23

Jeremías se incorporó de pronto en la cama.

—¡Está allí! —anunció.

Moira se removió, aturdida, y abrió un ojo.

—¿Quién está dónde?

—¡Moore! —dijo Jeremías, muy excitado—. ¡Está en Jerusalén!

—¿Por qué piensas eso?

—No estoy pensándolo. ¡Lo sé!

—Qué tontería. Acabarás matándole de todas formas…

—¡Pobre necrófila! —dijo Jeremías, riéndose de buena gana—. Ni siquiera empiezas a entender lo que está pasando, ¿verdad? Moore es la última persona del mundo que me interesaría matar en estos momentos. Nuestros destinos han quedado unidos estrechamente.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Moira, frotándose los ojos.

—¿Crees que tú y tu jodido libro sois importantes? —dijo él en tono irónico—. Bien, voy a explicarte una cosa: me es indiferente que vendas otro ejemplar o que escribas otra palabra. Ahora todo está claro. Moore es mi aliado más importante, no tú.

—Asegúrate de explicarle eso antes de que te levante la tapa de los sesos —dijo Moira, disgustada.

—Oh, lo haré —repuso riendo Jeremías—. ¡Lo haré!