Capítulo 42

* * * * *

EL pionero rehusó una condecoración similar. En cambio, pidió comida para poder sobrevivir en su largo viaje de regreso a sus montañas natales.

Le dimos lo que teníamos, es decir, la cantidad de galletas para travesías y ostras ahumadas que cabían en sus alforjas.

* * *

El capitán Bernard O’Hare, Carlos Narciso-11 Villavicencio y yo despegamos del silo a la mañana siguiente. Había una gravedad tan saludable que nuestro helicóptero se desplazó con el mismo esfuerzo con que lo haría un vilano transportado por el viento.

Cuando sobrevolamos la Casa Blanca, le hice una seña con la mano.

—Adiós —dije.

* * *

Mi plan consistía en volar primero a Indianápolis, que había alcanzado una densa población de Narcisos. Acudían de todas partes.

Dejaríamos allí a Carlos para que sus parientes artificiales lo cuidaran durante sus años crepusculares. Yo estaba feliz de deshacerme de él. El pobre me aburría hasta las lágrimas.

* * *

Informé al capitán O’Hare que después iríamos a Urbana y luego a la casa de mi niñez en Vermont.

—Después de eso, capitán —prometí—, el helicóptero es suyo. Puede volar como un pájaro a donde le plazca. Pero lo va a pasar muy mal si no adopta un buen apellido intermedio.

—Usted es el presidente —dijo—. Póngamelo usted.

—Yo te nombro Águila-1 —dije.

Se mostró sumamente complacido. Y la medalla le encantó.

* * *

Así fue, todavía me quedaba un poco de tri-benzo-conductil y estaba tan fascinado con la idea de ir a algún lugar después de haber estado encerrado tanto tiempo en Washington que por primera vez en muchos años me puse a cantar.

Recuerdo muy bien la canción. Era una que Eliza y yo solíamos cantar en secreto en aquellos tiempos en que todavía creían que éramos retrasados mentales. La cantábamos donde nadie pudiese escucharnos, en el mausoleo del profesor Elihu Roosevelt Swain.

Y ahora que lo pienso se la voy a enseñar a Melody y a Isadore para mi fiesta de cumpleaños. Resultará muy apropiada cuando partan en busca de nuevas aventuras en la Isla de la Muerte.

Dice así:

Nos vamos a ver al Mago,

al maravilloso Mago de Oz.

* * *

Si hubo un mago entre los magos,

ése fue el Mago de Oz.[1]

* * *

Etcétera.

* * *

Hi ho.

* * *