AGRADECIMIENTOS

Ante todo quiero expresar mi más profundo agradecimiento a Richard Johnson, de Harper Collins en Londres, y a Ash Green, de Knopf en Nueva York, por la confianza que han demostrado al encargarme esta obra, cuando otras almas menos optimistas probablemente habrían considerado que ya no queda nada por decir sobre la figura de Winston Churchill. Robert Lacey, de Harper Collins, es un magnífico editor, que ha contribuido de manera inconmensurable a la coherencia de todos mis libros, al igual que Andrew Miller, de Knopf. Michael Sissons y Peter Matson han sido mis agentes durante más tiempo del que pueda recordar, y han constituido en todo momento un gran apoyo.

La Dra. Lyuba Vinogradova se ha encargado de la investigación y la traducción en Moscú de este libro, así como de otros dos anteriores, Armageddon y Nemesis. El acceso a los archivos soviéticos resulta actualmente mucho más difícil que hace diez años, pero Lyuba pudo recopilar un sinfín de datos de las colecciones de documentos que se han publicado. Quiero darle especialmente las gracias por haber traducido cientos de páginas de material relacionado con Churchill y los aliados procedentes de la prensa soviética de los tiempos de la guerra.

Edward Young, al que tuve el placer de conocer cuando estuvo ayudando a Douglas Hurd con su biografía de Peel, ha realizado una notable y exhaustiva labor de investigación para mí en los archivos de Estados Unidos. Está prácticamente a punto de convertirse en un historiador distinguido por propio derecho. Como de costumbre, he podido contar con la colaboración del magnífico personal de la London Library, cuya paciencia y buena disposición son infinitas; vaya para todos ellos mi más sincero agradecimiento. Allen Packwood y su equipo del Churchill Archive Centre de Cambridge me han ayudado hasta la extenuación, y más si tenemos en cuenta el constante goteo de historiadores especializados en la figura de Churchill que llega cada día a su lugar de trabajo. Además de su generosidad por el tiempo que me dedicó durante mi visita al Churchill College, Allen no tuvo ningún inconveniente en leer y repasar el borrador manuscrito del presente libro, aportando útiles comentarios y correcciones.

William Spencer y sus compañeros del British National Archive, junto con sus homólogos americanos del National Archive de Washington, especialmente Tim Nenninger, demuestran día a día con su labor el perfecto funcionamiento de las grandes colecciones cuando están dirigidas y controladas por hombres y mujeres que se preocupan por cumplir debidamente con su trabajo. La biblioteca y el archivo de manuscritos del Imperial War Museum tienen una importancia fundamental para cualquier estudioso, sobre todo en la actualidad, cuando la mayoría de los testigos de primera mano de los hechos de 1939-1945 ya ha fallecido. El Liddell Hart Archive del King’s College, en Londres, conserva muchos documentos importantísimos, y desde estas páginas quiero expresar especialmente mi agradecimiento a esta institución por permitirme el acceso al diario de sir John Kennedy. He contraído una deuda de gratitud con los propietarios de los derechos de autor que han dado su permiso para incluir en mi texto citas de sus obras, así como con Antonia Yates por los documentos del capitán Andrew Yates. Las citas del material escrito y de los discursos de Winston Churchill han sido reproducidas con la autorización de Curtis Brown Ltd., de Londres, en nombre de The Estate of Winston Churchill, copyright © Winston S. Churchill.

Cualquiera que escriba sobre Winston Churchill debe rendir homenaje a sir Martin Gilbert, su biógrafo oficial, cuyo trabajo ha sido el punto de partida de todos los que han aparecido después. La colosal Vida de Gilbert, junto con las colecciones de documentos igualmente apasionantes que la acompañan, representa una de las mayores hazañas académicas de nuestros tiempos. Los autores y biógrafos del futuro tendrán con sir Martin Gilbert una deuda más, cuando aparezca su próxima colección de documentos de guerra correspondientes al período 1942-1945.

El profesor sir Michael Howard, distinguido con la Order of Merit, la Order of the Companions of Honour y la Military Cross, y otros dos viejos amigos, Godfrey Hodgson y Don Berry, han tenido la amabilidad de leer el manuscrito del presente libro. Los tres aportaron útiles sugerencias y propuestas de modificaciones, la mayoría de las cuales he seguido. Quiero expresar también mi más profundo agradecimiento a Antony Beevor por haberme ayudado a centrar mi atención en la operación «Impensable» (Un-thinkable), y por el tiempo y los consejos del profesor David Reynolds, el profesor Robert Gildea, el profesor Christopher Andrew y Chris Bellamy. El índice analítico confeccionado por Douglas Matthew constituye una verdadera obra de arte, por la que le estoy inmensamente agradecido. En Estados Unidos, el Dr. Williamson Murray me dio unas indicaciones muy útiles relacionadas con el texto, basadas en sus conocimientos exhaustivos de la época. La Dra. Tami Biddle, del US Army War College, ha demostrado su gran generosidad al poner a mi alcance su precioso material, señalándome los informes de Harris y Slessor desde Washington del año 1941. La colaboración de mi secretaria, Rachel Lawrence, ha sido, como siempre, indispensable, por no hablar del gran trabajo que ha hecho cotejando notas y referencias. Y también lo ha sido la de mi abnegada esposa, Penny, que se siente condenada eternamente a compartir mi pobre existencia, cuyo espíritu vive en 1939-1945. Merece creer que algún día avanzaremos juntos hacia una vida real en nuestra verdadera época.