizados como «un remedio maravilloso» para la lepra; se creía que la leche de cerda causaba la lepra (la asociación de la Diosa Blanca con la lepra se expone detalladamente en el capítulo XXIV) y Alcionea, como hija benéfica de Marpesa, sería inmune a esa infección. El rapto de Marpesa por Apolo en Mesena, como el rapto de Dafne («la sanguinaria») en Delfos, son acontecimientos de la historia tribal griega primitiva: la toma de santuarios oraculares por los aqueos partidarios de Apolo.