[1] Ariane Macdonald, La Naissance du Monde au Tibet (en Sources Orientales, I, París, 1959, pp. 417-452), p. 428. Cf. también R. A. Stein, Recherches sur l’épopée et le barde au Tibet, p. 464. <<

[2] Martha Warner Beckwith, The Kumulipo. A. Hawaiian Creation Chant (The Univ. of Chicago Press, 1951), p. 7. <<

[3] Ibíd., p. 45. «La luz que renace cada día, el sol que cada año vuelve del Sur y reanima la tierra no son solamente símbolos, sino también imágenes ejemplares del nacimiento en el hombre o incluso factores determinantes en el camino de la raza hacia la perfección… Igual que el universo celeste Wakea rompe las cadenas de la noche y surge del seno de las aguas que le retenían prisionero de las tinieblas, el niño rompe la envoltura que le retenía prisionero en el seno de su madre y accede a la luz, a la vida, al mundo del entendimiento» (Ibíd., pp. 182-183). <<

[4] P. O. Bodding, «Les Santals» (Journal Asiatique, 1932), pp. 58 ss. <<

[5] V. Elwin, The Baiga (Londres, 1939), p. 305; W. Koppers, Die Bhil in Zentralindien (Viena, 1948), p. 242. <<

[6] W. Koppers, Die Bhil, p. 242; J. Hoffmann y A. van Ernelen, Encyclopaedia Mundarica, vol. III (Patna, 1930), p. 739. <<

[7] L. Jungblut, Magic Songs of the Bhils of Jhabua State (Internationales Archiv für Ethnographie, XLIII, 1943, páginas 1-136), p. 6. <<

[8] Ibíd., pp. 35 ss., 59 ss. <<

[9] Jungblut, p. 5. <<

[10] Hasteen Klah, Navajo Creation Myth: The Story of the Emergence (Santa Fe, 1942), p. 19. Cf. también Ibíd., pp. 25 ss., 32 ss. <<

[11] J. F. Rock, The Na-khi Nâga Cult and related ceremonies (Roma, 1952), vol. I, pp. 9-10. <<

[12] Ibíd., vol. I, p. 98. <<

[13] Ibíd., vol. I, p. 97. <<

[14] Ibíd., vol. I, p. 108. <<

[15] Ibíd., vol. II, pp. 386 ss. <<

[16] Ibíd., vol. II, p. 489. <<

[17] Ibíd., vol. I, pp. 279 ss. <<

[18] M. Hermanns, The Indo-Tibetans, pp. 66 ss. <<

[19] Ibíd., p. 69. El subrayado es nuestro. <<

[20] Campbell Thompson, Assyrian Medical Texts (Londres, 1923), p. 59. Véase asimismo la historia mítica del encantamiento contra las mordeduras de serpientes, inventado por Isis in illo tempore, en G. Röder, Urkunden zur Religion des alten Aegypten (Jena, 1915), pp. 138 ss. <<

[21] E. S. C. Handy, Polynesian Religion (Honolulú, 1927), pp. 10-11. <<

[22] Alice C. Fletcher y F. La Flesche, The Omaha Tribe (Bureau of American Ethnology, 27th Annual Report, Washington, 1911), p. 116, nota a. <<

[23] Cf. Le Mythe de l’Éternel Retour, cap. II y passim. <<

[24] C. Tj. Bertling, Note on myth and ritual in Southeast Asia (La Haya, 1958), pp. 3-4. <<

[25] La costumbre se conserva incluso en las civilizaciones evolucionadas, que conocen la escritura. S. N. Kramer hace notar a propósito de los textos sumerios que los mitos o las epopeyas de los poetas sumerios comenzaban en general por una evocación cosmológica, sin relación directa con el conjunto de la obra. He aquí cinco versos, sacados del prólogo de Gilgamesh, Enkidu y el Infierno:

«Después que el cielo fue separado de la tierra,
después que la tierra fue separada del cielo,
después que fue designado el nombre del hombre,
después que (el dios del cielo) An se llevó el cielo,
después que (el dios del aire) Enhil se llevó la tierra…»

(S. N. Kramer, From the tablets of Sumer, Indian Hills, Colorado, 1956, p. 77). Análogamente, en la Edad Media buen número de cronistas comenzaban sus historias locales con la Creación del Mundo. <<

[26] R. Pettazzoni, Essays on the History of Religions, pp. 27-36. <<