Un alfabeto goidélico, llamado Ogham, era utilizado en Britania e Irlanda unos siglos antes de la introducción del ABC latino. En el Libro de Ballymote irlandés medieval se atribuye su invento a «Ogma-cara-de-Sol hijo de Breas», uno de los dioses primitivos de los goidelos. A Ogma, según Luciano, que escribió en el siglo II, se le representaba como un Hércules veterano, con la clava y la piel de león, conduciendo a numerosos prisioneros con cadenas doradas que conectaban las orejas de éstos con la punta de su lengua. El alfabeto se componía de veinte letras —quince consonantes y cinco vocales— las que, al parecer, correspondían al lenguaje de los sordomudos con los dedos.
Numerosos ejemplos de este alfabeto aparecen en antiguas inscripciones en piedras de Irlanda, la isla de Man, el norte y el sur de Gales y Escocia; y hay una en Silchester, Hampshire, la capital de los atrebatos que intervinieron en la segunda invasión belga de Britania entre la incursión de Julio César y la conquista de Claudio. He aquí dos versiones, la primera tomada de la History of the Welsh People de Brynmor-Jones y Rhys, y la segunda de Secret Languages of Ireland del Dr. Macalister:
Se verá que estos dos alfabetos son «Celta-Q», o goidélicos, porque contienen una Q pero no una P; los goidelos provenientes del Continente se establecieron en el sudeste de Britania doscientos años antes de las invasiones belgas (Celta-P) provenientes de la Galia a comienzos del siglo IV a de C.; y se cree que el lenguaje común de la Britania de la Edad del Bronce era una forma primitiva del goidélico, lo mismo que en Irlanda. El alfabeto Ogham citado en el Oxford English Dictionary (como si fuera el único existente) difiere de los Ogham de Rhys y Macalister porque tiene M.G.Y.Z.R. como su última línea de consonantes: pero la Y es sin duda un error por NY, otro modo de representar la Gn como en Catalogne. En otra versión más, citada en Mythology of the British Isles de Charles Squire, la decimocuarta letra se da como ST y un signo X en lugar de P.
El Dr. Macalister prueba que en Irlanda no se empleaban los Oghams en inscripciones públicas hasta que el druidismo comenzó a decaer; se mantenían en completo secreto y cuando se empleaban para los mensajes escritos entre los druidas, por medio de muescas en trozos de madera, se cifraban habitualmente. Sugiere que las cuatro series, de cinco letras cada una, representaban los dedos utilizados en un lenguaje por señas: para formar cualquiera de las letras del alfabeto sólo se necesitaba extender el número adecuado de dedos de una mano, apuntándolos en una de cuatro direcciones diferentes. Pero éste habría sido un método incómodo de señalar. Un método mucho más rápido, menos evidente y menos fatigoso habría sido considerar la mano izquierda como un teclado, igual al de una máquina de escribir, con las letras marcadas por las puntas, las dos del medio juntas, y las bases de los dedos y el pulgar, y tocar los lugares requeridos con el índice de la mano derecha. Cada letra de la inscripción se compone de muescas, en número de una a cinco, talladas con cincel a lo largo del borde de una piedra cuadrada; hay cuatro diferentes variedades de muescas, lo que hace veinte letras. Supongo que el número de muescas de una letra indicaba el número del dedo, contando de izquierda a derecha, en que se daba la letra en el lenguaje digital, en tanto que la variedad de la muesca indicaba la posición de la letra en el dedo. Había otros métodos para utilizar el alfabeto con propósitos secretos. El Libro de Ballymote se refiere al Cos-ogham («ogham de pierna») en el que el señalador, sentado, empleaba sus dedos para imitar el Ogham de las inscripciones utilizando su tibia como el borde contra el cual se tallaban las muescas. En el Sron-ogham («ogham de nariz») se utilizaba la nariz casi del mismo modo. Estos métodos alternativos eran útiles para señalar a través de una habitación; y el método del teclado para un trabajo más secreto. Gwion se refiere evidentemente al Sron-ogham cuando menciona, entre todas las otras cosas que conoce, «por qué la nariz es acaballada»; la respuesta es «para facilitar la señalización del ogham».
He aquí la forma del alfabeto en las inscripciones tal como lo da Macalister:
Además de estas veinte letras se utilizaban cinco combinaciones de vocales en el lenguaje de sordomudos para representar cinco sonidos ajenos. Éstos eran:
Ea Oi Ia Ui Ae
que representaban respectivamente:
Kb Th P Ph X
En las inscripciones se daban a estas letras grafías esmeradas enteramente diferentes de las otras letras. Kh tenía una cruz de San Andrés; Th, un rombo; P, un enrejado; Ph, una espiral, y X un rastrillo.
Considero que éste era el teclado de los dedos, con las vocales convenientemente agrupadas en el centro:
Julio César dice en sus Comentarios de la Guerra de las Galias que los druidas de la Galia utilizaban «letras griegas» en sus documentos públicos y en la correspondencia privada, pero no ponían por escrito su doctrina sagrada «para que no se vulgarizase, y también para que no se deteriorase la memoria de los doctos». El doctor Macalister indica que el alfabeto Ogham, cuando se completa con las letras extras, se parece bastante a una forma anterior, todavía algo semítica, del alfabeto griego, conocido como el Formello-Cervetri, marcado en dos jarrones, uno de Caere y el otro de Veii en Italia, pertenecientes al siglo V a. de C. Las letras están escritas semíticamente de derecha a izquierda y comienzan con A.B.G.D.E. Supone que las «letras griegas» empleadas por los druidas eran este alfabeto de veintiséis letras, cuatro más que las del griego clásico, aunque descartaban una como innecesaria; y yo creo que ha probado su tesis.
¿Pero inventaron los druidas su lenguaje digital antes de aprender este alfabeto griego? El Dr. Macalister cree que no, y yo estaría de acuerdo con él si no fuera por dos consideraciones principales: 1) El orden de las letras en el Ogham es completamente diferente del que siguen en el alfabeto griego; se podía esperar que los druidas siguieran atentamente el orden original si ésta era su primera experiencia de la grafía alfabética. 2) Si las cinco letras ajenas eran una parte original del alfabeto Ogham, ¿por qué no formaban un todo con las demás en su forma inscrita? Habría sido sencillo asignarles muescas del siguiente modo:
¿Y por qué en el alfabeto digital no se las indicaba con la combinación de consonantes más aproximadamente equivalente —CH por Kh, CS por X, etcétera— en vez de expresarlas alusivamente con combinaciones de vocales?
Que las combinaciones de vocales son alusivas se comprende fácilmente examinando el diagrama de los dedos que se da más arriba. Para expresar el sonido Kh de la letra griega chi los druidas empleaban la combinación latina de C y H, pero lo expresaban alusivamente como Ea, por referencia al cuarto dedo, el dedo E, en el que se da la letra C y al pulgar, el dedo A, en el que aparece la letra H. Igualmente para X, pronunciada «CS», empleaban el dedo E, en el que aparecen ambas, C y S, pero introducían esto con el dedo A en el que aparece la H; la H era una letra muda y meramente auxiliar en los idiomas célticos, y aquí se la utiliza solamente para formar una combinación de las dos vocales A y E. Th se escribe Oi y Ph se escribe Ui porque Th es una variedad aguda de D (como theos en griego equivale al latino deus, «dios»), y porque Ph es una variedad aguda de F (como phegos en griego equivale al latino fagus, «haya»). D aparece en el dedo O y F en el dedo U; por tanto, para diferenciar Th de D y Ph de F se hace la combinación con la vocal O en un caso y con la U en el otro; en irlandés la se utiliza como una indicación de la agudeza del sonido. Finalmente, la P se escribe Ia, porque B se pronunciaba originalmente P en los idiomas célticos (el galés sigue confundiendo habitualmente los dos sonidos), y aparece en el dedo A; la I indica que P se distingue de B en los idiomas extranjeros.
Saco la conclusión de que las veinte letras del alfabeto Ogham existían mucho antes que el alfabeto Formello-Cervetri fuese llevado a Italia desde Grecia y de que los druidas galos les agregaron las cinco letras ajenas con un desdén que equivalía virtualmente a negarles toda participación en el sistema. Lo que complica el caso es que la antigua palabra irlandesa para denominar al alfabeto es «Beth-Luis-Nion», lo que indica que el orden de las letras en el alfabeto Ogham era originalmente B.L.N., aunque se convirtió en B.L.F. antes que se levantase la prohibición de las inscripciones. Además, según la tradición irlandesa aceptada, el alfabeto tenía su origen en Grecia, y no en Fenicia, y fue llevado a Irlanda por España y no por la Galia. Spencer registra esto en su View of the Present State of Ireland (1596): «Parece que las recibieron (las letras) de la nación que salió de España».
Los nombres de las letras del alfabeto B.L.F. los da Roderick O’Flaherty en su Ogygia del siglo XVII, basándose en la autoridad de Duald Mac Firbis, un bardo de la familia de los O’Brien que tenía acceso a los viejos archivos, como sigue:
B | BOIBEL | M | MOIRIA |
L | LOTH | G | GATH |
F(V) | FORANN | Ng | NGOIMAR |
N | NEIAGADON | Y | IDRA |
S | SALIA | R | RIUBEN |
H | UIRIA | A | ACAB |
D | DAIBHAITH (DAVID) | O | OSE |
T | TEILMON | U | URA |
C | CAOI | E | ESU |
CC | CAILEP | I | JAICHIM |
Cuando recientemente escribí acerca de este tema al Dr. Macalister, como la mayor autoridad viviente en lo que atañe a los Oghams, contestó que no debía tomar en serio el alfabeto de O’Flaherty: «Me parece que todos ellos son artificios recientes, o más bien pedanterías, de poca más importancia que las afectaciones de Sir Piercie Shafton y sus semejantes». Doy cuenta de esta advertencia con toda imparcialidad, pues mi razonamiento depende del alfabeto de O’Flaherty, y la autoridad del Dr. Macalister es lo bastante grande para que se base en ella quien crea que digo disparates. Pero el tema de este libro comenzó con la suposición de que Gwion ocultaba un secreto alfabético en su poema enigmático. Y las soluciones de los enigmas, si no los he interpretado mal —aunque «Morvran» y «Moiria», «Ne-esthan» y «Neiagadon», «Rhea» y «Riuben» no parecen aparearse muy bien— se aproximan tanto al «Boibel-Loth» que me siento justificado al suponer que O’Flaherty registraba una tradición auténtica que se remontaba por lo menos al siglo XIII y que las respuestas a los enigmas hasta ahora no resueltos se encontrarán en los nombres de las letras del Boibel-Loth todavía no explicados.
Podemos comenzar nuestro procedimiento secundario para descifrar los enigmas de Gwion poniendo Idris en el lugar 14 como equivalente de Idra, y quitando la J a José y Jesús, pues ninguno de estos nombres —como Gwion, docto en hebreo, podía saber— comenzaba originalmente con J; y transponiendo Uriel y Hur, pues el irlandés medieval había perdido hacía mucho tiempo su H aspirada, de modo que Hur y Uria se confundían fácilmente. Por consiguiente, si las respuestas a nuestros enigmas no resueltos han de encontrarse en las letras no utilizadas del Boibel-Loth, esto nos deja con ACAB y JAICHIM, y con cinco enigmas no resueltos:
Yo he estado en el trono del Distribuidor, |
He sido locuaz antes que me dotaran con el habla; |
Yo soy Alpha Tetragrámaton. |
Soy un prodigio cuyo origen es desconocido. |
Estaré en la tierra hasta el Día del juicio. |
«Moiria», el equivalente de «Morvran» en el Boibel-Loth, sugiere «Moreh» o «Moriah», lugares en los que Jehová, en el Génesis, hace un pacto con Abraham y concede a él y su prole un dominio eterno. Otro nombre de Moriah es Monte Sión, y en Isaías, XVIII se menciona al monte de Sión como del Señor de los Ejércitos que «dispersa, distribuye y pisotea». «Moiria» sugiere también la palabra griega moira; parte, lote o distribución. Si «Moriah» es la solución del primero de los cinco enigmas no resueltos, hay que unirlo con «he sido bardo del arpa de Deon de Lochlyn»; y debemos creer que el erudito Gwion interpreta la palabra como significando Mor-Iah, o Mor-Jah, «el dios del mar», pues la palabra «Mor» es la equivalente galesa de la hebrea «Marah» (el mar salado). En realidad identifica a Jah, el dios hebreo, con Bran, que era un dios del cereal así como un dios del aliso. La identificación está justificada. Uno de los primeros dioses adorados en Jerusalén e incluido posteriormente en el culto sintético de Jehová era el dios de la cosecha Tammuz, al que se llevaban anualmente las primicias de los cereales desde Belén («la casa del pan»). Los nativos de Jerusalén todavía lo lloraban en la Fiesta del Pan Ázimo en la época de Isaías, y, según Jerónimo, tenía un bosque sagrado en Belén. Se recordará que el Templo fue construido en la «era de Araunah», que suena misteriosamente como Arawn. Además, el cuervo de Bran estaba igualmente consagrado a Jehová. Todavía más concluyente es la petición de Jehová de que se le consagrara el séptimo día. En el sistema astrológico contemporáneo la semana se dividía entre el Sol, la Luna y los siete planetas, y los sabeos de Harran en la Mesopotamia, que eran de origen egeo, ponían los días bajo el gobierno de siete dioses, en el orden todavía corriente en Europa: Sol, Luna, Nergal (Marte), Nabu (Mercurio), Bel (Júpiter), Beltis (Venus) y Cronos (Saturno). Por consiguiente, a Jehová, el dios cuyo día más santo es el sábado, se le debe identificar con Cronos o Saturno, que es Brant. Debemos creer que Gwion comprendía esto, y también que sabía que Uriel y Uriah son la misma palabra, y que El y Jah son nombres intercambiables del dios hebreo.
El nombre divino de Alpha, escrito con cuatro letras, resulta ser «Acab» en la lista de nombres de letras de O’Flaherty; lo que indica Achab (Ahab) rey de Israel, nombre que tenía también el profeta que aparece en los Hechos de los Apóstoles como «Agabo». Es el nombre «Agabo» el que explica el enigma secundario «he sido locuaz antes que me dotaran con el habla», pues Agabo (quien, según el seudo-Doroteo, era uno de los setenta discípulos) es mencionado dos veces en los Hechos de los Apóstoles. En la primera mención (Hechos, XI) «vaticinó por el Espíritu una grande hambre». Gwion pretende comprender por significó (vaticinó) que Agabo hizo señas, es decir que profetizó con gestos en esa ocasión, en tanto que en Hechos, XXI dijo en voz alta: «Esto dice el Espíritu Santo». Pero Achab no es un nombre divino; en hebreo significa solamente «hermano del padre». Sin embargo, Acab significa en hebreo «cigarra», y la cigarra de oro era entre los griegos del Asia Menor un símbolo divino de Apolo, el dios Sol[20]. Gwion, en otro de los poemas del romance, titulado Divregtvawd Taliesin, llama a Jesús «hijo de Alpha». Como Acab es en este alfabeto el equivalente de Alpha en el griego, eso es hacer a Jesús hijo de Acab; y como Jesús era el Hijo de Dios, es hacer a Acab sinónimo de Dios.
En lo que respecta a «Jaichim», o «Jachin», éste era el nombre de uno de los dos pilares misteriosos del Templo de Salomón, y el otro era «Boaz». (Los rabinos enseñaban que Boaz significaba «en ello fuerza», que Jachim [yikkon] significaba «Él se establecerá», y que representaban respectivamente al Sol y la Luna. Los francmasones parecen haberse apropiado de esta tradición.) Cómo sucedió que Salomón erigiera dos pilares, uno a cada lado de la fachada del Templo, llamados «Boaz» (palabra que, según suponen los eruditos hebreos, tenía en otro tiempo una L en el medio) y «Jachin», es una cuestión que no tiene por qué preocuparnos todavía. En lo único que debemos reparar es en que Jaichim es la última letra de este alfabeto, y en que la I es en la mitología celta la letra de la muerte y se la asocia con el tejo. Por consiguiente, Jaichim es sinónimo de Muerte —Eurípides, en su Heracles furioso, utilizó la misma palabra, iachema, para expresar el silbido mortal de una serpiente—, y cómo vino la Muerte al mundo y qué viene después de la Muerte han sido siempre los grandes temas de las discusiones religiosas y filosóficas. La muerte seguirá siempre en la Tierra, según el dogma cristiano, hasta el Día del juicio.
He aquí, pues, la gran adivinanza de Taliesin, despedazada y juntada de nuevo en forma ordenada, con la solución unida a cada enigma:
Yo era el inspector principal en la construcción de la torre de Nimrod. — Babel.
Yo vi la destrucción de Sodoma y Gomorra. — Lata.
Yo estaba en la Corte dé Dôn antes del nacimiento de Gwydion; mi cabeza estaba en la Colina Blanca del palacio de Cimbelino; y no se sabe si mi cuerpo es carne o pescado. — Vran.
Yo estaba con María Magdalena en el lugar de la Crucifixión del misericordioso Hijo de Dios. — Salomé.
Yo era la bandera llevada delante de Alejandro. — Ne-esthan.
Yo conforté a Moisés en el país de la Divinidad — Hur.
Yo estaba en Canaán cuando mataron a Absalón; estoy alado con el genio del báculo brillante. — David.
Soy el principal jefe de los bardos de Elphin, que estuvo con cepos y grilletes durante un año y un día. Al principio era el pequeño Gwion y obtuve mi inspiración de la caldera de la hechicera Cerridwen. Luego, durante casi nueve meses, estuve en el vientre de Cerridwen. Al final me convertí en Taliesin. Me llamaban «Joannes», y Merlin el Adivino, y Elías, pero finalmente todos los reyes me llamarán Taliesin. Puedo instruir al universo. — Taliesin.
Primeramente estuve con mi Señor en la Esfera Más Alta y luego en su despensa. — Kai.
Conduje al Espíritu Divino a través del Jordán hasta la llanura del Valle de Hebrón — Caleb.
Yo estaba en el Trono del Distribuidor; era trovador de los daneses de Lochlin — Moriah.
Me criaron en el Arca y he sido maestro de todas las inteligencias. — Hu Gadarn.
En otro tiempo estuve en la India y en Asia. Ahora he venido a los restos de Troya. — Gomer.
Me he sentado en una silla incómoda; conozco los nombres de las estrellas desde el norte hasta el sur; mi país original es la tierra de los Querubines, la región de las estrellas de verano. — Idris.
Yo estaba en el firmamento, en la Galaxia, cuando se fundó Roma, y giraba inmóvil entre tres elementos: — Rea.
Yo era locuaz antes que me dotaran con el habla; soy Alpha Tetragrámaton. — Acab.
Yo estaba con mi Rey en el pesebre del Asno — José.
Cuando cayó Lucifer a lo más profundo del Infierno yo era instructor de Enoch y Noé; yo estaba en la grupa del caballo de Enoch y Ellas. Estuve también en Caer Bedion — Uriel.
Padecí hambre con el Hijo de la Virgen; estuve en la Alta Cruz en el país de la Trinidad; estuve tres períodos en el Castillo de Arianrhod, sobre el Castillo de Sidhe. — Jesús.
Soy un prodigio cuyo origen no se conoce. Seguiré hasta el Día del juicio en la faz de la tierra. — Jachin.
Así pues, parece que la solución de la adivinanza es un alfabeto bárdico que se parece mucho al de O’Flaherty, pero con Morvran por Moiria, Ne-esthan por Neiagadon, Rhea por Riuben, Salomé por Salia[21], Gadarn por Gath, Uriel por Uria y Taliesin por Teilmon.
Esto puede parecer un anticlímax. Aparte de probar que el Boibel-Loth es en todo caso tan antiguo como el Libro Rojo de Hergest del siglo XIII en el que aparece el Hanes Taliesin, y no una mera pedantería o artificio de O’Flaherty, ¿qué se ha aprendido?
Pues bien: en la época en que O’Flaherty publicó el alfabeto se había perdido evidentemente el secreto de su significado y parecía no haber motivo alguno para seguir ocultando los nombres de las letras. Es verdad que se había publicado mucho antes en una cartilla bárdica del siglo X. Pero podemos estar seguros de que Gwion, con su Perro, su Corzo y su Avefría, no habría llegado a extremos tan extravagantes al confundir los elementos de su enigma si la solución no hubiera sido algo realmente secreto, algo de una importancia inmensamente mayor que un simple alfabeto. Pero la única esperanza de conseguir algo más en esta cacería consiste en descubrir qué significado tienen las letras del alfabeto aparte de los nombres propios que se les atribuyen en el enigma. ¿Expresan tal vez una fórmula religiosa secreta?
* * *
Después de resolver esta gran adivinanza me doy cuenta de que interpreté mal el enigma: «Yo era el inspector principal de la construcción de la Torre de Nimrod», aunque di la solución exacta. Se refiere a un pasaje de The Hearings of the Scholars donde «la construcción de la Torre de Nimrod» se explica cómo las investigaciones lingüísticas realizadas allí (véase capítulo XIII) por Feniusa Farsa y sus setenta y dos ayudantes. Se dice que la torre fue construida con nueve materiales diferentes:
Arcilla, agua, lana y sangre, |
madera, cal y un rollo de hilo de lino, |
acacia, betún con virtud. |
los nueve materiales de la torre de Nimrod. |
Y estos nueve materiales son explicados poéticamente como:
Nombre, pronombre, (adjetivo), verbo, |
Adverbio, participio, (preposición), |
Conjunción, interjección. |
Se dice que los veinticinco ayudantes más nobles de los setenta y dos que trabajaron en el lenguaje dieron sus nombres a las letras del Ogham. Esos nombres son los siguientes:
BABEL | MURIATH |
LOTH | GOTLI |
FORAIND | GOMERS |
SALIATH | STRU |
NABGADON | RUBEN |
HIRUAD | ACHAB |
DABHID | OISE |
TALAMON | URITH |
CAE | ES SU |
KALIAP | IACHIM |
ETHROCIUS, UIMELICUS, IUDONIUS, AFFRIM, ORDINES
Se observará que la lista está algo bastardeada, con Hiruad (Herodes) en vez de Hur, y Nabgadon (Nabucodonosor) en vez de Ne-esthan. Los últimos cinco nombres representan las «letras ajenas» que faltan en el canon original. El «inspector principal» del enigma no es, como se podía suponer, Feniusa Farsa, ni ninguno de sus dos ayudantes principales, Gadel y Caoith, sino Babel, pues en la misma sección del libro se explica que Babel es la letra B, que el abedul («Birch» en inglés) es su árbol y que «en una varilla de abedul se escribió la primera inscripción en Ogham hecha en Irlanda, o sea siete B, como una advertencia a Lug hijo de Ethliu, a saber “Tu esposa te será arrebatada siete veces al país de las hadas, o a alguna otra parte, a menos que el abedul sea su inspector”». Lug comprendió que las siete B representaban el abedul repetido siete veces, pero para que el mensaje tuviera sentido tuvo que convertir las siete B, representadas por simples muescas, en otras dos letras del mismo tramo, a saber S y F (cuatro muescas y tres muescas), las iniciales de las palabras operativas irlandesas sid y ferand.
Este enigma es una prueba concluyente, si subsiste alguna duda, de que Gwion conocía la ciencia bárdica irlandesa contemporánea.