22

Aquella tarde, tras la «sanción» a Elena, Damon alquiló una habitación en el mismo complejo donde vivía el doctor Meggar. Lady Ulma permaneció en la consulta del doctor hasta que entre ellos, Sage, Damon y el doctor Meggar, la hubieron curado por completo.

La mujer ya no hablaba nunca de cosas tristes. Les contó tantas historias de la finca de su infancia que todos tuvieron la impresión de que podrían pasear por ella y reconocer cada estancia, a pesar de lo enorme que era.

—Supongo que ahora debe de dar cobijo a ratas y ratones —comentó con nostalgia al concluir uno de sus relatos—. Y a arañas y polillas.

—Pero ¿por qué? —preguntó Bonnie, sin ver las señales que tanto Meredith como Elena le hacían para que no preguntase.

Lady Ulma echó la cabeza atrás para mirar al techo.

—Debido… al general Verantz. El demonio de mediana edad que me vio cuando yo sólo tenía catorce años. Cuando hizo que el ejército atacara mi hogar, mataron a todo ser vivo que encontraron dentro; excepto a mí y a mi canario. Mis padres, mis abuelos, mis tías y tíos…, mis hermanos y hermanas menores. Incluso a mi gato que dormía en el alféizar de la ventana. El general Verantz hizo que me condujesen ante él, tal y como estaba, en camisón y descalza, con los cabellos sin cepillar y soltándose de su trenza, y junto a él estaba mi canario con la tela que colocábamos por la noche retirada de la jaula. Seguía vivo y brincando de un lado a otro tan alegre como siempre. Y eso hizo que todo lo demás que sucedió pareciese peor de algún modo…, y con todo más parecido a un sueño, también. Resulta difícil de explicar.

»Dos de los hombres del general me sujetaban cuando me llevaron ante él; aunque en realidad lo que hacían era sostenerme en pie más que impedirme salir huyendo. Yo era muy joven, ¿sabéis?, y las cosas no hacían más que desdibujarse y volver a aparecer ante mis ojos. Pero recuerdo exactamente lo que el general me dijo: «Le dije a este pájaro que cantara y cantó. Le dije a tus padres que quería concederte el honor de ser mi esposa y se negaron. Ahora mira allí. ¿Serás como el canario o como tus padres, me pregunto?». E indicó una esquina en penumbra de la habitación. Desde luego, todo se iluminaba con antorchas entonces, y las antorchas se habían apagado al irnos a acostar, pero había luz suficiente para que viese que había un montón de objetos redondos, con paja o hierba a un lado de ellos. Al menos eso fue lo que pensé en un principio…, de verdad. Así de inocente era yo, y creo que la impresión recibida había afectado a mi mente.

—Por favor —dijo Elena, acariciando con delicadeza la mano de la mujer—; no tiene que seguir con esto. Comprendemos…

Pero lady Ulma no pareció oír las palabras, y dijo:

—Y entonces uno de los hombres del general alzó una especie de coco con una gran mata de pelo en lo alto, en una trenza. Lo balanceó con indiferencia… y de improviso vi lo que era en realidad. Era la cabeza de mi madre.

Elena se atragantó sin querer. Lady Ulma paseó la mirada por las tres muchachas con ojos firmes y secos.

—Supongo que pensáis que soy muy insensible al poder hablar sobre tales cosas sin venirme abajo.

—No, no… —empezó a decir Elena a toda prisa.

Ella misma temblaba, incluso después de reducir al mínimo la capacidad de sus sentidos psíquicos para captar cosas. Esperó que Bonnie no se desmayase.

Lady Ulma volvía a hablar ya.

—Guerra, violencia sin venir a cuento y tiranía son todo lo que he conocido desde que hicieron pedazos mi inocencia infantil en aquel momento. Es la gentileza lo que me deja atónita ahora, lo que hace que las lágrimas me escuezan en los ojos…

—Oh, no llore —rogó Bonnie, rodeando impulsivamente a la mujer con los brazos—. Por favor, no lo haga. Estamos aquí por usted.

Entretanto, Elena y Meredith se dedicaron a mirarse entre sí con el ceño fruncido y efectuando veloces encogimientos de hombros.

—Sí, por favor, no llore —interpuso Elena, sintiéndose levemente culpable, pero decidida a poner a prueba el plan A—. Pero díganos, ¿cómo acabó la finca de su familia en un estado tan ruinoso?

—Fue por culpa del general, al que siempre enviaban a tierras remotas a librar guerras estúpidas y sin sentido. Cuando se marchaba se llevaba con él a la mayor parte de su séquito, incluidos los esclavos que gozaban de su favor en aquel momento. Una de aquellas veces, tres años después de haber atacado nuestro hogar, yo no gozaba de su favor, y no fui elegida para acompañarle. Tuve suerte. Todo su batallón fue exterminado; los miembros del personal de la mansión que iban con él fueron hechos prisioneros o asesinados. No tenía heredero y las propiedades que tenía aquí revirtieron a la Corona, que no las quería para nada. Ha permanecido desocupada durante todos estos innumerables años; saqueada muchas veces, sin duda, pero con su auténtico secreto, el secreto de las joyas, sin descubrir…, por lo que yo sé.

—El secreto de las joyas —susurró Bonnie, poniendo énfasis en cada palabra, como si fuese el título de una novela de misterio, y manteniendo un brazo alrededor de lady Ulma.

—¿Qué secreto de las joyas? —dijo Meredith con más calma.

Elena era incapaz de hablar debido a los deliciosos estremecimientos que la recorrían; aquello era como formar parte de una obra de teatro mágica.

—En tiempos de mis padres, era corriente esconder tus riquezas en alguna parte de tu finca… y mantener la información de su escondite estrictamente restringida a los propietarios. Desde luego, mi padre, como diseñador y comerciante de joyas, tenía un tesoro mayor del que conocía la mayoría de la gente. Tenía una habitación maravillosa que a mí me parecía como la cueva de Aladino, y que era su taller, donde guardaba las gemas en bruto así como las piezas terminadas que le habían encargado o que había diseñado para mi madre o sacado de su imaginación.

—¿Y nadie lo ha descubierto nunca? —quiso saber Meredith, con un levísimo deje de escepticismo en su voz.

—Si alguien lo hizo, yo jamás me enteré. Por supuesto, podrían haber obtenido la información de boca de mi padre o de mi madre, pero el general no era un vampiro o un kitsune meticuloso y paciente, sino un demonio rudo e impaciente. Mató a mis padres cuando asaltó la casa. Y jamás se le ocurrió que yo, una criatura de catorce años, podría poseer aquella información.

—Pero usted lo sabía… —musitó Bonnie, fascinada, conduciendo el relato a donde tenía que ir.

—Pero yo lo sabía. Y lo sigo sabiendo todavía.

Elena tragó saliva. Seguía intentando permanecer tranquila, parecerse más a Meredith, mantener la serenidad. Pero en el mismo instante que abría la boca para mostrarse sensata, Meredith dijo:

—¿A qué estamos esperando? —Y se puso en pie de un salto.

Lady Ulma pareció ser la más serena de todos los presentes, y también pareció levemente desconcertada y casi tímida.

—¿Os referís a que deberíamos pedirle audiencia a vuestro amo?

—¡Lo que yo quiero decir es que deberíamos ir allí y conseguir esas joyas! —exclamó Elena—. Aunque, sí, Damon sería de una gran utilidad si hubiera algo que precisara de fuerza para levantarlo. Y Sage también.

No comprendía cómo era que lady Ulma no estaba más entusiasmada.

—¿No se da cuenta? —siguió Elena, y su mente trabajaba ya a toda velocidad—. ¡Puede recuperar su casa! Podemos hacer todo lo posible por arreglarla de modo que sea como era cuando usted era pequeña. Quiero decir, si eso es lo que quiere hacer con el dinero. Pero ¡me encantaría, al menos, poder ver la cueva de Aladino!

—Pero… bueno. —Lady Ulma pareció repentinamente afligida—. Mi intención había sido pedir al amo Damon otro favor, aunque el dinero de las joyas podría ayudar en eso.

—¿Qué es lo que quiere? —preguntó Elena con toda la delicadeza que pudo—. Y no necesita llamarle amo Damon. La ha liberado, ¿lo recuerda?

—Pero sin duda eso fue simplemente una…, una celebración del momento. —Lady Ulma seguía mostrando un semblante perplejo—. No lo hizo oficial en las Oficinas de los Siervos ni nada parecido, ¿verdad?

—¡Si no lo ha hecho es porque no lo sabía! —exclamó Bonnie al mismo tiempo que Meredith decía:

—En realidad no comprendemos el protocolo. ¿Es eso lo que es necesario hacer?

Lady Ulma sólo parecía capaz de asentir con la cabeza. Elena se sintió humilde, adivinando que aquella mujer, una esclava durante más de veintidós años, debía de hallar difícil creer en la auténtica libertad.

—Damon hablaba en serio cuando aseguró que todas éramos libres —dijo, arrodillándose junto a la silla de lady Ulma—. Simplemente no sabía todas las cosas que tenía que hacer. Si nos las dice, podremos contárselas, y entonces todos podremos ir a su antigua propiedad.

Estaba a punto de volver a levantarse, cuando Bonnie dijo:

—Algo no va bien. No se siente tan feliz como lo estaba antes. Tenemos que averiguar qué es.

Abriendo un poco sus percepciones psíquicas, Elena pudo darse cuenta de que Bonnie tenía razón; así que permaneció donde estaba, arrodillada junto a la silla de lady Ulma.

—¿Qué sucede? —preguntó, ya que la mujer parecía abrir más su corazón cuando ella, Elena, hacía las preguntas.

—Esperaba —respondió ella lentamente— que el amo Damon pudiera comprar… —Se ruborizó, pero siguió adelante—. Pudiera tener la bondad de comprar a un esclavo más. Al… padre de mi hijo.

Hubo un momento de absoluto silencio, y a continuación las tres muchachas se pusieron a hablar; las tres, supuso Elena, intentando frenéticamente hacer aquello en lo que ella misma estaba poniendo empeño, que era no mencionar que habían supuesto que el viejo Drohzne era el padre.

Pero por supuesto no podía serlo, se reprendió Elena. «Ella está realmente feliz con este embarazo… Y ¿a quién podría hacerle feliz tener un hijo de un monstruo repugnante como el viejo Drohzne? Además, él no tenía ni idea de que pudiese estar embarazada… y tampoco le importaba.»

—Tal vez sea más fácil de decir que de hacer —continuó lady Ulma, cuando el murmullo de palabras tranquilizadoras hubo cesado un poco—. Lucen es un joyero, una persona de renombre que crea piezas que…, que me recuerdan a las de mi padre. Será caro.

—Pero ¡aún debemos explorar la cueva de Aladino! —dijo Bonnie, jubilosa—. Quiero decir que tendrá suficiente si vende las joyas, ¿verdad? ¿O necesitará más?

—Pero son las joyas del amo Damon —repuso la mujer, mostrándose horrorizada—. Incluso aunque no se diese cuenta al heredar todas las propiedades del viejo Drohzne, se convirtió en mi dueño, y en el dueño de todas mis propiedades…

—Ocupémonos de que quede libre y luego haremos las cosas de una en una —indicó Meredith en voz más firme y racional.

Querido diario:

Bueno, te escribo siendo todavía una esclava. Hoy liberamos a lady Ulma, pero decidimos que Meredith, Bonnie y yo deberíamos seguir siendo «asistentes personales». Lo hacemos porque lady Ulma dijo que Damon resultaría raro y poco elegante si no tuviese a varias chicas hermosas como cortesanas.

En realidad esto tiene un lado positivo, ya que como cortesanas es necesario que vistamos ropas hermosas y luzcamos joyas todo el tiempo. Llevaba los mismos vaqueros desde el momento en que aquel b*st*rd* del viejo Drohzne me hizo trizas el par que llevaba cuando entré en este lugar, así que puedes imaginar que me sienta entusiasmada.

Pero, en realidad, no sólo estoy emocionada debido a las ropas bonitas. Todo lo que sucedió desde que liberamos a lady Ulma y luego fuimos a su antigua finca ha sido un sueño maravilloso. La casa estaba en un estado ruinoso, y estaba ocupada por animales salvajes que la usaban de baño y de dormitorio. Incluso encontramos huellas de lobos arriba, lo que nos llevó a la pregunta de si viven hombres lobo en este mundo. Aparentemente así es, y algunos ocupan posiciones muy elevadas bajo el mando de distintos señores feudales. Aunque a lo mejor a Caroline le gustaría tomarse unas vacaciones aquí para aprender sobre seres lobo auténticos; se dice que odian tanto a los humanos que ni siquiera quieren tener a un humano o a un vampiro (que en una ocasión fue un humano) como esclavos.

Pero volvamos a la casa de lady Ulma. Los cimientos son de piedra y está revestida por dentro de madera noble, así que la estructura básica está en perfectas condiciones. Las cortinas y tapices cuelgan todos hechos jirones, claro, así que resulta más bien espeluznante entrar con antorchas y verlos colgando sobre tu cabeza y a tu alrededor. Por no mencionar las telarañas gigantes. Odio las arañas más que ninguna otra cosa.

Pero entramos, y nuestras antorchas parecían versiones reducidas de ese sol carmesí gigante que está permanentemente en el horizonte, tiñéndolo todo en el exterior del color de la sangre, y cerramos las puertas y encendimos un fuego en una chimenea gigante en lo que lady Ulma llama el Gran Salón. (Creo que es donde comían o celebraban fiestas; hay una mesa enorme sobre una tarima, y un espacio para trovadores encima de lo que debe de ser la pista de baile.) Lady Ulma nos ha dicho que es el sitio donde todos los criados dormían por la noche, además (el Gran Salón, no la galería de los trovadores).

A continuación fuimos arriba, donde vimos —lo juro— varias docenas de dormitorios con camas con dosel enormes que van a necesitar colchones, sábanas, colchas y colgaduras nuevas, pero no nos quedamos para echar un vistazo más afondo. Había murciélagos colgando del techo.

Nos encaminamos al taller de la madre de lady Ulma. Era una habitación muy grande donde se podían sentar al menos cuarenta personas y coser las prendas que la madre de lady Ulma diseñaba. Pero ¡aquí viene la parte emocionante!

Lady Ulma fue a uno de los armarios de la habitación y retiró todas las ropas hechas jirones y comidas por las polillas que había en su interior. ¡Y luego presionó unos cuantos lugares distintos en la parte posterior del armario y se deslizó hacia fuera! ¡En su interior había una escalera muy estrecha que iba directa hacia abajo!

No hacía más que pensar en la cripta de Honoria Fell y me preguntaba si algún vampiro sin hogar se habría instalado en la habitación situada abajo, pero sabía que eso era estúpido porque había telarañas justo al otro lado de la puerta. Damon insistió de todos modos en bajar él primero porque él es quien mejor ve en la oscuridad, aunque creo que la verdad es que simplemente sentía curiosidad por ver lo que había allí abajo.

Nosotras le seguimos en fila, intentando tener cuidado con las antorchas, y…, bueno, no encuentro las palabras adecuadas para lo que descubrimos. Durante unos minutos me sentí desilusionada porque todo lo que había sobre la gran mesa que había allí abajo estaba polvoriento en lugar de centellear, pero entonces lady Ulma empezó a frotar con suavidad joyas con una tela especial y Bonnie encontró sacos y fardos y vertió su contenido… ¡y fue como verter un arco iris! Damon halló un armarito en el que había cajones y cajones de collares, brazaletes, anillos, colgantes, ajorcas, pendientes, aros para la nariz y horquillas de moño y también adornos.

No podía creer lo que estaba viendo. Vacié una bolsita y me encontré con que contenía un enorme puñado de soberbios diamantes blancos que caían por entre mis dedos, algunos de ellos tan grandes como la uña de mi pulgar. Vi perlas blancas y perlas negras, tanto más pequeñas y perfectamente idénticas, enormes y conformas maravillosas: casi tan grandes como albaricoques con un lustre rosa, dorado o gris. Vi zafiros del tamaño de monedas de veinticinco centavos, tan brillantes que casi los podías distinguir desde el otro extremo de la habitación. Sostuve puñados de esmeraldas y peridotos y ópalos y rubíes y turmalinas y amatistas…, y una barbaridad de lapislázuli, suficiente para cualquier vampiro exigente, desde luego.

Y las alhajas que ya estaban hechas eran tan hermosas que sentí un nudo en la garganta. Sé que lady Ulma lloró en silencio un ratito, pero creo que fue en parte de felicidad mientras todas no hacíamos más que felicitarla por sus joyas. En cuestión de días ha pasado de ser una esclava que no poseía nada a ser una mujer increíblemente rica que posee una casa y todos los recursos que necesitará jamás para mantenerla como es debido. Hemos decidido que incluso a pesar de que lady Ulma va a casarse con su amante, lo mejor era que primero Damon lo comprara sin alborotos y lo liberara sin armar ruido, pero que él siguiera haciendo de «cabeza de familia» mientras estemos aquí. Durante ese tiempo trataremos a lady Ulma como parte de la familia, y pondremos al joyero Lucen a trabajar otra vez hasta que nos marchemos, momento en el que él y lady Ulma podrán ocupar el lugar de Damon sin llamar la atención. Los señores feudales de por aquí ya no son demonios, sino vampiros, y éstos tienen menos objeciones a que los humanos posean propiedades.

¿Te he hablado de Lucen? ¡Es un artista maravilloso con las joyas! Tiene una ardiente necesidad de crear. En sus primeros tiempos como esclavo creaba con barro y hierbas, imaginando que realizaba alhajas. Luego tuvo suerte y trabajó de aprendiz con un joyero. Sintió pena por lady Ulma durante tanto tiempo, y la amó durante tanto tiempo, que es como un pequeño milagro que de verdad vayan a poder estar juntos… Y lo que es más importante, como ciudadanos libres.

Temíamos que a Lucen no le gustase la idea de que lo comprásemos como esclavo y no lo liberemos hasta que nos vayamos, pero él nunca creyó que pudiese ser libre… debido a su talento. Es un hombre amable, delicado, de movimientos lentos, con una barbita muy pulcra y ojos grises que me recuerdan los de Meredith. Y le deja tan atónito verse tratado decentemente y que no le obliguen a trabajar las veinticuatro horas del día que habría aceptado cualquier cosa, con tal de que le permitiesen estar cerca de lady Ulma. Imagino que era un aprendiz cuando su padre era joyero, y que se enamoró de ella hace todos esos años, pero que pensaba que nunca, nunca en la vida podría estar con ella, porque ella era una joven dama con clase y él era un esclavo. ¡Son tan felices juntos!

A lady Ulma se la ve cada día más hermosa y más joven. Pidió permiso a Damon para teñirse el pelo de negro, y él le dijo que se lo podía teñir de rosa si quería, y ahora está increíblemente bella. No puedo creer que la considerara en una ocasión una vieja decrépita, pero eso es lo que el sufrimiento, el miedo y la desesperanza le hacen a uno. Cada una de aquellas canas era producto de ser una esclava, sin propiedades, sin poder decidir su propio futuro, sin seguridad, sin capacidad siquiera para conservar a sus hijos si los tenía.

Olvidé contarte la otra parte positiva de que Meredith, Bonnie y yo seamos «asistentes personales» durante un tiempo. Se trata de que podemos emplear a gran cantidad de mujeres pobres que se ganan la vida cosiendo, pues resulta que lady Ulma quiere diseñar y enseñarles cómo confeccionar nuestras ropas más elegantes. Le dijimos que podía limitarse a descansar tranquilamente, pero ella dice que toda su vida soñó con ser diseñadora de moda como su madre y ahora se muere por hacerlo… con tres tipos distintos de chica a las que vestir. Me muero por ver qué se le ocurre: ya ha empezado con los bocetos y mañana vendrá el hombre que vende las telas y ella escogerá los materiales.

Entretanto, Damon ha contratado a unas doscientas personas (¡en serio!) para limpiar a fondo la finca de lady Ulma, colocar cortinas y tapices nuevos, renovar la instalación sanitaria, sacar brillo al mobiliario que se ha conservado bien, y reemplazar con muebles nuevos los que se han hecho pedazos. Ah, y plantar macizos de flores ya crecidos y árboles en los jardines y poner fuentes y toda clase de cosas. Con tanta gente trabajando, deberíamos poder mudarnos en cuestión de días..

Todo esto tiene un único propósito, aparte de hacer feliz a lady Ulma: Se trata de que Damon y sus «asistentes personales» sean aceptados por la alta sociedad cuando se inicie la temporada de fiestas este año. Porque he dejado lo mejor para el final: ¡tanto lady Ulma como Sage han podido identificar a las personas de los acertijos que Misao nos dio!.

Eso no hace más que demostrar lo que yo pensaba, que Misao jamás imaginó que conseguiríamos llegar hasta aquí, o que obtendríamos acceso a los lugares donde han ocultado las dos mitades de la llave zorro.

Pero existe un modo muy fácil de ser invitado a las casas en las que hemos de entrar. Si somos los nouveau riches (¿está bien escrito?) más nuevos y ostentosos de la zona, y si hacemos circular la historia de que se le ha devuelto a lady Ulma el lugar que era legítimamente suyo, y si todo el mundo quiere saber cosas sobre ella…, ¡nos invitarán a fiestas! ¡Y así es como entraremos en las dos propiedades en las que tenemos que entrar para buscar las mitades de la llave que necesitamos para liberar a Stefan! Y tenemos una suerte increíble, porque ésta es la época del año en que todo el mundo empieza a dar fiestas, y las dos casas que queremos visitar serán las que antes darán sus fiestas: una es una gala, y la otra es una soirée de primavera para festejar las primeras flores.

Tiemblo al escribir esto. Tiemblo ante la idea de que por fin vamos a buscar las dos mitades de la llave zorro que nos permitirán sacar a Stefan de su cárcel.

Oh, diario, es tarde y no puedo —no puedo— escribir sobre Stefan. Estar aquí en la misma ciudad que él, saber la dirección de su prisión… y sin embargo no poder conseguir verle. Tengo los ojos tan nublados que no logro ver lo que escribo. Quería dormir un poco para estar lista para otro día de correr de un lado a otro, supervisando y observando cómo la finca de lady Ulma florece igual que una rosa… pero ahora temo que no haré más que tener pesadillas sobre la mano de Stefan escapando lentamente de la mía.