—¿Qué? ¿Alguna novedad? —preguntó Chessy mientras se sentaban a su mesa preferida del Lux Café.
Por la cantidad de veces que comían ahí y que pedían la misma mesa, tendrían que grabarles el nombre. Los camareros tuteaban a las tres chicas y ya ni preguntaban dónde querían sentarse. Se limitaban a acompañarlas a su mesa del rincón en cuanto entraban por la puerta.
Kylie tomó asiento, preguntándose si Chessy podría leerle la mente porque, en general, Kylie nunca tenía ninguna «novedad». Simplemente escuchaba lo que les pasaba a Joss y a Chessy y participaba en la conversación que estas iniciaban.
Ahora que Chessy le prestaba toda su atención, no sabía qué decir. Eran amigas, lo que significaba que debían contarse los detalles más íntimos. Secretos. Cotilleos. Cosas que no le contarían a otras personas. Solo que Kylie nunca había cumplido su parte del trato.
—Pues no hay gran cosa —contestó ella—. Lo de siempre. El trabajo me mantiene ocupada.
Chessy la escudriñó; sus ojos verdes tenían un brillo malicioso.
—Te veo algo distinto. No sabría decirte qué es, pero me atrevería a decir que hay un hombre.
Kylie se puso roja hasta las cejas. Ay, madre, vaya amigas más entrometidas y sabiondas. Sin Joss, la pacificadora, como defensa, Chessy se le pegaría como una lapa y no se la podría quitar de encima ni con agua caliente.
—Ay, Dios mío. Tengo razón, ¿verdad?
Se inclinó hacia delante; los ojos le brillaban con un cierto aire de malicia y curiosidad.
—Cuenta —le ordenó—. No te saltes ni un detalle.
Kylie suspiró, pero, al mismo tiempo, notó calor por todo el cuerpo. Tener amigas era para esto. Nunca sintió que aprovechara la amistad con Joss y Chessy porque nunca había tenido nada que compartir… hasta ahora.
La cuestión era si quería contárselo a Chessy cuando ella misma no tenía ni idea de lo que pasaba entre Jensen y ella.
—No lo sé —dijo Kylie con toda sinceridad.
Una expresión de preocupación se asomó a los ojos de su amiga.
—¿Qué pasa, cariño?
—Es Jensen —dijo ella de sopetón.
Chessy puso los ojos como platos.
—¿Jensen Tucker? ¿El que trabaja con Dash?
Ella asintió.
—El mismo que viste y calza.
—Ay, madre —murmuró su amiga—. Eso son palabras mayores. Ese tío me intimida.
—Ponte a la cola —añadió ella con cierto pesar—. No sé qué quiere de mí, pero conmigo es diferente. Vamos, diferente a como es con los demás.
Ella sonrió.
—Bueno, una mujer, la mujer adecuada, puede hacerle eso a un hombre. Pero explícame esto de «diferente». ¿A qué te refieres?
Kylie volvió a suspirar; sabía que Chessy no callaría hasta que le sonsacara hasta el último detalle.
—Tenemos una cita mañana por la noche. Remarcó mucho que sería una cita, nada de trabajo. Nada que tuviera que ver con la oficina. Una cita de verdad. Dios, me aterra solo decirlo.
—¿Pero quieres salir con él o te ha presionado para hacer algo que no quieres?
Su amiga frunció el ceño; se había puesto en modo protector. Kylie sonrió.
—Le dije que sí voluntariamente. Puede que tenga que ir al psicólogo, pero sí, quiero salir con él, aunque no vamos a ningún sitio. Me va a preparar la cena en casa. Y después veremos una peli. Tampoco es una cita propiamente dicha.
—Pues a mí me suena perfecta —dijo ella con melancolía—. Estoy cansada de salir a cenar. Parece que Tate siempre tiene que quedar con los clientes y quiere que lo acompañe para que podamos pasar más tiempo juntos. ¿Un día en casa, solos, que me haga la cena y luego pasar el rato en el sofá viendo una película? Sería el paraíso.
Kylie frunció el ceño y se inclinó hacia delante. Llevaba meses preocupada por su amiga. A Joss y a ella les preocupaba su matrimonio con Tate. Chessy siempre estaba como unas castañuelas y podía derretir hasta el corazón más gélido. Era más buena que el pan. Era de carácter amable y generoso. Sin embargo, últimamente se le había apagado la luz de los ojos. Parecía… infeliz. Y eso le tocaba la moral.
A Kylie le preocupaba que Tate la estuviera maltratando de alguna forma, aunque Joss le había dicho en repetidas ocasiones que eso no podía ser ni por asomo. No obstante, Joss no había visto nunca el lado oscuro de los hombres, como ella. Kylie sabía que detrás de un exterior pulido y reluciente podía ocultarse un monstruo.
—¿Va todo bien entre Tate y tú? —preguntó ella sin rodeos, cuando al fin logró darle voz a lo que Joss y ella llevaban meses preguntándose.
Su amiga parecía sorprendida, pero su expresión de duda le dijo a Kylie que no iba muy desencaminada. No se apresuró a negarlo ni puso cara de horror. De hecho, no dijo nada de nada. Se quedó callada con la mirada triste.
—Todo va bien —dijo al final con un hilo de voz, aunque no sonreía—, pero me siento sola. Veo tan poco a Tate que… bueno, eso tampoco es cierto. Lo veo, pero nunca en privado. Siempre estamos con clientes o en sitios públicos, por lo que no pasamos tiempo juntos, ¿entiendes a qué me refiero?
—¿Pero eres feliz? —insistió ella.
Chessy agachó la cabeza para evitar su mirada.
—No —contestó débilmente—. Ahora no. Es una tontería y sé que soy egoísta. Tate me cuida mucho. Se está rompiendo el lomo porque no quiere que me falte de nada. Quiere que lo tenga todo siempre, pero lo único que yo quiero es a él. No quiero dinero ni cosas. Solo lo quiero a él y que las cosas sean como antes.
—Eso no es ser egoísta —dijo Kylie—. ¿Has hablado con él? ¿Le has contado cómo te sientes?
Ella negó con la cabeza.
—No puedo. Le dejaría hecho polvo si creyera que soy infeliz. Tengo que capearlo como pueda. Las cosas mejorarán. El matrimonio no es algo fácil. Si lo fuera, no habría tantos divorcios, y lo último que quiero es plantar la semilla de la duda en Tate. No quiero separarme. Solo quiero estar con él. Lo quiero muchísimo.
Su amiga alargó el brazo y le apretó la mano.
—Ya lo sé. Y también sé que te quiere. Al final todo se arreglará, ya verás. Tienes que creértelo. ¿Has seguido dándole vueltas a lo de si te era infiel? Sé que eso se te pasó por la cabeza, aunque fuera brevemente, y no querías preguntárselo por lo que eso le haría a la relación si Tate creyera que desconfiabas de él.
Aunque Joss fue la primera persona a quien Chessy se lo contó, ella misma había sacado el tema con ambas, pero solo tras hacer prometer a Kylie que no le diría nada a Tate. Kylie era de las que cogen el toro por los cuernos; no era tan dulce y comprensiva como Joss. Y tal vez, sí se lo hubiera preguntado a Tate si no le hubiera prometido que no lo haría. No quería que nadie le hiciera daño a su amiga. Sabía, por los motivos que fuera, que Chessy no era feliz y le daba mucha rabia no poder solucionarlo.
Kylie nunca le había confesado que temía que Tate la estuviera maltratando. Solo había hablado de eso con Joss. Ahora se alegraba de no haberlo hecho porque eso hubiera causado un daño irreparable en su relación y Kylie tenía experiencia en eso de esperar lo peor de la gente. Tal vez era una exageración. No creía en serio que Tate la sometiera a ningún abuso, pero también pasaba eso con muchos maltratadores.
Chessy sacudió la cabeza.
—Fui tonta y me dejé llevar por la emoción. No lo veo capaz de engañarme. No quiero pensarlo siquiera porque eso dejaría una sombra de duda que me volvería loca. Además, ¿cuándo tendría tiempo para verse con otra mujer? Sé que me quiere. Lo sé. Solo estamos pasando por dificultades. Quería intentar quedarme embarazada. Es lo que ambos queremos… o queríamos. Ahora ya no estoy tan segura. Hace tiempo que Tate no habla del tema. La última vez que lo mencioné, me dijo que prefería esperar a que la empresa fuera más segura, así que no he vuelto a sacar el tema. Y quizá esté buscando la forma de llenar el vacío para no sentirme sola, lo que es un motivo muy malo para tener un crío.
Kylie esbozó una sonrisa con aire compasivo, pero estaba de acuerdo en que lo mejor era esperar. No estaba del todo segura de que las cosas fueran bien, por mucho que Chessy se esforzara. Traer al mundo a un niño en una situación tan incierta solo empeoraría las cosas. Si Tate pasaba fuera tanto tiempo, ¿cómo podría enfrentarse Chessy a la maternidad sin su marido como apoyo?
Sin embargo, no se lo dijo porque no quería alterarla más de lo que estaba. Se sentía mal por su amiga. La soledad era algo que ella conocía bien.
Tomó nota mental para pasar más tiempo con ella, sobre todo mientras Joss estuviera de luna de miel.
—Pero volvamos a lo tuyo con Jensen —dijo Chessy con un brillo travieso en la mirada—. ¿Cómo ha ocurrido todo? ¿Es uno de esos romances de los que salen en las novelas?
Kylie resopló.
—Al principio, creía que era un tío controlador e insufrible cuya única ambición era hacerme la vida imposible. Me dijo que tenía un aspecto horrible. ¿Has visto qué bonito preludio para invitarme a salir?
Chessy escogió las palabras con cuidado.
—Pues algo de razón tenía, cariño. Pareces… cansada. ¿Has vuelto a tener pesadillas?
Ella se encogió de hombros con indiferencia.
—¿Y cuándo no las tengo? No es algo que se pueda superar sin más, ¿sabes?
Le daba mucha rabia que la gente hablara de cosas tan personales para ella. Se sentía mucho más cómoda hablando de Chessy o de Joss y de lo que les pasaba a ellas. No solía hablar de su vida porque no quería que sus amigas se preocuparan. Estaban al corriente de lo que le pasó de pequeña. Joss lo sabía por Carson y Chessy se había enterado después de hacerse amigas. Pero que lo supieran no quería decir que tuviera que ser un asunto abierto a la especulación.
—Sí, lo sé y lo siento. Ojalá pudiéramos hacer algo para ayudarte. ¿Has pensado en ver a un terapeuta? ¿O tal vez en tomar algo de medicación?
—Ahora pareces Jensen —murmuró ella.
—Cariño, pedir ayuda no te hace más débil —repuso ella con delicadeza.
Chessy era consciente de lo mucho que odiaba parecer débil. Era una de las cosas que había contado a sus amigas. Odiaba sentirse impotente, como si no estuviera al mando de su vida y de lo que la rodeaba. Quizás sí necesitaba ir al loquero, pero la horrorizaba la sola idea de confesarle a un completo desconocido los secretos más oscuros que nunca había contado a nadie.
Negó con la cabeza.
—No puedo, Chessy. No espero que lo entiendas. Si no lo entiendo ni yo misma. Pero la idea de dejar entrar en mi cabeza a un desconocido me aterra. Creo que empeoraría las cosas en lugar de mejorarlas.
—Puedes hablar conmigo, ya lo sabes —dijo su amiga en voz baja—. Sabes que nunca traicionaría tu confianza. Ni siquiera se lo contaría a Joss si me lo pidieras. Y evidentemente no le diría nada a Tate.
—Te quiero —le dijo Kylie sinceramente—. No sé qué haría sin ti y Joss. No sé por qué me aguantáis. Sé que soy un poco pelma y cascarrabias. Sigo sin entender por qué queréis ser mis amigas. He dicho cosas horribles. Acuérdate de cuando ataqué a Joss al saber que estaba con Dash. Cada vez que lo pienso me muero de vergüenza. Joss no merecía ese rapapolvo. Me porté como una cabrona.
Chessy sonrió y su mirada se volvió más cariñosa. Reflejaba un amor inquebrantable e incondicional, algo que Kylie no había experimentado nunca salvo con Carson. Aún la desconcertaba. A veces hasta la incomodaba, cosa que, si lo pensaba, era desquiciante. Sin embargo, la verdad era que no sabía cómo gestionar esa devoción y lealtad porque nunca las había tenido.
—Eres una persona maravillosa, Kylie. Eres una amiga leal y cariñosa. Joss y yo tenemos suerte de que seas amiga nuestra. Además, nadie es perfecto. Todas nos hemos peleado en algún momento u otro. La amistad funciona así. Hieres a la gente que más quieres, pero luego te disculpas, perdonas y sigues adelante, e incluso la amistad es más fuerte que nunca. Joss no te guarda ningún rencor por las cosas que le dijiste. Sabía que estabas pasando por una mala época y que estabas enfadada. Ni siquiera yo vi venir eso. ¿Joss y Dash? ¿Que Dash llevaba tiempo colado por ella? Ya te lo dije al principio, lo sospeché durante un tiempo, pero luego pasaron los meses y Dash no se comportaba como si le gustara, así que solamente pensé que habían sido imaginaciones mías. Creo que a todos nos pilló por sorpresa. Incluso a Tate.
—Si las cosas entre Tate y tú fueran mal, me lo contarías, ¿verdad? —preguntó ella—. Sabes que haría lo que fuera por ayudarte.
Los ojos de Chessy se inundaron de tristeza otra vez y ella se maldijo por haberle cambiado el humor de esta manera. Otra vez. Ella y su bocaza. Tendría que empezar a cambiar esa parte insidiosa de su personalidad. Sus amigas no se lo merecían. Merecían algo mejor. Merecían la persona en la que Kylie esperaba convertirse.
—Gracias por la oferta, cariño, pero no me iré a ningún lado y Tate tampoco. Lo ataré a la cama si es necesario, aunque es cierto que el que me ata a la cama es él.
Sonreía con la mirada y le brillaban los ojos. Kylie suspiró aliviada al ver que su humor mejoraba.
Kylie esbozó una sonrisa maliciosa.
—De acuerdo, pues te voy a contar algo. Así no podrás acusarme de que siempre me lo guardo todo para mí después de contártelo. Pero como se lo cuentes a alguien, ¡te mato!
—¿Qué? —preguntó Chessy—. Esto tiene que ser buenísimo si te pones así de seria.
Se echó a reír.
—Te vas a reír. Yo no pude en aquel momento porque estaba aterrorizada, pero ahora… Tengo que reconocer que es muy gracioso, sobre todo en vista de como es Jensen.
—¡Va, no me hagas sonsacártelo! —gruñó Chessy—. ¡Suéltalo ya!
—Está bien, pues Jensen quería que trabajara con él en un contrato. Eso me dejó boquiabierta. Solo llevo la oficina, no me meto en la relación con los clientes. Solo quería mi opinión y se tomó mis sugerencias muy seriamente. Entonces, insistió en que lo acompañara a la reunión. Quedamos en el Capitol Grill antes para repasar la propuesta final.
—¿Y? —preguntó su amiga, que se inclinó hacia delante, muy interesada.
Ella hizo una mueca.
—Me entró el pánico. Perdí los estribos. Vi a alguien que me recordó a mi padre. Ahora me muero de vergüenza, pero para mí era real. Era como si lo estuviera viendo de verdad. Estaba en una mesa cercana a la nuestra y se me fue la cabeza. Me desmoroné y tuve un ataque de pánico en toda regla.
—Oh, cariño. Lo siento mucho —dijo ella con el rostro contraído.
—Entonces, Jensen se preocupó muchísimo y entró en modo macho alfa protector.
—Vale, para un momento y deja que me deleite con esa imagen —la interrumpió Chessy, estremeciéndose como si lo experimentara de verdad—, porque es demasiado buena para no imaginármela.
Kylie se echó a reír.
—En aquel momento no me di cuenta, pero sí, es impresionante verlo en plan protector. No es el típico tío en el que me fijaría, la verdad, pero tengo que reconocer que me hizo sentir… a salvo.
Chessy sonrió.
—Conozco bien esa sensación. Tate hace lo mismo conmigo. Me siento segura, como si nada pudiera hacerme daño. Como si pudiera hacer lo impensable para no permitir que me pasara nada malo. ¿Y qué más? Continúa. ¿Qué pasó después?
—Me llevó a casa. Iba a darle las gracias, desearle buenas noches y retirarme a mi habitación a morirme de la vergüenza, pero él insistió en quedarse. Bueno, no solo en quedarse, sino en dormir en mi cama.
Chessy abrió desmesuradamente los ojos.
—Joder. ¿Follasteis?
Kylie negó con la cabeza.
—No, esto es lo divertido, aunque en aquel momento no lo fue. Al menos ahora puedo reírme de ello.
—Soy toda oídos.
—Fue muy amable y comprensivo. Y esa manera de mirarme… Es como si entrara en calor, ¿sabes?
—Sí, lo sé.
—Me dijo que lo esposara a la cama para que me sintiera segura con él. Para que viera que no podía hacerme daño.
Chessy estuvo a punto de atragantarse con el té que acababa de tomar. Dejó la taza en la mesa y se quedó boquiabierta.
—¿Y lo hiciste?
Ella asintió.
—Joder —dijo Chessy con la voz algo entrecortada—. No me hubiera imaginado nunca a ese tipo cediendo el control. Y aún menos a una mujer. No sé, me parece tan dominante como Tate y Dash, ¿sabes?
Kylie asintió.
—Ya, ya lo sé. Me quedé patidifusa, pero también me aterraba no saber qué hacer. En parte, quería que se largara para acurrucarme en la cama, taparme con el edredón y morir de vergüenza. Y en parte, no quería que se fuera, pero me daba miedo tenerlo en la cama conmigo.
Su amiga la miró con aire comprensivo.
—Es alucinante que se ofreciera a hacer algo así. Es decir, se quedó en una situación de vulnerabilidad por ti, para que te sintieras segura, y eso es increíble.
—Sí —dijo ella en voz baja—. Pues nada, vino a la cama, completamente vestido y yo con mi pijama de abuela. Le esposé una mano porque me parecía menos incómodo. Me sentía tremendamente avergonzada al ver que solo podría dejar que un hombre durmiera en mi cama si lo tenía esposado e indefenso.
—No te avergüences nunca si necesitas sentirte segura, cariño.
Ella resopló.
—Bueno, pues nos quedamos dormidos, pero entonces tuve una pesadilla sobre mi padre. Ver a alguien que se le parecía tanto y tan de cerca en el restaurante trajo todos los recuerdos de vuelta. Al momento oí que Jensen me llamaba. Me decía que me despertara, que estaba a salvo. Y no sé… Supongo que me asusté porque me eché a sus brazos, solo que aún tenía una mano esposada a la cama y lo único en lo que pensaba era que quería que me abrazara con los dos brazos. Así pues, le quité las esposas y me abrazó. Me abrazó y me dijo que durmiera, que nada podría hacerme daño, que nunca lo permitiría. Y así fue como pasamos la noche durmiendo juntos. En cuanto estuve en sus brazos, pude dormir como nunca.
Chessy sonrió.
—Eso es maravilloso, Kylie. Parece muy buena persona, así, tan atento y cariñoso. ¿Qué más se puede pedir? El tío es guapísimo, es muy hombre y muy protector. Además, hizo grandes concesiones para que te sintieras segura. Te puso a ti y a tus necesidades por delante de las suyas y no hay muchos hombres que estén dispuestos a hacerlo.
—Lo sé —dijo ella en voz baja—. Y la cosa es, Chessy, que me siento segura con él. No puedo explicarlo. Es el tipo de hombre que debería aterrarme. Es el típico tío del que huiría y, a pesar de todo, tiene esa manera de mirarme y de comportarse cuando está conmigo que hace que me derrita. Es ridículo.
—No lo es —rebatió Chessy—. Me parece que tienes a un ganador. ¿Entonces mañana sales con él?
—Bueno, quería quedar esta noche, pero le dije que salía a cenar contigo, así que lo cambió al sábado. Luego estará de viaje de lunes a miércoles. Supongo que eso me dará el tiempo suficiente para pensar en nuestra cita y ver qué hago con mi vida y si me he vuelto loca o no —añadió con cierto arrepentimiento.
—¡Tendrías que haberme llamado! —exclamó su amiga—. Podríamos haber dejado la cena para otro día.
Ella negó con la cabeza enérgicamente.
—No. Las amigas son lo primero y, además, me tenías preocupada. Sé que te sientes sola, sé cómo es eso. No quiero que te sientas así siempre. Tú eres lo primero.
—No eres tan cascarrabias y fría como te defines —dijo Chessy con firmeza—. Tienes el corazón más grande que nadie que conozca. Como te oiga menospreciándote otra vez te voy a dar una paliza. Te quiero por pensar en mí, pero en un futuro, si tienes la oportunidad de salir con un espécimen alfa exquisito como Jensen, cambiamos el día de la cena. Podemos quedar en cualquier otro momento. Es maravilloso que salgas con hombres. Ya es hora, estás preparada. Necesitas hacerlo por ti, para demostrarte que no todos los tíos son unos capullos.
Kylie no podía sentir más amor por su amiga. Echaba de menos a Joss y tenía muchísimas ganas de que volviera, aunque sabía que era egoísta porque estaba de luna de miel y debería disfrutar al máximo de esos días. Las quería mucho, a las dos. Eran muy buenas amigas y sus mejores apoyos desde que muriera Carson. Las únicas personas que la habían ayudado a conservar la cordura y que le habían dado un motivo para vivir.
Ellas no lo sabían. Tal vez nunca supieran lo mucho que dependía de ellas. No se imaginaba la vida sin ellas.
—Lo intentaré —dijo Kylie sinceramente—. Estoy cansada de ser una cobarde. Y esconderme del mundo. Tal vez Jensen sea mi hombre, tal vez no, pero por lo menos es una oportunidad para trabajar en mi coraje.
—Esa es mi chica —dijo Chessy—. Y sabes que quiero conocer todos los detalles más jugosos el domingo. Si no me llamas, me presento en tu casa, pero por la tarde. Ya sabes, por si Jensen se queda a dormir otra vez.
Le hizo un guiño al decirle lo último y Kylie puso los ojos en blanco.
—No nos adelantemos a los acontecimientos —le espetó—. Recuerda que tuve que esposarlo a la cama para que pudiera dormir en mi cama. Estoy tan loca que no me extrañaría que me quedara sin sexo una buena temporada.
A Chessy se le encendió la mirada.
—A riesgo de parecerte desleal, apuesto por Jensen. Apuesto a que acabáis acostándoos antes de lo que crees.
—Vaya, gracias —murmuró Kylie.
Pero al mismo tiempo, la esperanza se despegaba en su interior como una flor en primavera. ¿Podía llegar a más con Jensen? ¿Era posible que fuera él quien lograra traspasar sus barreras? Que no se derrumbara de solo pensar en eso ya decía mucho. Que estuviera anticipando el hecho en cuestión decía mucho más.