Prólogo
El historiador se rascó la cabeza con la punta de la pluma antes de introducirla en el tintero.
En el sótano del monasterio no había mucha luz, pero eso no era molestia para sus ojos de vampiro.
Inclinado sobre los frágiles papeles que tenía ante sí, se humedeció los labios con la lengua y comenzó a escribir:
En el vigésimo cuarto día del séptimo mes del año del Señor de 1678.
En medio de una guerra de humanos entre el Imperio otomano y la Rusia imperial, los asesinos de vampiros atacaron el castillo en el que ciento veinte crías de vampiro y cuarenta vampiros adultos esperaban que los llevaran a los territorios orientales del Clan.
También se habían enviado asesinos a los campamentos otomano y ruso del río Tyasmyn para matar a dos vampiros muy conocidos: el Gran Visir Ismail y el príncipe Alexander Kourakin.
En el momento del ataque, el príncipe estaba en la tienda de Ismail y todos los asesinos que se habían dirigido al Imperio otomano murieron.
La hermana del príncipe Alexander, Helena, estaba en la tienda de su hermano y murió en su lugar.
Al descubrir el cadáver de Helena, los dos vampiros se dirigieron hacia el castillo en busca de supervivientes.
Sólo encontraron a Kiril, de ocho años, y a Joanna, de cinco. Los niños fueron puestos a salvo por Ismail.
El príncipe Alexander se quedó para luchar contra los asesinos que aún permanecían en el castillo.
Sesenta y siete asesinos resultaron muertos.
Poco acostumbrado a quedarse sin palabras, el historiador vaciló, con la pluma congelada sobre el pergamino. Apenas habían pasado unas horas de la matanza de los niños vampiro, y sólo unos minutos desde que Alexander Kourakin había entrado en el castillo con la espada desenvainada.
Durante un siglo, los vampiros fueron perseguidos y aniquilados por asesinos y todo había llegado a su fin hacía apenas unos segundos. Los jefes del Clan habían organizado la persecución para los últimos asesinos.
El historiador respiró hondo. Durante el último siglo había estado escribiendo sobre muertes de vampiros todos los días y quizá aquel fuera el último.
Dobló la muñeca y escribió:
El príncipe Alexander Kourakin del Clan Oriental acabó con la Era de los Asesinos de Vampiros.