[1] Historia contada por San Bernardino de Siena en el Sermón XXVII de «De Amore irato», Opera Omnia, Venecia, 1591, p. 9 <<
[2] Santo Tomás de Aquino escribió que «el rico del Evangelio es reprendido porque creía que los bienes exteriores eran principalmente suyos, como si no los hubiera recibido de otro, esto es, de Dios», Summa, op. cit., II, II, qu. 66, art. 1, respl 2. <<
[3] Casi todos los escolásticos citaban los mismos pasajes. Villalobos, por ejemplo, escribió: «Y no obsta contra conclusión lo que dixo Christo: qu. Nisi quis renunciaverit ómnibus qui possidet, non potest meus esse discipulus; porque en el mismo capítulo también dize: si quis venit ad me & y non odit patrem & matrem &c. Y es precepto de lo contrario. Y assi el sentido destos dos lugares, es que se deven dexar estas cosas, quando fuere estorvo para la vida eterna». Summa de la Theologia Moral y Canónica, Barcelona, 1632, p. 140.
Aragón remarcó que las palabras de Cristo no deben tomarse como mandamiento, sino como consejo, y que aquellos que poseen riquezas materiales pueden alcanzar la vida eterna. De Iustitia et Iure, Lyon, 1596, p. 109.
Después de analizar el tema en una forma similar, Báñez estimó que Jesucristo condena el amor distorsionado y desordenado (amore pravo & inordinato). De Iustitia et Iure decisiones, op. cit., p. 131. <<
[4] Miguel Salón, Commentarium in Disputationem de Iustitia Quam Habet D. Tho. Sectione Secundaepartis suae Summa Tbeologicae, Valencia, 1591,p. 389. <<
[5] Juan de Medina tenía ideas muy claras al respecto. Destacaba que para alcanzar la salvación se debe renunciar al afecto de poseer y no al efecto («renunciatione verum quoad affectum, y mentis preparationem, non quoad effectum»). De Contractibus, Salamanca, 1550. Folio 2. <<
[6] Santo Tomás de Aquino cita en su Summa, op. cit., II-II, qu. 66, art. 2, respecto a San Agustín: «San Agustín afirma que son llamados apostólicos aquellos hombres que, con muchísima arrogancia, se atribuyeron esa denominación porque no recibían en su comunidad a los que usaban de sus mujeres y poseían cosas propias, como las posee la Iglesia católica, que también tiene monjes y multitud de clérigos. Mas aquéllos eran herejes, ya que separándose de la Iglesia, creen que no tienen esperanza alguna de salvación los que usan de esas cosas de que ellos se abstienen. Luego es erróneo decir que no es lícito al hombre poseer cosas propias». <<
[7] Lessio, De Iustitia et Iure, Amberes, 1626, p. 41; en el texto latino se lee: «Post peccatum haec dominariorum divisio non solum fuit licita, sed etiam salutaris generi humano. Quod licita fuerit, est certo tenendum. Nam ex mulds Scripturae locis constat, licite aliquid tamquam proprium possideri; contratium est heresis quorumdam, qui vocat sunt Apostolici, ut refert D. Aug. Haeresi 40 y Epiphanius haeresi 61, que asserebant hominem non posse salvari, nisi vineret instar Apostolorum, nudus ab omni divitiarum proprietate». <<
[8] Miguel Salón, Commentariorum, op. cit., p. 389; el texto latino dice: «Haec est de fide, Ita. D. Aug. locis citatis, maxime lib. de haeresibus, cap. 40 ubi illos haereticos Apostólicos hoc nomine vocat haereticos, quia contra fìdem et Ecclesia Catholica y Apostolorum damnarent rerum divisionem, et propia ac privata dominia, quac fideles habent in suas res». <<
[9] Juan de Medina, De Contractibus, op. cit., p. 140; en la cita completa se lee: «Y en el testamento nuevo, aunque los Apóstoles tenían algo, no se los mandó Christo dexar. Y no es esto contrario al derecho natural, por el cual las cosas son comunes, que esto se ha de entender, que no están divididas de derecho natural». <<
[10] Pedro de Aragón, De Iustitia et Iure, op. cit., pp. 110-11, «Hoc supposito dico, quod quanuis simpliciter et per se loqueando, melius sit in communi vivere, quam alio modo: tamen universo generi humano melio est possessio rerum in particulari, propter rationes iam dictas. Unde ad argumentum respondetur concessa maiori, atq: minori negando consequentiam, si loquamur de convenientia respectu totius generis humani». <<
[11] Juan de Medina, De Contractibus, op. cit, p. 2; Aragón, De Iustitia, op. cit., p. 111. <<
[12] «Divitie si affluant, nolite cor apponere», Juan de Medina, op. cit., p. 2. <<
[13] «Benedictio Dei fadt divites», Henrique de Villalobos, Summa, op. cit., p. 140. <<
[14] San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, Ediciones Palabra, 5. A., Madrid, 1980 (primera edición francesa, 1608). <<
[15] Fr. Contarlo Miglioranza, Vida popular de San Bernardino de Siena, Castañeda, Buenos Aires, 1977. <<
[16] Los análisis de De Soto y de la mayoría de los autores escolásticos pueden ser considerados como complementarios de los razonamientos de Santo Tomás. Este último, también desde una perspectiva aristotélica, escribió que había tres razones por las cuales la división de bienes era conveniente para la vida humana: «Primero, porque cada uno es más solícito en la gestión de aquello que con exclusividad le pertenece que en lo que es común a todos o a muchos, pues cada cual, huyendo del trabajo, deja a otro el cuidado de lo que conviene al bien común, como sucede cuando hay muchedumbres de servidores; segundo: porque se administran más ordenadamente las cosas humanas cuando a cada uno incumbe el cuidado de sus propios intereses, mientras que reinaría confusión si cada cual se cuidara de todo indistintamente. Tercero: porque el estado de la paz entre los hombres se conserva mejor si cada uno está contento con lo suyo, por lo cual vemos que, entre aquellos que en común y pro indiviso poseen alguna cosa, más frecuentemente se originan contiendas», Summa, op. cit., II-II, qu. 66, art. 2, C. <<
[17] Domingo de Soto, De Iustitia et Iure, op. cit., libro IV, cuestión III, p. 297. <<
[18] Ibíd. <<
[19] Ibíd. Domingo de Soto está hablando aquí de filósofos como Platón e incluso Aristóteles, que proponían algún tipo de propiedad común. <<
[20] Ibíd. <<
[21] Ibíd. p. 297. <<
[22] Ibíd. <<
[23] Ibíd. <<
[24] Tomás de Mercado, Summa de tratos y contratos, Sevilla, 1571, libro II, cap. II, fols. 18-19. <<
[25] Ibíd. <<
[26] Ibíd. <<
[27] Juan de Mariana, Discurso de las Cosas de la Compañía, en Biblioteca de Autores Españoles, op. cit., vol. 31, p. 604 (la cursiva es mía). <<
[28] Juan de Mariana, «Del Rey y de la Institución Real», op. cit., p. 567. <<
[29] Ibíd. <<
[30] Ibíd, p. 560. <<
[31] Bartolomé de Albornoz, Arte de los contratos, Valencia, 1573, p. 75. <<
[32] Ibíd. <<
[33] Ibíd. <<
[34] Luis de Molina, De Iustitia et Iure, Maguncia, 1614, «De Dominio», col. 100-101. <<
[35] El texto es el siguiente: «Quod arbitror verum esse non solum in statu naturae lapse, sed etiam in statu naturae integrae potuissent namque homines in ilio statu de comuni consensu dividere inter se et appropiare obsque cuiusquam iniure res omnib. A deo concessa non secus ac in statu naturae lapsae iustissimis de causis effectum est». Ibíd. <<
[36] «Immo praeceptum de non furando supponit rerum divisionem. Ergo rerum divisio non est contrarius naturale (alioquin ipso iure esset nulla). Quin potius approbata est in scripturis sacra». Ibíd, p. 102. <<
[37] Francisco de Vitoria, De los Indios. Relección 1. qu. 1, art. 2. En Restituto Sierra Bravo, El pensamiento social y económico de la Escolástica, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1975, tomo II, p. 615. <<
[38] Ibíd., p. 617. <<
[39] Francisco de Vitoria, De Iustitia, ed. Beltrán de Heredia, Madrid. Publicaciones de la Asociación Francisco de Vitoria, 1934, II-II, qu. 66, art. 2, p. 324. <<
[40] Domingo de Soto, De Iustitia, op. cit., libro IV, qu. III. fol. 105. <<
[41] New Catholic Encyclopedia, s. v. «Ius Gentium», por J. C. H. Wu, vol. VII, p. 774. El texto inglés señala que es «The part of a legal system, whether international or national, that is derived from common customs prevailing among different people». El mismo autor amplía sus definiciones al señalar que el ius gentium es ley común positiva, más cercana al espíritu de la ley natural que a cualquier ley civil y que, por esta razón, puede ser descrita como el vehículo del ius naturale. Ibíd. <<
[42] Domingo de Báñez, De Iustitia et Iure decisiones, op. cit., qu. 57, fol. 12. <<
[43] Ibíd. <<
[44] Leonardo Lessio, De Iustitia et Iure, op. cit., cap. 5. <<
[45] Antonio de Escobar y Mendoza, Universae Theologiae Moralis, tomo V, parte I; Iustitia et Iure, Lyon, 1662, cap. III, p. 4. <<
[46] Francisco de Vitoria, De Iustitia, op. cit., p. 325. <<
[47] Tomás de Mercado, Summa, op. cit., fil. 18. <<
[48] Pedro de Ledesma, Summa, Tratado VIII, «Justicia conmutativa», p. 443. <<
[49] «Si inveniatur in loco, qui ad nullum particulare dominium pertineat, totus est inveniris», Miguel Salón, Commentariorum, op. cit., col. 1298. <<
[50] «Punire audaciam ac temeritatem eius qui sine licentia domini voluit laborare, et exercere suam industriam in agro alieno» (penar la audacia y el atrevimiento de aquel que sin licencia del dueño quiere trabajar y ejercer su industria en terreno ajeno). <<
[51] Miguel Salón, Commentariorum, op. cit., col. 1307. <<
[52] Gabriel Antoine, Theologia Moralis Universa, Cracovia, 1774, p. 369. <<
[53] Luis de Molina, De Iustitia et Iure, op. cit., t. 1, dis. 54, col. 242. <<
[54] Domingo de Soto, De Iustitia et Iure, op. cit., lib. IV, qu. 5, fol. 110. <<
[55] Pedro de Ledesma, Summa, Salamanca, 1614, Tratado VIII de «Justicia conmutativa», p. 443. <<
[56] Ibíd., p. 454. <<
[57] Domingo de Soto, De Iustitia et Iure, op. cit., libro V, qu. III, fol. 151. Sin embargo este autor aceptaba un impuesto del 20 por ciento (el quinto metálico) para las explotaciones de mineral. <<
[58] Henrique de Villalobos, Summa, op. cit., p. 126. <<
[59] «Quicquid nascitur in agro privato, etiam absque labore et industria domini, ad ipsum omninum pertinet», Diego Covarrubias y Leiva, Opera Omnia, Salamanca, 1577, cap. 37, p. 274. <<
[60] Ibíd., p. 276. <<
[61] Domingo de Soto, De Iustitia, op. cit., Libro IV, qu. V, fol. 110. <<
[62] «Si ergo per voluntatem constituitur dominus, per eandem potest dominium ab se quodcumque abdicare». Ibíd. <<
[63] Soto también añadía restricciones al uso que los sacerdotes podían hacer de los bienes eclesiásticos. <<
[64] Véase Raymond de Roover, San Bernardino of Siena and Sant’Antonino of Florence: The two great Economic thinkers of the Middle Ages, Kress Library, Cambridge, Mass., 1967, pp. 8-9. <<
[65] Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, op. cit., II-II, qu. 66, art. 7. «Si tamen adeo sit evidens et urgens necessitas, ut manifestum sit instanti necessitati de rebus occurentibus esse subveniendum (puta cum imminet personae periculum et aliter subvenid non potest), tune licite potest aliquis et rebus alienis suae necessitati subvenire, sive manifeste sive occulte sublatis». <<
[66] II-II. qu. 66, ad. 2. «Non habet rationem furti proprie loquando, quia per talem necessitatem efficitur suum id, quod quis accipit ad sustentandam propiam vitam». <<
[67] Diego Covarrubias llegó a conclusiones similares. La necesidad extrema ocurre «quando imminet vitae periculum, cui aliter quam per hanc acceptionem subveniri non potest». Sólo en casos de extrema necesidad uno puede «comedere uvas in vinea alterius» (comer las uvas de las viñas ajenas), Opera Omnia, op. cit. <<
[68] «Ubi contendit dominium & usum res esse distinctas, ac proinde quod fratres Minoris Divis Francisci (ait) habent verum usum rerum, non tarnen dominium: sed dominium illarum rerum, quibus utuntur, residere apud summum Pontificem, etiam usu consumptibilium, ut potabilium. Usus non distinguitur a dominio». En segundo lugar, «usus rerum, quae usu proprio consumptibles sunt, et vero usu extraneo non consumuntur». En tercer lugar «usus proprius in habitu, qui dicitur usus iuris, distinguitur a dominio». Báñez, De Iustitia, op. cit., p. 117. <<
[69] Báñez añadía que es necesario ser muy cuidadoso al definir la necesidad extrema. Según él, si uno se enfrenta con el raro caso de no poder subsistir con las limosnas, siempre le queda a uno el recurso de enrolarse «en el servicio del rey», p. 406. El análisis de este dominico está imbuido de un fuerte respeto por la propiedad privada. <<
[70] Francisco de Vitoria, Comentarios a la II-II de Santo Tomás, Cuestión 66, a. 7, vol. 2, p. 340, textos traducidos de la edición de los mismos a cargo del padre Vicente Beltrán de Heredia, publicado en la Biblioteca de Teólogos Españoles, vol. 3, Salamanca, 1932. <<
[71] Francisco de Vitoria, Sentencias Morales, Selección y prólogo del padre Luis Getino O. P., Ediciones Fe, 1939, Cuestión 66, a. 7; vol. 2, p. 340. Comentarios a la II-II de Santo Tomás, Ibíd. <<
[72] Martín de Azpilcueta, Manual, op. cit., p. 206. <<
[73] Ibíd., p. 207. El jesuita Leonardo Lessio cita a Azpilcueta y comparte su posición: «in extrema necessitate, omnia sunt communia, ut habet receptum axioma, non quod per illam statim transferatur dominium (ut recte probat Navarrus cap. 17, núm. 61), sed quia quoad ius utendi, communia sunt, ita ut licite quius illis», Leonardo Lessio, De Iustitia et Iure, op. cit., dub. XIX, cap. 12, pp. 145-146. <<
[74] Domingo de Soto, De Iustitia et Iure, op. cit., libro IV, cuestión I, p. 283. <<
[75] Lugo elabora un análisis señalando que «la necesidad y la indigencia no hacen al indigente dueño formalmente, sino remotamente y, en ese sentido, hace las cosas comunes, es decir, hace que como las cosas que no son de alguno puede uno ocuparlas justa y válidamente del mismo modo que si no pertenecieran a nadie; por lo demás, mientras no sean ocupadas por él, el dueño no pierde su dominio, sino sólo tiene obligación de caridad y misericordia de dárselas, pero no de justicia», De Istitia et Iure, op. cit., tomo I, disput. 15, lee. 7. <<
[76] Ibíd. <<
[77] Suma Teológica Moral, op. cit., parte 2, tit. 1, cap. 14; vol. 2, col. 224. Traducción de la edición de Verona de 1740, en Restituto Sierra Bravo, El pensamiento social y económico de la escolástica, CSIC, Madrid, 1975., p. 484. <<
[78] Restituto Sierra Bravo, op. cit., pp. 591-592. <<
[79] Christopher Dawson, «St. Boniface» (pp. 1-8), en Saints and Ourselves (ed. Philip Caraman, S. J.), P. J. Kennedy & Sons, Nueva York, s/f, p. 1. <<
[80] Catholic Encyclopedia, Bullfighting, vol. 2., p. 882. <<
[81] Juan de Mariana, «Tratado contra los juegos públicos» en Biblioteca de Autores Españoles, Obras del Padre Juan de Mariana, Ediciones Adas, Madrid, 1950, t. II, p. 452. <<
[82] Ibíd., p. 452. <<
[83] Ibíd., p. 453. <<
[84] Ibíd., p. 456. <<
[85] Juan de Mariana, Obras del Padre Juan de Mariana, en Biblioteca de Autores Españoles, Ediciones Adas, Madrid, 1950, t. II, «Del Rey y de la Institución Real», p. 550. <<
[86] Ibíd. <<