III. Perro, corzo y ave fría

El relato más completo de la Batalla de los Árboles original, aunque en él no se menciona al avefría, está publicado en la Myvyrian Archaiology. Es éste un ejemplo perfecto de taquigrafía mitográfica y registra lo que parece haber sido el acontecimiento religioso más importante en la Britania precristiana.

«Éstos son los englyns [estrofas epigramáticas] que se cantaban en la Câd Goddeu, o, como la llaman otros, la Batalla de Achren, que se libró a causa de un corzo blanco y un cachorro; y provenían de Annwn (el infierno), y Amathaon ap Don los trajo. Y por consiguiente Amathaon ap Don y Arawn, Rey de Annwm, combatieron. Y en esa batalla había un hombre que a menos que se conociera su nombre no podía ser vencido y había en el otro lado una mujer llamada Achren (“Árboles”) y a menos que su nombre fuese conocido su bando no podía ser vencido. Y Gwydion ap Don adivinó el nombre del hombre, y cantó las dos englyns siguientes:

Cascos seguros tiene mi corcel espoleado;
las altas ramas del aliso están en tu escudo;
te llamas Bran, el de las ramas relucientes.
Cascos seguros tiene mi corcel en la batalla;
las altas ramas del aliso están en tu mano;
eres Bran, por la rama que llevas
Amathaon el Bueno ha vencido.»

La fábula de la adivinación del nombre de Bran es conocida por todos los antropólogos. En la Antigüedad, una vez que se descubría el nombre secreto de un dios, los enemigos de sus seguidores podían utilizarlo para perjudicarlos con su magia. Era una práctica corriente de los romanos el descubrimiento de los nombres secretos de los dioses enemigos para llamarlos a Roma con promesas seductoras, procedimiento al que se denominaba técnicamente elicio. Josefo, en su Contra Apionem, cita el relato de una ceremonia mágica de esta clase realizada en Jerusalén en el siglo II a. de C. a instancias del rey Alejandro Janeo el Macabeo; el dios llamado era el edomita dios-Asno de Dora, lugar cercano a Hebrón. Tito Livio (v. 21) da la fórmula utilizada para llamar a la Juno de Veii a Roma, y Diodoro Sículo (XVII, 41) dice que los tirios solían encadenar sus estatuas como medida de precaución. Como es natural, los romanos, lo mismo que los judíos, ocultaban el nombre secreto de su dios guardián con un cuidado extraordinario; sin embargo, un tal Quinto Valerio Sorano, sabino, fue condenado a muerte en los últimos tiempos de la República por haberlo divulgado irresponsablemente. Las tribus de Amathaon y Gwydion en la Câd Goddeu estaban tan decididas a mantener el secreto de Achren —probablemente los árboles, o letras, que formaban el nombre secreto de su dios— como a descubrir el de sus adversarios. El tema de este mito, en consecuencia, es una batalla por el dominio religioso entre los ejércitos de Don, el pueblo que aparece en la leyenda irlandesa como los Tuatha dé Danaan, «la gente del Dios cuya madre es Danu», y los ejércitos de Arawn («Elocuencia»), el rey de Annwfn, o Annwm, que era el averno británico o la necrópolis nacional. En el Romance de Pwyll, Príncipe de Dyved Arawn aparece como un cazador en un gran caballo pálido persiguiendo a un ciervo con la ayuda de una jauría de perros blancos con orejas rojas, los sabuesos del Infierno muy conocidos en el folklore irlandés, galés, montañés de Escocia y británico.

Los Tuatha dé Danaan eran una confederación de tribus en la que la dignidad real se adquiría por sucesión matrilineal; algunas de esas tribus invadieron Irlanda desde Britania a mediados de la Edad de Bronce. La diosa Danu fue masculinizada andando el tiempo con el nombre de Dôn, o Donnus, y considerada como el antepasado epónimo de la confederación. Pero en el primitivo Romance de Math el Hijo de Mathonwy aparece como hermana del rey Math de Gwynedd, y Gwydion y Amathaon son reconocidos como sus hijos, es decir, como dioses tribales de la confederación danaena. Según una tradición irlandesa, arqueológicamente admisible, que aparece en el Libro de las Invasiones, los Tuatha dé Danaan habían sido empujados hacia el norte desde Grecia como consecuencia de una invasión desde Siria y finalmente llegaron por Dinamarca a Irlanda, a la que dieron su propio nombre («El Reino de los Danaenos»), y a la Britania Septentrional. Su llegada a Britania está fechada en 1472 a. de C., para quien le pueda interesar el dato. La invasión siria de Grecia que les obligó a trasladarse al norte es tal vez la que insinúa Herodoto en el primer párrafo de su Historia: la toma por los «fenicios» del santuario danaeno de la Diosa Blanca lo en Argos, la capital religiosa, entonces, del Peloponeso; los cretenses la habían colonizado alrededor del año 1750 a. de C. Herodoto no fecha el acontecimiento excepto haciéndolo suceder con anterioridad a la expedición del Argos a la Cólquida, que los griegos fechaban en 1225 a. de C. y con anterioridad a que «Europa» fuera de Fenicia a Creta, emigración tribal que probablemente se realizó algunos siglos antes, con anterioridad al saqueo de Cnossos, ocurrido en 1400 a. de C. En el Libro de las Invasiones hay una relación, confirmada en la Ecclesiastical History de Bede, de otra invasión de Irlanda, que se realizó doscientos años después de la llegada de los Tuatha dé Danaan. Esta gente, que navegó hacia el oeste desde Tracia por el Mediterráneo y luego por el Atlántico, desembarcó en la Bahía de Wexfor, donde encontró la oposición de los danaenos, pero se les convenció para que siguieran hasta la Britania Septentrional, a la que luego llamaron Albany. Los llamaban pictos u hombres tatuados, y tenían las mismas extrañas costumbres sociales —exogamia, totemismo, coito público, canibalismo, tatuaje y la participación de las mujeres en la batalla— que estaban generalizadas en Tesalia antes de la llegada de los aqueos, y, en los tiempos clásicos, entre las tribus primitivas de la costa meridional del Mar Negro, el golfo de Sirté en Libia, Mallorca (poblada por los libios en la Edad de Bronce) y el noroeste de Galicia. Sus descendientes todavía conservaban su idioma no céltico en la época de Bede.

Se dice que Amathaon o Amaethon tomó su nombre de la palabra galesa amaeth, labrador, pero puede ser al revés: que los labradores estuvieran bajo el patrocinio del dios Amathaon. Tal vez la tribu tuviera originalmente como matrona a Amathaounta, diosa muy conocida del Mar Egeo; otra tribu del mismo nombre, cuyo héroe ancestral era Hércules, emigró de Creta a Amatonte, lugar de Chipre, hacia el final del segundo milenio a. de C. Se atribuye a Amathaon haber enseñado a Gwydion la hechicería, por la que se hizo luego famoso; y esto indica que Gwydion era un recién llegado a Britania, tal vez un dios de las tribus belgas que invadieron Britania hacia el año 400 a. de C., y a quien se le dio el título honorario de hijo de Danu algunos siglos después de la invasión danaena. Amathaon era sobrino materno de Math Hen («El Viejo Math»), alias Math el hijo de Mathonwy. «Math» significa «tesoro»; pero como a Math se le atribuye también haber enseñado a Gwydion su magia, «Math hijo de Mathonwy» puede ser una versión truncada de «Amathus hijo de Amathaounta». Parte de la tribu parece haber emigrado a Siria, donde fundó la ciudad de Amathus (Amatonte) en el Orontes, y otra parte a Palestina, donde fundó Amathus en el ángulo que forman el Jordán y el Jabbok. En la lista de naciones de Génesis, X, figuran los amateos los últimos entre los hijos de Canaán, juntamente con los jeveos, araqueos, sineos, gergeseos y otras tribus no semitas. Según Crónicas II, XVII, 30, algunos de los amateos fueron instalados como colonia en Sarnaria, donde siguieron añorando a su diosa con el nombre de Ashima.

Gwydion adivinó el nombre de Bran por las ramitas de aliso que tenía en la mano, porque aunque «Bran» y Gwern, la palabra que significa aliso utilizada en el poema, no suenan lo mismo, Gwydion sabía que Bran, que significa «corneja» o «cuervo», significa también «aliso» —en inglés alder y en irlandés fearn, con la «f» pronunciada como «v»— y que el aliso era un árbol sagrado. Al tercero de los cuatro hijos del rey milesio Partholan, gobernante legendario de Irlanda en la Edad del Bronce, se le había llamado Fearn; también existió allí el joven Gwern, rey de Irlanda, hijo de la hermana de Bran, Branwen («Cuervo Blanco»). Varias confirmaciones de la adivinación de Gwydion aparecen en el Romance de Branwen, como se verá más adelante. Pero el nombre formado por los árboles, o sea las letras, alineados en el lado de Amathaon y Gwydion siguió sin ser adivinado.

El culto de Bran también parece haber sido importado del Egeo. Hay notables semejanzas entre él y el héroe pelasgo Esculapio, quien, como el caudillo Coroneo («cuervo» o «corneja») muerto a manos de Hércules, era un rey de la tribu tesaliense de los lapitas que tenían como tótem al cuervo. Esculapio era un cuervo por ambos lados de la familia: su madre era Coronis («corneja»), probablemente un título de la diosa Atenea, a la que se consagraba la corneja. Taciano, el Padre de la Iglesia, en su Alocución a los griegos, sugiere una relación de madre e hijo entre Atenea y Esculapio:

«Después de la decapitación de la Gorgona… Atenea y Esculapio repartieron la sangre entre ellos y mientras él salvaba vidas con ella, Atenea, con la misma sangre, se hizo asesina e instigadora de guerras».

El padre de Esculapio era Apolo, cuyo famoso santuario de Tempe se hallaba en territorio lapita y a quien se consagraba también el cuervo; y a Apolo se le describe como padre de otro Coroneo, rey de Sición en Sicilia. La leyenda de Esculapio es, que, después de una vida dedicada a curar, resucitó a Glauco, hijo del corintio Sísifo, de entre los muertos y fue reducido a cenizas por Zeus en un arrebato de celos; cuando era niño había sido salvado de una hoguera en la que perecieron su madre y su amada Ischys («Fuerza»). Bran fue muerto igualmente por su celoso enemigo Evnissyen, un compañero del rey de Irlanda Matholwch, a quien había dado una caldera mágica para devolver la vida a los soldados muertos; pero en la leyenda galesa es el sobrino y homónimo de Bran, el niño Gwern, quien después de ser coronado rey es arrojado inmediatamente a la hoguera y muere quemado; Bran mismo es herido en el talón por un dardo envenenado —como el miniano Aquiles, el discípulo del centauro Quirón, y Quirón mismo— y luego decapitado; su cabeza sigue cantando y profetizando. (En la leyenda irlandesa Esculapio figura como Midach, muerto después de la segunda Batalla de Moytura por su padre Diancecht, el Apolo de la Curación, que estaba celoso de sus curas.) Esculapio y Bran eran semidioses, tenían numerosos santuarios y ambos eran patronos de la curación y la resurrección. Otra semejanza entre ellos son sus aventuras amorosas: Esculapio se acostó con cincuenta muchachas enamoradas en una sola noche, y Bran hizo algo parecido en la Isla de las Mujeres, una de las ciento cincuenta que había visitado en un famoso viaje. A Esculapio se le representa en el arte griego con un perro a su lado y en la mano un báculo en el que se enroscan serpientes oraculares.

El robo del Perro y del Corzo del Infierno por parte de Amathaon apoya la opinión irlandesa de que los hijos de Danu vinieron de Grecia a mediados del segundo milenio a. de C., pues hay varias leyendas griegas análogas originadas en la Edad del Bronce. Por ejemplo, la de Hércules, el héroe del roble, a quien el rey Euristeo de Micenas, el que le asignaba sus trabajos, ordenó que robara el can Cerbero al Rey del Infierno, y la corza blanca con cascos de bronce en el bosquecillo de la diosa Artemisa en Cerinea, Arcadia. En otra de sus aventuras Hércules arrebató a Herófila, la sacerdotisa de Delfos cuyo padre (según Clemente de Alejandría) era Zeus disfrazado de avefría y cuya madre era Lamia, la diosa Serpiente, el trípode oracular en el cual se hallaba sentada, pero se vio obligado a devolverlo. Entre los temas favoritos del arte griego y etrusco figuran Hércules llevándose el perro y sus forcejeos con el guardián del oráculo lamiano de Delfos por la posesión de la corza y el trípode. Llamar a este guardián Apolo es un error, porque Apolo no era entonces un dios solar, sino un héroe oracular del Infierno. El sentido de estos mitos parece ser que estriba en una tentativa de reemplazar el culto del roble oracular por el del laurel oracular en Delfos y que esa tentativa fracasó, pero que los santuarios de Cerinea en Arcadia y del Cabo Tenaro en Laconia, donde la mayoría de los mitógrafos sitúan la entrada del Infierno visitado por Hércules, fueron tomados. Otros mitógrafos dicen que la entrada se hallaba en la mariandina Aquerusia (ahora Erecli en Anatolia) y que donde la saliva de Cerbero cayó en la tierra brotó el acónito de flor mágica, que es un veneno, un paralizante y un febrífugo; pero este relato se refiere a otro acontecimiento histórico: la toma de un famoso santuario bitinio por parte de los henecianos.

¿Pero por qué el Perro? ¿Por qué el Corzo? ¿Por qué el Avefría?

El perro con que se representa a Esculapio, como el perro Anubis, el compañero del egipcio Thoth, y el que siempre acompañaba a Melkarth, el Hércules fenicio, es un símbolo del Infierno así como de los sacerdotes del perro llamados Enarios que atendían a la Gran Diosa del Mediterráneo Oriental y se entregaban a frenesíes sodomíticos en los días caniculares cuando aparecía la estrella del Perro, Sirio. Pero el significado poético del perro en la leyenda de la Câd Goddeu, como en todas las leyendas análogas, es «Guarda el secreto», el secreto principal del que dependía la soberanía de un rey sagrado. Evidentemente Amathaon había seducido a algún sacerdote de Bran —no pretendo saber si era o no un sacerdocio homosexual— y consiguió de él un secreto que permitió a Gwydion adivinar correctamente el nombre de Bran. Hércules venció al can Cerbero con una torta narcótica que relajó su vigilancia; no consta qué medio utilizó Amathaon.

El avefría, como nos recuerda Cornelio Agripa, el filósofo ocultista de comienzos del siglo XVI, en su Vanidad e inseguridad de las artes y ciencias (traducida al inglés por James Sanford en 1569): «Parece poseer algo regio y lleva una corona». No sé si Agripa se proponía seriamente incluir al avefría entre las aves regias, pero si era así, su mejor autoridad era Levítico XI, 19. Allí se menciona al avefría como un ave impura, es decir prohibida, en la distinguida compañía del águila, el quebrantahuesos, el ibis, el cuclillo, el cisne, el milano, el cuervo, el búho, la lechuza, el barnudo, la cigüeña, la garza y el piadoso pelícano. Que estos tabúes tenían un origen no semítico lo prueba su distribución geográfica: varias de las aves no pertenecen a la zona de calor donde viven los semitas y cada una de ellas estaba consagrada en Grecia o en Italia, o en ambos países, a una deidad importante. A los doctos en los estudios de la Biblia les ha dejado perplejos la «impureza» del avefría —y dudan de si se trata de esa ave o de una abubilla o un erizo—, pero siempre que impureza significa santidad la clave debe buscarse en la historia natural. Los griegos llamaban al avefría polyplagktos, «atrayendo engañosamente», y tenían una frase proverbial, «más suplicante que un avefría», que aplicaban a los mendigos astutos. Cuando era niño aprendí en Gales a respetar al avefría por la manera admirable como disfraza y oculta sus huevos en campo abierto a cualquier transeúnte casual. Al principio me engañaba siempre su angustioso grito piuit, piuit que provenía de la dirección contraria al lugar donde estaban sus huevos, y a veces, cuando se daba cuenta de que yo era un ladrón de nidos, aleteaba por el terreno simulando que tenía un ala rota e invitándome a apoderarme de ella. Pero tan pronto como encontraba un nido podía encontrar otros muchos. El significado poético del avefría es «Disfraza el secreto» y es su discreción extraordinaria la que le da derecho a la santidad. Según el Corán, era el depósito de los secretos del rey Salomón y la más inteligente de la bandada dé aves proféticas que lo acompañaban.

En cuanto al corzo blanco, ¿cuántos reyes en cuántos cuentos de hadas han perseguido a este animal a través de bosques encantados y han sido engañados por él? El significado poético del corzo es «Oculta el secreto». En consecuencia, parece que en el relato de la Câd Goddeu se utilizan elementos de un mito de Hércules, que en la leyenda griega describen cómo los aqueos de Micenas se apoderaron de los santuarios tribales más importantes del Peloponeso pertenecientes a otra tribu griega, probablemente la de los danaenos, para descubrir una toma semejante ocurrida en Britania muchos siglos después. Toda tentativa de fechar este acontecimiento implica un breve resumen de la prehistoria británica. El esquema generalmente aceptado de fechas aproximadas derivadas de las pruebas arqueológicas es el siguiente:

6000 - 3000 A. DE C.

Los cazadores de la edad paleótica, no numerosos, mantenían unos cuantos poblados en lugares diseminados.

3000 - 2500 A. DE C.

Inmigración ocasional y gradual de cazadores de la época del Neolítico que trajeron con ellos hachas de piedra pulimentada y el arte de hacer cacharros toscos.

2500 - 2000 A. DE C.

Tráfico regular a través del Canal de la Mancha e invasión de agricultores dolicocéfalos de la época neolítica que domesticaban animales, explotaban las minas de pedernal en gran escala y hacían alfarería toscamente ornamentada que tenía afinidades con la descubierta en cementerios de las islas bálticas de Bornholm y Aland. Provenían de Libia a través de España y la Francia meridional y septentrional, o a través de España, Portugal y Bretaña; algunos de ellos fueron de Francia al Báltico y luego pasaron a la Inglaterra oriental después de haber establecido contacto comercial con la zona del Mar Negro. Introdujeron los cementerios megalíticos de largos túmulos descubiertos en la zona de París, con inhumación pero con pocos accesorios fúnebres excepto la punta de flecha en forma de hoja, cuya manufactura se remonta a la época, paleolítica; las hojas copiadas son al parecer las del sauce purpúreo y del saúco. A veces se abre una «tronera» en forma de hoja entre dos losas contiguas de la cámara mortuoria, y la hoja copiada es al parecer la del saúco.

2000 - 1500 A. DE C.

Invasión de un pueblo braquicéfalo, con armas de bronce, fabricante de vasos de boca ancha y constructor de calzadas, procedente de España a través de la Francia meridional y del Rin. Inmigración posterior de dolicocéfalos desde el Báltico y el Sudeste de Europa a través del Rin. Introdujeron la cremación y los túmulos redondos, menos ostentosos pero mejor provistos. Persistían las puntas de flecha en forma de hoja, lo mismo que en los cementerios de Francia hasta comienzos de la época imperial, pero el tipo característico era de púas y espigas en la forma de un abeto.

1500 - 600 A. DE C.

Desarrollo ininterrumpido de la cultura de la Edad del Bronce. Tráfico a través del canal sin invasión en gran escala, aunque se encuentran en el sur poblados de visitantes con armas de hierro que datan de alrededor del 800 a. de C. Invasión de la Britania septentrional por los pictos. Pequeñas cuentas azules de loza fina segmentadas manufacturadas en Egipto entre 1380 y 1350 a. de C. fueron importadas en Wiltshire en grandes cantidades. La lengua que hablaban en Britania, con excepción de los pictos y los aborígenes de la época paleolítica, se cree que era el «protocelta».

600 A. DE C.

Invasión de un pueblo goidélico, identificado por su alfarería con impresiones de peine, que emigró de la costa alemana del Báltico, penetró en la Renania, donde adoptó la cultura «Hallstadt» de la Edad del Hierro, y luego invadió Britania, pero se vio obligado a quedarse en los condados del sudeste.

400 A. DE C.

Primera invasión belga de Britania. Cultura «La Tène» de la Edad del Hierro, e invasión, de Irlanda entre 350 y 330 a. de C. Este pueblo era una mezcla de teutones y britones («celta-P») y dominaron la mayor parte del país; eran los antiguos británicos que conocieron los romanos. La cultura druídica de Galia era «La Tène»

50 A. DE C.-45 D. DE C.

Segunda invasión belga. Los principales miembros de la tribu eran los atrebatos que provenían de Artois, y sus poblados son identificados por sus vasijas con bordes de cuentas. Tenían su capital en Calleva Atrebatum (Silchester) en el Hampshire septentrional y su zona de conquista se extendía desde el Surrey occidental hasta el Valle de Trowbridge en Wiltshire, incluyendo la llanura de Salisbury.

Si el tema de la Câd Goddeu se refiere a la toma de la necrópolis nacional en la llanura de Salisbury a sus anteriores poseedores, es muy probable que esto sucediera durante la primera o la segunda invasión belga. Ni la llegada de los hombres que construían túmulos redondos, ni la ocupación goidélica de la Britania del sudeste, ni la conquista claudiana, que fue la última antes de la llegada de los sajones, corresponden al tema. Pero según la medieval Historia de los britones, de Geoffrey de Monmouth, dos hermanos llamados Belino y Brenio lucharon por el dominio de Britania en el siglo IV a. de C.; Brenio fue vencido y obligado a ir al norte del Humber. En general se reconoce a Brenio y Belino como los dioses Bran y Beli; y en las Tríadas galesas se describe a Beli como el padre de Arianrhod («Rueda de Plata»), la hermana de Gwydion y Amathaon. Amathaon; evidentemente, intervino en la Batalla de los Árboles como paladín de su padre Beli, el Supremo Dios de la Luz.

En consecuencia, la Câd Goddeu puede explicarse tal vez como la expulsión de un sacerdocio de la Edad del Bronce, establecido desde hacía largo tiempo, de la necrópolis nacional por parte de una alianza de tribeños agricultores, residentes desde mucho antes en Britania y que adoraban al dios danaeno Bel, Beli, Belo o Belino, con una tribu britónica invasora. Los amathaonianos comunicaron a sus aliados británicos —el profesor Sir John Rhys considera que Gwydion es un dios mixto teutón-celta y lo iguala con Woden— un secreto religioso que permitió a Amathaon usurpar el puesto de Bran, el Dios de la Resurrección, una especie de Esculapio, y a Gwydion usurpar el de Arawn, rey de Annwm, un dios de la adivinación y la profecía y a ambos juntos instituir un nuevo sistema religioso en lugar del viejo. Que fue Gwydion quien usurpó el puesto de Arawn lo indica el mito análogo que aparece en el Romance de Math el hijo de Mathonwy, según el cual Gwydion robó el cerdo sagrado de Pryderi, el rey de Annwm en el Pembrokeshire. Así las altas ramas del aliso de Bran fueron humilladas, y el Perro, el Corzo y el Avefría robados a Arawn fueron instalados como guardianes del nuevo secreto religioso. El motivo que tuvieron los amathaonianos para traicionar a sus parientes y unirse a los invasores extranjeros será tratado en el capítulo VIII.

Parece que la gente de Bran no se retiró, después de su derrota espiritual, sin hacer una resistencia armada, pues según la tradición murieron 71.000 hombres en la lucha librada después de perderse el secreto.

¿Qué secreto era ése? César dice que los celtas galos pretendían descender de «Dis» —es decir de un dios de los muertos análogo al Dis del panteón latino— y también adoraban a dioses análogos a Minerva, Apolo, Marte, Júpiter y Mercurio. Como también dice que los druidas galos fueron a Britania para instruirse en la religión, es evidente que la principal sede del culto de Dis estaba en Britania. La toma de este santuario por una tribu continental fue un acontecimiento trascendental, pues del relato de César se deduce claramente que el «Dis» druídico era un dios sobresaliente superior a Minerva, Apolo, Marte, Mercurio (a los que podemos agregar Venus y Saturno, el dios Cuervo latino, semejante a Esculapio) e inclusive a Júpiter. Y Lucano, contemporáneo de Nerón, en su poema Farsalia dice expresamente que las almas, según los druidas, no descienden al lóbrego Infierno del latino Dis, sino que van a otra parte, y que la muerte «no es sino el momento medio de una larga vida».

El Dis británico, en realidad, no era un mero Plutón, sino un dios universal que se parecía mucho al Jehová de los profetas hebreos. Igualmente, puede alegarse que, como el principal ritual religioso de los druidas «al servicio de Dios Mismo», como dice Plinio, estaba vinculado con el muérdago, «al que llaman panacea en su lenguaje» y «que cae desde el Cielo sobre el roble», el nombre de «Dis» no podía haber sido Bran, pues no existe una conexión mítica o botánica entre el aliso y el muérdago. Es probable, por consiguiente, qué la adivinación del nombre de Bran fuese meramente un indicio para adivinar el del Dios Supremo: Gwydion no se convirtió en Dis, ni tampoco Amathaon, pero los dos juntos desalojaron a Bran (Saturno) y Arawn (Mercurio) en su servicio de Dis, y dieron a su divinidad el nuevo nombre de Beli. Pero si es así, ¿era Dis originalmente Donnus, en realidad Danu?

Sucede que conocemos el nombre escandinavo del caballo de Gwydion, si Gwydion era en verdad Woden, u Odin. Ese nombre era Askr Yggr-drasill, o Ygdrasill, «el fresno que es el caballo de Yggr», siendo Yggr uno de los títulos dé Woden. Ygdrasill era el fresno encantado, consagrado a Woden; cuyas raíces y ramas en la mitología escandinava se extendían por todo el universo. Si Bran hubiera sido lo bastante inteligente en la Câd Goddeu habría pronunciado su primera englyn así:

Cascos seguros tiene mi corcel en la batalla;
lar altas rama del fresno están en tu mano;
eres Woden, por la rama que llevas.

La Batalla de los Árboles terminó, pues, con la victoria del dios del Fresno y sus aliados sobre el dios del Aliso y sus aliados.

La precéltica Annwm, de la que se dice que Gwydion robó el cerdo sagrado del rey Pryderi, y en la cual Arawn reinaba en el Romance de Pwyll, príncipe de Dyred, estaba en los montes Prescelly del condado de Pembroke. Pero es probable que hubiera por lo menos dos Annwm, y que la Batalla de los Árboles se librara en la Annwm de Wiltshire antes que la gente de Gwydion invadiera el sur de Gales. Sería ilógico considerar Stonehenge como el santuario de Bran, porque no es un lugar apropiado para el culto de un dios Aliso. El cerco de Avebury, más antiguo, extenso y grandioso, situado treinta millas al norte en la confluencia del Kennet y un tributario, es el lugar más probable; y está probado, por los restos removidos del foso que lo rodea, que fue utilizado continuamente desde comienzos de la Edad de Bronce hasta la época romana. Todas las pruebas de que se dispone señalan a Stonehenge como la sede de Beli y no de Bran; está trazado como un templo solar en el estilo apolíneo, culto, que contrasta extrañamente con la tosquedad arcaica de Avebury.

Geoffrey dice que Bran y Beli (quien, según afirma, dio su nombre a la Billingsgate) se reconciliaron más tarde y libraron juntos batallas en el Continente. Es posible que tropas provenientes de Britania intervinieran en la afortunada expedición de los galos contra Roma en el año 390 a. de C. El jefe galo era Breno —los reyes celtas tornaban habitualmente el nombre de los dioses de su tribu— y el relato confuso de Geoffrey de las ulteriores guerras continentales emprendidas por Bran y Belin se refiere evidentemente a la invasión de Tracia y Grecia por parte de los galos en el año 279 a. de C., cuando fue saqueada Delfos, y en esa ocasión el jefe supremo de los galos era otro Breno. En todo caso, el aliso siguió siendo un árbol sagrado en Britania durante mucho tiempo después de esta Câd Goddeu; en una época tan posterior como el siglo V d. de C. un rey de Kent se llamaba Gwerngen («hijo del Aliso»). La solución de uno de los enigmas que aparecen en la miscelánea de poemas que llevan el nombre de «Taliesin», titulada Angar Cyvyndawd («Confederación hostil»): «¿Por qué tiene el aliso color purpúreo?», es indudable: «Porque Bran llevaba la púrpura real».

El origen remoto del dios Beli es inseguro, pero si identificamos al Belin o Beli británico con Belos, el padre de Danao (como hace Nennio), podemos identificarlo también con Bel, el dios babilonio de la Tierra, parte de una trinidad masculina, que heredó los títulos de una deidad mesopotámica mucho más antigua, la madre de Danae como opuesta al padre de Danao. Ésta era Belili, la Diosa Blanca sumeria, predecesora de Ishtar, que era una diosa de los árboles así como una diosa de la Luna, una diosa del Amor y una diosa del Infierno. Era hermana y amante de Du’uzu, o Tammuz, el dios del Cereal y de la Granada. De su nombre se deriva la conocida expresión bíblica «hijos de Belial» —los judíos habían alterado característicamente el nombre no semita de Belili por el semita de Befy ya’al («de donde uno no vuelve», es decir, del Infierno)—, que quiere decir «hijos de la Destrucción». La palabra eslava beli que significa «blanco» y la latina bellus que significa «bello» también se relacionan esencialmente con su nombre. Originalmente todos los árboles le pertenecían, y la palabra goidélica bile, «árbol sagrado», la latina medieval billa y billus, «rama, tronco de árbol», y la inglesa billet son todas reminiscencias de su nombre. Sobre todo era una diosa del Sauce y de los pozos y manantiales.

El sauce tenía gran importancia en el culto de Jehová en Jerusalén y al Gran Día de la Fiesta de los Tabernáculos, ceremonia de fuego y agua, se le llamaba el Día de los Sauces. Aunque el aliso y el sauce no se diferencian en el idioma hebreo —pertenecen a la misma familia— la tradición tanaítica, que databa de antes de la destrucción del Templo, prescribía que el sauce de ramas rojas con hojas lanceoladas, es decir el sauce purpúreo, fuese el utilizado en los tirsos de palmera, membrillo y sauce que se llevaban durante la fiesta; si no se podía conseguir, se podía utilizar el sauce de hojas redondas, es decir la sarga o «palmera», pero la variedad con hojas dentadas, es decir el aliso, estaba prohibida, probablemente porque se empleaba en los ritos idólatras en honor de Astarté y de su hijo el dios del Fuego. Aunque el uso del tirso era obligatorio, pues los israelitas lo habían tomado juntamente con las ceremonias del Tabernáculo cananeas e incorporado a la Ley Mosaica, los judíos más inteligentes desconfiaban del sauce en tiempos posteriores. Según una Hagadah, el sauce en el tirso simbolizaba a los «inferiores e ignorantes de Israel que no poseen rectitud ni conocimientos, como el sauce no posee sabor ni olor»; en realidad, hasta a los indiferentes los podía proveer Jehová.

Con su triunfal desalojo de la reina Belili, Bel se convirtió en el Señor Supremo del Universo, padre del dios del Sol y del dios de la Luna, y pretendió ser el Creador, pretensión que alegó posteriormente el advenedizo dios babilonio Marduk. Bel y Marduk fueron identificados finalmente, y como Marduk había sido un dios del Sol Primaveral y del trueno, Bel se convirtió igualmente en una especie de Zeus Solar antes de su emigración a Europa desde Fenicia.

Parece, pues, que Beli era originalmente un dios del Sauce, hijo adivinador de Belili, pero se convirtió en dios de la Luz, y que en la Britania del siglo IV a. de C., en la Câd Goddeu, su poder era invocado por su hijo Amathaon como un medio de reemplazar a Bran del aliso, cuyo equivalente tal vez había sido reemplazado igualmente en Palestina. Al mismo tiempo el Gwydion del fresno reemplazó a Arawn, otro dios adivinador cuyo árbol no es conocido. De las consecuencias de estos intercambios peculiares de la función divina se tratará en un capítulo posterior.

El autor del Romance de Taliesin conocía evidentemente a Amathaon como «Llew Llaw», un título tiritón de Hércules, pues en Cerdd am Veib Llyr («Canción concerniente a los hijos de Llyr») dice:

Yo estaba en la Câd Goddeu con Llew, y Gwydion,
el que transformó el bosque, la tierra y las plantas.

Complican el caso las ocasionales referencias de los bardos a Beli y el mar, lo que a primera vista indica que es un dios del Mar: las olas son sus caballos, el agua salada es su bebida. Pero probablemente esto le honra como el dios tutelar de Britania, su «isla de miel», como se la llama en una Tríada —ningún dios puede mandar en una isla si no domina las aguas adyacentes—, también con la insinuación de que como dios del Sol «bebe las aguas del Occidente» todas las tardes al ponerse el sol, y de que los caballos blancos son tradicionalmente consagrados al sol.

La última forma en que aparece el famoso conflicto, entre Beli y Bran es la leyenda de los hermanos Balin y Balan en Morte d’Arthur de Malory, que se mataron mutuamente por error. Pero, como señala Charles Squire en su Celtic Myth and Legend, Bran aparece con otros disfraces en el mismo romance embrollado. Como rey Brandegore (Bran de Gower) conduce cinco mil hombres contra el rey Arturo; pero como Sir Brandel o Brandiles (Bran de Gwales) combate valientemente en favor de Arturo. Como rey Ban de Benwyk («el recinto cuadrado», llamado «Caer Pedryvan» en el poema Preiddeu Annwm que será examinado en el capítulo VI) es un aliado extranjero de Arturo; como Leodegrance —en galés Ogyr Vran— es el suegro de Arturo; y como Uther Ben («la cabeza maravillosa»), que es una referencia a la leyenda de la cabeza cantante enterrada en la Tower Hill, es el padre de Arturo. Los trovères franco-normandos y Malory, que recopiló y cotejó sus romances artúricos, no conocían, o no les interesaba, el significado histórico y religioso de los mitos que manejaban. Se sentían en libertad para mejorar la narración de acuerdo con su nuevo Evangelio de caballería tomado de Provenza, violando las antiguas normas míticas y tomándose libertades de todas clases que los cantores ambulantes galeses nunca se habían atrevido a tomarse.

La licencia que reclaman los novelistas y cuentistas modernos para utilizar su imaginación tan libremente como les plazca, impide que los estudiosos de la mitología se den cuenta de que en la Europa del Noroeste, donde no circulaba la novela griega postclásica, los narradores no inventaban sus argumentos y personajes, sino que continuamente volvían a relatar las mismas leyendas tradicionales, y sólo improvisaban cuando les fallaba la memoria. A menos que un cambio religioso o social impusiese una modificación del tema o una modernización del episodio, los oyentes esperaban oír las leyendas relatadas de la manera acostumbrada. Casi todas eran explicaciones de la teoría ritual o religiosa basada en la historia: un medio de instrucción equivalente a las Escrituras hebreas y que tenía muchos elementos en común con ellas.