La abadía se reabre. ¡Sí! Einberg y Chamomor vuelven a vivir juntos. ¡Sí! ¡Sí! Es Christian el que, en su primera carta en tres años, con una mano visiblemente guiada, me informa de la noticia. También me dice que ahora habla francés con acento polaco. He contestado lo que sigue a mi querido hermano.
«Amor mío, cariño mío, tesoro mío, amante mío, hermano mío, estoy muy contenta de enterarme de que, ahora, hablas francés con acento polaco. Por mi parte, es con acento inglés como, ahora, hablo francés. Tu amor, tu tesoro, tu cariñín, tu amante, tu hermana, Bérénice.»
Espero que esto les haga rabiar de lo lindo, para que aprendan a enviarme cartas de mentirijilla. Cuando estaba aquí, Constance Chlore era mi protagonista. Ahora que se fue, Zio es mi protagonista. Pero él solo es mi protagonista por discrepancia, solo porque los demás, la tía, los primos y primas, son tan mediocres e insignificantes que ni siquiera merecen figurar en el reparto. Me divierte llevarle la contraria a lo que dice y hacer justo lo contrario de lo que quiere que haga. Es fácil. Zio es de ideas fijas, tanto en todo como con todos. Me aburre. Observo, desde la muerte de Constance Chlore, que tiene metido en la cabeza que lo que hago desde hace tres años solo lo hago porque él quiere que lo haga. Es hora de poner orden en su cabeza. Si él me maneja a su antojo desde hace tres años es simplemente porque no me daba cuenta, porque me parecía tan estúpido que ni siquiera lo tenía en cuenta. Si se cree que tiene el mando sobre mí, se va a llevar una amarga decepción. ¡Se acabó el silencio, el ayuno, el quedarse quieto y la oscuridad de los sábados! ¡Ya no hay Zio que valga! El sábado, de ahora en adelante, me inflaré a comer tres veces al día, y en sus narices, y en sus largas barbas. ¿Obedecerle, yo? ¡Después de todo él no es ni más ni menos ser humano que yo! Solo tienes que portarte bien, Zio, ¡se va a poner la cosa que arde! Y de oraciones mañana y noche, querido mío, de ahora en adelante ya ni las hago, ya ni siquiera finjo que las hago. ¡Si Yaveh tanto desea mis oraciones solo tiene que venir a cogerlas del fondo de mi esófago! ¿Qué modales son esos? ¿Yo, obedecer a un sucio ser humano? ¡Se va a montar buena! ¡Os lo digo de veras, se van a caldear los ánimos!