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Falla el flanco izquierdo

El avance en el interior del Valle de Arán había obtenido un éxito parcial en su primera fase, pero no ocurrió lo propio con el flanco izquierdo de la ofensiva, que fracasó estrepitosamente. Cuando los guerrilleros vieron que su avance no era un paseo militar se replegaron, en algunos casos de forma precipitada y desordenada.

La misión más importante de este flanco izquierdo correspondía a la Brigada 471, que ocupaba el centro de la maniobra. Debía tomar Esterri d’Aneu, cortando la carretera Tremp-Viella, y así evitar la llegada de refuerzos al Valle de Arán. Aquella unidad estaba flanqueada por las Brigadas 15 y 526.

Los combates de Alins

La Brigada 15 ocupó el extremo oriental de la ofensiva «Reconquista de España», entrando por el límite con Andorra. La mandaba Miguel Tomás «comandante Tomás» y Ribalta era el comisario político, ayudado por el también responsable político Antonio Sancho «Toni». Como jefe de Estado Mayor se designó al teniente Anastasio Sánchez, hombre que durante la Guerra Civil había sido director del buque prisión «Uruguay», que estuvo anclado en el Puerto de Barcelona, y de la cárcel de El Collell (Gerona).

Para la entrada en España se previo que la brigada desplegaría cuatro batallones en rombo y en el centro iría el Estado Mayor.

Uno de los batallones atacó el pueblo de Tor, mientras el resto de la brigada se dirigía a Alins. En Tor fueron cogidos prisioneros varios guardias civiles, pero un grupo de policías armados siguió resistiendo. Los guerrilleros, que habían capturado un bidón de gasolina, lo acercaron a la casa que ocupaban y anunciaron que iban a incendiar el edificio, lo que provocó la rendición de los defensores.

El asalto a Alins fue iniciado por el servicio de dinamiteros de la brigada, mandado por Brotons, pero intervinieron luego otras fuerzas en un combate que resultó duro, de muchas horas de duración y con bajas por ambas partes. Anastasio Sánchez dice que los guerrilleros tuvieron cuatro muertos y seis heridos. El primero que murió era un joven de 18 años que se había exiliado de España no mucho antes y que comentaba que volvía para liberar a su madre. Por parte del Ejército se producen también bajas, entre ellas la del teniente que manda las fuerzas, el cual, según cuenta Anastasio Sánchez, resultó con la cabeza prácticamente segada por una ráfaga de ametralladora, aunque, descabezado, siguió corriendo un largo trecho.

Los soldados y algunos guardias civiles resistían en un edificio, y los maquis lanzaron un fuerte ataque tirando bombas de mano por las ventanas. Los soldados iban saliendo y también lo hizo el teniente, que recibió los impactos de la ametralladora. Finalmente, las tropas se rindieron. En el historial del batallón «Navarra» número 1 de Cazadores de Montaña se confirma este combate aunque se limita a decir que «el 19 de octubre, la primera sección de la primera compañía al mando del teniente Pascual Candial Tomás, que guarnecía el pueblo de Alins, es atacada por fuertes contingentes de rebeldes». A pesar de la ocupación, algunas personas del pueblo pudieron salir y dar aviso de la llegada de los maquis.

Los guerrilleros desarmaron a los soldados y los instalaron en unas casas cercanas al pueblo, diciéndoles que no les consideraban prisioneros. Reunieron al alcalde y al párroco y les dijeron que la vida seguía igual, que no harían daño a nadie y que el culto religioso podía seguir normalmente.

El Estado Mayor de la brigada se instaló en una loma cercana y, como explica Antonio Sancho «Tony», desde el pueblo llegó Ribalta, el comisario, quien dijo que la gente estaba muy contenta por haber sido liberada, e iban a sacrificar una vaca y cocer una hornada de pan para celebrar la llegada de los guerrilleros.

Los filetes, sin embargo, no llegarían. «Nos llegó al Estado Mayor una información según la cual fuerzas enemigas se habían apostado cerca del pueblo y empezaban a hostigar con “pacos” a los guerrilleros. Parecían moros o tropas de África», explica «Tony». Los maquis no iban descaminados en sus apreciaciones porque una buena parte de las tropas que allí habían llegado eran de la División 41 Provisional, recién llegadas de Ceuta, y su indumentaria presentaba diferencias respecto a la de las tropas de montaña. En el historial de unidades de esta división se describe de forma muy pormenorizada la actuación. Baste decir que las tropas llegadas frente a Alins son heterogéneas, consistentes en tres secciones del primer batallón de dichas fuerzas africanas, una sección del batallón de Montaña «Navarra» de la 42 División y una sección de la Policía Armada. Cuando llegaban al lugar era ya el 20 de octubre. Según confirman los responsables guerrilleros Anastasio Sánchez y Antonio Sancho, hubo un intento de parlamentar por parte de los guerrilleros que fue aceptado por el Ejército, pero cuando un grupo de maquis salió de sus parapetos para dirigirse a la «tierra de nadie», fueron recibidos por el fuego del Ejército, resultando muerto un capitán del maquis, de origen asturiano. «No cumplieron las órdenes que les di de que no salieron para parlamentar», dice Anastasio, mientras «Toni» explica que «vino hasta el Estado Mayor un enlace a avisarnos de que los militares habían aceptado dialogar con nosotros. El “comandante Tomás”, jefe de la brigada, dijo al enlace que comunicara al capitán Martínez la orden de que nadie fuera hacia las posiciones enemigas, pero antes de que el enlace llegara a su destino aquel capitán y otros guerrilleros ya habían salido, lo que le costó la vida».

Las tropas pasaron al ataque, y aunque el jefe guerrillero dio la orden de retirada de forma escalonada, la mayor parte de los guerrilleros se dispersaron desordenadamente, aunque algunos siguieron resistiendo y los combates se prolongaron durante varias horas. En el historial de las unidades de dicha División 41 se lee que «al enemigo se le va arrebatando el terreno en que se hace fuerte y en estas condiciones la noche se echa encima sin haber logrado expulsar de las casas que dan al campo y de las alturas próximas al pueblo al enemigo».

«Como el “comandante Tomás” tenía experiencia de la Guerra Civil, ya previó que cuando cayeran las sombras de la noche las tropas enemigas dejarían de atacar y pretendió reunir a los grupos guerrilleros dispersos, pero sólo serían en total 27 los hombres que se reunirían en torno a la dirección y Estado Mayor de la brigada», explica «Toni».

Las fuerzas del Ejército terminarían de ocupar el pueblo al día siguiente, 21. «Encontrando —dice el historial—, siete heridos del batallón de Montaña y cuatro maquis heridos, y muertos un teniente de la sección de montaña y un soldado de la misma, un guardia civil y cinco maquis muertos, entre ellos el comandante». Esto último es erróneo, por cuanto el muerto era uno de los capitanes, no el comandante, pero el resto de cifras de muertos coinciden con las versiones de los guerrilleros. En la recuperación del pueblo, el Ejército sólo tuvo un herido, lo que da idea de la poca resistencia ofrecida por los guerrilleros cuando eran atacados. Las unidades del Ejército pudieron también liberar a los soldados y guardias civiles que antes habían caído prisioneros del maquis.

Aquella noche nieva, pero la tormenta que afecta a la guerrilla no es sólo meteorológica porque en el grupo de 27 hombres en el que se encuentra la dirección y el Estado Mayor de la brigada se producen serias diferencias y acusaciones. Particularmente duro es el enfrentamiento entre el «comandante Tomás», jefe de la brigada, y el teniente Anastasio Sánchez, jefe del Estado Mayor. Éste acusa al comandante de miedoso y falto de energía en la lucha, y dice que a partir de aquel momento es él quien va a mandar.

Entretanto, el resto de la brigada se ha dispersado y la mayor parte de los guerrilleros han vuelto sobre sus pasos regresando a Francia desordenadamente, aunque algunos han seguido el camino contrario penetrando hacia el interior de España. Un grupo de estos últimos contactó en las cercanías de Ponts con fuerzas de la Brigada Tercera —que entró antes en España— y de la quinta —que cruzó la frontera en fecha posterior— y formaron una nueva brigada sin número ni nombre al mando de Manuel Moreno «comandante Quico» —de la Tercera Brigada—, siendo Mateo —de la quinta— jefe de Estado Mayor, y Serrano —de la tercera— ayudante.

El grupo de 27 hombres en el que está la dirección de la Brigada 15.ª se propone penetrar hacia el interior de España, pero la nieve y su misma desmoralización les llevó hacia atrás, y después de deambular sin rumbo fijo durante dos días por las montañas llegaron por fin a Canillo (Andorra), y desde allí a Francia, dirigidos por un guía, en medio de una gran tormenta de nieve en la que sus vidas corrieron un grave riesgo.

La Brigada 471 no llega a Esterri

La Brigada 471 fue constituida en base a las fuerzas de la Brigada D y otras unidades que en la Resistencia francesa habían luchado en la Dordogne y Haute Vienne (Limoges), y estaba mandada por el comandante Emilio Álvarez Canosa «Pinocho», un hombre que fue herido en la batalla del Ebro cuando cruzaba el río pero quiso que siguieran adelante retrasando su evacuación y que había sido un héroe en la Resistencia francesa.

Para dirigirse hacia España, la unidad salió del balneario de Aulus-le-Bains (Ariége) hacia media tarde del día 17 de octubre, cruzó la Sierra de Campirne por la noche, precedida de patrullas para preparar el terreno y sondear a la población. «La mayor parte de los miembros de la Brigada eran catalanes y aragoneses —dice el propio “Pinocho”—. Yo mismo procuré rodearme de guerrilleros oriundos de la zona leridana como los hermanos José y Antonio Sasot Sabater, y del práctico José Sádaba Samper “el maño de Caspe”. También el guía era de la zona».

La unidad tenía que recorrer un trecho muy largo para acercarse a sus objetivos. «Estábamos agotados. Un chaval de 17 años, hijo de emigrantes, me dijo: “pégame un tiro. Ya no puedo seguir andando”. Le cogí la mochila y continuamos, aunque también yo estaba hecho polvo», dice José Sádaba.

Antes de que la brigada se acercara a Esterri d’Aneu, un grupo de exploración tuvo un choque con la Policía Armada, resultando muerto un capitán guerrillero natural de Tortosa y heridos dos maquis. «Pinocho» es drástico en sus afirmaciones: «Cada vez que enviábamos una patrulla ya no volvía. No sabíamos si habían muerto o los habían capturado. Sólo mantuvimos un combate importante cerca de Esterri d’Aneu, que se prolongó durante varias horas el día 19. No encontramos nada que comer, ni vimos a los campesinos. Los franquistas debieron desalojar la zona».

Sádaba explica que llegaron hasta las cercanías de la carretera que tenían que cortar y vieron pasar por ella una caravana de unos 35 camiones militares y se detuvieron. Finalmente, ante el peligro de ser cercados por fuerzas del batallón «Navarra» que operaban en la zona, optaron por retirarse hacia Francia, ya que el guía les dijo que iba a caer una gran nevada y no podrían cruzar las montañas si no se apresuraban.

La retirada se acordó con la oposición del instructor, Antonio Moreno Nicolás. «Pinocho» sería el último en dejar el territorio español el día 21 de octubre.

«En total —explica “Pinocho”— la brigada perdió 32 hombres entre muertos y desaparecidos, entre ellos lo veteranos Gamboa, González “el Asturias”, y otros, además de seis heridos que pudieron regresar por su propio pie a Aulus-le-Bains».

Como se verá más adelante, la postura de «Pinocho» contra los organizadores de la operación, y en general, contra los comunistas, ha sido de las más activas. Una de sus afirmaciones que causó mayor polémica es la de que los mandos guerrilleros habían dado la orden de rematar a los heridos graves «por razones humanitarias». El autor de este libro ha preguntado acerca de este tema a gran número de políticos y jefes militares guerrilleros —desde Azcárate a López Tovar sin olvidar gentes de menor graduación— y todos lo niegan radicalmente. Sin embargo, «Pinocho» se ratifica, diciendo que «esto me lo comunicaron personalmente en Montrejeau, en el Estado Mayor, cuando íbamos a entrar, en los últimos días de preparación, y yo les dije que por la zona en que mi brigada debía actuar no había ni camilleros ni posibilidad real de evacuar los heridos. Obviamente, no lo pusieron por escrito. Nadie se atrevería a poner tal barbaridad en un papel, pero sí lo dijeron verbalmente». López Tovar contesta: «Es mentira. En Bossost nosotros atendimos heridos graves».

Conquista de Alós

La tercera de las brigadas que había penetrado por el exterior del Valle de Arán, la 526, tenía como objetivo la ocupación de Alós (llamado de Isil, de Gil o d’Aneu), progresando luego hacia Isil-Boreu y colaborando si hacía falta con la Brigada 471 en la conquista de Esterri d’Aneu.

Al mando del comandante Francisco Rodríguez, la brigada se internó en España por el puerto del Salau, y era aún de noche cuando los guerrilleros llegaban al pueblo, situado no lejos de la frontera. «Una patrulla se acercó al cuartel de la Guardia Civil, pero cometió el error de hablar cerca de una de las ventanas del cuartel y les oyeron. Desde dentro lanzaron una granada de mano, que dio muerte a algunos maquis», explica Josep Zamora, uno de los guerrilleros de la brigada.

A partir de este momento se inicia un fuerte tiroteo. «Los guardias civiles nos tiraban con balas trazadoras», dice Zamora. El tiroteo se prolongó durante horas. «Aunque sólo eran siete u ocho —sigue diciendo Zamora— los guardias estaban envalentonados, ya que días antes habían dispersado una unidad guerrillera que se había acercado al pueblo. Incluso uno de los asediados salió al balcón con una ametralladora disparando contra nosotros. Tuvimos bajas pero a él le costó también la vida situarse en una posición tal vulnerable».

«Disponíamos de “bazookas” y dinamita, y hubiéramos podido hacer saltar por los aires el cuartelillo, pero no queríamos hacerlo porque allí residían también las esposas e hijos de los guardias. Como el combate se prolongaba más y más y ellos seguían resistiendo, cerca del mediodía nos fuimos a la casa del alcalde del pueblo y con una bandera blanca le hicimos ir hacia el cuartelillo para parlamentar con los guardias. Les dimos un plazo para rendirse, diciéndoles que en caso contrario haríamos uso de aquellas armas. Al ver que la advertencia era muy seria y que nuestros medios eran importantes, los guardias se rindieron. Cuando les recogimos el armamento vimos que tenían fusiles rusos de la Guerra Civil española, que eran muy aptos para zonas de alta montaña como aquélla, en que el frío agarrota las armas», dice Zamora.

La Brigada 526 siguió su avance hacia Isil-Boreu, como le había sido ordenado por el mando, logrando hacer prisioneros a otros guardias. Llegó a las proximidades de Esterri d’Aneu, donde debía enlazar con la Brigada 471, la cual, como antes se dijo, no se presentó por haberse retirado. A esta situación de por sí complicada, se unió el hecho de que en un combate resultó gravemente herido el guía de la unidad, que murió. Sin nuevas órdenes de operaciones, la Brigada 526 ocupa en los días siguientes varios pueblos de la zona, realiza los mítines habituales y se provee de alimentos. En uno de los pueblos reciben información de que fuerzas del Ejército intentan cercarles, lo que pudieron confirmar al ver marchar por las proximidades unidades de Montaña. Además, tuvieron conocimiento de que en el interior del Valle de Arán los guerrilleros se habían retirado, con lo que, subdividiéndose en pequeños grupos, regresaron a Francia.

A otras partidas guerrilleras les ocurrió lo mismo. Cubiertos los objetivos iniciales, se encontraban sin nuevas órdenes, y no sabían si continuar hacia el interior, esperar refuerzos, subdividirse en pequeños grupos, dirigir sus pasos hacia Lérida, Barcelona o Zaragoza… La falta de contactos con otras unidades, el miedo de ser cercados, problemas para conseguir alimentos… llevaban a un desconcierto que hacía pensar a todos en la conveniencia de la retirada hacia Francia. Lorenzo Pastor Hiedra afirma que «aquello había sido un enredo. En el interior no había nadie; si nos hacían caso era por el miedo y en algunas ocasiones la gente incluso reaccionaba violentamente contra nosotros».

Tempestad en Aulus

El rápido fracaso de la ofensiva en el flanco izquierdo, al no alcanzar sus objetivos dos de las tres brigadas, resultó tempestuoso cuando regresaron a Francia Emilio Álvarez Canosa «Pinocho» y sus oficiales, ya que su brigada, la 471, era la única de las brigadas de esta zona que regresó casi completa. «En Aulus me comunicaron que vendrían a verme delegados desde el Cuartel General de Montrejeau, dice “Pinocho”. Me preparé e incluso puse la pistola debajo de la almohada de la habitación porque sabía que habría depuraciones. Vinieron el coronel Acevedo y un tal Navas, y me dijeron que debíamos volver a entrar en España por la zona de Viella, donde existía una cabeza de puente. Me negué en redondo, y les taché de “capitanes araña”, que nos habían enviado a nosotros a España mientras ellos seguían tranquilamente en Francia. También les dije que si se hubiera preparado mejor, en base a penetrar pequeños grupos, quizás en aquel momento estaríamos muy en el interior de España y no estrellados en los Pirineos».

Añade «Pinocho» que en ningún momento le preguntaron acerca de las lecciones que habían sacado, sino sólo los motivos por los cuales no había seguido avanzando. En tal situación polémica, los oficiales de la brigada se solidarizaron con su jefe y redactaron un comunicado de apoyo, aunque los responsables políticos de la brigada le siguieron acusando de haberse retirado sin recibir órdenes del mando. Incluso se celebró una multitudinaria asamblea para tratar el tema, que se resolvió en gritos de apoyo a «Pinocho».

La retirada de esta brigada es una de las más polémicas de toda la acción del maquis. Muchos oficiales guerrilleros consideran que la brigada no cumplió como debía y pudo avanzar mucho más de haber puesto «la carne en el asador», mientras otros, conocedores del valor del comandante Emilio Álvarez Canosa en la Guerra Civil y en la Resistencia, no dudan de que la gravedad de la situación exigía la retirada. «Pinocho» justifica así su decisión: «Creo que la mayor parte de los destacamentos que marcharon a España por aquella época hicieron exactamente como nosotros: regresaron a sus bases francesas tras las primeras refriegas importantes con las fuerzas enemigas. O sea, al ponerse en evidencia que el combate se planteaba en condiciones escandalosamente desfavorables para nosotros».