El número y ubicación de fosas comunes diseminadas por todo el territorio del Estado español aún sigue siendo un misterio. En Asturias, gracias al esfuerzo realizado por varias asociaciones y foros para la recuperación de la memoria histórica y el Área de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, se han podido localizar más de setenta, el mayor número de ellas en los municipios de Lena y de Aller, y las que contenían la mayor concentración de cadáveres en Gijón y Oviedo. Se estima que las víctimas en Asturias llegan a las veintiuna mil.
Del robo al Banco de España en el 34 aún hay trescientas mil pesetas (el equivalente actual a tres millones de euros) en paradero desconocido.
El Miramar, testigo mudo de todos estos acontecimientos y, en ocasiones, protagonista de excepción, mantuvo sus puertas abiertas al público hasta hace poco. Hoy, en el momento de escribir estas líneas, un cartel con la leyenda Se traspasa cuelga de sus ventanas.
Cuando remataba esta novela me llegó la noticia: en el cielo se elevaban barricadas contra el poder omnímodo de los dioses al grito de Otro cielo ye posible, y los insurgentes celestiales solicitaron refuerzos a la tierra, querían a los mejores organizadores de masas. Por eso reclamaron la presencia de los compañeros Xuán Álvarez, Guillermo Ballina y el brigadista internacional Moe Fisham, miembro del Batallón Washington en la guerra civil española. A ellos, in memoriam, también está dedicada esta novela.
Desde la intrahistoria, a 4 de octubre de 2007