La esencia concentrada de la filosofía druídica, así como de la órfica griega, era Rheo, «Me deslizo», el nombre que da Gwion a la letra R: Panta Rhei, «todas las cosas fluyen». El principal problema del paganismo está contenido en Riuben, el nombre alternativo de R, si éste está en lugar de Rymbonao: «¿Todas las cosas deben girar eternamente? ¿O cómo podemos zafarnos de la Rueda?» Éste era el problema del héroe solar cegado Sansón cuando lo ataron a la noria de Gaza; y debe observarse que la palabra «noria» se aplicaba en la filosofía griega al firmamento giratorio. Sansón resolvió el problema magníficamente derribando las columnas del templo, de modo que el techo se derrumbó sobre todos. Los órficos tenían otra solución más tranquila y la grababan en clave en tabletas de oro que ataban a los cuellos de sus difuntos amados. Era esta: no olvidar, negarse a beber el agua del Leteo sombreado por cipreses por sediento que se estuviese, aceptar solamente el agua del sagrado (¿sombreado por avellanos?) estanque de Perséfone, y así hacerse Señores inmortales de los Difuntos, dispensados de nuevos Despedazamientos, Destrucciones, Resurrecciones y Renacimientos. El ciprés estaba consagrado a Hércules, quien había plantado el famoso bosquecillo de cipreses en Dafne, y simbolizaba el renacimiento. Y la palabra «ciprés» se deriva de Cyprus, llamado así por su madre la Afrodita Ciprina. El culto del ciprés sagrado es de origen minoico y tuvo que ser llevado a Chipre desde Creta.
El dios Hércules de los místicos órficos era Apolo el Hiperbóreo; y en el siglo I d. de C. el historiador romano Eliano recuerda que los sacerdotes hiperbóreos iban regularmente a Tempe, en el norte de Grecia, para adorar a Apolo. Diodoro Sículo, en su cita de Hecateo, dice claramente que en el siglo VI a. de C. el «país de los Hiperbóreos», donde nació Latona, la madre de Apolo, y donde se honraba a Apolo sobre todos los otros dioses, era Britania. Esto no contradice la información de Herodoto acerca de un sacerdocio hiperbóreo enteramente diferente, probablemente albanés, que vivía cerca del Mar Caspio; o la opinión de que en la época de Eliano, Irlanda, que se hallaba fuera del Imperio romano, puede haber sido «el País de los Hiperbóreos»; o la opinión, que propongo más adelante en este libro, de que los hiperbóreos originales eran libios.
Edward Davies estaba justificado al considerar a esos sacerdotes británicos como una clase de órficos: la vestimenta, el dogma, el ritual y la dieta se parecen mucho. Y puesto que Câd Goddeu prueba que se libró una batalla de letras más bien que una batalla de árboles, su sugerencia de que la fabulosa danza de árboles al son de la lira de Orfeo fue más bien una danza de letras, parece acertada, histórica y poéticamente[25]. Diodoro dice que Orfeo utilizaba el alfabeto pelasgo. Que Gwion identificaba al Hércules Celestial del Boibel-Loth con el Apolo Órfico se pone de manifiesto en este pasaje completamente claro incluido en el laberinto de enigmas de Câd Goddeu:
Ha pasado mucho tiempo desde que yo era pastor. |
Viajé por toda la tierra |
antes de llegar a ser una persona instruida. |
He viajado, he hecho un circuito, |
he dormido en un centenar de islas, |
he vivido en un centenar de ciudades. |
¿Los sabios druidas |
os profetizan a Arturo? |
¿O es a mí a quien celebran? |
Sólo Apolo puede ser el «yo»; de este pasaje. Era pastor de Admeto, el rey de Feres en Tesalia, varios siglos antes de instalarse en Delfos como jefe de las Musas. Y como héroe oracular pregriego había sido enterrado en un centenar de islas sagradas. Cuando los riegos consideraron conveniente adoptarlo como su dios de la curación y de la música, centenares de ciudades le tributaron honores, y en la época clásica ya hacía su circuito diario y anual como sol visible. Gwion insinúa a Heinin y los otros bardos de la corte que la verdadera identidad del héroe al que ensalzan irreflexivamente como rey Arturo es Hércules-Dioniso, rex quondam, rex-que futurus («Rey en otro tiempo y rey en el futuro»), quien en su segundo advenimiento será el inmortal Hércules-Apolo. Pero ellos no querían comprender. «Ha pasado mucho tiempo desde que yo era pastor» no sería para ellos más que un recuerdo de la Tríada 85, donde los Tres Pastores Tribales de Britania son citados como Gwydion, que guardaba el rebaño de la tribu de Gwynedd; Bennren, que guardaba el rebaño de Caradoc, hijo de Bran, y que se componía de 21.000 vacas lecheras; y Llawnrodded Varvawc, que guardaba el rebaño igualmente numeroso de Nudd Hael. Gwion había obtenido sus conocimientos de Irlanda y tal vez de Egipto, pero los había injertado en una cepa británica. Pues aunque el druidismo como religión organizada estaba muerto en Gales desde hacía centenares de años, el acervo tradicional de la poesía trovadoresca y del ritual religioso popular contenía reliquias de la ciencia druídica. El culto druídico primitivo, que incluía el canibalismo ritual después de los augurios deducidos del comportamiento de la víctima, había sido suprimido por el general romano Paulino en el año 61, cuando conquistó Anglesey y taló los bosquecillos sagrados; el druidismo continental ya adoptado por el resto de Britania al sur del Clyde consistía en un culto de Belin, o Apolo, de tipo celta-tracio.
Desde el punto de vista del Imperio Romano el culto de Belin no constituía un peligro político una vez que su autoridad central, el Sínodo Druídico de Dreux, había sido destruida con la derrota de Vercingetorix por César y las víctimas animales habían reemplazado a las humanas. Los sacerdotes británicos no se convirtieron a la religión romana, pues el Panteón romano estaba ya aliado con el de ellos y el culto de Mithra de los legionarios romanos era solamente una versión oriental de su culto a Hércules. La única obligación religiosa que se les imponía era la de honrar al emperador como la encarnación temporal de su dios Sol de diferentes nombres, lo que no podía resultarles difícil. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión romana oficial no se hizo tentativa alguna para obligar a los nativos a uniformar el culto y hasta en las ciudades las iglesias eran pequeñas y pobres; al parecer la mayoría de los templos paganos siguieron funcionando. No hubo un problema religioso en Britania, como lo hubo en Judea, hasta que los romanos retiraron sus guarniciones y los bárbaros jutos, anglos y sajones irrumpieron desde el este, y los civilizados britones romanos huyeron de ellos a Gales o al otro lado del Canal. Pero la presencia en Inglaterra de esos bárbaros por lo menos protegió a las iglesias galesa e irlandesa contra una intervención eficaz del catolicismo continental en sus asuntos religiosos, y la sede arzobispal de San David siguió siendo completamente independiente hasta el siglo XII, cuando los normandos impusieron el derecho del arzobispo de Canterbury a administrarla, lo que originó las guerras anglo-galesas.
Lo que a los concilios eclesiásticos primitivos parecía la herejía más diabólica e imperdonable de todas era la identificación del toro Hércules-Dioniso-Mithra, cuya carne viva desgarraban y comían los ascetas órficos en su ceremonia de iniciación, con Jesucristo, cuya carne viva era desgarrada y comida simbólicamente en la Sagrada Comunión. A esta herejía, que era egipcia del siglo II, acompañaba otra: la identificación de la Virgen María con la Diosa Triple. Los coptos hasta se atrevían a combinar «las Tres Marías», que eran espectadoras de la Crucifixión, en una sola persona, con María Cleophas como una especie de «Blodeuwedd», la Virgen de «Arianrhod», y María Magdalena como la tercera persona de esta antigua trinidad, la que aparece en la leyenda celta como Morgan le Faye, la hermana del rey Arturo. En la leyenda irlandesa Morgan es «la Morrigan», es decir la «Gran Reina», una diosa de la Muerte que asumía la forma de un cuervo; y «le Faye» significa «el Destino». Según el Glossary de Cormac, a la Morrigan se la invocaba en la batalla por medio de una imitación de los cuernos de guerra o del graznido de un cuervo. No era de modo alguno el benévolo personaje familiar para los lectores de la Morte D’Arthur, sino que, como «la negra y chillona bruja Cerridwen» del Romance de Taliesin, era «boquigrande, atezada, veloz, hollinienta, coja, con una veladura en el ojo izquierdo».
Adondequiera que sobrevivían estas herejías en la Europa medieval acudía la Iglesia con castigos tan terribles que los poetas británicos o irlandeses que las utilizaban tenían que divertirse peligrosamente ocultándolas, como Gwion, con disfraces enigmáticos. Se puede simpatizar con los poetas en la medida en que sus predecesores habían aceptado a Jesucristo sin coerción, reservándose el derecho a interpretar el cristianismo a la luz de su tradición literaria y sin intromisiones. Veían a Jesús como la última teofanía del mismo rey sagrado sufriente al que habían adorado con diversos nombres desde tiempo inmemorial. Tan pronto como el garrote de la ortodoxia se blandió contra ellos desde Roma o Canterbury sintieron un resentimiento perdonable. Los primeros misioneros cristianos se habían comportado con una cortesía escrupulosa con los devotos del culto del Sol pagano, con el que compartían mucha doctrina mística. Los dioses y diosas celtas y preceltas se convirtieron en santos cristianos: por ejemplo, Santa Brígida, cuyo fuego sagrado perpetuo se mantuvo encendido en un monasterio de Kildare hasta la época de Enrique VIII; y los festivales paganos se cristianizaron con sólo un ligero cambio en el ritual. Santa Brígida, según el Calendar of Oengus, conservó su fiesta del fuego original, Feile Brighde, en la noche del 1.º de febrero. Era tan importante que los obispos eran sus maestros artesanos; se dice que uno de ellos, Connlaed, le desobedeció y fue arrojado a los lobos por orden de ella. En el Himno de Broccan se la saludaba como «Madre de mi Soberano» y en el Himno de Ultan como «Madre de Jesús». (En un tiempo había sido madre de El Dagda.) En El libro de Lismore se la llama «la Profetisa de Cristo, la Reina del Sur, la María de los goideles». Exactamente lo mismo había sucedido en Grecia e Italia, donde la diosa Venus se convirtió en Santa Venera, la diosa Artemisa en Santa Arternidos, los dioses Mercurio y Dioniso en Santos Mercourios y Dionisio, y el dios Sol Helios en San Elías. En Irlanda, cuando San Columcille fundó su iglesia en Derry («Madera de Roble») se mostró «tan renuente a derribar ciertos árboles sagrados que volvió su oratorio hacia el norte en vez de hacia el este»; hacia el norte, es decir hacia Caer Arianrhod. Y cuando estaba en Escocia declaró que «aunque temía la Muerte y el Infierno, el ruido de un hacha en el bosquecillo de Derry le asustaba todavía más». Pero el período de la tolerancia no duró mucho tiempo; cuando los príncipes irlandeses perdieron el privilegio de designar los obispos entre los miembros de su clan, y los iconoclastas fueron políticamente lo bastante fuertes para iniciar su tarea virtuosa, las hachas se levantaron y cayeron sobre todas las colinas sagradas.
Sería injusto llamar «apóstatas» a los poetas herejes. Se interesaban por los valores y relaciones poéticos más bien que por el dogma prosaico. Tenía que ser; fastidioso para ellos verse coartados en la creación de sus poemas por los convencionalismos religiosos. «¿Es eso razonable? —se preguntaban sin duda—. El Papa, aunque permite que representemos a Jesús como un Pez, como el Sol, como el Pan, como el Vino, como un Cordero, como un Pastor, como una Roca, como un Héroe conquistador y hasta como una Serpiente Alada, nos amenaza con el fuego del Infierno si nos atrevemos a celebrarlo como los venerables dioses a los que Él ha reemplazado y de cuyo ritual se derivan todos estos símbolos. O si cometemos un desliz con un sólo artículo del Credo Atanasiano extraordinariamente difícil. No necesitamos que nos recuerden desde Roma o Canterbury que Jesús fue el más grande de todos los reyes sagrados, que sufrió la muerte en un árbol por el bien de la gente, que perturbó el Infierno y resucitó de entre los muertos y que en Él se cumplieron todas las profecías. Pero pretender que él fue el primero a quien han celebrado los poetas por haber realizado esos hechos maravillosos es, a pesar de San Pablo, mostrarse hipócrita o ignorante. Por consiguiente, en su profetizado Segundo Advenimiento nos reservamos el derecho a llamarlo Belin, Apolo o inclusive rey Arturo.»
El más virtuoso y culto de los primeros emperadores romanos, Alejandro Severo (222-235 d. de C.) sostenía casi exactamente la misma opinión. Se consideraba una reencarnación de Alejandro Magno y, según su biógrafo Lampridio, adoraba entre sus dioses familiares a Abrahán, Orfeo, Alejandro y Jesucristo. Esta mención de Alejandro Severo sugiere una reconsideración de la desacreditada palabra «helio-arquita» empleada a comienzos del siglo XIX para describir un hipotético culto pagano resucitado por los bardos como una herejía cristiana y en el que el Sol y el Arca de Noé eran los principales objetos del culto. «Arquita» sin el «Helio» fue empleado por primera vez por el anticuario Jacob Bryant en 1774 en su Analysis of Ancient Mythology; pero la palabra está formada incorrectamente si ha de significar «el del arca», como se proponía Bryant, pues «ita» es una terminación que denota origen tribal o cívico, y no una opinión religiosa. Parece, ciertamente, que Bryant tomó la palabra «arquita» de alguna antigua obra sobre religión y la entendió mal.
Hay sólo un arquita famoso en la historia religiosa: este mismo Alejandro Severo, llamado el «arquita» porque nació en el templo de Alejandro Magno en Arca, Líbano, donde sus padres, romanos, asistían a un festival. Su madre, Mamea, era una especie de cristiana. Los arquitas mencionados en Génesis, X, 7, y también en las tabletas de Tell Amarna de 1400 a. de C., eran un antiguo pueblo cananeo muy conocido por su culto de la diosa Luna Astarté, o Ishtar, a la que estaba consagrada el arca de madera de acacia; pero Arka, que en las tabletas de Tell Amarna aparece como «Irkata», no se relacionaba necesariamente con la raíz indoeuropea arc, que significa «protección» y de la que derivamos palabras latinas como arceo, «evito», arca, «arca» y arcana, «secretos religiosos». Los arquitas figuran en la lista de Génesis X juntamente con los amathitas, los hivitas del Líbano (probablemente acaifitas o aqueos) y los gegasitas de la Baja Galilea, quienes parecen haber tenido su origen en Gergithion, cerca de Troya, y ser el pueblo al que Herodoto llama «los restos de los antiguos teucros». El culto arquita, posteriormente la herejía arquita, era la religión sincrética de Alejandro Severo, y en este sentido de la palabra a Gwion se le puede llamar arquita. El Sol y el Arca son, en verdad, los elementos más importantes del mito de Hércules, e Ishtar, en la fábula de Babilonia sobre el Diluvio de Gilgamesh, desempeña el mismo falso papel con Gilgamesh que Blodeuwedd con Llew Llaw en el Mabinogion, o Dalila con Sansón en Jueces, o Deyanira con Hércules en la leyenda clásica. Es lástima que entusiastas partidarios de Bryant trataran de justificar una tesis sólida con argumentos irresponsables y hasta fraudulentos.
La referencia cortés a la Sede de San David en el enigma de Gwion —importa tener en cuenta que San David mismo era un niño milagroso nacido de una monja casta— y los vaticinios antiingleses de un poeta del siglo X que también se llamaba a sí mismo Taliesin, incluidos con los poemas de Gwion en el Libro Rojo de Hergest, indican que Gwion trataba esperanzadamente de revivificar la herejía arquita y elevarla a una religión pan-celta popular que incluiría también a los daneses celtizados de la región de Dublín y uniría a los bretones, irlandeses, galeses y escoceses en una confederación política contra los anglonormandos y franceses. Si es así, sus esperanzas se frustraron. Los angevinos eran demasiado fuertes. En 1282 Gales se había convertido en una provincia de Inglaterra, los normandos estaban firmemente instalados en Dublín y la cabeza del príncipe Llewellyn del Norte de Gales, el jefe de la nación, había sido llevada a Londres y exhibida en Tower Hill, coronada con una guirnalda de hiedra, como una alusión burlona a la profecía galesa de que sería coronado allí. Sin embargo, el romance de Gwion siguió siendo recitado, y el nacionalismo galés revivió hacia el final del siglo XIV bajo el príncipe Owen Glendower, quien pretendía dudosamente descender del mismo príncipe Llewellyn, el último príncipe del linaje real que había gobernado Gales desde el siglo III d. de C. Glendower, cuya causa defendía un nuevo supuesto «Taliesin», libró una guerra discontinua, con la ayuda francesa, hasta su muerte ocurrida en 1416.
Más o menos en esa época el Dr. Sion Kent, el cura párroco de Kenchurch, se quejó de la que parecía ser la misma herejía arquita, pues Hu Gadarn, el héroe que condujo a los cimbros a Britania desde Taprobana (Ceilán) era invocado en ella como el paladín alegórico de la libertad galesa:
Dos clases de inspiración verdaderamente |
existen y manifiestan su proceder en la tierra: |
la inspiración proveniente del melifluo Cristo, |
ortodoxa y que regocija al alma, |
y la otra muy necia inspiración |
interesada por falsas y sucias profecías |
que reciben los devotos de Hu (Gadarn), |
los injustamente usurpadores bardos de Gales. |
Las «falsas y sucias profecías» se referían probablemente a la expulsión de los ingleses de Gales y a la restaurada independencia de la Iglesia galesa. El Dr. Kent, cuyo nombre indica que no era de sangre galesa, se sentía naturalmente ansioso por el futuro, especialmente porque el nacionalismo implicaba un franco retorno de los habitantes de Kenchurch a muchas supersticiones paganas en suprimir las cuales invertía gran parte de su tiempo; y tal vez, como poeta, estaba también celoso de la influencia de los cantores ambulantes en los fieles de su parroquia.
Que los cantores ambulantes seguían agitando el sentimiento popular con sus vaticinios contra los ingleses inclusive después de la caída de Owen Glendower lo indica la ley represiva de Enrique IV, promulgada en 1402: «Para evitar muchas enfermedades y males que han sobrevenido antes de ahora en el País de Gales a causa de muchos disipadores, versificadores, cantores ambulantes y otros vagabundos, se ordena y manda que a ningún disipador, versificador, cantor ambulante ni vagabundo se le permitirá de modo alguno en el País de Gales hacer commorthies (es decir kymhorthau, “reuniones sociales”) o asambleas de la plebe de aquí». Pennant dice en sus Tours que el objeto de esas reuniones era «reunir un número suficiente de hombres físicamente capaces para hacer una insurrección».
Es posible que el Gwion original que revivificó el druidismo en Gales como un arma política pancéltica contra los ingleses viviera en una época tan temprana como durante el reinado del príncipe Owain Gwynedd, hijo del talentoso príncipe Gruffudd ap Kynan, quien fue el primero que llevó bardos irlandeses al norte de Gales; Owain reinó desde 1137 hasta 1169 e hizo frente a los ejércitos del rey Enrique II con mucho más éxito que los escoceses, bretones e irlandeses. Cynddelw, en cuyos poemas aparece por primera vez la palabra druida, llamaba a Owain «La Puerta de los Druidas», y en la Câd Goddeu se menciona la «puerta» como sinónimo del roble regio. Owain puede ser también el héroe celebrado en la mutilada Canción de Daronwy del Libro de Taliesin:
Al rechazar al opresor a través del mar |
¿qué árbol ha sido más admirable que él, Daronwy? |
Daronwy significa «fulminador», otro sinónimo del roble, y Owain había rechazado con grandes bajas a la expedición transportada por mar que Enrique envió contra Anglesey en 1157.
Si alguien dudase de que Gwion podía haber adquirido los conocimientos griegos y hebreos necesarios para la construcción de su enigma en Irlanda, he aquí un pasaje de la edición hecha por C. S. Boswell de la Fis Adamnain, «La visión de San Adamnain» irlandesa del siglo X:
En tanto que la Iglesia cristiana de la Inglaterra teutónica debía su existencia, principalmente, a la actividad misionera de Roma, las Iglesias celtas mucho más antiguas, y sobre todo la Iglesia de Irlanda, se vinculaban más íntimamente con la Galia y el Oriente. Era a Galia a la que más debía Irlanda su conversión original y el intercambio entre los dos países siguió siendo grande e ininterrumpido. Pero en el sur de Galia —y era el sur solamente el que mantenía alguna cultura considerable o desplegaba alguna actividad misionera a comienzos de la Edad Media— la Iglesia había estado desde el comienzo mismo en estrecho contacto con las Iglesias del Oriente. El gran monasterio de Lerins, donde, según se dice, estudió San Patricio, fue fundado desde Egipto, y durante muchos siglos la Iglesia egipcia siguió manifestando un vivo interés por los asuntos galos. En realidad, no sólo Lerins, sino también Marsella, Lyon y otras partes de la Galia meridional mantenían un constante intercambio con Egipto y Siria, con el resultado natural de que muchas instituciones de la Iglesia gala, a pesar de su creciente dependencia de Roma, que databa del año 244, tenían la marca de las influencias orientales. Por consiguiente, las íntimas relaciones con Galia que mantenían los eclesiásticos y eruditos irlandeses les pusieron necesariamente en contacto con sus hermanos egipcios y sirios, y con las ideas y prácticas que prevalecían en sus respectivas Iglesias.
La relación de Irlanda con el Oriente no se limitaba a la Galia intermediaria. Las peregrinaciones irlandesas a Egipto continuaron hasta fines del siglo VIII, y Dicuil recuerda una exploración topográfica de ese país hecha por dos irlandeses, Fidelis y su compañero. Además existen pruebas documentales de que ni siquiera los irlandeses caseros se privaban del conocimiento del Oriente. El Saltair na Rann contiene una versión irlandesa del Libro de Adán y Eva, obra escrita en Egipto en el siglo V o VI de la cual no se conoce mención alguna fuera de Irlanda. La obra de Adamnain, De Locis Sanctis, contiene una descripción del monasterio del Monte Tabor que podría serlo de cualquier comunidad monástica irlandesa de su época. En verdad, todo el sistema de la vida tanto anacorética como cenobítica de Irlanda se parece mucho al que predominaba en Egipto y Siria; las comunidades monásticas, que consistían en grupos de chozas o celdas de colmena separadas y de otros modelos más antiguos de arquitectura eclesiástica irlandesa, indican un origen sirio; y el Dr. G. T. Stolces sostiene que «las escuelas irlandesas muy probablemente se modelaban de acuerdo con las formas y normas de las Lauras egipcias».
Pero no sólo a las influencias sirias y egipcias estaba sometida Irlanda a causa de su intercambio con la Galia meridional. La civilización de ese país era esencialmente griega, y siguió siéndolo durante muchos siglos después de la era cristiana; y esta circunstancia contribuyó sin duda a la conocida supervivencia de la instrucción griega en las escuelas irlandesas mucho tiempo después de casi haber desaparecido en el resto de la Europa occidental. No se debe suponer que esta instrucción se caracterizaba por la exactitud de la erudición ni por un amplio conocimiento de la literatura clásica, pero no se limitaba a un mero conocimiento superficial del idioma ni a pasajes y citas tomados de segunda mano. Juan Escoto Erigena tradujo las obras del seudo-Aeropagita; Dicuil y Firghil (Virgilio, obispo de Salzburgo) estudiaban los libros de ciencia griegos; algunos de los escritores irlandeses conocían a Homero, Aristóteles y otros autores clásicos; varios de los teólogos irlandeses estaban familiarizados con las obras teológicas griegas y de otros orígenes. Ni los griegos eran desconocidos personalmente en Irlanda. Muchos clérigos griegos se habían refugiado allí durante la persecución iconoclasta y dejado huellas reconocibles en la época del arzobispo Ussher; y el viejo poema sobre la Feria de Carman menciona a comerciantes griegos que acudían a ella.
Es, pues, evidente que el escritor irlandés poseía amplios medios para conocer las tradiciones, tanto orales como escritas, de las Iglesias Griegas y Orientales. El conocimiento así adquirido se extendía a las Visiones Apocalípticas, como lo prueba el testimonio interno que aportan las Visiones Irlandesas, tanto por medio de la referencia directa como por la naturaleza de su contenido. Queda por ver hasta dónde la predilección que los escritores irlandeses manifestaban por esta clase de literatura, y las características especiales que asume en sus manos, pueden haber sido determinadas por su conocimiento de ideas análogas que ya existían en su literatura nacional.
En el período en cuestión la literatura tradicional de Irlanda parecería haberse incorporado a la vida nacional en un grado no menor que en la misma Grecia. En realidad, en ciertos aspectos, estaba entretejida todavía más estrechamente con los hábitos de la población y con el sistema de la sociedad que en Grecia, pues la profesión literaria era mantenida por una dotación pública, algo como la de una Iglesia Nacional instituida, y sus profesores formaban un cuerpo organizado por la ley y ocupaban una posición reconocida en el Estado.
Los reiterados «Yo he sido» y «Yo era» del Hanes Taliesin de Gwion indican que el alfabeto Boibel-Loth, que es la solución del enigma, se componía originalmente de veinte títulos místicos de una sola deidad proteica masculina, títulos que correspondían a sus cambios estacionales, y que eran mantenidos en secreto, al principio a causa de su poder invocatorio, Y más tarde porque los consideraba heréticos la Iglesia cristiana. Pero ¿por qué el Boibel-Loth contiene tantas aproximaciones a los nombres bíblicos, tomados del Génesis y el Éxodo, que en los tiempos cristianos habían perdido su importancia religiosa —Lot, Telmen, Jachin, Hur, Caleb, Ne-esthan—, todo ellos relacionados con el Sinaí, la Judea meridional y la región edorisita del Mar Muerto?
Ésta es la región donde las comunidades esenias es tuvieron instaladas desde 150 a. de C. hasta 132 d. de C. Los esenios parecen haber sido un ramal de los terapeutas, o curadores, secta judía ascética establecida junto al lago Mareotis en Egipto; Plinio los describió como el cuerpo religioso más extraño del mundo. Aunque eran judíos, y también una especie de fariseos, creían en el Paraíso Occidental —del cual Josefo, cuando habla de las creencias esenias, hace exacta mente la misma descripción que Homero, Hesíodo y Píndaro— y, como los druidas posteriores, en el regreso de las almas puras al Sol, cuya salida invocaban todos los días. También evitaban los sacrificios de animales, llevaban ropas de lino, practicaban la adivinación, meditaban dentro de círculos mágicos, conocían bien las virtudes de las plantas y las piedras preciosas y en consecuencia se supone generalmente que se hallaban bajo la influencia filosófica de Pitágoras, el discípulo asceta del hiperbóreo Abaris. Se abstenían de realizar el culto en el Templo de Jerusalén, quizás a causa de que la costumbre de inclinarse hacia el este al amanecer había sido suspendida allí, e imponían la pena de muerte a quien blasfemaba contra Dios o Moisés.
Como entre los fariseos de Jerusalén no se podía blasfemar contra Moisés como hombre, de ello se deduce que para los esenios tenía una especie de divinidad. La historia de Moisés en el Pentateuco es la conocida del Hércules Canópico: el dios acunado en un arca en el río Nilo que realizó grandes hazañas, murió misteriosamente en la cima de una montaña y luego se convirtió en héroe y juez. Pero es evidente que los esenios distinguían al Moisés histórico, qué condujo a los israelitas fuera de Egipto, del semidiós Moisés, así como los griegos distinguían al Hércules histórico, príncipe de Tirinto, del Hércules Celestial. En el capítulo XXV expondré las razones que existen para suponer que, aunque los esenios adaptaron la fórmula griega del Hércules Celestial a su culto de Moisés como semidiós, y aunque parecen haber sido discípulos de Pitágoras, fue de una fuente judía del siglo VI a. de C. de la que los pitagóricos tomaron el nuevo nombre sagrado de Dios que las tribus de Amathaon y Gwydion impusieron en Britania hacia el año 400 a. de C.
Los iniciados esenios, según Josefo, juraban mantener en secreto los nombres de las potestades que gobernaban su universo bajo la supremacía de Dios. ¿Eran esas Potestades las letras del Boibel-Loth, las que juntas componían la historia de la vida y la muerte de su semidiós Moisés? Puede parecer que «David» pertenece a un contexto posterior a los otros, pero se le encuentra como un título real en una inscripción del siglo XVI a. de C.; y el Pentateuco no fue compuesto hasta mucho tiempo después de la época del rey David. Además, para los esenios David era el nombre del Mesías prometido.
Si a todos los nombres del Boibel-Loth que comienzan con vocal, y no solamente a Jaichin, se les antepone una J se convierten en Jacab, Jose, Jura, Jesu y Jaichin, que son Jacob, José, Yerah, Josué y Jachin, todos nombres de tribus mencionadas en el Génesis. La serie esenia de nombres de letras, antes que Gwion en su enigma modificase algunos de ellos por nombres tomados del Nuevo Testamento, el Libro de Enoch y la mitología galesa y latina, puede ser reconstruido así:
Jacob | Babel | Hur | Moriah |
José | Lot | David | Gad |
Jerah | Ephron | Telmen | Gomer |
Josué | Salem | Kohath | Jethro |
Jachin | Ne-esthan | Caleb | Reu |
De éstos, sólo cuatro nombres no son de clanes o tribus, a saber: Babel, la sede de la sabiduría; Moriah, la montaña santa de Jehová; Salem, su ciudad santa; y Ne-esthan, su serpiente sagrada. Parece posible, por consiguiente, que la versión esenia de los nombres de las letras del Boibel-Loth fuese llevada a Irlanda al comienzo de los tiempos cristianos por los gnósticos alejandrinos que eran los herederos espirituales de los esenios después que Adriano suprimió la orden en el 132. El Dr. Joyce, en su Social History of Ancient Ireland, dice que en los períodos de persecución los montes egipcios huían con frecuencia a Irlanda, y que un tal Palladio fue enviado desde Roma como obispo de los cristianos irlandeses mucho tiempo antes de la llegada de San Patricio.
El alfabeto mismo no era claramente de origen hebreo, sino una fórmula de calendario griego canópica tomada por los judíos de habla griega en Egipto, los que lo disfrazaron con los nombres de personajes y lugares de la Escritura. Como sugiero en mi King Jesus, es probable que en el uso esenio cada letra se convirtiese en una Potestad que servía al Hijo del Hombre —Moisés como Hércules Celestial—; quien servía a su vez al Anciano de los Días, Jehová como el Dios Supremo. Consta que el novicio esenio vestía una túnica azul y el iniciado una blanca. ¿Esto era porque el novicio todavía «llevaba el loco», es decir que aún no estaba iniciado? El loto egipcio era azul. En King Jesus sugiero también que las dos órdenes misteriosas de los esenios, los sansonianos y los heliceanos, eran peritos en los misterios del calendario y se llamaban así por Sansón (la segunda s es ps en algunos textos griegos), el héroe solar, y por el Helix o círculo cósmico. (El esenio que deseaba meditar debía aislarse del mundo dentro de un círculo trazado en la arena a su alrededor.) Las veinte potestades del Babel-Lot figurarían entre las mencionadas con desagrado por San Pablo en Gálatas, IV, 8-10 como «los flacos y pobres elementos (stoicheia)». Los judíos gálatas apóstatas volvían a adorar a las Potestades como dioses, con una cuidadosa observación del calendario. En I Corintios, XV; 24-25 sostiene que han sido vencidas por Jesucristo, que es el único que media con el Padre. La influencia de Pablo fue decisiva: para la Iglesia ortodoxa no tardaron en hacerse demonios, y no agentes de la voluntad divina.
Los esenios invocaban a los ángeles en sus misterios: En esto hay algo raro: que a los «sabuesos de Herne el Cazador», o a los «perros de Annwn», que cazan almas a través del cielo, se les llame también en el folklore británico «ruedas dentadas de Gabriel» o «sabuesos de Gabriel». ¿Por qué Gabriel? ¿Era porque Gabriel, cuyo día era el lunes, era mensajero de Sheol (la Hécate hebrea) y fue enviado para que convocara a las almas al juicio? Ésa era la tarea de Hermes, y a Herne, dios del roble británico cuyo recuerdo sobrevivió en el Bosque de Windsor hasta el siglo XVIII, se le identifica generalmente con Hermes. Gabriel y Herne son igualados en las esculturas del siglo XIII que rodean la puerta del templo en Stoke Gabriel en el Devon meridional. El ángel Gabriel mira hacia abajo desde arriba, pero a la derecha según se entra están tallados el cazador impetuoso con una mueca que le deja los dientes al descubierto y un mechón del cabello sobre el rostro, con un par de sus sabuesos a su lado. Pero en Egipto Hermes, aunque Thoth en un aspecto, en otro era el dios Anubis de cabeza de perro, hijo de Nepthys, la Hécate egipcia; así, Apuleyo, en el espectáculo con que termina El asno de oro, lo describe con el «rostro a veces terrible y a veces benigno, levantando la cabeza del perro Anubis». Esto hace la ecuación Gabriel = Herne = Hermes = Anubis. Pero ¿se igualaba siempre a Gabriel con Anubis en la Antigüedad? Por un capricho de la buena suerte se ha encontrado una joya egipcia en la que aparece Anubis con la palma y el zurrón en el anverso y un arcángel descrito como GABRIER SABAO en el reverso; Gabrier Sabao significa «Gabriel Sabaoth», o sea «los ejércitos de Gabriel», pues los egipcios, como de costumbre, habían convertido la L en R. (Esta joya es descrita en Bilderatlas de Haas.) ¿Entonces es «Annwm», forma contraída de «Annwfn», una versión céltica de «Anubis»? La B de Anubis se convertiría naturalmente en una F en galés.
Tantas tonterías acerca de los esenios han escrito personas que no se han molestado en averiguar en las obras de Josefo, Plinio el Viejo, Filón de Biblos y otros, quiénes eran y en qué creían, que no los mencionaría en este relato si no fuera por un poema de Gwion titulado Yr Awdil Vraith («Canción variada»). El texto de los Peniardd MSS. está incompleto, pero en algunas de las estrofas es preferible al del Libro Rojo de Hergest.
1 | El Omnipotente hizo |
en el Valle del Hebrón | |
con sus manos plásticas | |
la bella forma de Adán: | |
y durante quinientos años, | |
carente de toda ayuda, | |
permaneció tendido | |
sin un alma. | |
Volvió a formar, | |
en el tranquilo paraíso, | |
con una costilla del lado izquierdo, | |
a la bienaventurada Eva. | |
Siete horas estuvieron | |
a cargo del vergel, | |
hasta que intervino Satán; | |
el Señor del Infierno. | |
5 | De allí fueron expulsados, |
temblando de frío, | |
para que se ganasen la vida | |
en este mundo. | |
Para parir con dolor | |
Y a sus hijos e hijas, | |
y tomar posesión | |
de la tierra de Asia. | |
Dos veces cinco, diez y ocho, | |
ella quedó embarazada | |
con el peso mixto | |
de hombre y mujer. | |
Y una vez, sin ocultarlo, | |
dio a luz a Abel, | |
y a Caín el solitario | |
homicida. | |
A él y su compañero | |
se les dio una laya | |
para que labraran la tierra | |
y así obtuvieran pan. | |
10 | El trigo puro y blanco, |
para sembrar en la tierra cultivada, | |
para alimentar a todos los hombres | |
hasta la gran fiesta de la Natividad. | |
Una mano angelical | |
del Padre Supremo | |
llevó semilla que crece | |
para que Eva sembrara; | |
pero ella ocultó | |
un décimo del don | |
y no sembró todo | |
en los surcos abiertos. | |
Nació centeno negro | |
y no puro grano de trigo, | |
para mostrar el daño | |
que hacía robar así. | |
Por este latrocinio | |
se ha hecho necesario | |
que todos los hombres paguen | |
el diezmo a Dios. | |
15 | Del vino tinto plantado |
en los días de sol, | |
y el trigo blanco sembrado | |
en las noches de luna nueva; | |
el trigo abundante en grano | |
y el vino que fluye rojo | |
el cuerpo puro de Cristo | |
hizo al hijo de Alpha. | |
La hostia es la carne, | |
el vino la sangre derramada, | |
las palabras de la Trinidad, | |
las consagran. | |
Los libros ocultos | |
de las manos de Emmanuel, | |
fueron llevados por Rafael | |
como el don de Adán. | |
En su ancianidad, | |
sumergido hasta el mentón | |
en el agua del Jordán, | |
ayunó. | |
20 | Doce jóvenes, |
cuatro de ellos ángeles, | |
enviaron ramas | |
de la flor Eva. | |
Para dar ayuda | |
en todas las dificultades, | |
en todas las opresiones, | |
mientras ellos vagaban. | |
Muy gran ansiedad | |
sentían los hombres | |
hasta que obtuvieron | |
las señales de la gracia. | |
Moisés obtuvo | |
en gran necesidad | |
la ayuda de tres | |
varas dominicales. | |
Salomón obtuvo | |
en la torre de Babel | |
todas las ciencias | |
del territorio de Aria. | |
25 | Así obtuve yo |
en mis libros bárdicos | |
las ciencias de Asia | |
y también de Europa. | |
Conozco sus artes, | |
su curso y destino, | |
su ir y venir | |
hasta el final. | |
¡Oh, qué desgracia, | |
con un dolor extremo, | |
la profecía anunciará | |
a la raza de Troya! | |
Una serpiente encadenada, | |
el gavilán cruel | |
con armas aladas | |
proveniente de Germanía | |
a Loegria y Britania | |
invadirán | |
desde la carta de Lychlyn | |
hasta el Severn. | |
30 | Entonces los britones |
como prisioneros serán | |
dominados por extranjeros | |
desde Sajonia. | |
Alabarán a su Señor, | |
hablarán su lenguaje, | |
perderán su territorio | |
con excepción de Gales. | |
Hasta que venga un cambio, | |
tras larga penitencia, | |
cuando será hecho igual | |
el orgullo del nacimiento. | |
Los britones tendrán entonces | |
su país y su corona, | |
y la multitud extranjera | |
desaparecerá. | |
Todas las palabras del ángel | |
respecto de la paz y la guerra | |
se cumplirán así | |
a la raza de Britania. |
La creación de Adán en Hebrón en vez de en la Baja Mesopotamia es alarmante, pues muchos eruditos en asuntos bíblicos consideran ahora los tres primeros capítulos del Génesis como una leyenda jerahmeelita proveniente de Negeb en Judea que hicieron suya los israelitas y se babilonizó durante el cautiverio. Jerahmeel («amado de la luna») es otro nombre del Hércules Canópico. El Dr. Cheyne restaura el texto de Génesis, II, 8 como «Plantó luego Yavé un jardín en Edén de Jerahmeel». Y dice:
Los jerahmeelitas, de quienes los israelitas tomaron la leyenda, probablemente situaban el Paraíso en una montaña muy alta, a veces en un jardín, en alguna parte del territorio jerahmeelita. La montaña con un bosquecillo sagrado en su cumbre ha desaparecido del relato del Génesis, 11, pero está atestiguada en Ezequiel; y en el etíope Enoch, XXIV, el árbol de la vida está situado en una cordillera del sur. En cuanto a la localidad, si es exacto que la frase hebrea «una tierra que mana leche y miel» se refería originalmente muna parte del Negeb (Números, XIII, 23, 27) podemos deducir que esa tierra fértil, con sus vides, granadas e higueras (véase Génesis, 111, 7), había sido en otro tiempo el Paraíso jerahmeelita.
El valle de Hebrón en la Judea meridional se halla a cuatro mil pies sobre el nivel del mar y antes que la agricultura iniciara el proceso de erosión de la tierra (el que, según un reciente estudio topográfico de Palestina realizado por Walter Clay Lowdermilk, ha despojado de un término medio de tres pies de tierra a toda la región) debía de ser sumamente fértil. Al parecer, el Dr. Cheyne no conocía este poema de Gwion, la esencia del cual podía provenir únicamente de una fuente hebrea no contaminada por la epopeya babilónica que los judíos recogieron durante su cautiverio, y es difícil discernir de cuál, como no sea la de los esenios; especialmente porque Gwion dice que los libros de los que tomó su sabiduría fueron llevados originalmente a Adán de Hebrón por el ángel Rafael. En Tobías y el Libro de Enoch se describe a Rafael como el ángel de la curación y por consiguiente tiene que haber sido el principal patrono de los terapeutas esenios. «Emmanuel» se refiere a la profecía de Isaías acerca del nacimiento del Niño Divino de una virgen: Jesús como Hércules.
El episodio de Adán ayunando en el Jordán con el agua hasta el mentón se encuentra en el Saltair na Rann irlandés del siglo X, y en la Vida de Adán y Eva de comienzos de la Edad Media, en la que se basa el Saltair; cuando Adán ayunó, según el Saltair, Dios le recompensó con el perdón. Pero no se conoce fuente alguna del otorgamiento de la sabiduría a Moisés por medio de tres varas dominicales (es decir las varas del domingo). Puede ser una tradición esenia, pues el domingo era el gran día de los esenios y recuerda una referencia a tres varas de fresno en uno de los manuscritos de Iolo. Sir John Rhys considera auténtico este manuscrito:
Entonces Menw ap Teirgweedd tomó las tres varas de fresno que brotaban de la boca de Einigan Gawr, y aprendió todas las clases de conocimiento y de ciencia escritas en ellas, y enseñó todas ellas, EXCEPTO EL NOMBRE DEL DIOS QUE HA ORIGINADO EL SECRETO BÁRDICO, y bienaventurado es quien lo posee.
El final del poema, desde la estrofa 27 en adelante, es un fragmento aparte, no escrito por Gwion y que data tal vez del año 1210, cuando, en el reinado del rey Llewelyn ap Iowerth, el rey Juan de Inglaterra invadió el norte ele Gales y lo conquistó temporalmente.
El Dr. Ifor Williams ha manifestado su sorpresa porque en la mitad de la Câd Goddeu de Gwion aparece la Tríada:
Los tres mayores tumultos del mundo: |
el Diluvio, la Crucifixión y el Día del Juicio. |
Esto parecer ser una variante en el texto de los versos que he transcrito de la traducción de Nash y que aparecen dos veces en el poema:
Uno de ellos relatando |
la historia del Diluvio |
y de la Cruz de Cristo |
y del Día del Juicio próximo. |
La versión del Dr. Williams se ajusta también perfectamente al relato del Boibel-Loth acerca de Hércules viajando por la tierra inundada en su copa de oro, sacrificado en la montaña y juzgando y sancionando. El Credo de los Apóstoles es, en verdad, la misma vieja fábula: «concebido por el Espíritu Santo, nacido de la Virgen María, sufrió, fue crucificado…, vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos».
Es posible que el Credo de los Apóstoles, la versión latina más antigua del cual es citada en el siglo II por Tertuliano, fuese compuesto originalmente por algún cristiano gnóstico en Egipto y modelado sincréticamente de acuerdo con la fórmula de Hércules. Pues «concebido por el Espíritu Santo», cuando se interpreta a la luz de los gnósticos, es una referencia directa al Diluvio. En la teoría gnóstica —los gnósticos aparecen por primera vez como secta en el siglo I a. de C.— Jesús fue concebido en la mente del Espíritu Santo de Dios, que era femenino en hebreo, y, según Génesis, I, 2, «se cernía sobre la superficie de las aguas». La Virgen María era el recipiente físico donde se encarnó esta idea y «María» significaba para los gnósticos «Del Mar». El Espíritu Santo masculino es un producto de la gramática latina —spiritus es masculino— y de la desconfianza que sentían los primeros cristianos por las deidades o casi deidades femeninas. La concepción por un principio masculino es ilógica y éste es el único caso que se da en toda la literatura latina. A la masculinización del Espíritu Santo le ayudó una observación de la Primera Epístola de San Juan, de que Jesús actuaría como paráclito o defensor del hombre ante Dios Padre; en el Evangelio de San Juan se pone la misma imagen en boca de Jesús cuando promete que Dios les enviará un paráclito (traducido habitualmente como «consolador») cuando él haya desaparecido; y a este paráclito, un nombre masculino, entendido como una emanación mística de Jesús, se le identificó erróneamente con el Espíritu arcaico que se cernía sobre la superficie de las aguas. Los gnósticos, cuyo idioma era el griego, identificaron al Espíritu Santo con Sophia, la Sabiduría; y la Sabiduría era femenina. En la Iglesia cristiana primitiva se recitaba el Credo únicamente en el bautismo, que era una ceremonia de iniciación en el misterio cristiano reservada al principio para los adultos; el bautismo era igualmente un acto preliminar para la participación en los misterios griegos que sirvieron de modelo a los cristianos, así como en los misterios druídicos.
La ciudad de Eleusis, donde se realizaban los misterios más famosos de todos, se llamaba así, según se decía, por el rey ático Eleusis. Ahora bien, Eleusis significa «Advenimiento» y la palabra fue adoptada en los misterios cristianos para expresar el advenimiento del Niño Divino; en el uso inglés comprende la Natividad y las cuatro semanas precedentes. La madre de Eleusis era «Daeira, hija de Océano», «el Sabio del Mar», y se la identificaba con Afrodita, la diosa Paloma minoica que surgía del mar en Pafos, Chipre, todos los años con su virginidad renovada. El rey Eleusis era otro nombre del Dioniso del Cereal, y la historia de su vida se celebraba en los Grandes Misterios, un festival de acción de gracias por las cosechas, a fines de septiembre; y a veces se decía que su padre era Ogygus u Ogyges, el rey tebano durante cuyo reinado se produjo el gran diluvio que anegó las tierras de pan llevar de Beocia. En una etapa anterior de los misterios eleusinos anuales el Niño Divino, hijo del Sabio que vino del mar, era presentado por mistagogos vestidos como pastores para que lo adoraran los celebrantes. Se sentaba en una liknos o canasta de mimbre para la cosecha. A juzgar por los mitos correspondientes de Moisés, Taliesin, Liew Llaw y Rómulo, los mistagogos decían que lo habían encontrado en la orilla de un río, donde había desembarcado después de navegar por la corriente en esa misma canasta, calafateada con juncos. Diremos brevemente que la liknos era utilizada no sólo como canasta para la cosecha, pesebre y cuna, sino también como cedazo para aventar; el método consistía en traspalear el grano y el cascabillo juntos cuando el viento soplaba fuertemente y cribarlos en las canastas; el cascabillo era aventado y el grano caía y se amontonaba. Los misterios tuvieron probablemente su origen como una fiesta de aventamiento, pues se realizaban algunas semanas después de la cosecha del trigo y cuando soplaban los vientos equinocciales.
Una supervivencia interesante de esos misterios de la fiesta del aventamiento es el mallorquino xiurell, o silbato de arcilla blanca, con decoraciones rojas y verdes y hecho a mano en las formas tradicionales de sirena, serpiente enroscada, hombre con cabeza de toro, mujer con falda larga y sombrero redondo acunando a un bebé en los brazos, o con una flor en vez de un nene, la misma con un disco lunar coronado con cuernos de vaca, un hombre con un alto sombrero puntiagudo y los brazos alzados en adoración, y un hombrecito cabalgando en un animal sin cuernos, con las orejas aguzadas, patas largas y hocico muy corto. Figura, con ramas de membrillo y de serba, en un festival eclesiástico que se realiza en la aldea de Bonanova, cerca de Las Palmas, cuando los aldeanos recorren una colina por la noche el domingo siguiente al 12 de septiembre (la Fiesta del Nombre Bendito de la Virgen María), que corresponde al 23 de septiembre del modo antiguo de computar el tiempo. La finalidad del silbato debió de ser originalmente inducir a los vientos aventadores del nordeste, los cuales, según el almanaque local comienzan a soplar en esa estación y al final del mes traen del Océano Atlántico nubes de lluvia que empapan el trigo invernal sembrado anteriormente en el mes. Pero esto se ha olvidado: el aventamiento se hace ahora en Mallorca en cualquier momento después de la cosecha y no se celebra con fiestas de ninguna clase. La sirena representa evidentemente a Daeira (Afrodita), la madre Luna de Eleusis (el Dioniso del Cereal que aparece con ella en el xiurell de la mujer con el niño de pecho); el hombre con cabeza de toro es Dioniso en la edad viril; el hombre con sombrero es un Tutor, o gran máscara; el pequeño jinete es probable que sea también Dioniso, pero la especie de su alta cabalgadura es indeterminada. Las ramas de membrillo y de serba y la arcilla blanca son también en honor de la diosa, ahora invocada como Virgen María. La serpiente es el viento mismo. Puesto que éste es el único momento del año en que el viento es bien acogido por los mallorquinos, quienes, por ser principalmente arboricultores, temen al siroco como al diablo —dicen que la bolsa del granjero cuelga de la rama de un árbol—, en la isla no se oye el sonido del silbato más que en la estación del xiurell. El labrador canta mientras conduce a su mula y el escolar mientras corre a su casa desde la escuela; para los demás furbis, flabis, flebis: «ruido de silbato, largo llanto». Más información acerca de la Diosa Blanca y el silbido para atraer el viento se encontrará en el capítulo XXIV.
«Rey Ogiges» es un nombre inventado para explicar por qué a Eleusis se le llamaba Ogigia. No existió realmente un rey llamado Eleusis, palabra que significaba el Advenimiento del Niño Divino. Y el Niño no era realmente un hijo de Ogiges; era hijo de la Reina de la Isla de Ogigia, es decir Calipso. Y Calipso era Daeira, o Afrodita, la Sabia del Mar, el espíritu que se cernía sobre la superficie de las aguas. El hecho es que, como Taliesin y Merlín y Llew Llaw, y probablemente también Moisés[26] en la versión original, Eleusis no tenía padre, sino sólo una madre virgen; su origen fue anterior a la institución de la paternidad. A los griegos patriarcales esto les parecía vergonzoso y en consecuencia le dieron un padre: «Ogiges» o Hermes, pero más generalmente Hermes, a causa de los falos sagrados que se exhibían en el festival, amontonados en la misma útil liknos. El Dioniso de la Vid tampoco tenía padre en un tiempo. Su nacimiento parece haber sido el de un Dioniso anterior, el dios Hongo, pues los griegos creían que los hongos y las setas eran engendrados por el rayo, y no nacían de una semilla como las otras plantas. Cuando los tiranos de Atenas, Corinto y Sición legalizaron el culto de Dioniso en sus ciudades, limitaron las orgías, según parece, reemplazando el vino por setas; así el mito del Dioniso de la Seta se unió al del Dioniso de la Vid, que ahora figuraba como hijo de la tebana Semele y de Zeus, Señor del Rayo. Pero Semele era hermana de Agave, que arrancó la cabeza de su hijo Penteo en un arrebato dionisíaco. Para el culto Gwion tanto el Dioniso de la Vid como el del Cereal eran reconociblemente Cristo, Hijo de Alpha, es decir hijo de la letra A:
El trigo abundante en grano |
y el vino que fluye rojo |
hacen el cuerpo puro de Cristo, |
el hijo de Alpha. |
Según el talmúdico Targum Yerushalmi sobre Génesis, II, 7, Jehová tomó polvo del centro de la tierra y de todas partes de la tierra y lo mezcló con las aguas de todos los mares para crear a Adán. El ángel Miguel recogió el polvo. Como los rabinos judíos preferían alterar en vez de destruir las tradiciones antiguas que parecían perjudicar a su nuevo culto del Jehová trascendente, tal vez postularon una fábula original en la que Michal (no Miguel) de Hebrón, la diosa de la que David tomó su título de rey por medio del casamiento con su sacerdotisa, fue la creadora de Adán. David se casó con Michal en Hebrón, y a Hebrón se le puede llamar el centro de la tierra, por su posición cerca de la unión de dos mares y los tres antiguos continentes. Esta identificación de Michal con Miguel parecería forzada si no fuera porque el nombre de Miguel aparece solamente en los escritos posteriores al exilio y, por consiguiente, no forma parte de la antigua tradición judía, y porque en Un discurso sobre María de Cirilo de Jerusalén, publicado por Budge en sus Miscellaneous Coptic Texts, aparece este pasaje:
En el Evangelio para los Hebreos (un evangelio perdido de los ebionitas, supuestamente el original del de San Mateo) se dice que cuando Cristo quiso venir a la Tierra para vivir entre los hombres, el Buen Padre llamó a una potestad poderosa del Cielo llamada Miguel y puso a Cristo a su cargo. Y la potestad descendió a la Tierra y se llamó María, y Cristo estuvo en su seno siete meses, después de los cuales ella lo dio a luz…
Los místicos ebionitas esenios del siglo I d. de C. creían en un Espíritu Santo femenino; y los miembros de la secta que abrazaron el cristianismo y se convirtieron en los gnósticos clementinos del siglo II hicieron de la Virgen María el recipiente de ese Espíritu Santo, al que llamaban Miguel («El que es como Dios»). Según los clementinos, cuya teoría religiosa se popularizó en una novela titulada Los reconocimientos[27], la identidad de la verdadera religión en todas las épocas depende de una serie de encarnaciones de la Sabiduría de Dios, la primera de las cuales fue Adán y la última Jesús. En este poema de Gwion Adán carece de alma después de su creación hasta que Eva lo anima.
Pero Caleb, según el enigma del Hanes Taliesin, llevó el Espíritu Santo a Hebrón cuando, en la época de Josué, expulsó a los anakim del santuario de Machpelah. Machpelah, cueva oracular excavada en la roca, era el sepulcro de Abrahán, y Caleb fue allí para consultar a su espectro. El redactor sacerdotal del Génesis la describe como el sepulcro también de Sara y Jacob (Génesis XXIII, 19; XXV, 9; L, 13) y en XXXV, 29 da a entender que Isaac fue asimismo enterrado allí. La afirmación acerca de Jacob es contradicha en Génesis L, 11, donde se dice que fue enterrado en Abel-Mizraim. Además, Isaac vivió originalmente en Beer-Lahai-Roi (Génesis, XXIV, 62; XXV, 11), donde probablemente tuvo en un tiempo un santuario oracular, pues Beer-Lahai-Roi significa «el Pozo de la Quijada del Antílope», y si Isaac era un boibalos, o rey antílope, su mandíbula profética —las mandíbulas eran la regla en los santuarios oraculares, donde, al parecer, se las depositaba habitualmente, juntamente con el cordón umbilical del héroe— daría como es natural su nombre al pozo; en las cercanías había una cueva sagrada que con el tiempo se transformó en una capilla cristiana. Por consiguiente, es probable que ni Isaac ni Jacob ni sus «esposas» estuvieran al principio relacionados con esa cueva. El relato de su compra a Efrón (una «Potestad», como sugiero, del Boibel-Loth) y los hijos de Jet, considerados habitualmente como hititas, aparece en Génesis XXIII. Aunque tardío y muy corregido, este capítulo parece recordar un arreglo amistoso entre los devotos de la diosa Sara, la diosa de la tribu de Isaac, y sus aliados los devotos de la diosa Jet (¿Hathor? ¿Tetis?), dueños del santuario: Sara fue obligada a salir de Beer-Lahai-Roi por otra tribu y fue en busca de un asilo en las cercanías de Hebrón. Como Sara era una diosa risueña y su progenie estaba destinada a ser «como las arenas en la costa del mar», era evidentemente una diosa del mar del tipo de Afrodita.
Todo lo que se necesita para remachar este razonamiento con una lógica poética es recordar que Caleb, en la tradición judía, se casó con alguien que se llamaba Michal, que era representante de la diosa del mar local. Hizo algo mejor: se casó con Miriam[28]. (Según la tradición talmúdica, «no era bella ni estaba bien de salud».) La ecuación que resulta es: Miriam I = Espíritu Santo = Michal = Miguel = Miriam II. A Miguel, por consiguiente, se le consideraba el instrumento elegido para la creación del Primer Adán, y utilizó para ello el polvo y el agua marina de Hebrón; y Jesús era el Segundo Adán; y Miguel, o Miriam («Agua salada del mar»), la Virgen María, fue igualmente el instrumento de su creación.
También se afirmaba que Jesús había cumplido la profecía del Salmo 110:
Ha jurado Jehová y no se arrepentirá: «Tú eres sacerdote eterno según el orden de Melquisedec».
Esto se trata más ampliamente en la Epístola a los Hebreos de San Pablo. Melquisedec (Génesis, XIV, 18-20), el rey sagrado de Salem que acogió a Abrahán en Canaán (Abram o Abrahán era en este sentido una tribu viajera que llegó a Palestina desde Armenia al final del tercer milenio a. de C.) «no tenía padre ni madre». Se considera generalmente que «Salem» significa Jerusalén y es probable que Salem aparezca en el Boibel-Loth como una cortesía hacia Melquisedec, que era sacerdote del Dios Supremo. Pero J. N. Schofield, en su Historical Background to the Bible, observa que hasta el presente los habitantes de Hebrón no han perdonado a David el traslado de su capital a Jerusalén («Santa Salem»), a la que se refieren como «La Nueva Jerusalén», como si Hebrón fuese la auténtica. En el Talmud se registra la existencia de una secta de judíos herética, llamada de los melquisedecianos, que iban con frecuencia a Hebrón para adorar el cuerpo (¿consultar con el espíritu?) de Adán, quien estaba enterrado en la cueva de Machpelah. Si estos melquisedecianos adoraban a Adán, el único otro personaje de la Biblia que no tenía padre ni madre, sin duda identificaban la dignidad real de Melquisedec con la del Adán autóctono. Pues Adán, «el hombre rojo», parece haber sido el héroe oracular original de Machpelah; es probable que Caleb consultara a su espectro y no al de Abrahán, a menos que Adán y Abrahán sean títulos del mismo héroe. Elías Levita, el comentarista hebreo del siglo XV, registra la tradición de que los teraphim que Raquel robó a su padre Labán eran cabezas oraculares momificadas y que la cabeza de Adán estaba entre ellas. Si estaba en lo cierto, la narración del Génesis se refiere a la toma del santuario oracular de Hebrón por los benjamitas de Saúl a sus poseedores los calebitas.
Caleb era un clan edomita, lo que sugiere la identificación de Edom con Adán; son la misma palabra, que significa «rojo». Pero si Adán era realmente Edom, uno esperaría encontrar una tradición según la cual la cabeza de Esaú, el antepasado de los edomitas, fue enterrada también en Hebrón y la da, ciertamente, el Talmud. La complicada explicación que se da allí es que Esaú y sus hijos se oponían a que Jacob fuese enterrado en la cueva de Machpelah basándose en que era una posesión edomita; que José, declarando que había dejado de ser edomita cuando Jacob vendió a Esaú su primogenitura, ordenó que se trajeran de Egipto los documentos pertinentes; que siguió un combate en el que los hijos de Jacob obtuvieron la victoria y Esaú fue decapitado de un golpe por un danita mudo; que el cadáver de Esaú fue conducido por sus hijos para enterrarlo en el monte Seir; y que su cabeza fue enterrada en Hebrón por José.
Se comprende que Melquisedec no tuviera padre, ¿pero por qué no había de tener madre? Tal vez expliquen esto las fábulas de Moisés, Llew Llaw, Rómulo y el cretense Zeus. En todos los casos el niño es separado de su madre tan pronto como nace. Así, en efecto, no tiene madre; habitualmente una cabra, una loba o una cerda lo amamanta y queda a cargo de tutores. Es la etapa de transición del matriarcado al patriarcado. En los misterios eleusinos el Niño Divino era conducido por pastores y no por su madre o por una nodriza.
Las estrofas séptima y octava de Yr Awdill Vraith son las más extrañas de todas:
Dos veces cinco, diez y ocho, |
ella quedó embarazada |
con el peso mixto |
de hombre y mujer, |
Y una vez, sin ocultarlo, |
dio a luz a Abel, |
y a Caín, el solitario |
homicida. |
Supongo que esto significa que Eva dio a luz veintiocho hijos, actuando como su propia partera, luego a Caín y Abel y después… Se ha suprimido una estrofa, la que contenía evidentemente la herejía setiana, conocida evolución de la teoría sincrética clementina, en la que se consideraba a Set como una encarnación anterior de Jesús[29]. Se recordará que Rea figura en el enigma del Hanes Taliesin como la madre del Zeus cretense y de Rómulo. Según la leyenda, parió varios hijos, a todos los cuales devoró su amante Saturno, hasta que finalmente dio a luz a Zeus, quien eludió ese destino y más tarde vengó a sus hermanos castrando a Saturno. Gwion insinúa que Eva, a quien identifica con Rea, dio a luz treinta hijos en total, y luego al Niño Divino Set. Fueron treinta sin duda, porque el «reinado de Saturno» duró treinta días y culminó con la fiesta del solsticio de invierno, que más tarde se convirtió en la Pascua de Navidad. La letra R (Riuben o Rhea o Reu en el Boibel-Lot, y Ruis en el Beth-Luis-Nion) es asignada al último mes del año. Por consiguiente, el reinado de Saturno corresponde al período cristiano de Adviento, que precede al día del nacimiento del Niño Divino. Sir James Frazer da detalles de este período de treinta días en La Rama Dorada cuando se refiere al mártir del siglo IV San Dasio. Los clementinos rechazaban el relato ortodoxo de la Caída por considerarlo despectivo con respecto a la dignidad de Adán y Eva, y Gwion, en su versión, atribuye igualmente toda la culpa de su expulsión a Satán.
Los «doce jóvenes, cuatro de ellos ángeles» (es decir evangelistas), son evidentemente las doce tribus de Israel, cuatro de las cuales —José, Simeón (Simón), Judá (Jude) y Leví (Mateo)— dieron sus nombres a libros del canon primitivo del Nuevo Testamento, y tal vez representan los doce signos del Zodíaco en el sincretismo clementino.
La estrofa:
Salomón obtuvo |
en la torre de Babel |
todas las ciencias |
del territorio de Asia. |
necesita un examen cuidadoso. «La confusión de lenguas después de la caída de Babel» se refería, en opinión de los judíos de Babilonia, a la caída de los famosos ziggorath, «los jardines colgantes» de esa ciudad. Pero los ziggorath, a diferencia de la Torre de Babel, estaban terminados. Es mucho más probable que el mito tenga su origen en la confusión lingüística que causó la conquista indogermana de Biblos, la metrópoli egipcianizada del Pueblo del Mar, a comienzos del segundo milenio a. de C. Sin duda hubo un «balbuceo de lenguas» en Babilonia, pero no lo causó ninguna catástrofe súbita, y los balbucientes por lo menos podían comunicarse entre sí en el idioma asirio oficial. No sé si los habitantes de Biblos habían comenzado o no a construir un templo egipcio gigantesco en un momento en que la ciudad fue tomada por asalto y no pudieron terminarlo, pero si lo hicieron su infortunio sería atribuido naturalmente a los celos divinos por la innovación.
Además, Asia era el nombre de la madre del Atlas y el Prometeo de los «pelasgos» engendrados por Iapeto, quien aparece en el Génesis como Jafet, hijo de Noé; por consiguiente, el «territorio de Asia» de las estrofas 6 y 24 es sinónimo del Mediterráneo oriental, aunque más propiamente significaba el Asia Menor meridional. El rey Salomón, que reinó unos mil años después de la caída original de Biblos —había caído y se había levantado varias veces durante ese tiempo—, bien pudo haber aprendido sus secretos religiosos de Biblos, a la que los judíos llamaban Gebal, pues los habitantes de Biblos le ayudaron a construir el Tempo. Así se dice en I Reyes, V, 18, aunque en la Versión Autorizada se traduce erróneamente «los hombres de Gebal» por «canteros».
Y los canteros de Salomón y los de Hiram cortaban las piedras con los guibalenses y labraban la madera y la cantería para la casa.
«Gebal» significa «cumbre de montaña». La profunda sabiduría de Biblos —de la que se derivan la palabra griega con que se denomina el «libro» y el nombre de la Biblia— es comparada por Ezequiel, el profeta al que, según parece, debían más los esenios, con la de la Tiro de Hiram (Ezequiel, XXVII, 8-9); Tiro era un centro comercial cretense primitivo. Salomón construyó ciertamente su templo en el estilo egeo, y se parecía mucho al de la Gran Diosa de Hierápolis descrito por Luciano en De Dea Syria. Había cerca de Biblos una colonia danaena que databa del siglo XIV a. de C.
Es posible que aunque los calebitas interpretaban «Adán» como la palabra semita Edon («rojo»), el héroe original de Hebrón fuese el danaeno Adamos o Adamas o Adamastos, «el Inconquistable», o «el Inexorable», epíteto homérico de Hades, tomado de su madre la Diosa de la Muerte.