76

—No podemos dirigirnos al norte —comentó Nymph—. ¿Recordáis que Ziczac dijo que había un campo de fuerza?

—El norte está bloqueado, Blue —añadió Comma, que si estaba preocupado por la situación en que se encontraban, no lo demostró.

—Seguidme la corriente. —Gruñó Blue. Los condujo por el pasillo y superaron sin dificultad el punto en que Ziczac se había detenido. Entonces se volvió hacia los demás y explicó—: El campo de fuerza era una treta para enviarnos al sur y que alguien disparase el agujero de pinchos. Una vez se accionó la trampa, el campo de fuerza se desactivó automáticamente. Es el sistema típico del juego, y si no se conoce, uno da por sentado que no es posible ir al norte, salta sobre la trampa abierta y se dirige hacia el sur, donde esperan trampas aún más peligrosas.

—Entonces ¿por el norte resultará más fácil?

—No mucho —contestó Blue—, pero según las reglas del juego se supone que tenemos ciertas probabilidades de sobrevivir si vamos en esa dirección; en el sur no habría ninguna.

—¿Cómo podríamos saber si tu lord Hairstreak se atuvo a las normas cuando diseñó el laberinto? —preguntó Nymph.

—No lo sabremos. Pero ¿se te ocurre una manera mejor de jugar? —le espetó Blue fulminándola con la mirada.

Si seguían así, no tardarían en llegar a las manos, pensó Pyrgus, que procuró aflojar la tensión acercándose a ellas con una sonrisa, aunque no le apeteciera.

—Oídme —dijo—, estamos todos metidos en este lío y hemos perdido a un buen hombre porque no entendíamos bien qué sucedía. Pero ahora sabemos que se trata de un laberinto de obsidiana y eso nos da una oportunidad. La otra cuestión es que formamos un equipo, y como estos laberintos están pensados para una única víctima, si nos mantenemos juntos venceremos. —Observó a los dos soldados que estaban con Nymph y se dio cuenta de que ni siquiera sabía cómo se llamaban—. Lo siento —se disculpó—. No sé vuestros nombres.

—Ochlodes —dijo uno.

—Palaemon —respondió el otro.

—Ochlodes, Palaemon —repitió Pyrgus—. Habéis demostrado que sois buenos luchadores en esta misión. Tal vez tengamos que volver a pelear antes de salir del laberinto, pero sobre todo hay que utilizar la cabeza y tener cuidado, pues la mayoría de los peligros está en las trampas. —Miró a Nymph, Blue y Comma—. Eso también va por vosotros tres; pensad antes de hacer algo, tomáoslo con calma y nunca juzguéis una cosa por las apariencias.

—Sugiero que nos despleguemos, que nos separemos más, pero sin perdernos de vista —dijo Blue—. De esa forma, si alguno cae en una trampa, los otros se librarán, y así nos ayudaremos.

—Me parece una buena estrategia, princesa real —reconoció Nymph, y Blue le dedicó una sonrisita tensa.

Se separaron todo lo que el espacio les permitía y avanzaron cautelosamente por el pasillo hacia el norte. Apenas habían caminado cincuenta metros cuando de una pared lateral surgió una hoja de sierra girando a alta velocidad y le cortó el lóbulo de la oreja a Palaemon. Si no hubiera tenido los prodigiosos reflejos de los elfos del bosque, le habría rebanado la garganta.