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Vísperas de todo

A comienzos de enero se publica en el periódico El Sol, de Madrid, un largo artículo escrito por Miguel Hernández y que tiene por tema el estudio literario de un reciente libro de Neruda, Residencia en la tierra. El poeta joven critica al poeta consagrado. La madurez prematura de Miguel está patente, por si no lo hubiera estado ya en sus últimos versos, en algunos de los párrafos de este artículo:

«Necesito comunicar el entusiasmo que me altera desde que he leído Residencia en la tierra. Ganas me dan de echarme puñados de arena en los ojos, de cogerme los dedos con las puertas, de trepar hasta la copa del pino más dificultoso y alto. Sería la mejor manera de expresar la borrascosa admiración que despierta en mí un poeta de este tamaño de gigante. Es un peligro para mí escribir sobre este libro, y me parece que no diré casi nada de lo mucho que siento. Temiendo escribirlo». «Estoy harto de tanto arte menor y puro. Me emociona la confusión desordenada y caótica de la Biblia, donde veo espectáculos grandes, cataclismos, desventuras, mundos revueltos, y oigo alaridos y derrumbamientos de sangre. Me revienta la vocecilla mínima que se extasía ante un chopo, le dispara cuatro versillos y cree que ya está hecho todo en poesía». «Basta de remilgos y empalagos de poetas que parecen monjas confiteras, todo primor, todo punta de dedo azucarado. Pido poetas de las dimensiones de Pablo Neruda para acabar con tanta confitura rimada».

Aquí tenemos repetida en cierta manera la anécdota de Zorrilla haciéndose célebre al leer unos versos ante la tumba de Larra. El novel Hernández toma una página de El Sol y, estudiando un libro del ya célebre Neruda, aprovecha para mostrarse a sí mismo en un «aquí estoy yo» indudable.

Le llegan noticias de su Orihuela. El 7 de enero ha habido cambios importantes en el Ayuntamiento, posesionándose una Comisión Gestora. Los apellidos de los componentes —Giménez Giménez, García Canales, López Brionas, Lozano Lidón, Ortuño, Navarro, Marco…— hablan muy claro de la orientación política de este equipo, nada coincidente con las ideas de Miguel. Como tampoco coinciden con él las tendencias de las primeras autoridades de su Alicante: el gobernador militar, general García Aldave —en la ya próxima guerra se ha de ver—; el gobernador civil, Vives Roger, y el presidente de la Diputación, Alfonso de Rojas.

Se viven en todo el país momentos de gran intensidad política, de cara a las próximas elecciones de febrero, que se olfatean decisivas. Es ilustrativo reproducir aquí la llamada al voto del periódico El Correo, de Alicante, que en su número del 9 de enero se dirige a los campesinos y les dice nada menos que esto: «Si estáis unidos, si sabéis defender vuestros intereses, vuestro pan, no oigáis ahora, en vísperas de elecciones, cantos de sirena, y conceded los sufragios a los terratenientes alicantinos, que, con hechos bien conocidos, os defienden y os defenderán sin falsía y libres de toda bandería política». Los gatos diciendo a los ratones que acudan para dar un paseo al sol en paz y en gracia de Dios.

Por estas fechas, Orihuela es toda una ciudad con 38.712 habitantes. En toda la provincia no van por delante más que la capital misma, con 72.474, y Alcoy, con 39.002. Elche, la poderosa Elche, la populosa Elche, a la hora de las estadísticas resulta que sólo cuenta con 36.995 habitantes, es decir, casi dos mil menos que Orihuela.

Por estas fechas, también, ve la luz Alba de hachas. El problema religioso ha sido ya rebasado y aquí está ya, indiscutible, el revolucionario. Tiene este poema un indudable contenido premonitorio. De él son las estrofas siguientes:

… Vuela un presentimiento de herida sobre todos,

llega una tempestad atronadora

de ceños como yugos peligrosos,

se aproximan miradas catastróficas,

pies desbocados, manos encrespadas,

hachas amanecidas goteando relente.

¿Puede humanamente presentirse más?

… … … … … … … … … … …

… los órganos se callan a torrentes

y Dios desaparece del Sagrario

envuelto en telarañas seculares.

Con nuestra catadura de hachas nuevas,

¡a las aladas hachas, compañeros,

sobre los viejos troncos carcomidos!

Que nos teman, que se echen al cuello las raíces

y se ahorquen, que vamos, que venimos,

jornaleros del árbol, leñadores.

El 24 de enero se termina la impresión de El rayo que no cesa, un gran libro de versos en el que recoge muchos de los ya publicados y otros inéditos. En total, veintiocho composiciones, a las que agrega la Elegía a la muerte de Ramón Sijé, que hemos conocido en el capítulo anterior. El libro ve la luz «como una constelación —dice Poveda—, de las prensas y las manos obreras de aquella pareja de poetas-impresores que lo fueron Concha Méndez y Manolo Altolaguirre». Los dos tercetos del último soneto nos muestran al enamorado, al que en lo sucesivo vamos a estudiar con todo esmero:

Al doloroso trato de la espina,

al fatal desaliento de la rosa

y a la acción corrosiva de la muerte

arrojado me veo, y tanta ruina

no es por otra desgracia ni otra cosa

que por quererte y sólo por quererte.

En carta a Josefina, y refiriéndose precisamente a la salida de este libro, Miguel dice: «Todos los versos que van en este libro son de amor y los he hecho pensando en ti, menos unos que van a la muerte de mi amigo».

Si en el mundillo literario de Madrid se comenta, y no poco, el libro del poeta-cabrero, el país entero comenta el contenido político de la última pastoral del primado cardenal Gomá. Como pesa aún el recuerdo de la tenebrosa pastoral del cardenal Segura en 1931, Gomá lo hace midiendo las palabras, aunque estas palabras quedan sobradamente claras: «Todo católico es libre de dar su nombre a cualquiera de los partidos políticos cuyo programa no sea contrario a las doctrinas de la Iglesia sobre la sociedad y la religión». O, lo que es lo mismo, ¡votad a las derechas! Naturalmente, la pastoral origina el consiguiente revuelo y, entre unas cosas y otras, la próxima lucha electoral del 16 de febrero se presenta enconadísima.

El 29 de enero, Miguel escribe a su amigo Carlos Fenoll, que sigue en Orihuela: «Estoy a punto de acabar una segunda elegía sobre la muerte de Sijé y en ella la persona a quien me dirijo es tu hermana» (novia de Sijé). «Me ha pedido colaboración Ortega y Gasset por carta». «Pierde la mitad de valor el verso que se dice y gana el doble el que se queda en la garganta».

Toda España está pendiente de las elecciones del 16 de febrero. Todo lo que se dice o se calla, se hace o se omite está en relación directa con la política, y la política en estos días no entiende de otra cosa que de las elecciones del 16 de febrero. Como siempre, la Iglesia arrima el ascua a su sardina, unas veces disimuladamente; otras, no. El obispo de Almería, que, como todos los metropolitanos, ha recibido instrucciones reservadísimas del primado respecto de las elecciones, dice a sus feligreses: «Es deber de todos poner de su parte cuanto sea preciso para llegar a la mayor concordia de los que, puesta la mirada en Dios y en España, se aprestan a defender en las próximas elecciones los intereses sacratísimos de la religión y de la patria». Un lenguaje que meses más tarde vamos a conocer hasta la saciedad en el bando sublevado: Dios, España, la religión, la patria. Están todos los que son y son todos los que están.

Ya comenzado febrero, pero en sus primeros días, se hace presente en Orihuela el llamado Partido Independiente de Chapaprieta (chapaprietistas se llaman, retorciendo un poco las sílabas y masticando ches y pes). Los hombres representativos de este grupo son Antonio Balaguer Ruiz y su hermano Severiano. Chapaprieta quedó honrado a su paso por el Ministerio de Hacienda, realizando una de las labores de saneamiento más interesantes y honradas que se han hecho a lo largo de los siglos en las finanzas españolas. En estos mismos días se hace presente también en la localidad la Derecha Regional Agraria, que dirige Eusebio Escolano. La Derecha Regional Agraria, partido que dirige en Valencia Lucia, está integrada en la Confederación Española de Derechas Autónomas, esto es, CEDA, de Gil Robles. Su candidatura provincial es, por tanto, la opuesta a la del Frente Popular de Izquierdas.

Se dice en Madrid de Alicante que es provincia de franca orientación izquierdista, «Alicante rojo». (Durante la próxima guerra hemos de ver precisamente un batallón llamado así, Alicante Rojo). Se sabe que son anarquistas decididas las poblaciones de Alcoy, Villajoyosa y La Nucía. La candidatura del Frente Popular por Alicante —estamos ya a menos de una semana de las elecciones— es la siguiente:

Juan José Cremades

Izquierda Republicana

Ginés Ganga Tremiño Partido Socialista Obrero
Salvador García Muñoz Partido Socialista Obrero
Jerónimo Gomáriz Latorre Unión Republicana
Elíseo Gómez Serrano Izquierda Republicana
Rodolfo Llopis Ferrándiz Partido Socialista Obrero
Miguel Villalba Gisbert Partido Socialista Obrero
Carlos Esplá Rizo Izquierda Republicana

El día 14, la Comisión Gestora de Orihuela cesa y vuelve el Ayuntamiento presidido por David Galindo Martínez. Las espadas están en alto. El partido radical (de Alejandro Lerroux) queda en Orihuela representado por Ricardo García López. El grupo falangista sigue las órdenes del Barón de la Linde (Antonio Piniés y Roca de Togores, casado con otra Roca de Togores). Ramos señala entre los falangistas destacados de Orihuela a Carlos Senén, Francisco y Antonio Franco Carrillo, Víctor Casinello, Miguel Riquelme, Trino Meseguer y Enrique Lucas[22].

Las elecciones del 16 proporcionan a la candidatura de izquierdas un notable triunfo. Quedan elegidos diputados absolutamente todos los candidatos del Frente Popular y sólo tres ajenos a él: uno, Chapaprieta, independiente, y tras él dos de la CEDA. La tensión sube de punto, hasta el extremo de que por la noche son detenidos veinte individuos procedentes de Barcelona, todos ellos armados y pertenecientes a un grupo antimarxista. Al día siguiente, 17, la tensión no ha amainado, sino todo lo contrario. Corren rumores de un levantamiento militar y se dice que un capitán se ha suicidado. Por la tarde las tropas declaran el estado de guerra pero dentro de la disciplina republicana.

El centro de Acción Popular (derechas) de Orihuela es destruido el día 20 por una masa de izquierdistas enfebrecidos. En realidad, los encuentros violentos entre las izquierdas triunfantes y las derechas no resignadas menudean por todo el país.

Juan Ramón Jiménez publica en El Sol un artículo referido a Miguel. Es el día 23, esto es, a la semana de la contienda electoral. Entre otras cosas dice: «En el último número de la Revista de Occidente publica Miguel Hernández, el extraordinario muchacho de Orihuela, una loca elegía a la muerte de su Ramón Sijé y seis sonetos desconcertantes. Todos los amigos de la poesía pura deben buscar y leer estos poemas vivos. Tienen su empaque quevedesco, es verdad, su herencia castiza. Pero la áspera belleza tremenda de su corazón arraigado rompe el paquete y se desborda, como elemental naturaleza desnuda. Esto es lo excepcional, poético, y ¡quién pudiera exaltarlo con tanta claridad todos los días! Que no se pierda en lo rolaco y en lo palúdico (las dos modas más convenientes de la “hora de ahora”, ¿no se dice así?) esta voz, este acento, este aliento joven de España».

A través de las cartas, de los periódicos alicantinos, de las visitas de algún paisano que viene a Madrid a cualquier asunto, Miguel está al corriente de lo que sucede en Orihuela. En Madrid la verdad es que se reciben pocos, mal o ninguno de los muchos periódicos de la provincia alicantina, que son ahora ya El Día, El Correo y Más, orientados hacia la derecha; Diario de Alicante, titulado republicano independiente, y El Luchador, republicano de izquierda. Releyendo sus páginas llega a saber Miguel que andan en candelera los socialistas Cubí, Pescador y Sánchez Mora, y que en muchos balcones de la población aparecen ahora banderas y colgaduras republicanas, y hasta alguna que otra encarnada.

A primeros de marzo actúa Miguel en Unión Radio (la actual Radio Madrid). Su estilo gusta y queda convocado para nuevas actuaciones. Al terminar pregunta si en Orihuela pueden oír la emisora. Le dicen que está en lo posible. «Me gustaría que me oyera mi gente». Pero no volverá a actuar: su poesía lleva un viento inconfundible y en muchos sectores poderosos de Madrid, pese al triunfo del Frente Popular, pese a que ya está de nuevo Azaña en el poder, siguen mandando las derechas. Y él es a todas luces un gran poeta de la izquierda.

Le obsesiona hacer una obra de teatro en verso. A ratos trabaja en un original del que ya tiene el título: El labrador de más aire. A lo mejor acaba titulándose de otra manera. Termina su Oda entre sangre y vino a Pablo Neruda, algunos de cuyos fragmentos dicen:

Yo te veo entre vinos minerales,

resucitando condes, desenterrando amadas,

recomendando al sueño pellejos cabeceros,

recomendables ubres múltiples de pezones,

con una sencillez de bueyes que sestean.

Cantas, sangras y cantas; te pones a sangrar

y no son suficientes tus heridas

ni el vientre todo tallo donde tu sangre cuaja.

Cantas, sangras y cantas.

… … … … … … … … … … …

Yo que he tenido siempre dos orígenes,

un antes de la leche en mi cabeza

y un presente de ubres en mis manos;

yo que llevo cubierta de montes la memoria

y de tierra vinícola la cara,

esta cara de surco articulado;

yo que quisiera siempre, siempre, siempre,

habitar donde habitan los collares;

en un fondo de mar o en un cuello de hembra,

oigo tu voz, tu propia caracola,

tu cencerro dispuesto a ser guitarra,

tu trompa de novillo destetado,

tu cuerno de sollozo invariable.

Se desmanda, mientras tanto, Orihuela. Volviendo a la fuente magnífica de Ramos podemos leer que «… Orihuela fue campo abierto de lucha entre marxistas y falangistas. Las violencias se desencadenaron principalmente en las partidas de Buenavida, Desamparados, Lierna»[23]. Y reproduce unas líneas de El Luchador, de Alicante: «En este trozo de la huerta oriolana anida una peligrosa organización de matones a título de fascistas, y las armas de fuego, según confidencias, se ofrecen en unión de un buen sueldo».

Toda la nación se conmociona con las noticias del recién estrenado abril: el presidente de la República, don Niceto Alcalá-Zamora y Tofres, ha sido destituido por las Cortes. La izquierda triunfante no puede perdonarle las excesivas facilidades dadas a la derecha monárquica en tiempos de Gil Robles, ni la disolución de las Cortes. La propuesta de destitución ha sido presentada con varias firmas de los diputados representativos de todos los grupos de izquierda. La iniciativa corresponde al socialista Indalecio Prieto.

Al fin termina la Elegía prometida a la novia de Sijé, Josefina Fenoll. Como la que dedicara a la muerte de Ramón, lleva una dedicatoria encerrada en paréntesis: (En Orihuela, su pueblo y el mío, se ha quedado novia por casar la panadera de pan más trabajado y fino, que le han muerto la pareja del ya imposible esposo). De este poema son los versos siguientes:

Panadera de espigas y de flores,

panadera lilial de piel de era,

panadera de penas y de amores.

No tienes ya en el mundo quien te quiera,

y ya tus desventuras y las mías

no tienen compañero, compañera.

… … … … … … … … … … …

Como una buena fiebre iba a tu lado,

como un rayo dispuesto a ser herida,

como un lirio de olor precipitado.

Y sólo queda ya de tanta vida

un cadáver de cera desmayada

y un silencio de abeja detenida.

… … … … … … … … … … …

¡Cuántos amargos tragos es la vida!

Bebió él la muerte y tú la saboreas

y yo no saboreo otra bebida.

El 14 de abril, día en el que se conmemora la proclamación de la República (14 de abril de 1931), Miguel está en Orihuela. Ha venido para asistir al acto de descubrimiento de una lápida que da el nombre de Ramón Sijé a una plaza. Con el tiempo habrá una calle de Ramón Sijé por las proximidades de Santo Domingo. Miguel, que se ha traído preparadas unas cuartillas, se encarama para quedar un poco por encima del público y lee:

«… He sabido con emoción que en su entierro se disputaba el pueblo el peso de su cuerpo en el ataúd, y sé que él lloraría de emoción en la intimidad de las tablas a que todos estamos destinados como sólo saben llorar los muertos: sin necesidad de lágrimas, voz ni ojos. Sé que su alma anda desde hoy —con la precipitación con que solían andar su corazón y su cuerpo—, anda y recorre esta plaza, y le complace su soledad cotidiana, que acrecienta las siestas, las lluvias y las casas cerradas…» «Pueblo donde ha nacido y agonizado esta gran criatura, todos los homenajes que le hagamos se los merece. Procuraremos que éstos resulten lo más duraderos y de verdad, y lo menos teatrales y de relumbrón posible. Yo sé que él aceptará los, mejores y rechazará los otros, que aunque parece que a los muertos todo les da lo mismo, no es así…»

Hay una referencia somera a la presencia de otra mujer en la vida de Miguel Hernández. De forma somera, también, se recoge aquí, sin poner palabras nuevas: «Augusto Pescador fue presentado por Miguel, en la casa de María Zambrano, a varios intelectuales y a Maruja Mallo, pintora y según algunos su amante. En el verano, Miguel había pasado con ella unos días de excursión por Andalucía en una tienda de campaña. Maruja no era precisamente el tipo de mujer de Miguel. Discutían y se divertían a su modo. A los dos los empujaba la necesaria comunicación de su arte. Pero aunque muchos afirmaran que eran amantes, no era posible que mantuvieran relaciones amorosas. Aquello fue sólo un pasatiempo inocente. A pesar de todos los chismes, Miguel quería a su novia y a ella iban dirigidos todos sus versos»[24].

El autor reseñado sabrá a qué se refiere cuando dice que «no era posible que mantuvieran relaciones amorosas»; en realidad, cuesta algo de trabajo suponer al Miguel de la sangre ardiente, al Miguel apasionado que escribe a Josefina diciéndole en preciosos versos que desea «trillarla en una era», en una tienda de campaña con una mujer joven y hablando del arte abstracto o de los gongorismos del siglo diecisiete.

Terriblemente va deslizándose España hacia su holocausto de julio. En las Cortes, los jefes de fila se atacan de manera furiosa. Calvo Sotelo, Prieto, Gil Robles, Azaña son los oradores más esperados, más temidos y más incendiarios. La guerra civil vive ya asentada en el palacio de la Carrera de San Jerónimo de Madrid. Y, por si no es bastante, el equipo de generales conspiradores gana cada día una cota hacia la sublevación próxima. Desde la comandancia militar de Pamplona, el titular, general Mola, mueve los hilos enredados y extensos de la conspiración. En mayo se produce el dramático y tonto asunto llamado de los «caramelos envenenados». El episodio es así: el día 3, una mujer del barrio madrileño de las Ventas hace correr el bulo de que su hijo ha huido de un colegio de monjas en el que se obligaba a los niños a tomar caramelos envenenados. La especie no tiene base alguna y es, en sí y por sí, una estupidez. Pero se desatan los nervios; sobre todo, la enorme incultura de gran parte del pueblo madrileño —incultura de la que es por supuesto inocente— hace que el rumor se convierta en clamor, y el clamor en oleaje de pasiones. Una muchedumbre recorre las calles asaltando templos y linchando monjas o simplemente mujeres que entran y salen en las iglesias. La jornada registra numerosas víctimas.

En una carta escrita a Josefina por estos días, Miguel dice: «Nos vamos a casar inmediatamente, tú por la iglesia y yo por detrás de la iglesia». (En Madrid se dice que hay tres maneras de casarse: por la iglesia, por detrás de la iglesia y por detrás de la Moncloa. La Moncloa tiene suficientes jardines acogedores y la iluminación es afortunadamente muy mala).

El 6 de junio, conmoción en Alicante. Se sabe que el jefe de los falangistas, José Antonio Primo de Rivera, que llevaba preso en la Cárcel Modelo de Madrid varios meses, ha sido trasladado aquí, a la prisión alicantina. Conmoción en los falangistas alicantinos, que inmediatamente —lógicamente— se afanan en la tarea de montar varios sistemas para liberar a su jefe, lo que cristalizará, ya comenzada la guerra civil, en toda una matanza de los jóvenes de la primera línea de Callosa de Segura.

El 4 de julio, por las calles que hay entre la iglesia de San Agustín y el Ayuntamiento, en Orihuela, se produce un fuerte tiroteo entre grupos políticos rivales, quedando herido Manuel García Sarabia. Días después, los guardias de asalto y la Guardia Civil han de acudir a unas fincas del entorno de Orihuela para desalojar a unos campesinos que las han ocupado sin autorización. Se produce un serio enfrentamiento entre el alcalde oriolano y el gobernador civil de Alicante, que termina con la suspensión del Ayuntamiento por decisión de la autoridad provincial.

A menos de una semana del alzamiento, Miguel continúa febril componiendo su Labrador de más aire. En carta a Josefina del día 16 (¡ya han empezado a sublevarse en algunos puntos de Marruecos!), le dice: «Estoy entusiasmado porque sé que no es posible que tarde en estrenar, y, sobre todo, porque el personaje, mejor, los personajes centrales de la obra, los estoy creando a imagen y semejanza de lo que soy y quisiera ser».

La izquierda tiene fuerza. La izquierda parece que no corre peligro. Miguel vuelve a actuar en Unión Radio. Gusta mucho, tanto como la primera vez o más, y le pagan cincuenta pesetas.