El verdugo tenía un poco de prisa. Recorrió precipitadamente los pasillos de la gran prisión como un heraldo de la muerte arrastrando a Chalkhill tras de sí.
—¡Más despacio! —suplicó Chalkhill sin aliento. A ese paso se moriría antes de que lo colgasen.
El director de la prisión los esperaba ante la verja principal.
—¿Adonde lo llevas? —preguntó al verdugo.
—Eso no te interesa —respondió éste con rotundidad—. Digamos que se trata de un lugar donde nadie verá lo que voy a hacer con él.
—¡Excelente! —exclamó el director, e hizo una señal a los guardias. Las puertas se abrieron con lentitud.
Fuera esperaba un carruaje negro, tirado por cuatro caballos también negros. Un cochero jorobado, que a su vez iba ataviado con una capa negra y un sombrero negro de tres picos, sujetaba las riendas con unas manos que parecían garras. Chalkhill, sorprendido, observó que las ventanillas no tenían rejas. El verdugo lo hizo subir a empujones, pero lo que más le sorprendió fue que el hombre se sentó a su lado. El coche partió dando violentos bandazos en cuanto la portezuela se hubo cerrado.
Chalkhill miraba por la ventanilla preguntándose si podría saltar sin partirse la crisma. Pero entonces el verdugo se quitó la capucha y dejó al descubierto una cara de luna llena que le resultó familiar.
—Harold Dingy —se presentó el hombre con una sonrisa—. Lord Hairstreak me ha enviado a sacarte de allí.
Lo miró asombrado porque él había espiado a lord Hairstreak muchos años y conocía el percal bastante bien: un espía capturado estaba perdido. Black Hairstreak negaría la existencia de Chalkhill y dejaría que se pudriese, exactamente como había hecho desde que lo habían metido en la cárcel.
—¿Y los documentos de la ejecución? —preguntó con suspicacia.
—Son falsos, naturalmente. —Dingy se fijó en la expresión de Chalkhill y sonrió—. No te preocupes; tiene un trabajo para ti.
¿Un trabajo? Eso lo explicaba todo. Chalkhill se relajó un poco.
—Supongo que no sabrás qué clase de trabajo es.
—Claro que sí —repuso Harold Dingy, aún sonriendo—. Quiere que impidas que el joven Pyrgus Malvae se convierta en emperador.