AGRADECIMIENTOS

Al escribir este libro he contraído una deuda de gratitud con centenares de científicos y profesionales que han tenido que avanzar penosamente por el barro de las selvas húmedas tropicales para poder espiar a los simios en estado salvaje, moverse con sigilo tras la pista de algunos asesinos, trabajar duramente para poder entender el comportamiento de los criminales, mantenerse despiertos con el uniforme puesto en las zonas de guerra para evitar cualquier emboscada, soportar las repercusiones de las armas de destrucción masiva, sondear las misterios ocultos de la mente humana y examinar con cuidado cualquier rastro que permita comprender mejor ese complejo fenómeno que es el Homo sapiens. Además de con todos ellos, reconozco que la deuda intelectual de mayor alcance la tengo, como les ocurre a todos los biólogos, con Charles Darwin.

En el libro aparecen la mayoría de los pioneros a los que más debo, por abrir nuevas vías, pero algunos merecen una atención especial, puesto que su trabajo ha resultado indispensable para mejorar nuestra comprensión de todos estos fenómenos. Aun a riesgo de ofender a muchos de ellos por no mencionarlos a pesar de merecerlo sobradamente, quiero expresar mi sincero agradecimiento a Napoleón A. Chagnon, Martin Daly, Richard Dawkins, Irenáeus Eibl-Eibesfeldt, Jane Goodall, William D. Hamilton, Sarah Blaffer Hrdy, Melvin Konner, Louis S.B. Leakey, John Maynard Smith, Desmond Morris, George B. Schaller, Thomas T. Struhsaker, Donald Symons, Nancy y Randy Thornhill, Lionel Tiger, Robert L. Trivers, James Watson, George C. Williams, Edward O. Wilson, Margo Wilson y Solly Zuckerman. Quiero agradecer asimismo a mi mentor Dale Marvellini por orientarme en mi primer trabajo sobre simios, los gorilas de las tierras bajas, y a mi mentor Peter S. Rodman por ayudarme a encontrar mi propio camino a hombros de estos gigantes.

También quiero agradecer la ayuda que me han prestado algunas personas en la realización de este proyecto, al proporcionarme diversos materiales o hacerme saber sus comentarios: Samuel Craighead Alexander,

Ron Blanchard, John R. Brownlee, Gary Buckley, Florence Carlstrom, Napoleón Chagnon, Ed Chen, John Farella, Elaine Gammil, Pei Granat, Dustin Hurlbut, Daniel D. James, Kirk Jensen, Donald Johanson, Dana Kline, William J. Klingenberg, Ray Martínez, Alfonso Sakeva, Casey Simpson, Joe Skorupa, Randy y Nancy Thornhill, Scott Thybony, Evan Widling y Margaret Zahn. A mi esposa, Connie Ghiglieri, le agradezco su continua presencia en todos y cada uno de los borradores de El lado oscuro del hombre, su paciencia cuando he dejado de ser esposo o padre durante mi empeño en escribir un buen libro y sus comentarios a cada paso de mi tarea. A mis hijos, les debo varios miles de horas de tiempo invertido en escribir una y otra vez borradores de este libro. A mi amigo Robert Hoffman, le doy las gracias por sus muchas horas de dedicación intentando salvar en el ordenador lo que yo había escrito en algún diabólico programa de tratamiento de textos. Mi amiga Meg Mitchell se enfrentó a un borrador a medio acabar durante un centenar de horas y me señaló más de mil posibles mejoras. Tengo una gran deuda con ella por ayudarme a separar el grano de la paja. Por último, mi mayor deuda la he contraído con el veterano editor Simón Michael Bessie, por defender con resolución este libro, y con Amanda Cook, editora de Perseus Books, por identificar lo que había que conservar o descartar en este libro y sugerir lo que había que incluir.

La responsabilidad de todos los errores y omisiones, así como de las conclusiones y opiniones conflictivas que pueda haber en este libro me corresponde sólo a mí.