EL MUNDO AL OESTE DEL EDÉN

YILANÈ

Nota del traductor: La siguiente sección ha sido traducida del yilanè, un ejercicio que plantea formidables problemas. Por necesidad, la traducción tiene que ser «libre», y el traductor se disculpa por anticipado de cualquier error o discrepancia que haya podido deslizarse en el texto.

Historia del mundo

Debe señalarse desde el principio mismo de esta historia en particular que difiere de muchas «historias» normalmente populares. Difiere en género, un hecho que la lectora juiciosa deberá tomar siempre en consideración. Desde hace demasiado tiempo la historia yilanè ha sido campo de fabulistas y soñadoras. Aunque la yilanè inteligente se sentirá ofendida ante cualquier obra chapucera o especulación atrevida en cualquier texto sobre física o biología, la misma lectora tolerará cualquier tipo de exceso imaginativo en una obra de historia. Un perfecto ejemplo de ficción que sustenta el hecho es la historia popular de este mundo que describe como hace 65 millones de años[1], todo esto cambió. Un meteoro de diez kilómetros de diámetro impactó contra la Tierra y causó desastrosas alteraciones atmosféricas. Ningún meteoro de ese tamaño golpeó jamás la Tierra. El mundo tal como lo vemos es el mundo tal como siempre ha sido, como siempre será, un mundo eterno. Es necesario, en consecuencia, a la luz de otras obras de esta naturaleza, que definamos el término historia antes de poder continuar.

La historia, tal como es conocida hoy en día, es demasiado a menudo una ciencia muy inexacta, tan inexacta que está formada más por ficciones que por hechos, más por especulaciones que por presentaciones. Esto se debe a los aspectos intrínsecos de la naturaleza yilanè. Nos preocupa poco lo que hemos sido…, pero sabemos exactamente adónde vamos. Nos sentimos felices con los cambios de corta duración, mientras exigimos al mismo tiempo que el futuro sea como el presente, sin cambios y sin posibilidad de cambios. Puesto que esta necesidad de continuidad a largo plazo es esencial a nuestra propia naturaleza, tendemos a sentirnos incómodas con el pasado porque puede haber contenido cambios a largo plazo que consideramos ofensivos. En consecuencia nos referimos vagamente al «huevo del tiempo» y asumimos, haciendo esto, que fue así como nació el mundo, nuevo y completo…, e invariable desde entonces.

Lo cual, por supuesto, es una estupidez. Ha llegado el momento en la historia yilanè de declarar que la historia tal como la hemos conocido no tiene ningún valor. Podríamos referirnos a esta obra actual como la nueva historia, pero nos contenemos puesto que ello ofrece un elemento de credibilidad a la «vieja historia». En consecuencia rechazamos todas las demás obras de historia hasta el presente y declaramos que actualmente sólo hay una historia. Esta.

Al crear esta historia debemos expresar nuestro agradecimiento a las muy pocas yilanè con un cierto interés hacía las ciencias de la geología y la paleontología. Deseamos honrar esas ciencias y declararlas como auténticas, tan auténticas como la física o la química, y no tema de discretas risas como lo han sido hasta ahora. El pasado existió, no importa lo mucho que pueda gustarnos el ignorar ese desagradable hecho. Tenemos la sensación de que es intelectualmente más valeroso admitirlo y aceptarlo, admitir que los yilanè no aparecieron repentinamente cuando el huevo del tiempo se abrió. Esta es la auténtica historia, y es mucho más excitante y satisfactoria que todas las demás.

Permítasenos una ligera disgresión más antes de empezar esta historia. No pretendemos retroceder hasta el principio absoluto y el nacimiento de la vida procariota. Esa historia ha sido desarrollada con mucho mayor detalle en otras obras. Nuestra historia aquí empieza unos 270 millones de años AP (antes del presente), cuando los reptiles estaban ya bien asentados en su papel dominante sobre la Tierra.

Por aquel entonces había cuatro grupos principales de reptiles con dientes alveolares, que han recibido el nombre de tecodontes. Esos primitivos animales estaban equipados para cazar a sus presas en el agua. Nadaban con facilidad moviendo sus robustas y grandes colas. Algunos de esos tecodontes abandonaron el mar y se instalaron en tierra firme, donde su manera de andar demostró ser superior a la de muchas otras criaturas como los proterosuquianos, los antepasados de los actuales cocodrilos. Todas ustedes han podido ver la torpe forma como andan los cocodrilos, con las patas abiertas y el cuerpo en realidad suspendido entre ellas. No lo hacen así los tecodontes, que mantienen todos sus miembros rectos y caminan con un paso firme.

Puesto que la historia de esos días está escrita solamente en las rocas, en los fósiles conservados en ellas, encontramos varias lagunas. Pese a que los detalles que llenan esas lagunas no están presentes, el registro general sigue siendo sorprendentemente claro. Nuestros remotos antepasados eran criaturas llamadas mososauros, reptiles marinos cuya naturaleza les proporcionó un extraordinario éxito. Estaban especializados para su vida marina con una aleta caudal, mientras que sus miembros se habían modificado a aletas impulsoras. Una forma particular de mosasaurio fue el Tylosaurus, un animal grande y hermoso. Grande en el sentido que el Tylosaurus era más largo que seis yilanè. Hermoso en el sentido que se parecía a los yilanè en muchos aspectos. La razón de esto es que era nuestro directo antepasado.

Si situamos una representación del esqueleto de un moderno yilanè al lado del esqueleto de un Tylosaurus, la relación resulta inmediatamente obvia. Los dedos de sus miembros, ocultos por la carne superficial de las aletas revelan cuatro dedos delante y otros cuatro dedos detrás. Actualmente tenemos dos dedos en cada mano y dos pulgares oponibles. La cola es nuestra cola, convenientemente acortada. El parecido es también claro en la caja torácica, un elástico entramado de costillas que va desde la clavícula a la pelvis. Observen estos dos esqueletos similares y verán pasado y presente, lado a lado. Ahí estamos nosotras, desarrolladas y modificadas para morar en tierra firme. Esta es nuestra auténtica historia, no algunas vagas afirmaciones acerca de nuestra aparición del huevo del tiempo. Somos los descendientes de esas nobles criaturas que, hace unos 40 millones de años, se convirtieron en los yilanè.

Los años primitivos

Gran parte de lo que sigue está formado necesariamente por suposiciones. Pero son suposiciones apropiadas que encajan con los hechos de los registros fósiles, no fantasiosos vuelos de la imaginación como los hipotéticos meteoros gigantes. Las pruebas en las rocas están ahí para ser leídas. Nosotras nos limitamos a ensamblar las partes y hacer que encajen entre sí, del mismo modo que una ensambla los trozos del roto cascarón de un huevo.

Si desean encajar ustedes mismas las piezas, entonces consulten los textos geológicos y paleontológicos más importantes. En ellos descubrirán el origen de las especies, la forma en que las especies más primitivas se vieron modificadas para convertirse en las sucesivas, hallarán la historia revelada de las distintas eras glaciales, el fenómeno de la deriva de los continentes, incluso el registro sellado en la roca de que el polo magnético no estuvo siempre en el sur, como está ahora, sino que varió entre el norte y el sur a lo largo de las eras geológicas. Pueden hacer todo esto por ustedes mismas…, o pueden sentirse satisfechas con nuestra abreviada descripción.

Veamos pues el mundo cómo debió ser hace 40 millones de años, cuando los primeros, simples y felices yilanè merodeaban por la Tierra. Era un mundo más húmedo y cálido, con toda la comida que necesitaban al alcance de sus bocas. Entonces como ahora, los yilanè eran carnívoros, y se alimentaban abundantemente de la carne de los animales que llenaban la tierra y el mar. Los jóvenes, entonces como ahora, se reunían en efenburu en el mar y colaboraban entre sí y comían bien. Lo que ocurría cuando emergían a tierra firme no está claro en los registros geológicos, y sólo podemos suponerlo.

Tras aprender la cooperación en el mar, evidentemente los yilanè no la perdían cuando emergían del océano y caminaban sobre tierra firme. Entonces, como ahora, los machos eran seguramente las mismas criaturas simples y benévolas y necesitaban protección. Entonces, como ahora, las playas debían estar guardadas, puesto que los machos eran torpes y perezosos, mientras se desarrollaban los huevos. La comida era abundante, la vida placentera. Seguramente este fue el auténtico huevo del tiempo, no el imaginario, cuando la vida era sencilla y apacible.

En esa primitiva existencia pueden hallarse las semillas de la ciencia yilanè tal como hoy la conocemos. Puede verse en el Muro de Espinos aquí en esta ciudad. Para defender a los machos, fueron atrapados grandes crustáceos que eran blandidos como predadores, puesto que sus pinzas eran una poderosa defensa. Cuanto mayores eran las pinzas más poderosa la defensa, de modo que debieron seleccionarse los más grandes. Al mismo tiempo, debieron elegirse los corales más fuertes y ofensivos para defender las playas por el lado del mar. Los primeros y toscos pasos por el camino de la avanzada ciencia biológica que hoy conocemos debieron darse entonces.

Pero esta simple existencia estaba condenada a terminar. A medida que el éxito de los yilanè aumentó y se hicieron más fuertes y empezaron a llenar la Tierra, aquella primera ciudad al borde de aquel antiguo mar se vio desbordada. Debió crearse otra ciudad, y otra, y otra. Cuando llegó la amenaza de la escasez de comida, lo más lógico debió ser alzar muros en los campos del interior y criar animales para comida y protegerlos de los predadores.

Haciendo esto, los yilanè demostraron su superioridad ante las formas inferiores de vida. Contemplen el tyrannosaurus, un carnívoro como nosotros. Sin embargo, esos gigantescos y estúpidos animales sólo pueden perseguir con violencia, desgarrar sus presas, desperdiciar la mayor parte de la buena carne que cubre sus carcasas. Nunca piensan en el mañana, no se reúnen en hordas ni almacenan comida. Son destructores carentes de voluntad. Los superiores yilanè son preservadores inteligentes. Para un científico, todas las formas de vida son iguales. Destruir una especie es destruir nuestra propia especie. Nuestro respeto por la vida puede apreciarse en los variados animales que pueblan nuestros campos, especies que hubieran desaparecido hace milenios de no ser por nuestros esfuerzos. Somos constructores, no destructores, preservadores, no consumidores. Resulta obvio, cuando son considerados esos hechos, el porqué somos la especie dominante de este planeta. No se trata de un accidente, es sólo el lógico producto final de las circunstancias.

Fisiología yilanè

A fin de comprender nuestra propia fisiología debemos considerar primero la fisiología de otros animales. Los más sencillos, como la mayoría de los insectos, son poiquilotérmicos. Es decir, se adaptan a su entorno, y la temperatura de su cuerpo es la misma que la temperatura ambiental del aire. Aunque esto es suficiente a pequeña escala, los organismos más complejos requieren una regularización de la temperatura corporal. Esos animales son homeotérmicos, es decir que poseen una temperatura corporal que es relativamente constante y en general independiente de la temperatura del entorno. Los yilanè pertenecen al tipo de animales con sangre caliente y exotérmicos. Todos los animales importantes del mundo son exotérmicos, puesto que esta forma de controlar la temperatura corporal es muy superior a la utilizada por los ustuzou, que deben malgastar constantemente energía a fin de mantener la misma temperatura corporal en todo momento.

Nosotros formamos uno con nuestro entorno, utilizando las diferencias naturales de la temperatura para mantener la consistencia de nuestra temperatura corporal. Tras una noche fría buscamos el sol; si sentimos demasiado calor nos ponemos frente a una brisa, exponemos menos de nuestros cuerpos al sol, alzamos nuestras crestas o incluso buscamos la sombra. Hacemos esto de una forma tan automática que ya no somos más conscientes de regular nuestra temperatura interna que de respirar.

Hay muchas otras formas en las que nuestra fisiología es superior a la de los endotérmicos ustuzou. No necesitamos esa interminable búsqueda de comida para alimentar nuestras voraces células. Nuestro metabolismo cambia para adaptarse a las circunstancias. Como ejemplo, en los largos viajes por uruketo podemos simplemente frenar nuestros procesos corporales. Entonces el tiempo subjetivo pasa rápidamente, mientras que cada individuo requerirá mucha menos comida.

Un ejemplo más sorprendente aún de superioridad fisiológica, única de los yilanè, es la inseparable relación de nuestro metabolismo a nuestra cultura; somos nuestra ciudad, nuestra ciudad somos nosotros. Uno no puede vivir sin la otra. Esto queda demostrado por el cambio fisiológico irreversible que se produce en los muy raros casos en los que un individuo transgrede la ley, hace algo que es inadmisible para los estándares yilanè. No se necesita ninguna violencia física para penalizar al individuo transgresor. La justicia se halla dentro de su propio cuerpo. La eistaa, la corporeización de la ciudad, nuestra cultura y nuestra ley, sólo tiene que ordenar al individuo transgresor que abandone la ciudad, al tiempo que le priva de la individualidad de su nombre. Rechazado de este modo justo, el individuo errante sufre un irreversible cambio fisiológico que sólo termina con su muerte.

El mecanismo es hormonal, y utiliza la prolactina, que normalmente regula nuestro metabolismo y nuestro comportamiento sexual. Cuando un individuo transgresor se ve enfrentado a su transgresión, su hipotálamo se sobrecarga, y entra en un progresivo estado fisiológico de desequilibrio. En nuestros antepasados esto fue un factor de supervivencia que daba como resultado la hibernación. En nuestro actual estado evolucionado, sin embargo, la reacción es inevitablemente fatal.

Dieta

Se ha dicho que si examinas la boca de un animal descubrirás qué come. La dentición refleja la dieta. Un nenitesk tiene molares de corona plana y cuadrada para triturar las inmensas cantidades de materia vegetal que debe comer, mientras que sus incisivos tienen un filo cortante para arrancar y cortar su comida. Las regulares y atractivas hileras de dientes en forma de cono de nuestras mandíbulas denotan nuestra saludable dieta carnívora a base de pescado. El grosor y fuerza de nuestras mandíbulas indica que los moluscos jugaron en su tiempo un papel importante en la dieta de nuestros antepasados, porque podíamos —y todavía podemos— romper los cascarones de esos sabrosos animales con nuestros dientes.

Reproducción

Hay algunas cosas de las que las yilanè no hablan, y esto es correcto y adecuado en una sociedad bien ordenada. Cuando somos jóvenes la vida en el mar es un interminable placer. Este placer continúa mientras somos fargi; nuestros simples pensamientos no se ven lastrados con temas demasiado complejos de entender.

Como yilanè no sólo podemos considerar y discutir cualquier asunto, sino que debemos hacerlo si queremos comprender el mundo en el que vivimos. El ciclo de la vida de los yilanè es perfecto en su simetría e iniciamos nuestra observación de este ciclo de la vida apenas empieza, cuando el joven emerge de la protección del padre y entra en el mar.

Este es el principio de la vida consciente. A lo largo de todas las primeras actividades hay reflejos innatos —respirar, nadar, reunirse en grupos—, mientras la inteligencia empieza ya a desarrollarse. Se inicia la comunicación, la observación, la meditación y la conclusión. Los miembros de los efenburu jóvenes aprenden observando a los más mayores.

Aquí es donde empieza el lenguaje. Hay dos escuelas principales de pensamiento acerca del origen del lenguaje, entre aquellas que se han dedicado a estudiarlo. Dejando a un lado los argumentos detallados, y explicándolo de una forma popular, podemos llamarlas la teoría del nada-nada y la del zumba-zumba. La teoría del nada-nada postula que nuestros primeros intentos de comunicación fueron suscitados por la imitación de los demás animales del mar: a raíz de ello un movimiento de la mano y brazo imitando el movimiento natatorio de un pez indica la idea de un pez. Por otro lado, los que apoyan la teoría del zumba-zumba dicen que el sonido vino primero, y que lo que se imitó fueron los sonidos que emiten los peces. No podemos saber, y puede que jamás lleguemos a saberlo, cuál de esas dos teorías es cierta. Pero podemos y hemos observado a las jóvenes aprender a comunicarse en mar abierto.

Los elementos que utilizan son todos aquellos que utilizarán más tarde, pero simplificados en alto grado. Movimientos básicos de los miembros, indicaciones de color con las palmas, simples agrupaciones de sonidos. Eso es suficiente para unir a los miembros de cada efenburu, edificar los fuertes lazos que permanecerán durante toda la vida, enseñar la importancia de la ayuda y la cooperación mutuas.

Sólo cuando emergen del mar descubren las fargi que el mundo puede ser un lugar difícil. Podemos especular que en tiempos lejanos, cuando nuestra raza era joven, la competencia no era tan severa. Sólo cuando la comunicación en una sociedad avanzada adquirió una gran importancia empezaron a sufrir los individuos.

Es ley de la naturaleza que los débiles caigan por el camino. El pez lento es devorado por el pez rápido y no procrea. El pez más rápido sobrevive para traspasar sus genes de velocidad. Así ocurre con los yilanè, porque muchas de las fargi nunca aprenden a hablar lo suficientemente bien como para unirse a las felices relaciones de la ciudad. Son alimentadas, porque ningún yilanè niega la comida a otro. Pero se sienten inseguras, no deseadas, carentes de confianza en sí mismas mientras observan a las demás miembros de su efenburu aprender a hablar correctamente para unirse a la ajetreada vida de la ciudad. Desesperanzadas, pescan su propia comida en el mar, se alejan y no vuelven a ser vistas. Podemos sentir piedad por ellas, pero no podemos ayudarlas. Es una ley de la naturaleza que el débil caiga por el camino.

No es necesario decir que este camino de autorrechazo es exclusivamente femenino. Como todas sabemos, los machos son buscados y mimados desde el momento mismo en que emergen del océano. ¡Condenada estaría la cultura que permitiera que perecieran esas simples, dulces y no pensantes criaturas! Empapados aún por el agua del océano, son llevados al hanale, para que lleven la vida de comodidad y ocio que les corresponde. Alimentados y protegidos, viven felizmente, sin más previsión que el día en que puedan realizar el servicio definitivo de perpetuar su raza.

ADVERTENCIA

Lo que sigue puede resultar demasiado explícito para ser absorbido por algunas. Los detalles pueden ofender a aquellas cuya sensibilidad sea demasiado delicada. Puesto que las autoras de este estudio sólo desean transmitir información, cualquiera que crea que puede sentirse incómoda con material de este tipo deberá leer solamente el siguiente párrafo, luego pasar directamente a la sección titulada Ciencia yilanè.

Hay un proceso dentro de la reproducción por el cual una pequeña porción de tejido masculino, llamado esperma, se une con una pequeña porción del tejido femenino, llamado óvulo. Este óvulo se convierte en un huevo, y el macho conserva este huevo en un saco especial. Mientras conserva el huevo manteniéndolo caliente y seguro, el macho se pone muy gordo y feliz y soñoliento. Un día el huevo se abre, y un encantador joven entra en el mar, y el ciclo continúa.

Algunos detalles de naturaleza posiblemente ofensiva.

La unión del esperma y el óvulo tiene lugar durante un proceso que recibe el nombre técnico de copulación. A continuación se ofrece una descripción de este acontecimiento.

Un macho es conducido hasta un estado de excitación por la estimulación de una hembra. Cuando esto ocurre uno o los dos órganos reproductores del macho se hincha y emerge del saco del pene en la base de la cola. Tan pronto como esto ocurre la hembra monta al macho y recibe el penis en su abertura cloacal. En este punto la estimulación mutua que no es necesario describir, hace que el macho expulse una gran cantidad de esperma. Estos organismos especializados encuentran los óvulos dentro del cuerpo de la hembra y se unen a él para producir huevos fertilizados.

Con el esperma se libera también una prostaglandina que produce una reacción dentro del cuerpo de la hembra que produce rigidez en los miembros, entre otras cosas, lo cual prolonga la unión sexual durante un largo tiempo, una buena porción del día. (La copulación sin producción de la hormona es denominada técnicamente una perversión y no será discutida aquí). Durante este período los huevos fertilizados se desarrollan y crecen rápidamente, hasta que son extrudados a la bolsa del macho.

La parte de la hembra termina aquí, cumplido ya su vital papel y la responsabilidad de la continuación de la raza yilanè depende ahora del macho. Los huevos fertilizados contienen ahora los genes tanto del macho como de la hembra. Los huevos implantados generan ahora placentas y aumentan de tamaño a medida que absorben su sustento; para que esto ocurra se producen cambios importantes en el cuerpo del macho. Primero está la urgencia de regresar al mar, al cálido mar, y esto se produce dentro del término de dos días, puesto que para la maduración de los huevos es necesario una temperatura estable. Una vez en la playa y en el mar, el macho sufre una serie de cambios fisiológicos, se vuelve más torpe y lento, duerme casi todo el tiempo. Este estado prosigue hasta que los huevos eclosionan y los pequeños nacen y entran en el mar.

Es preciso mencionar, aunque esto no tiene ninguna incidencia en la continuación de nuestra especie, que unos pocos machos mueren cada año en las playas cuando sus cuerpos se resisten al cambio metabólico de vuelta a su condición normal. Pero puesto que esto sólo afecta a los machos, no tiene ninguna importancia.

Así empieza de nuevo el ciclo de la vida yilanè.

Ciencia yilanè

Hay muchas ciencias, y cada una es un sistema de estudio especializado, demasiado detallado para incluirlo en esta breve historia. Aquellas interesadas pueden consultar obras especializadas que tratan de cirugía cromosómica, química, geología, física, astronomía, etc. Obsérvese que aquí sólo trataremos de la ingeniería genética y de las matemáticas.

Como en todo lo demás en la historia yilanè, la auténtica historia de nuestro desarrollo biológico se pierde en las brumas del tiempo. Podemos, sin embargo, efectuar algunas suposiciones lógicas que explican los hechos tal como los conocemos ahora. Con la suficiente paciencia —y el suficiente tiempo—, cualquier problema biológico puede ser resuelto. Puede suponerse que al principio la simple procreación era la única técnica utilizada. A medida que pasaba el tiempo y se desarrollaba un mayor interés hacía cómo tenía lugar realmente la reproducción, debió empezar la investigación de la estructura de los genes. El primer gran avance auténtico debió tener lugar cuando los investigadores consiguieron cristalizar el genoma, lo cual condujo a la estasis evolutiva. Sólo cuando podemos detener la evolución podemos empezar a comprenderla.

En este punto la lectora no informada puede sentirse desconcertada e inclinada a preguntar: ¿cómo puede una detener la evolución y efectuar cambios genéticos? La respuesta no es sencilla, y a fin de responderla debemos empezar por el principio.

Para comprender la ingeniería genética es preciso considerar algunos conocimientos de la estructura biológica de la vida en este planeta. Los organismos existen formando dos grados. Los más simples son los procariotas, normalmente bacterias, algas, virus y elementos semejantes. Las otras formas de vida más grandes y complejas, los eucariotas, serán examinadas dentro de un momento. Echemos primero una mirada a los procariotas.

Todos ellos poseen su material genético como anillos de ADN, o de ARN en algunos virus. Esos pequeños organismos parecen economizar en su material genético puesto que muchas de esas regiones codificadoras se superponen. Poseen secuencias especiales de ADN entre genes por al menos dos finalidades. En primer lugar, el control de la función genética, como la desconexión de la transcripción genética producida por la enzima codificada en operones, y para proporcionar secuencias reconocidas por las enzimas de transcripción o reproducción. En segundo lugar, están las secuencias de ADN que incorporaran el ADN entre ellas en otras tiras de ADN. (Ejemplos de ello pueden hallarse en una bacteria huésped, para un plásmido o un bacteriófago, o una célula eucariota huésped para un virus). Hay bacterias que producen algunas enzimas que en realidad recortan o pegan el ADN reconociendo secuencias específicas que recortar o pegar entre dos nucleótidos. Usando esas enzimas, es posible determinar la secuencia de longitudes enteras de ADN. Esto se consigue digiriéndolas secuencialmente con enzimas que reconocen las distintas secuencias. Luego cada mezcla de las secuencias más cortas resultantes es analizada con otras enzimas.

Este es un proceso largo que requiere millones de ensayos. Pero la paciencia yilanè es infinita, y hemos tenido millones de años para desarrollar el proceso. A fin de reconocer secuencias particulares, son unidos específicamente mensajeros radiactivos de ADN o ARN con complementación de base a lo largo de su longitud. Después, son usadas enzimas especiales para extraer una longitud específica e insertarla en el anillo de ADN de otro organismo.

Esta es la forma como son modificados los anillos de ADN bacterianos. En primer lugar mediante el uso de plásmidos secuencias «sexuales» naturales bacterianas. En segundo lugar mediante fagos, virus que atacan de forma natural a las bacterias. Y en tercer lugar utilizando cósmidos, círculos artificiales de ADN con secuencias especiales de unión, cada uno de los cuales puede ser modelado a la medida para incluir genes nuevos o modificados, de modo que la bacteria modificada pueda fabricar nuevas proteínas.

Así, puede verse que resulta relativamente fácil cambiar la química proteínica de las bacterias, eucariotas simples como las levaduras, y reprogramar otras células eucarióticas de una manera similarmente simple.

Resulta mucho más complicado producir los cambios deseados en los animales eucarióticos más grandes. En ellos, el óvulo en sí se halla programado en el ovario de la madre, donde edifica sobre sí mismo los cimientos del desarrollo del embrión. Sólo tras completar su estructura embrionaria produce cada célula las proteínas que transforman la célula en sí, al igual que otras células cercanas, en un proceso que finalmente da como resultado el organismo juvenil. La forma en que este proceso ha sido dominado y alterado es demasiado complejo para entrar aquí en su exposición detallada. Hay otras facetas de la ciencia yilanè que deben ser tomadas en consideración.

Hay que hablar de las matemáticas, puesto que muchos yilanè han oído hablar de ellas, y puesto que todas las ciencias las emplean, aunque tal vez no lo hayan hecho en otros tiempos. La explicación que sigue, aunque breve, es exacta.

Si desean comprender los números, extiendan sus manos delante de ustedes, con las palmas hacia abajo y los pulgares interiores tocándose. Agiten su pulgar exterior de la derecha. A éste se le llama el número uno Ahora, moviendo un dedo tras otro de derecha a izquierda, el dedo adyacente es el dos, el siguiente el tres, el pulgar interior el cuatro. El pulgar interior de la izquierda es el cinco, los dedos el seis y el siete, y finalmente el pulgar exterior de la izquierda es el diez. Al diez se le llama también base, un término técnico en el que no entraremos aquí. Basta con saber que la numeración empieza de nuevo una vez alcanzada la base, diez y uno, diez y dos, y así hasta dos veces diez. No hay límite al número de múltiplos de diez que se pueden obtener. Por eso los números son tan importantes en las ciencias, donde las cosas deben ser pesadas, medidas, registradas, contadas, etcétera. Las matemáticas en sí son muy simples, sólo un registro de cosas que son más grandes que otras cosas, más pequeñas que otras cosas, iguales o no iguales a otras cosas.

El origen de las matemáticas se pierde en el tiempo.

Aunque los propios matemáticos creen que se eligió la base diez por el hecho de que tenemos diez dedos. Dicen que puede elegirse cualquier número como base, aunque esto parece altamente improbable. Si tomamos por base el dos, entonces el 2 sería el 10, el 3 el 11, luego el 4=100, el 5=101, el 6=111, y así sucesivamente. Muy torpe y poco práctico, y sin ninguna utilidad real. Se ha sugerido incluso que si los ustuzou pudieran contar, una idea singularmente extravagante en cualquier caso, su base 10 sería nuestra base 12. Todos nuestros números cambiarían también; así, los 40 millones de años de la existencia yilanè se reducirían a unos simples 30 millones de años.

Pueden comprobar hasta qué absurdas especulaciones podría llevar esto, así que es mejor que abandonemos esas malsanas teorizaciones.

Cultura yilanè

Hemos tenido que introducir un cierto número de nuevos términos en esta historia y cultura es otro de ellos. Puede definirse como la suma total de la forma en que vivimos y que es transmitida a lo largo de las eras. Podemos suponer que nuestra cultura tuvo un comienzo histórico, aunque no nos resulta posible imaginar cuál pudo ser. Todo lo que podemos hacer es describir nuestra existencia actual.

Cada yilanè posee su ciudad, porque la vida yilanè se resuelve alrededor de la ciudad. Cuando emergemos del mar lo único que podemos hacer es contemplar con mudo asombro la belleza y simetría de nuestra ciudad. Vamos a ella como fargi, y somos aceptadas y alimentadas. Escuchamos y aprendemos de las otras. Observamos y aprendemos. Cuando podemos hablar ofrecemos nuestros servicios y somos tratadas benévolamente. Vemos toda la variada vida de la ciudad y somos atraídas hacía una u otra parte. Algunas de nosotras servimos humildemente y bien con los animales y en los mataderos. Todas las yilanè que lean esto deben recordar que el servicio no se realiza solamente en las ciencias y en los estudios que realizamos; se realiza en el servicio en sí, y todas las yilanè somos iguales en eso.

Del mismo modo que una ciudad está edificada en anillos, con los campos y los animales al exterior, la ciudad viviente sigue con las playas del nacimiento y el ambesed en su corazón, así está edificada también nuestra cultura. El amplio círculo de las fargi es el más externo. Más adentro están las ayudantas y las trabajadoras entrenadas en las distintas especialidades. Estas giran en torno al círculo de las científicas, las supervisoras, las constructoras…, todas ellas en la cima de sus habilidades aprendidas. Estas a su vez miran hacía las líderes de la ciudad, y todas miran a la eistaa, que es la que gobierna. Es lógica, simple, completa, la única cultura posible.

Este es el mundo de los yilanè. Ha sido así desde el huevo del tiempo, y seguirá siendo así eternamente. Donde hay yilanè está la ley yilanè y las reglas yilanè, y todos somos felices.

En los dos polos de nuestro globo hace mucho frío y la incomodidad es grande, y los yilanè tenemos demasiado buen juicio para penetrar en esos lugares. Pero muy recientemente se ha descubierto que hay lugares confortables en este mundo que aún no son yilanè. Nos debemos a nosotras mismas y al mundo llenar esos lugares vacíos. Algunos de esos lugares contienen ustuzou, desagradables ustuzou. En interés de la ciencia debemos examinar esas criaturas. La mayor parte de nuestras lectoras cerrarán ahora este volumen porque no sienten interés hacía tales asuntos. En consecuencia, lo que sigue en la sección que empieza en la página 554 es para aquellos con un interés especializado.

Nota del traductor

Aquí termina la traducción del yilanè. Para una mayor comprensión de los complejos y fascinantes problemas a los que se ha enfrentado el traductor con este poco usual lenguaje, véase por favor la siguiente sección.

El lenguaje yilanè

El lento desarrollo, a lo largo de millones de años, ha creado un rico y complejo lenguaje. De hecho, tan complejo que muchas jamás consiguen dominarlo y nunca llegan a ser yilanè. Este hándicap cultural separa la raza en dos subgrupos, uno de los cuales, privado de la vida en las ciudades, permanece en un estado feral, viviendo en su mayor parte una vida en el mar. Sin procrear, a causa de su inhabilidad para proteger a los torpes machos de los predadores. Su pérdida significa que el acervo genético de la especie se ve alterado lentamente, pero el proceso es glacialmente lento.

Los yilanè hablan en una cadena enlazada de gestalts, en el que cada gestalt contiene entre uno y cuatro conceptos. Cada gestalt posee también un signo de control que es indicado por una estilizada postura corporal o movimiento que tiene alguna relación con el significado general. Esos gestalts son raras veces los mismos debido a que tienen tantas combinaciones posibles, aproximadamente 125 000 000 000.

Cualquier intento de transcribir el yilanè a nuestro idioma presenta formidables problemas. En primer lugar hay que tener en cuenta los signos de control, las estilizadas posiciones corporales. Sigue a continuación una lista incompleta, con estilizados símbolos de transcripción:

t Encorvarse *Estrella Giro Inclinarse Trepar Oscilar Agacharse Caer Estremecerse y Estirarse 4Alzarse Tenderse hacia ¨ Diamante Salto Tenderse hacia2, Acuclillarse, Alzarse Sentarse Yacer Empujar 1 Neutral r Abrazar Nadar L Mover la cola (1) Tomar el sol 1' Sumergirse J Mover la cola (2)

Los sonidos yilanè se aproximan a los humanos, pero para una comprensión básica no es necesario considerar todas las diferencias. Sin embargo, hay cuatro signos extra que indican sonidos particulares de los yilanè. Son ' (parada glotal), ‹ (toc), ! (clic) y (chasqueo de los labios).

La riqueza del lenguaje y la dificultad de la transcripción puede verse en la traducción de la siguiente expresión:

Abandonar el amor del padre Y entrar en el abrazo del mar es el primer dolor de la vida…, la primera alegría son los camaradas que se reúnen contigo allí.

Primero la secuencia básica de gestalts, cada uno con un controlador separado, numerados C1 a C12 para más fácil referencia:

C1 () enge

C2 () han.naté. ihei

C3 () aga pte 2

C4 () embo.[2] ‹kè. [3] Ka‹

C5 () igi. rubu. shei

C6 () kakh.shei. sèsè

C7 () hè. awa. Ihei

C8 () he. Vai‹. ihei

C9 () kakh. shei. Inte

C10 () end. pelei. uu

C11 () asak. Hen

C12 () enge

(1) En este punto el circunambiente es sugerido también por una rotación de la punta de la cola.

(2) El calor es sugerido también por el movimiento de los músculos de la mandíbula como si se fuera a abrir la boca.

(3) Obsérvese que las unidades 4 y 5 se hallan unidas por controladores, 3 y 5 por conceptos opuestos emparejados al principio.

(4) El yilanè hace aquí una pausa y repite gestalts en orden inverso para formar un deliberado equilibrio de quiasmas.

Una traducción literal de esto, con la definición de los signos de control entre paréntesis, sería como sigue:

C1 (Tomar el sol) Amor

C2 (Yacer) Cualidad de macho. Amigo. Sentidos del tacto/olfato/sentir

C3 (Empujar) Partida. Yo

C4 (Caer) Presión. Pegajosidad. Cese

C5 (Caída) Acceso. Ingravidez. Frío

C6 (Nadar) Sal. Frío. Movimiento

C7 (Inclinarse) Numeral 1. Dolor Sentidos del tacto/olfato/sentir//

C8 (Estrella) Numeral 1. Alegría. Sentidos del tacto/olfato/sentir

C9 (Nadar) Sal. Frío. Caza

C10 (Estirarse) Visión. Descubrimiento. Incremento

C11 (Nadar) Playa. Macho/Hembra

C12 (Tenderse hacia) Amor.

Una transcripción amplia de esto sería:

Enge hantehei, ate embobeka iirubushei kaksheise, heawahei; hevai'ihei, kaksheinte, enpeleiuu asahen enge.

Una traducción precisa a nuestra lengua tendría que ser en verso, pero prescindiendo de eso, una traducción aproximada es:

El amor de tu padre, ser expelido de él y entrar en el frío y no amante mar, este es el primer dolor de la vida: la primera alegría de la vida (en ese frío terreno de caza) es acudir junto a tus amigos y sentir su amor cerrarse a tu alrededor.

Las diferencias básicas entre el lenguaje humano y el yilanè son tan grandes que resultan casi insuperables para alguien que intente aprender el yilanè. Los seres humanos, hablando entre sí en distintos idiomas, empiezan tomando cosas y dándoles un nombre. Roca… madera… hoja. Tras comprender eso pasan a las acciones. «Arrojar la roca, tomar la hoja».

Eso simplemente no puede ocurrir con el yilanè. No nombran cosas, sino que las describen. En vez del nombre «silla», dirán «pequeña madera para sentarse encima». Allá donde nosotros usamos una simple palabra «puerta», el yilanè posee distintas construcciones. «Entrada a un lugar cálido». Desde el otro lado puede ser «Salida a un lugar frío».

Esos son conceptos que Ysel jamás comprendió. (Ver página 123). Memorizó unas cuantas palabras que arrojaron alguna ligera idea del uso de los controladores. Cuando Vaintè intenta hablar con ella, el intercambio es:

Vaintè dice: () esekapen () vidshepen (y) vileibesat (y) efenduuruu () vilsatuu (*) vilsatefen

Que puede traducirse como: (Estrella) importante demanda (Joroba) esta que habla pide (Estirarse) igual dificultad habla (Estirarse) incremento continuación vida (Joroba) incremento igualdad habla (Estrella) igualdad habla vida.

En interpretación: ¡Personalmente lo pido con la máxima urgencia! Habla, por favor, tan bien como una de las yileibe. De esta forma seguirás viviendo y creciendo. Hablar significa crecer…, ¡por favor! Hablar significa vivir… ¡comprende! Lo más que puede hacer Ysel es decir: «Has leibe ene uu».

Ella cree estar diciendo: «Encuentro difícil hablar, por favor». Lo que dice sin embargo, fatalmente para ella, es más bien algo así como: «Hembra-edadentropía-flexibilidad-incremento». Los errores que ha cometido son:

(1) has no significa "yo", sino "hembra". La confusión la causó el que Enge se señaló a sí misma cuando lo dijo

(2) leibe significa realmente "difícil"…, si se dice con un controlador que implique algún grado de constricción, por ejemplo "Encorvarse", "Agacharse" o "Acuclillarse". Sin esto, el significado se inclina hacia edad, que es el proceso de algo deteriorándose, no sólo yilanè.

(3) ènè no significa en absoluto hablar, sino que indica flexibilidad, puesto que el yilanè asocia muy a menudo esas ideas.

(4) uu es una terminación muy común usada por Enge en sus lecciones para dar ánimos. Pero significa conceptos como "crecimiento, adelante, inténtalo". No significa por favor.

Puesto que Ysel no tiene cola no puede hacer correctamente el gesto de inclinarse. Además, comete el fatal error de imitar la última postura de Vaintè, la Estrella, la de dominio amenazador. Así, Vaintè piensa que Ysel está diciendo algo así como: «La vieja hembra crece mañosa», o posiblemente incluso: «Crecer hábil acumula años sobre las hembras». Esto es una estupidez, y Vaintè pierde lógicamente el control, sintiendo su ira alimentada por el hecho de que ella ha sido educada con aquel animal no se ha encorvado sino que se ha inclinado y ha hecho el signo de la estrella. El destino de Ysel queda sellado.

Como contraste, Kerrick sale con: () esekakurud () esekyilshan (t) elel (I) leibeleibe

Es decir, comunica: (Inclinarse) mucho disgusto cese (Alzarse) mucha habla volición (Neutral) largolargo (Neutral) duroduro

Lo que Vaintè interpreta como: «No deseo mucho morir. Deseo mucho hablar. (Cediendo). Muy largo, muy duro». Al principio Vaintè no observa el «inclinarse», puesto que él no tiene cola. Pero reconoce el «alzarse» y lentamente se da cuenta de lo que está intentando decir.