Raices
Al parecer, la selección sexual ha actuado sobre los seres humanos, tanto en los hombres como en las mujeres, y ha provocado que se diferencien en el cuerpo y la mente.
Charles Darwin[1]
Forzados por la necesidad de transmitir su material genético a la siguiente generación, los sexos tienen que cooperar a menudo en el apareamiento y en la cría de la prole, pero cada sexo coopera sólo bajo coacción, ya que las hembras y los machos siguen unas reglas de reproducción distintas que han quedado establecidas en direcciones opuestas desde hace muchos eones. Como una herida abierta que nunca sana, el conflicto entre machos y hembras nunca quedará resuelto, pues los intereses evolutivos de los dos sexos quedaron atrapados para siempre en posiciones opuestas. No es ni bueno ni malo, ningún sexo es mejor que el otro, pero hay dos tipos de individuos que intentan ganar el juego del éxito reproductivo. Entre las reglas de la batalla se encuentran la cooperación, el conflicto y la explotación, y ambos sexos utilizan esas tácticas por igual.
Meredith F. Small[2]