El Espolón Walker en las Grandes Jorasses alterna pasos en roca de gran dificultad con largos de nieve y hielo.
El refugio es una isla de seguridad cuando hace mal tiempo, y un lugar de encuentro al pie de la vía, cuando el cielo es más propicio. Gaston Rébuffat, de pie, en el centro.
La cara norte de los Drus, con su característico nicho superado por primera vez por dos escaladores parisinos, Pierre Allain y Raymond Leininger, en 1935.
Gaston Rébuffat, convaleciente después de un accidente el las Grandes Jorasses.
Uno de los «últimos problemas de los Alpes»; la cara norte de los Grandes Jorasses, vista desde la Aiguille de Tacul.
La fisura Lambert en la cara norte de los Drus, cuya primera ascensión se debe al guía suizo Raymond Lambert.
La cumbre de los Drus, vertiente noreste.
El primer diedro del Piz Badille. Se aplica la técnica de la doble cuerda, que permite un óptimo aseguramiento.
En los pasos donde faltan agarres, el alpinista se ayuda de medios artificiales y maniobras de cuerda específicas. La progresión es lenta y requiere capacidades atléticas (en la cara noreste del Piz Badille).
Preparando la mochila antes de una ascensión.
Cima del Piz Badille, con la cara norte «soleada». Después de la dramática primera ascensión de Cassin, que se saldó con dos de sus compañeros muertos por agotamiento, hubo que echarle valor y aplomo para repetir esta vía, de extrema dificultad, con un cliente.
Ninguna cordada francesa había logrado todavía ascender la cara norte del Cervino cuando Rébuffat se aventuró por ella con un cliente y… con crampones sin puntas delanteras.
El estilo de Gaston Rébuffat es original, auténtico y elegante.
La travesía Hinterstoisser lleva el nombre del alpinista alemán, que encontró su muerte después de superarla, camino de la cumbre del Eiger.
La terraza del refugio del Cervino ofrece un lugar único para examinar los diferentes itinerarios de ascensión e imaginar otros desafíos.
Después de tres duras jornadas en la pared. Rébuffat y sus compañeros atraviesan por fin las últimas pendientes de nieve que llevan a la cima del Eiger.
La escritura ha sido su primera pasión, antes que la montaña.
La alegría y el orgullo de descubrir la montaña desde el borde de la Mer de Glace.
Una escena de la película Estrellas y borrascas. Descenso en rápel con el inolvidable acompañamiento musical de Maurice Baquet…
Entre los seracs del Glaciar du Géant.
«Me alegro de que hayas sido tú el que hayas hecho la segunda ascensión a la Walker», le dijo Ricardo Cassin.
Con Michel Baconnet y su mujer, Françoise, en Baou de Saint-Jeannet.