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Un secreto a voces: Se prepara el asalto a España

El día 21 de septiembre de 1944 salía del Cuartel General de la Agrupación de Guerrilleros Españoles, en Montrejeau, una orden firmada en esta fecha por el jefe de la Agrupación, general Luís Fernández, dirigida al jefe de la 15.a División guerrillera, Vicente López Tovar. El texto es el siguiente: «De conformidad con la orden general de esta Agrupación de lecha de ayer, inmediatamente se pondrá usted en camino en dirección al puesto de mando de la antigua 26.a División, situada en Chalabre (Ariége), Cháteau de Chalabre, para hacerse cargo de la nueva unidad que se constituirá con el número 204, dando las oportunas órdenes para el cumplimiento de dicha orden general a las fuerzas de su mando y dejando provisionalmente al frente de las mismas el jefe más caracterizado… Asimismo, con toda urgencia establecerá usted su PC (puesto de mando) en el Pirineo, dando cuenta inmediatamente del cumplimiento de la orden, así como de las medidas que para ello tome».

López Tovar quedaba designado como el responsable de la operación central de invasión del territorio español, que realizaría la nueva División 204 puesta a su mando.

Las negativas de Tovar

La comunicación de dicha designación no era una improvisada decisión unilateral del mando, sino que había sido madurada en días anteriores.

«A mediados de septiembre —dice López Tovar— me llamó “Mariano”. Fui a verle al hotel Les Arcades, situado ahí enfrente[7]. Con él estaban algunos miembros de la Comisión de Francia del PCE y algunos dirigentes de la Agrupación de Guerrilleros Españoles, y me dijeron que pensaban realizar una operación de envergadura en España. Les dije que me parecía un error, y ahí quedó todo».

«Unos días más tarde —sigue diciendo Tovar—, volvieron a llamarme y nos entrevistamos de nuevo en el mismo sitio, e insistieron en que yo debía participar en la dirección de la operación. Respondí que yo mandaba guerrilleros pero no podíamos luchar contra un Ejército organizado. Aduje que apenas teníamos unos pocos cañones, morteros y ningún otro material pesado, pero dijeron que una vez pisáramos territorio español se sublevaría la gente de la zona fronteriza, que luego se levantaría Barcelona y seguirían las otras grandes ciudades, con lo que la acción sería muy fácil. “Mariano”, finalmente, en presencia de los restantes jefes de la Agrupación me dijo que el partido había ordenado realizar la acción y yo debía ponerme al frente de la división que se prepararía para realizarla».

»Marché de nuevo a mi unidad y comenté el tema con el Estado Mayor e incluso propuse mi dimisión a los compañeros, pero éstos me dijeron que era mejor aceptar, ya que si yo no tomaba el mando lo darían a otro que podría actuar a ciegas e imprudentemente, y sería una catástrofe. Por ello acepté».

López Tovar había nacido en Madrid el 5 de septiembre de 1909. No había hecho el Servicio Militar, ya que fue prófugo, pero participó en la Guerra Civil ganando diversos ascensos y llegando a teniente coronel. A partir del día 8 de octubre de 1938, en el frente del Ebro, queda al mando de la 46 División del Ejército Republicano. La orden de concesión de dicho mando la firma el jefe del Estado Mayor del quinto Cuerpo de Ejército, Manuel López Iglesias, en nombre de Enrique Líster Forjan, teniente coronel jefe del Quinto Cuerpo de Ejército. El empleo de teniente coronel en la guerrilla francesa fue fijado el 9 de junio de 1944, y mandó la Segunda División de Guerrilleros españoles y luego la quince. Su nombre de guerra en la Resistencia había sido el de «Albert». Este grado le fue reconocido oficialmente el 24 de febrero de 1948 y la homologación definitiva el 8 de marzo de 1950.

El mando de la División 204 se instala en el castillo de Foix (Ariége), y los nuevos mandos de la gran unidad en formación serían los siguientes:

Poco después se unió a ellos el general César, que quedó como jefe de contraespionaje. López Tovar dice que el jefe político, Yúfera, «era un hombre de Mariano, quien lo puso a mi lado para que me vigilara. Sin embargo, al final Yúfera me apoyó a mí, incluso en contra de Mariano».

Como representante de la Juventud de Unión Nacional en la División estaba Francesc Serrat «Sisquet» y entre otros oficiales de la dirección se encontraban Julio Navas, Paco Mera «Julio», Cerda, los hermanos Miquel y Jaume Montané, Crespo —exresponsable político de la 15.a división—…

Tras hacerse cargo de la dirección de la unidad, López Tovar se puso a estudiar el Plan de Operaciones. «No tomé yo la decisión de atacar en el Valle de Arán, sino que desde el mando de la Agrupación me dijeron que allí era donde debía realizarse el ataque central. Les dije que yo me encargaba de preparar la operación en el interior del Valle pero que los responsables de la Agrupación planificaran el resto de operaciones, con el envío de brigadas por otras zonas para dispersar a las fuerzas enemigas».

«En las semanas de preparación volvieron a decirnos que España se iba a incendiar en el momento en que entraran los guerrilleros. Nosotros no nos fiábamos mucho y envié a Julio Navas y otros oficiales de mi División al interior de España sin que lo supiera la dirección del partido en Francia ni el mando guerrillero. Las informaciones recogidas fueron descorazonadoras, ya que dijeron que nadie conocía a la Unión Nacional y que, en general, los campesinos rehuían a los guerrilleros. Incluso supimos que en otras partes del Pirineo, concretamente en Navarra, habían salido los campesinos con furchas contra los guerrilleros. Comuniqué tales datos a Mariano pero me respondió que el partido tenía mejor información que nosotros y que había dado tal orden de entrar en España».

López Tovar añade que «la operación se hizo en nombre de Unión Nacional, pero en realidad fue dirigida por el PCE. Todos mis contactos eran con Mariano, nunca con Unión Nacional. Yo sentía cierta reticencia ante altos cargos del partido y, a pesar de que era comunista y sigo siendo marxista-leninista, recordaba que los altos cargos se habían marchado de Francia en 1939 y 1940 y a los militantes nos dejaron solos».

Federica Montseny y la CNT

Entre las organizaciones españolas en el sur de Francia se celebran en estos días numerosas reuniones con el fin de dar a conocer el proyecto y conseguir adhesiones.

Abundan quienes se niegan a participar en una operación que consideran una aventura y refutan abiertamente la postura de los comunistas a los que acusan de llevar a la muerte a los guerrilleros. Las tensiones existentes entre los guerrilleros se acrecientan en esta época y las reuniones no siempre se mantienen en los cauces de la convivencia civilizada e incluso hay alguna que termina a tiros. Esto no es extraño si se tiene en cuenta el clima de apasionamiento y que unos y otros iban armados.

Una parte de los cenetistas deciden seguir combatiendo junto a sus compañeros comunistas, con quienes han luchado codo a codo en la Resistencia. El propio secretario general de la CNT, Juan Manuel Molina, planteó a los militantes de la organización su reincorporación formal a la CNT, pero aquéllos no quisieron hacerlo creando la denominada «Agrupación Cenetista de Unión Nacional», que, según Pons Prades, tenía unos 200 miembros. Sin embargo, la mayor parte de cenetistas se oponen a la acción de invasión de España. Manuel Cardona, comunista, recuerda hechos significativos: «Desde diversas partes de Francia llegaban a la estación de Toulouse trenes repletos de guerrilleros. Recuerdo haber visto en varias ocasiones a dirigentes cenetistas, entre ellos a Chueca —que había ocupado cargos importantes en el Consejo de Aragón durante la Guerra Civil y participado en las colectivizaciones—, que subían a los vagones de los trenes y gritaban frases poco más o menos como éstas: Compañeros de CNT. Bajad del tren. Los comunistas os llevan a la muerte». El propio Cardona añade que las proclamas de Chueca y otros tuvieron escaso éxito, ya que cosecharon más enfrentamientos y discusiones con los enardecidos guerrilleros que defecciones de éstos.

Sobre el mismo tema, la líder libertaria —si en el anarquismo cabe el liderazgo— Federica Montseny dice que «hubo anarquistas que participaron en el ataque al Pirineo, pero estaban en Unión Nacional a título individual, no en representación del Comité Nacional de CNT. Cuando se iba a realizar dicha operación, algunos de los compañeros informaron al Comité Nacional y se les dijo que no se hiciesen ilusiones sobre el éxito y que era hacerse matar ya que se trataba de una aventura descabellada, pero allá ellos si querían ir». Otros libertarios como Pons Prades cuentan que se enfrentaron duramente con dirigentes comunistas cuando las unidades guerrilleras se dirigían hacia las posiciones del Pirineo.

Algunos miembros de Esquerra Republicana de Catalunya como Ricard Escrich y otros republicanos del MUR, como Serafín Marín Caire, participaron o apoyaron la operación comunista, pero eran muy minoritarios.

El propio Andreu Claret, de Alianza Catalana —plataforma unitaria a nivel catalán articulada con Unión Nacional Española— dice que el enfoque de los comunistas disgusta a muchos que colaboraron con ellos. «En el Casal Cátala de Perpiñán, en una de las reuniones celebradas para convencernos de que debíamos ir a luchar a España me enfrenté a ellos —afirma Claret—. Siempre he afirmado y reitero que muchos comunistas habían sido unos héroes y su intervención fue muy importante en la lucha contra los alemanes. Durante largo tiempo colaboré con ellos, pero en Perpiñán les dije que era una ignominia y una estafa enviar gente a España en aquellas condiciones. Además, dimití del cargo que ocupaba como uno de los representantes políticos españoles en las FFI».

Coacciones

Bastantes maquis que caerían en manos de la Guardia Civil o el Ejército manifestarían que habían sido reclutados a la fuerza. Tal declaración, obviamente, pensaban que podía redundar en beneficio del detenido, pero pocas veces era verdad porque la gran mayoría de los guerrilleros vinieron libremente. Un hombre como Jordi Xicola, hoy alejado del partido comunista, dice que «vine porque quise y nada me prometieron», y muchos otros se adhieren a ello.

Abundan quienes afirman que había cierta coacción moral en el reclutamiento de los guerrilleros ya que «dado el clima existente, en que brigadas prácticamente enteras se preparaban para entrar en España, uno no podía volverse atrás, aunque no había imposición directa y personal». Pero tal coacción existió en algunos casos. Juan Carrasco, teniente, responsable político de la Séptima Brigada guerrillera, que había luchado contra los alemanes en el departamento del Tarn (capital Albi), reconoce que hubo algunos casos de coacción, como el ocurrido en su propia zona, concretamente en Castres. «Dos o tres matones comunistas se presentaron en los “chantiers” de carbón y coaccionaron a los que allí trabajaban, amenazándoles con volver días más tarde y liquidarles si no se habían alistado en las unidades de Unión Nacional. Como responsable político de la Brigada vino a verme un tal Martínez, de CNT, acompañado de algunos de los afectados y me explicaron los hechos. Les redacté un escrito para que lo entregaran a aquéllos que les habían coaccionado, en el que explicaba que la incorporación a la Agrupación de Guerrilleros españoles era voluntaria y no podíamos exigir a nadie que entrara en ella, ya que al no estar en España no cabía una movilización forzosa». Cuando los citados pistoleros volvieron al «chantier» se les entregó el papel y no lastimaron a nadie, aunque Carrasco pidió sanciones para los implicados a su jefe superior inmediato, comandante Demetrio Soriano, y a los altos cargos políticos del Hotel Les Arcades.

Otros, como Emili Granier Barrera, disidente comorerista del PSUC, aun negando coacciones atacan la forma de concentración de los guerrilleros. «Se les dijo que vinieran dispuestos a todo y muchos abandonaron sus casas y trabajos… para comunicarles más tarde que ya no les necesitaban y que podían irse. En este partido se trata a la gente sin consideración alguna y sin beneficio para nadie», explica.

La preparación de la acción pondría más en evidencia el intento sectario de los comunistas de hegemonizar aquélla y controlar la guerrilla. Entre los numerosos testimonios posibles citaremos sólo algunos. El propio Carrasco asegura que «estábamos aún en Albí, antes de marcharnos hacia el Pirineo, y desde el Hotel Les Arcades de Toulouse se me pidió un estadillo político de la Brigada, en la cual había gente de filiación diversa. Les respondí que eran todos de Unión Nacional y por tanto a nadie le importaba de qué partido o grupo formaban parte». «Anita», anarquista, afirma que «los comunistas quisieron ser los prepotentes, los amos, y no sólo indignaron a los demás españoles, sino al pueblo francés, que empezó a ver con malos ojos la arrogancia de los españoles en su propio país».

Andreu Claret, hombre de mucha confianza de Pau Casals y miembro del sector de Esquerra Republicana de Catalunya que colabora con UNE a través de la Alianza Catalana, dice que «en aquella situación, los comunistas se creyeron los amos de Francia y empezó a generalizarse entre el pueblo francés el rechazo de aquellas unidades españolas que se paseaban por todas partes», mientras otro miembro de ERC, pero contrario a Unión Nacional, Lluis Gausachs, dice que «la gente se cansaba de que los españoles camparan por sus respetos». Manuel Gimeno, dirigente del PCE reconoce que «junto a muchos franceses que nos ayudaban había otros que querían quitársenos de encima o, al menos, que los guerrilleros fueran desarmados».

Los asesinatos de la época

Las explicaciones anteriores nos sitúan ante un tema turbio: el de los asesinatos producidos en el sur de Francia entre septiembre y noviembre de 1944, de los que son principales protagonistas los comunistas españoles, aunque honradamente hay que decir que pocas veces puede culparse directamente a la cúspide de la organización, ya que individuos aislados o mandos intermedios actuaban a menudo por su cuenta.

Los detractores de los comunistas les atribuyen muchos crímenes, elevando la cifra incluso a unos 200, número que seguramente es exagerado. Algunos exiliados que colaboraron con Unión Nacional reconocen que «los comunistas mataron gente, pero no tanta como a veces se ha dicho». Aunque casi ningún dirigente comunista quiere hablar de ello, todos reconocen que se produjeron asesinatos y abusos de otra índole. No era raro que, de la noche a la mañana, hubiera personas que desaparecieran, y unos días más tarde se encontrara su cadáver con un tiro en la nuca o en el río Garona.

Es éste un tema poco estudiado y del cual existen escasos datos concretos y que excede de los límites de este libro. En general, la organización comunista justificó muchos de tales asesinatos diciendo que eran colaboracionistas de los alemanes, como en un juicio celebrado en 1953 —durante una época de persecución a los comunistas, en que salieron a la luz hechos ocurridos tras la Liberación— en que se acusaba a siete exguerrilleros españoles de la autoría de trece asesinatos de otros tantos españoles. Entre los muertos figuraban San Miguel (POUM), García Martínez (CNT), Georgeakopoolos (PSOE), Avelino Martínez, Juan Pujadas (PSUC)…

Otro de los asesinados a primeros de octubre de 1944 fue Llibert Estartús, del PSUC, que desapareció y posteriormente se encontró su cadáver en el Garona. Se le acusaba de colaboracionista, pero refiriéndose a él el exdiputado de ERC Francesc Viadiu afirma que «había tribunales que podían juzgar si era o no colaboracionista, pero los comunistas se tomaban la justicia por su mano». Por su parte, Emilio Álvarez Canosa «Pinocho», comandante de la Brigada 471, dice que «las liquidaciones se llevaban muy en secreto, pero se sabía que había gente que desaparecía sin dejar rastro. En la propia Toulouse fueron hallados cadáveres en el río y yo recuerdo, porque me enviaron allí cuando regresé de España, que en la población de Alet, en la que se encontraba el Estado Mayor de Salcedo, algunos de los que querían desmovilizarse aparecieron muertos».

Antonio Sancho «Toni», comunista, manifiesta que en una reunión en la que se expuso el proyecto de asalto al Valle de Arán hubo algunos que se opusieron con fuerza y «aquella noche sonaron las ametralladoras», sin querer dar más precisiones. Juan Carrasco recuerda que en el departamento del Aude por estas fechas se dio muerte a cuatro españoles, y en el número 6 de «La Batalla», órgano del POUM editado en Francia de fecha 29 de septiembre de 1945, se lee que «la Unión Nacional sólo tiene en su haber la muerte traidora y violenta de docenas de antifascistas». Según el libertario Floreal B., en el Alto Valle del Aude fueron liquidados unos diez militantes de CNT y POUM.

Sólo una parte de tales asesinatos guarda relación directa con la invasión del territorio español por parte del maquis de Unión Nacional, pero hay una coincidencia cronológica. Asimismo, no cabe la menor duda que a las liquidaciones de colaboracionistas reales o supuestos se unió en cierto grado la de rivales políticos.

En paralelo abundan los «golpes económicos» que a veces nutrirían las reservas del partido para financiar la lucha antifranquista pero no faltó quien logró amasar alguna fortuna personal amparándose en los atracos a los colaboracionistas. Varias personas son testigos de que algunos de tales capitales «particulares» fueron dejados en Andorra y otros ocultados en el monte, encontrándose en los años siguientes planos de «tesoros», a veces entre las ropas de los guerrilleros muertos. Por la proliferación de tales atracos llegó a hablarse de ellos incluso en medios militares aliados de Londres.

Entre Radio Toulouse y los «mongoles».

Diversas ciudades de Francia rinden homenajes de despedida a los guerrilleros españoles que han luchado en sus respectivas zonas y ahora se dirigen hacia el sur. Tras los emotivos actos y la euforia de la despedida, los guerrilleros van llegando a Toulouse, donde inicialmente se concentran en buena parte en el Campo de Bourrasol —hoy desaparecido por el crecimiento urbano— y desde allí van a los acuartelamientos asignados a las diversas unidades. Muchos llegan en tren, otros en camiones del Ejército francés y no faltan los viajeros en vehículos requisados.

Aquéllos que no han luchado militarmente contra los alemanes son instruidos en el manejo de las armas y empleo de explosivos. Todos reciben un intenso adoctrinamiento político e instrucciones sobre la forma de comportarse en el interior del país, en la línea de respeto que se explicó anteriormente en este libro. Parte fundamental de la formación militar sigue siendo el «hacer piernas».

Cándido Juárez, instructor de la Primera Brigada, que entraría por la frontera gerundense, recuerda que «inicialmente nos dieron tres semanas para prepararnos, pero luego llegó una nueva orden de la División reduciendo el plazo a quince días».

Mientras los guerrilleros se preparan para el ataque a España, Radio Toulouse, controlada por los españoles, lanza soflamas, pontifica el «seguro ocaso del franquismo» y a micrófono abierto dice que 50 000 guerrilleros —al menos en una ocasión dijo 52 000— se disponen a atacar España. En las ciudades del sur, Perpiñán, Tarbes, Foix, Toulouse, Pau, Lourdes, Auch, Oloron…, no se habla de otra cosa que de la inmediata liberación de España. La invasión era un secreto a voces.

«Del intento de liberar España no sólo estábamos satisfechos nosotros, sino también los miembros de la Resistencia francesa. Abundaron los franceses, polacos, italianos y de otras nacionalidades que querían venir con los españoles y tuvieron que ser estos últimos quienes les disuadieran argumentando que si Franco sabía que entraban extranjeros podía pedir a todo el pueblo español que se uniera a él para luchar contra la invasión extranjera», explican Manuel Gimeno y otros dirigentes.

«Un aspecto político que nos planteamos —dice Gimeno— fue el de que en la invasión participaran “mongoles”. Con ello pretendíamos conseguir el efecto psicológico sobre las tropas de Franco del ¡que vienen los rusos!, pero finalmente la idea se rechazó también». Lo que los españoles exiliados en Francia denominan genéricamente «mongoles» por sus facciones asiáticas o eslavas, eran soviéticos que habían formado parte de la División Vlassov y otras fuerzas proalemanas[8]. Se habían pasado a los alemanes, pero éstos, temiendo posibles deserciones o traiciones, en lugar de mantener a muchos de ellos en los frentes del Este los habían trasladado a Occidente, en el muro del Atlántico, para luchar contra los angloamericanos. Bastantes de tales «mongoles» se habían pasado a la Resistencia y fueron colaboradores muy estimables y abiertos de los españoles.

Preparar la sublevación en España

Cuando la organización del PCE en Francia decidió el ataque se cursaron instrucciones a la dirección del interior, concretamente al propio Monzón, a fin de que coadyuvaran al éxito de la operación. Las propuestas más importantes eran que las guerrillas instaladas en el interior del país —que en Francia creían que eran una fuerza importante— multiplicaran sus acciones contra las Fuerzas de Orden Público, que el partido y Unión Nacional llamaran a la huelga general y a lockauts —probablemente sea una de las pocas veces en la historia en que un partido comunista promoviera ambas cosas de forma simultánea—, y que la población se sublevara y se uniera a la guerrilla.

En los primeros días de octubre la propaganda comunista se hace más activa, en especial relacionándola con el 6 de octubre, décimo aniversario de la sublevación de Asturias y Barcelona. «Reconquista de España» publica un editorial en favor de «un amplio y potente ejército en el seno de las masas», en el que entre otras cosas dice que «de los grupos dispersos y sin organización que se lanzaron al monte en 1939 y aun antes de aquella fecha, hemos pasado a la organización de más de una docena de agrupaciones guerrilleras, bien organizadas, más combativas, y con un caudal inagotable de experiencias adquiridas en el combate. Agrupaciones que empiezan a coordinar sus acciones, que las aumentan crecidamente, que son el verdadero embrión de un poderoso ejército que juegue en mucha mayor medida que hasta ahora, el papel esencial que le corresponde en la liberación de nuestra Patria». Más adelante añade que «nuestro movimiento guerrillero es todavía, pese a los avatares obtenidos, raquítico, compuesto por los hombres más audaces y convulsivos de España. Y hemos de pasar rápidamente a la formación de un ejército de masas, de decenas y decenas de millares de patriotas. Para eso es necesario crear, con ayuda de las organizaciones antifranquistas, millares de grupos de guerrillas del llano, de un vasto movimiento de reservas guerrilleras que sean el Ejército patriótico de insurrección en el campo. Millares de grupos de reservas guerrilleras enclavadas en las fábricas y talleres, en las minas y puertos».

En el documento, obviamente, se hacen llamadas a la lucha y liberación de España y termina diciendo que «hoy los guerrilleros deben responsabilizarse en grado sumo, redoblando su actividad bélica, su capacitación y organización. Ante el mandato de la Junta Suprema —expresión y dirección de las ansias del pueblo español— que nos concede el puesto de honor en la nueva cruzada de insurrección nacional, contestando ¡Presente!, incorporando a nuestras unidades de templada solera guerrillera los nuevos combatientes, para liberar con el XIV Cuerpo a España y depositar en sus manos sus propios destinos».

La edición de Toulouse de «Reconquista de España» del 6 de octubre dice que «hay que desencadenar la insurrección nacional para que España sea libre y feliz», mientras en el editorial de la edición de Marsella de la misma publicación del 8 de octubre se dice que «los pueblos que no entren en lucha abierta en sus propios países contra los fascistas tendrán que pagar con sus amos por los crímenes que éstos han cometido al servicio de Alemania.

»Los que limpien con su actitud patriótica un pasado de contubernio con Hitler, estos pueblos pasarán a formar parte de la gran familia de las naciones libres y democráticas del mundo.

»Éste es el dilema en que se encuentra España. Y el plazo que le queda para escoger es corto. No es una vez liquidado Hitler cuando hay que demostrar su odio al fascismo, es antes cuando hay que acabar con Franco».

Las organizaciones comunistas del interior recibieron comunicaciones desde Madrid en el sentido de preparar la sublevación. Así lo reconoce Margarita Abril, responsable de las JSU de Cataluña, explicando que «nos llegó una circular de Madrid, de la organización del PCE, alertándonos para que estuviésemos preparados para la insurrección nacional. Nosotros les respondimos que no había las condiciones para realizar tal sublevación y así lo reiteramos en una reunión celebrada con la dirección de las JSU que mantuvimos en Madrid. También se repartieron octavillas llamando a la insurrección, pero la gente no hizo caso».

Por su parte, Josep Serradell «Román», responsable del PSUC, dice que «no ordenamos a nuestros militantes que contactaran con los guerrilleros que entraran en España. Hubiera sido descabellado».

A pesar de ello, en el distrito quinto de Barcelona, en casa de Conchita Montarte, se celebró una reunión a la que asistieron varios dirigentes comunistas catalanes, un comandante guerrillero, Conchita Montané, Raquel Pelayo «la Peque» —responsable de Juventud Combatiente— y un hombre de ideas republicanas que había pasado la guerra civil en territorio de Franco como mecánico de carros de combate. En la reunión se habló de la creación de un comité u organismo de información militar orientado a suministrar datos sobre movimiento de tropas del Ejército, pero no se llegó a conclusiones, según explica Conchita Montané.

Buena información guerrillera

Aunque la información que la AGE tiene del interior de España es bastante deficiente, no puede decirse lo mismo de la situación y movimientos de tropas franquistas en las zonas próximas a la frontera. En las operaciones de jalonamiento en el interior del territorio español —lo que los guerrilleros denominan pomposamente «servicios de información extraperiferica»— obtienen datos valiosos sobre sus adversarios.

Los documentos secretos del maquis, las comunicaciones del mando a los jefes de unidades o de los servicios de información, son mucho más elocuentes que cualquier publicación propagandística o incluso que algunas explicaciones personales que pueden estar deformadas con el paso del tiempo. Tales documentos, de los que reproduciremos total o parcialmente algunos, desmienten las numerosas aseveraciones que se han hecho incluso entre los guerrilleros en el sentido de que toda la acción fue una improvisación de gentes inexpertas. Ciertamente, en el plan existen numerosos fallos, pero no es posible simplificar culpando sólo a los que planificaron, ya que no siempre los jefes de las brigadas o batallones que debían ejecutarla respondieron adecuadamente. De la falta de respuesta de algunos mandos es ejemplo la queja del jefe del Estado Mayor de la División 204, «Alvaro», que dirige una circular a todos los jefes de unidades en la que les dice que «es lamentable los casos que se vienen sucediendo, de que los jefes de la 2.a Sección (Información) no dedican la atención que requiere este servicio que es el alma y la seguridad de las operaciones a realizar». Añade la circular que a primera hora de la mañana de todos los lunes, jueves y sábados los jefes de la 2.a Sección deben remitir la «síntesis de información» al Estado Mayor, además de los partes extraordinarios que pueden ser convenientes ante situaciones especiales.

El jefe del Estado Mayor de la División, en nombre del jefe de la unidad, distribuye el día 10 de octubre un modelo de programa de investigación y un modelo de interrogatorio para prisioneros y evadidos con docenas de preguntas. Un cumplimiento fiel de tales instrucciones permite obtener datos muy concretos sobre los movimientos, potencia e intenciones del enemigo.

Los grupos de jalonamiento guerrilleros que entran en territorio español recogen amplias y precisas informaciones, que pasan al Estado Mayor de la División, sobre todo referentes a las tropas enemigas. Más discutibles son las interpretaciones que el mando hace de la colaboración de la población. Reproducimos parcialmente uno solo de dichos partes, incluidas sus formas gramaticales no siempre correctas, que da idea suficiente de la información de que dispone el mando guerrillero. Es del 12 de octubre de 1944.

Texto del informe.

Tras referirse al despliegue del enemigo del que se había informado en partes anteriores, especifica de la siguiente forma las guarniciones enemigas:

Al sur de Tirvia

En la carretera de Pallares a Seu d’Urgell se ha podido observar movimiento de tropas. Estas fuerzas se han visto hasta el día 1 de octubre.

Al Norte de La Seu d’Urgell.

Lafarga —20 carabineros y PA.

Armamento que poseen: lo consignado en partes anteriores.

Depósitos

Siguiendo el curso del torrente de Aspulla, entre éste y Os de Civis, hay un polvorín de una mina. Este polvorín está emplazado en una herrería de la misma. Hay gran cantidad de dinamita, fulminante y mecha.

Moral de la población civil

«Según información recibida a través de nuestros guerrilleros, da a conocer claramente de que el pueblo español aporta toda clase de facilidades y como prueba evidente tenemos lo siguiente: en el pueblo de Durro y Burreras los guerrilleros han obtenido el terreno abonado para obtener los víveres necesarios, hasta el extremo de que los paisanos no quieren cobrar nada en absoluto. Lo que demuestra una vez más que el ambiente existente en la actualidad dentro de la población civil a pesar de la represión que los elementos falangistas hacen a todos aquellos buenos españoles por ayudar a los guerrilleros, y a pesar de ello ellos se apartan de este peligro y continúan su labor para que consigamos el objetivo marcado.

En conclusión, el ambiente del pueblo español, como se ha repetido muchas veces, a pesar también de las duras penalidades impuestas por el sistema político de Franco, no ha hecho dejación de sus principios y no han olvidado sus sentimientos antifascistas.

Nuestro movimiento de guerrilleros se extiende de día en día. Según declaraciones de evadidos y de otras fuentes de información, todo coincide de que Franco está en España, pero que España no está con Franco, y esperan con ansiedad y con los brazos abiertos a los guerrilleros para que la liberemos».

Este mismo parte tiene un anexo en el que complementa datos, cuyo texto es el siguiente:

«Movimiento enemigo:

Los últimos informes recibidos en la Segunda Sección de este EM dan a conocer que el enemigo realiza movimiento de fuerzas a otras zonas. Habiéndose podido observar el traslado de unos 3000 hombres aproximadamente, de los que guarnecían Puigcerdá, dirigiéndose hacia el Valle de Arán, al objeto de fortalecer la vigilancia en este sector.

En la Seo de Urgell Han retirado de esta plaza una batería de Artillería dirigiéndola también hacia el Valle de Arán, ignorándose hasta el momento presente emplazamiento exacto de la misma.

En La Seu d’Urgell. Han retirado de esta plaza una batería de Artillería dirigiéndola también hacia el Valle de Arán, ignorándose hasta el momento presente el emplazamiento exacto de la misma.

En la Casa Forestal número 1, situada al N. de Pallerols, se ha podido apreciar la presencia de 6 PA.

En Novas de Segre, hay 22 PA y 18 carabineros.

En Argollel, hay 6 carabineros.

En Bescarán, hay 12 carabineros.

En la noche del 10 al 11 se ha podido observar el paso de bastantes vehículos (aproximadamente unos 30 o 40 camiones), en dirección al Valle de Arán. Lo que hace suponer sean los que han hecho el traslado de tropas de La Seu d’Urgell».

Lugares para golpes de mano.

El puente de Adrall, situado en el kilómetro 125 500 de la carretera de La Seu d’Urgell a Lérida, es muy utilizado para el transporte de fuerzas enemigas.

En la misma carretera existe otro en el kilómetro 120. Éste de gran importancia también.

El puente situado en Novas de Segre es considerado también de importancia.

La destrucción de estos tres puentes sería un buen entorpecimiento para el enemigo, ya que tendrían para el transporte de fuerzas, que utilizar otros medios de comunicación muy deficientes, a causa del gran rodeo que se les haría efectuar».

Hasta aquí el texto de uno de estos informes. Hay algunos errores, como el extrapolar datos sobre la respuesta de la población y también las cifras de algunas unidades de tropas enemigas, en particular cuando habla de 3000 soldados de Puigcerdá, pero no hay duda de que los grupos guerrilleros de información han batido bien el terreno.

Alternativas al proyecto de invasión

Si la decisión de realizar el ataque central en el Valle de Arán está tomada, aquí no puede dejarse de hacer mención, siquiera breve, a otros proyectos alternativos de invasión formulados por organizaciones diversas. En realidad, ninguno pasó de propuesta o anteproyecto, pero sí son interesantes por su curiosidad y falta de divulgación.

Uno de ellos lo plantearon dirigentes de Esquerra Republicana de Catalunya, y consistía en ocupar el valle que conduce a Andorra desde La Seu d’Urgell, apoderándose al propio tiempo de «Radio Andorra» para emitir desde allí las proclamas y consignas de rigor. Francesc Viadiu, que es quien explica tal propuesta, dice que la idea fue de Ricard Escrich, militar que colaboraba con los comunistas a pesar de ser de ERC. «De todas formas —dice Viadiu—, nosotros no hubiéramos realizado tal operación sin apoyo de los aliados, por lo menos de los franceses. Los aliados eran reticentes respecto a los comunistas, pero no recelaban de nosotros. Además teníamos claro que cualquier acción armada que realizáramos debía contar con la aprobación aliada».

Miguel Maura y otros, por su parte, hablaron en determinada ocasión de ocupar el enclave de Llivia, objetivo muy fácil para la guerrilla por ser difícilmente defendible para las tropas de Franco, y menos aún recuperable militarmente si caía en manos del maquis, porque las tropas españolas debían pasar por territorio francés.

Sin embargo, el anteproyecto mejor estudiado era otro, formulado en sectores de la guerrilla comunista en Francia. Este plan, según recuerda Eduardo Pons Prades, le fue explicado en 1944 por el comandante Julián Villapadierna tras una reunión en la que éste participó junto con otros jefes guerrilleros en el departamento del Aveyron, y probablemente fue allí donde se presentó. También el comandante Emilio Álvarez Canosa conoció tal propuesta.

Consistía en ocupar una franja de terreno de una longitud de unos 130 kilómetros y anchuras comprendidas entre los 20 y 35 kilómetros en territorio español, consistente en la zona que va desde Andorra hasta el Valle de Arán. Se trataba de un proyecto de invasión territorialmente ambicioso y constaría de tres subzonas a ocupar. La A, formada por el Valle de Arán junto con algunas montañas vecinas. La B sería la situada entre el macizo de Beret y la Sierra de Campirne y la C entre ésta y la frontera andorrana. En caso necesario, las subzonas a evacuar serían las B y C. La capital del territorio ocupado sería Viella, aunque dentro de él quedarían también poblaciones como Esterri d’Aneu.

Al margen de cualquier otra iniciativa, la dirección comunista se adelanta en la acción, tanto por su mayor capacidad organizativa como por tener a sus órdenes el grueso de la guerrilla. Y el 15 de octubre en «Reconquista de España» aparece el primer «Parte de Guerra» importante del maquis en España, al que seguirían en los años siguientes varios centenares más o menos veraces y siempre triunfalistas. En dicho comunicado se habla de los diversos frentes, del Sur, del Noroeste, del Centro…, en los que los guerrilleros han efectuado acciones. Una parte está dedicada al Pirineo, y dice así: «El Ejército del Pirineo, primera gran unidad guerrillera organizada bajo un mando único, ha quedado constituido. En todo el frente de este ejército continúan las escaramuzas y acciones de reconocimiento; en algunos puntos, especialmente en la zona de Ripoll y en la confluencia oriental de la frontera hispano-franco-andorrana, nuestras fuerzas, con efectivos de hasta una compañía, han librado ya encarnizados combates, causando numerosas bajas al enemigo. Los guerrilleros utilizan un altavoz para hacer propaganda entre las tropas franquistas».

El proyecto de invasión de España no tenía un nombre específico, pero entre buena parte del mando y en los comentarios de la prensa guerrillera se le empezó a llamar «Operación Reconquista de España».