Génesis

Mi Amiga Pili no cree en la casualidad, y todo, o casi todo, se lo achaca al destino y a los duendes. Debió de ser uno de estos el que se coló en mis sueños hace un tiempo. Yo dormía convaleciente de un accidente y escayolado a lo Tutankhamon, cuando desperté sobresaltado, colmado de un sentimiento intenso y maravilloso que me entrecortaba la respiración. Mientras recordaba imágenes, escenas, sonidos de aquel «sueño», me percaté de que lo que sentía era Amor. Aquel duende me regaló imágenes, rostros, paisajes y una canción: La Canción del Molino. Esta inspiró una historia hecha de retales de sueño, y la historia devino viaje: El viaje de Marcos. Quiero, por lo tanto, agradecer a aquel duende el regalo que me hizo en aquellos duros momentos.

Deseo dar también las gracias a mis padres por llevarme a veranear al chalé de una amiga, en el siempre cálido y acogedor Mediterráneo. Las tardes tórridas de agosto me invitaban a protegerme del Sol en el jardín y allí, día tras día, acabé la novela. Gracias papá y mamá.

También quiero agradecer su confianza y su apoyo al mio fratello del Bel Paese. Emi, Italia vio volar las palabras en tu compañía, grazie…

Gracias también a ti, Iñigo Lamarca, pues este viaje, esta canción, esta novela dormía en un cajón hasta que la confianza que te tengo te la prestó y tú me animaste a dejarla despertar, a dejarla leer… Eskerrik asko.

Gracias por fin, a la persona más maravillosa de todos los universos conocidos y por conocer, gracias a ti Josep, por quererme, por dejarte querer, por estar ahí siempre, por el futuro. Grácies dones, per tot…

A ti Josep, te dedico esta novela.

Óscar