Los sociólogos explican el asesinato de tres formas distintas.[33] Según la explicación cultural-subcultural, el asesinato se aprende a través del comportamiento y los valores compartidos (como los que se ven en televisión). De acuerdo con la explicación estructural, el asesinato es el resultado del racismo, la pobreza, la falta de oportunidades y la masificación. Por último, la explicación interactiva sostiene que las personas asesinan como consecuencia de las costumbres culturales de sus interacciones durante un conflicto. Todas estas ideas son interesantes y tienen en cuenta alguno de los factores que intervienen en las tasas de homicidios, pero ninguna ha sido demostrada científicamente y ninguna se pronuncia sobre las razones últimas que conducen a un homicidio. Cada una de estas ideas es superficial, o aproximada, pues sólo se refiere a un mecanismo local que «induce» a un comportamiento, en este caso el asesinato. Ninguna de estas ideas sociológicas se aproxima en lo más mínimo a la profunda razón última del comportamiento desencadenado. Cada una de estas explicaciones es como uno de los tres ciegos famosos, cada uno de los cuales sólo es capaz de notar una parte distinta del elefante. Uno de ellos dice que es un árbol, el otro está seguro de que es una pared y el tercero proclama que se trata de una serpiente. Aun combinándolas, estas explicaciones no cuadran entre sí y no explican por qué se producen los asesinatos.[34]
Aquellos que achacan la violencia del hombre a la socialización, que alienta a los niños a ser violentos y a las niñas a ser buenas, no logran comprender el asesinato en su globalidad. El punto de vista de la socialización se basa en la idea desarrollada en el siglo XVII por el filósofo John Locke, según la cual la naturaleza humana es una hoja en blanco sobre la que la cultura escribe. Esta idea fue respaldada por las investigaciones del psicólogo B.F. Skinner, en el sentido de que cualquier comportamiento humano está sujeto a condicionamientos, y ganó credibilidad gracias a la teoría del «relativismo cultural» de Margaret Mead, que sostiene que la cultura evoluciona al margen de la biología humana. En consecuencia, muchos no biólogos siguen creyendo en ella.
Sin embargo, como hemos visto, los seres humanos no son «hojas en blanco». La naturaleza humana se presenta también con contenidos de comportamiento. Y estos contenidos se ajustan a las funciones últimas de supervivencia y reproducción de los individuos.
El problema de casi todos los paradigmas sociológicos mencionados anteriormente es que, en gran medida, se basan en un fenómeno inexistente: esta hoja en blanco humana. El planteamiento recuerda al de los cosmólogos que creían que la Tierra estaba inmóvil no giraba sobre sí misma y ocupaba el centro del universo. Su hipótesis de partida es la que les impide explicar cómo se comporta realmente la naturaleza, a no ser que acierten por casualidad. Como señala Melvin Konner,[35] el mayor problema que presentan los estudios sobre la violencia es que los científicos sociales desconocen los mecanismos de la biología, temen que se haga un mal uso político de la violencia o incluso puede que sufran cierto «complejo de inferioridad» profesional ante la biología, que, a diferencia de la sociología, es una ciencia dura basada en el método científico. Para estos sociólogos, las razones últimas del comportamiento humano siguen siendo una realidad oculta, como lo era el hecho de que la Tierra se moviese.
En resumen, la sociología identifica los síntomas y las causas aproximadas del asesinato, pero es incapaz de relacionarlo con las motivaciones humanas básicas que permiten comprender las razones últimas del diseño asesino de la psique humana. La clave para entender el asesinato se encuentra más allá de estos síntomas, en lo que dejan entrever sobre las motivaciones biológicas de los seres humanos. Antes de seguir, vamos a reunir a los sospechosos habituales de asesinato para leer con atención sus confesiones.