NOTICIAS DEL CANAL TREX

—Nora, prepárate, que entramos.

—Estoy deseando terminar y largarme.

—Ya queda poco. Vega del Bierzo. Interiores.

TRES, DOS, UNO…

Dejamos a la dueña de esta taberna-pensión en la que pernoctó y vivió varios meses el inspector Ramalho y nos dirigimos a este grupo de parroquianos que juegan al dominó por si conocieron al inspector y los hechos que ocurrieron en el pueblo.

—Hola, me llamo Coque, soy el hermano de Pacita. Claro que conocimos a Ramalho. Mi compadre Iván, aquí presente, y yo siempre jugábamos la partida contra él y Zurdo. Saben, no sabía jugar al dominó, siempre les ganábamos y le tocaba pagar a él las copas o los cafés. Bueno, hasta que el cabrpiiiiii de Zurdo le enseñó, y desde entonces no volvimos a ganarles ni una partida. Le cogimos cariño, era como uno más entre nosotros, incluso se iba de juerga por las noches, como debo hacer un paisano.

—Coque, cuéntales lo de la paliza que les dio a aquellos matones delante de la taberna.

—Cállate, Iván. Miren, somos mineros prejubilados, pasamos la mayoría de nuestro tiempo en esta taberna, ayudando a mi hermana. Pero no se crean esas tonterías que circulan por ahí de que la prejubilación en nosotros ha creado una enfermedad… ¿cómo la llaman? Sí, algo parecido a «síndrome del prejubilado». Ya saben, que cuando nos prejubilan, la gente no sabe qué hacer con su vida y se vuelven chiflaos. Es una tontería, ya les digo. Sí es cierto que algunos, después de toda la vida trabajando en la mina, no saben qué hacer, pero son los menos. El resto sí sabemos qué hacer. Además, ¡qué mierda!, para cuatro días que vamos a vivir con estos pulmones llenos de carbón, lo mejor es disfrutar.

—Coque, cuenta lo de Ramalho.

—Calla, Iván. Bueno, querían saber sobre el asunto de los asesinatos y de Ramalho. Pues, qué quieren que les diga, que hizo su trabajo. Detuvo al asesino.

—No le detuvo, Coque, le mató.

—Calla, Iván.

—Como les decía, mientras estuvo con nosotros le quisimos como a un amigo. Lo que ocurriese después, a nosotros nos importa bien poco.

—¿Puedo saludar?

—¡Corten!

—Nos estamos metiendo en la boca del lobo, Dani. Lo presiento.

—Tranquila, que no pasa nada.