Agradecimientos

A Julián Peteira, in memoriam, que me puso tras la pista de muchos de los insólitos sucesos relatados en estas páginas. A Claudio Temprano Vidal, Magdalena de la Peña García y Emilio Arenado Bringas por compartir conmigo sus recuerdos de aquellos días, desde dentro y fuera del Madrid en guerra. A mi mujer Coca Valdelomar, mis hermanos Mercedes, Berta y Eduardo, Regino García-Badell, Rosario Baquero Alonso, Ignacio Olivares y Javier Damboriena por sus consejos. Y a quienes me descubrieron los escenarios secretos de esta novela en Madrid: Agustín Torreblanca, que me guio por los sótanos del Ministerio de Hacienda, y Laura Pérez Mediavilla, Isabel González y José Carlos Alonso, que me abrieron las puertas del búnker de la finca «El Capricho» en la Alameda de Osuna.