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DÍA D MÁS CUARENTA AÑOS

HASTA DÍA D MÁS CINCUENTA AÑOS

La celebración del cuadragésimo aniversario de la toma del puente Pegasus tuvo un gran eco en la prensa de todo el mundo. Cámaras de televisión, reporteros de radio, cientos de visitantes franceses, británicos y estadounidenses asistieron a la ceremonia anual de los Ox and Bucks para rendir homenaje a los «camaradas caídos». Antes de 1984, la ceremonia había sido una pequeña y privada reunión a la que asistían únicamente veteranos del golpe de mano con sus familias y la familia Gondrée, que siempre aportaba el champagne para el brindis. Desde 1984, la reunión anual ha estado atestada de gente y ha sido seguida incluso por televisión. John Howard comenta: «En muchos sentidos, los veteranos y la familia Gondrée lamentamos ahora que la reunión se haya convertido en un asunto público en lugar de uno privado».

En 1986, la superficie entre la zona de aterrizaje de los planeadores y el canal fue llamada: «Explanada del comandante John Howard». En 1987, las autoridades francesas anunciaron que el café Gondrée y la casa habían sido nombradas oficialmente Monument Historique, como la primera casa en ser liberada en Francia. El mismo año, sin embargo, se rumoreó que otras autoridades francesas habían decidido reemplazar el puente Pegasus por uno nuevo y más grande. La autoridad del Puerto de Caen quería que los barcos más grandes pudieran subir y bajar por el canal hasta el puerto.

Cuando los planos iniciales estuvieron disponibles, se vio que el nuevo puente iba a ser ubicado al sur del viejo (es decir, más cerca del café). Los veteranos británicos y las hijas Gondrée plantearon serias objeciones.

El comandante Howard tomó el mando. Después de marcar una línea roja por donde se suponía tenía que pasar la nueva carretera (a sólo algunos metros de la puerta principal del café), Howard sacó fotografías y se las enseñó al prefecto de Caen. Señaló que el intenso tráfico que soportaría la carretera, al pasar tan cerca del café, dañaría rápida y permanentemente la estructura de un Monument Historique.

El prefecto pidió que se dibujaran planos nuevos. Cuando estuvieron disponibles, Howard quedó satisfecho al ver que el nuevo puente sería construido exactamente donde estaba el viejo y la nueva carretera estaría tan sólo unos centímetros más cerca del café. El nuevo puente sería un puente levadizo, al igual que el viejo. También le prometieron que el viejo seguiría estando en su sitio hasta después del quincuagésimo aniversario del Día D.

En 1988, Howard recibió una medalla especial de parte de un grupo especial. La Asociación de Veteranos de Normandía estaba otorgando una medalla en edición limitada y numerada para los veteranos de la Campaña de Normandía. Le dijeron a Howard que los comités de la Asociación de todo el país se habían reunido y habían acordado de forma unánime que él sería quien recibiría la medalla con el número «1944», y que en ella podría leerse la siguiente inscripción: «Al primer comandante británico en entrar en acción contra el enemigo en el territorio continental de Francia durante la invasión de Normandía».

En el cuadragésimo quinto aniversario, el alcalde de Ranville descubrió una placa para conmemorar la toma del puente del río por dos pelotones del grupo del golpe de mano. El puente fue llamado «Puente Horsa». Hubo un gran número de asistentes de los Ox and Bucks para la ocasión y, a pesar de la fría y penetrante lluvia, una enorme multitud de visitantes.

En 1991, el puente se vio amenazado una vez más por la burocracia francesa. Las autoridades anunciaron en la prensa su intención de trasladar el puente Pegasus al Museo de la Paz en Caen. Howard y prácticamente todos los demás veteranos de la 6.ª División Aerotransportada levantaron una tormenta de protestas, que llevó a los franceses a echarse atrás, aunque quizá sólo temporalmente. Hasta la primavera de 1994, no podrá conocerse el lugar definitivo en el que descansará el puente Pegasus, pero si Howard y el resto de los veteranos británicos se salen con la suya, seguirá estando en la zona del puente.

La prensa británica informa con regularidad acerca de todos estos y otros acontecimientos que involucran al puente, junto con algunos de los detalles de una desafortunada riña entre las hermanas Gondrée por la propiedad del café. Ha habido algunos beneficios adicionales, gracias a la publicidad. En primer lugar, John Howard recibe montones de cartas de admiradores. Siempre responde, firmando con su conocido saludo: «Ham y Jam. John». Disfruta especialmente de mantener correspondencia con jóvenes oficiales de ejércitos de todo el mundo.

A mediados de los años ochenta, un estudiante adolescente alemán llamado Frank Montag leyó este libro y se sintió tan atraído por la historia que trabajó los siguientes dos años en una maqueta que representaba la acción. Consultó con frecuencia con el comandante Howard y el soldado Romer para asegurar precisión y veracidad. En 1988, presentó la maqueta terminada al Museo de las Fuerzas Aerotransportadas de Aldershot, donde hoy se encuentra expuesta. La maqueta representa la acción unos minutos después del aterrizaje, con el 1.er Pelotón cruzando el puente mientras las granadas explotaban en el fortín. Fue un trabajo hecho con amor y es muy admirado por los veteranos de la fuerza aérea.

El 7 de junio de 1986, el centinela alemán Helmut Romer y su compañero centinela Erwin se encontraron con John Howard en el puente. Howard tomó nota de su historia oral, luego la escribió en tercera persona. Ofrece un punto de vista fascinante sobre el golpe de mano y también algunas correcciones necesarias concernientes al lado alemán del suceso, tal como fue narrado en la primera edición de este libro.

Según la historia que Howard recopiló, Romer y su amigo, el soldado Erwin, habían sido llamados a filas en 1943 y se convirtieron en soldados de la Wehrmacht a los diecisiete años. La noche del 5 al 6 de junio, estaban de centinelas. Su trabajo consistía en detener e interrogar a cualquiera que quisiera cruzar el puente, examinar papeles y cosas por el estilo. Como había toque de queda por la noche, normalmente tenían muy poco o nada que hacer. «No era un trabajo demasiado apasionante —le dijo Romer a Howard—, pero sin duda era mejor que combatir en Rusia o en Italia».

Romer, en calidad de testigo presencial ofreció su relato del aterrizaje de Jim Wallwork, a partir del cual Howard escribiría más tarde: «Oyeron un extraño chasquido y de repente vieron un enorme y silencioso aparato volando bajo hacia el puente del canal desde el sur y en paralelo al canal y escucharon cómo se estrellaba en el pequeño campo al sudoeste del puente, a unos cincuenta metros de distancia. Concluyeron que debía ser un bombardero y empezaron a discutir si debían investigar por su cuenta o despertar al sargento que estaba durmiendo en un búnker que había junto al fortín».

Howard describe cómo lo debatieron: «De repente vieron llegar a un grupo de diez o más salvajes, que cargaban contra ellos, con sus ametralladoras y fusiles a la altura de la cadera. Tenían el rostro negro y llevaban uniformes de camuflaje; estaba claro que venían con muy malas intenciones, pero aunque pareciera extraño no disparaban sus armas».

Romer y Erwin comenzaron a correr. «Después de todo no éramos más que unos muchachos de dieciocho años —dice Romer—, y nos excedían en número de forma abrumadora». Los alemanes saltaron al lateral de la carretera. Romer disparó su Verey hacia el aire «y entonces empezaron a correr como diablos. Se les unió un camarada, un polaco que, como ellos, huía para salvar su vida».

Corrieron unos cien metros, luego se escondieron entre unos espesos arbustos. «Después de que salieran corriendo y antes de que llegaran a los arbustos, se desató un intenso tiroteo en el puente y empezaron a ver balas trazadoras zumbando de un lado para otro. Era evidente que el enemigo estaba acabando con el resto de la guarnición alemana. Romer y sus dos camaradas se adentraron aún más en los arbustos, muy asustados, contentos de que fuera de noche».

Se quedaron durante todo el día y observaron toda la batalla: cómo el sargento Thornton hizo estallar el tanque, la llegada de los Comandos, todo. Se quedaron durante toda la noche y gran parte del día siguiente. Finalmente, el hambre y la sed los obligaron a entregarse. «Se acercaron vacilantes al puente con sus manos en alto y quedaron muy sorprendidos y agradecidos al ver que los británicos no les disparaban. Sabían que para ellos era el fin de la guerra y no lo lamentaban. Fueron llevados a Inglaterra como prisioneros de guerra y más tarde a Canadá, lugar que Romer describió como “el paraíso”».

El relato de Howard concluye: «Romer y Erwin mostraron a Howard exactamente dónde estaban colocados como centinelas el 6 de junio de 1944, señalando las marcas de las balas de los aviones de combate de la RAF en las vigas de acero del puente, resultado de un bombardeo producido tan sólo unos días antes del Día D. Luego, lentamente, repitieron los pasos que dieron hasta la carretera y le mostraron a Howard el sitio entre los arbustos donde permanecieron escondidos durante más de treinta y seis horas, cuarenta y dos años atrás».

A partir de las entrevistas con los pilotos de planeadores, Howard ha proporcionado otro elemento muy necesario para la corrección de la primera edición de este libro. En el cuadragésimo aniversario, los tres pilotos que aterrizaron en el puente del canal se reunieron por primera vez después del Día D. Juntos, hicieron un descubrimiento, según lo describe Howard: «Enseguida quedó claro, a partir del intercambio de puntos de vista entre Boland (piloto del planeador n.º 2) y Barkway (piloto del planeador n.º 3), y de lo que Howard había recogido de los pasajeros supervivientes de los dos planeadores durante años, que antes de aterrizar Boland había visto que el planeador de Barkway, que venía detrás, se le estaba echando encima; esto hizo que Boland girara bruscamente a la derecha, mientras que Barkway, al ver el planeador de Boland frente a él, tuvo que girar noventa grados y acabar con el planeador partido por la mitad y su cabina en el estanque».

Provisto de este testimonio y evidencia, Howard hizo que se intercambiaran las placas de bronce que marcan los lugares en los que habían aterrizado los planeadores n.º 2 y 3. Éste es un buen ejemplo de por qué la historia nunca es definitiva, siempre hay algo nuevo que aprender.

En la década que pasó después del cuadragésimo aniversario, han fallecido los siguientes hombres:

Piloto de Planeador Boland

Coronel Taylor

Sargento Ollas

Cabo Godbolt

Cabo Porter

Cabo Stacey

Soldado Jackson

Soldado O’Donnell

Soldado Bleach

General sir Nigel Poett

Sargento mayor Bailey

Comandante Fox

Comandante Smith

Los hombres del puente Pegasus que aún pueden responder cuando se pasa lista viven vidas felices, endulzadas por el hecho de que a menudo la gente los reconoce como héroes, un papel que se ganaron y que desempeñan con apropiada modestia.

Irene, la mujer de Wally Parr, murió y él ha vuelto a casarse con una viuda francesa que no sabe hablar inglés. Wally no sabe hablar francés. Viven en Normandía y están encantados el uno con el otro.

Jim Wallwork está completamente jubilado. Pasa sus inviernos en México. Regresó a Inglaterra en 1992 para asistir a una reunión del Regimiento de Pilotos de Planeadores y para visitar a John Howard. El número de soldados que asiste a las ceremonias del 5 y 6 de junio aumenta cada año, al igual que las multitudes.

John Howard es ahora viudo. Vive en un apartamento en una vieja mansión de campo reformada en Surrey. Sufre grandes dolores pero sigue prestando servicio como soldado, viviendo una vida excepcionalmente ajetreada. Cruza a la Europa continental tres o cuatro veces al año conduciendo su propio coche, para dar conferencias a jóvenes cadetes de los diversos países de la OTAN y Suecia, y por supuesto para las ceremonias de aniversario en junio. Vuela a Estados Unidos una vez al año para dar conferencias y visitar amigos. Mantiene una gran cantidad de correspondencia.

Ahora que el general Poett y el coronel Taylor ya no están, el comandante Howard es el superviviente de mayor graduación de la 6.ª División Aerotransportada, un papel que interpreta con distinción. Su enérgica capacidad de liderazgo ha sido crítica para salvar el puente y el café Gondrée. De modo que disfruta de la satisfacción de saber que, al igual que fue el responsable de la toma del puente intacto, en 1944, es también el más responsable en la preservación del puente, intacto, en 1994.