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—Lamento, amigos, ser un mal narrador —dije—, pero no es fácil tener todos los hilos entre las manos al mismo tiempo.

El papel de Sherry en este asunto fue extraño por no decir más. Como probable asesino estaba, para empezar, en una posición diametralmente opuesta al resto. Hablando en general, todos nosotros, salvo el Padre Brazenose, tuvimos varias clases de motivos, pero ninguna oportunidad; en tanto que Sherry tuvo muchas oportunidades, pero ningún motivo visible. Era amigo de Bourdon, compañero, socio, chacal, confidente íntimo, todo esto y más. En un sentido, era para Neville Bourdon lo que Nan para Clemency, lo cual podría, por analogía, llevarlo a matar a alguien por Bourdon, pero lo último que se podía esperar sería que él matase al propio Bourdon. Un disparate semejante hubiese sido que Nan Candler matase a Clemency, cosa que no se puede ni pensar.

—No estoy de acuerdo —interrumpió pronto Francesca—. Puede muy bien pensarse. ¡Oh!, ¿no lo ve usted? Si Nan estaba loca por Clemency y la quería para ella sola, y Clemency, en vez de corresponderle, se entregó irreflexivamente a usted (un hombre), Nan podría haber matado tan fácilmente a ella como a usted. En cierto modo, hubiese sido una situación más terminante porque, aunque ella le matara a usted, no tenía la seguridad de que una joven como Clemency no aceptara algún día a otro hombre, mientras que matando a Clemency el problema quedaba solucionado de una vez por todas. Nan, en su angustia, puede haber pensado: «Si no puedo conseguirla a ella, tomaré buen cuidado de que nadie la tenga».

—Usted tiene una dulce imaginación, Frankie —interrumpí—. Espero, Thrupp, que esté tomando buena nota de todo esto, no sólo como una exposición autorizada de psicopatología femenina, sino también como perspectiva para iniciar un dossier de Frankie, listo para el día en que la arreste bajo la acusación de asesinato.

—No empezaré un dossier —dijo Thrupp sonriendo—, pero me interesa verdaderamente la exposición. Hay algo en ella que le hace a uno pensar si semejante proceso mental no podría ser posible en el caso de Felix Sherry. A pesar de lo que usted piensa de él, puede haber tenido una mentalidad parcialmente femenina.

—Los casos no son iguales —dije— porque omitiendo todas las ideas de Havelock Ellis, y considerando el hecho de que Clemency tenía un par de hombres que gustaban de ella (Neville y yo), no era cuestión de que hubiese ninguna mujer que se interpusiera entre Bourdon y Sherry. Así que, aun cuando la idea de Frankie fuese psicológicamente posible, no había motivo serio para que Sherry, por celos, lo matase. Sea razonable, Frankie.

—¡Lo soy, Roger! Esta mañana usted está muy torpe. Podría no haber ninguna mujer detrás de Neville Bourdon, pero ¿debe necesariamente haberla? ¡Supongamos que a Neville le gustase una mujer!

—Sí…

—Escuche. Hay dos posibilidades. El puede haber querido a su propia esposa (planeó el secuestro de Clemency para forzarla a que viviese otra vez con él) o puede haber ido en busca de una prueba de divorcio contra ella para volver a casarse y tener otra mujer a quien tratar con brutalidad. En ambos casos, Sherry se habría sentido tan celoso como Nan de Clemency. ¡Sea razonable, Roger!

Me acaricié la barba y la miré por encima de los lentes. Thrupp articuló una risita gutural.

—Dejemos las ideas de Havelock Ellis, como usted dice, y volvamos a los hechos importantes. —Se volvió hacia Francesca con un movimiento de sorpresa—. ¿He soñado, o Roger me ha dicho que su nombre es Havelock?

—Así es… pero no Ellis —replicó riendo.

—Qué extraño —murmuró Thrupp sacudiendo la cabeza—. Bueno, de todos modos, Roger, ¿qué le contó Sherry?

—No puedo darle una respuesta concisa —repuse—. Le diré lo que ocurrió. Una de las primeras cosas que hice después de ayudar a sacar del agua el cuerpo de Bourdon, fue enviar a Alam Jan en busca de Sherry. En cierto modo me pareció lo correcto. Mi camarero le encontró profundamente dormido en su casa flotante y Alam Jan no era hombre a quien se engañaba con facilidad en estas cosas. Sherry pareció muy impresionado cuando recibió la noticia y en seguida se puso alguna ropa y acudió al lugar del hecho. Cuando le mostramos el cuerpo de Bourdon casi desfalleció, como una niña, soltó un llanto que luego se convirtió en manifestación de rabia y exigió que se le dijera quién lo había matado. Si quiso impresionar lo hizo en forma extraordinaria. Se puso histérico y durante horas no pudimos obtener nada razonable de él. Entonces, como he dicho, se presentó el auxiliar del Residente y nos envió a todos para Srinagar.

Una vez que el Residente intervino en el asunto, la situación se puso terriblemente delicada, como usted debe imaginar. Había asuntos que ninguno de nosotros deseaba aclarar y que se relacionaban tanto con Felix como con los demás. El resultado fue una conspiración de silencio. Nada se dijo y en realidad nos entendimos para dejar ciertas circunstancias confusas. No obstante, parecía existir un convenio tácito entre Sherry y el resto de nosotros para no descubrir el verdadero estado de las cosas. El propio Sherry dio el ejemplo. Quiero decir que si hubiese dicho sinceramente al Residente que él y Bourdon colaboraban para reunir pruebas de divorcio en contra de Clemency y de mí, hubiese sido creído.

Pero, con sorpresa y alivio por nuestra parte, no lo hizo. Contó un cuento increíble que en parte era cierto, aunque estaba lejos de ser toda la verdad. Dijo que él y Neville eran grandes amigos y que habían proyectado pasar sus vacaciones en Cachemira. Por desgracia, los períodos de permiso no coincidían del todo. Entonces él (Sherry) se fue antes a pasar unos días en Gulmarg y luego regresó a Srinagar y alquiló una casa flotante para ir río abajo a esperar a Bourdon. Éste llegó unos quince días después, alquiló otro barco y navegó río abajo para encontrar a Felix. Casi se habían encontrado, pues estaban sólo a tres o cuatro millas de distancia cuando ocurrió la tragedia. En realidad, Bourdon había salido en su shikara con el fin de ver a Felix, el día anterior a su muerte y combinaron de ir juntos al Wular.

La suerte quiso que el Residente molestara a Sherry para que contase su historia antes de interrogar a los demás. Estuvimos todos presentes en esta primera sesión, y a pesar de que sabíamos que este cuento suyo era falso en parte, nos convenía tan bien a todos que instintivamente nos unimos al juego. Nosotros no deseábamos que salieran a relucir nuestros trapos, y la versión de Felix nos daba una inesperada oportunidad de ocultarla. No hubiésemos sido humanos si no hubiéramos seguido su camino. Naturalmente, no nos salvamos tan fácilmente como parece. El Residente no era ningún tonto. Sin embargo, gracias a Sherry, no nos fue tan mal como pudo habernos ido. Sherry nos dio una oportunidad con el entendimiento tácito de que nosotros haríamos lo mismo por él. Había cosas que pudimos haber dicho y que hubiesen sido un poco delicadas para él. Así que simplemente fue cuestión de quid pro quo.