Jensen se despertó sobresaltado; el corazón le latía con fuerza en el pecho. Tenía la frente empapada de sudor. Se sentó con la espalda recta y el pulso tan acelerado que se notaba hasta en los oídos. Inmediatamente buscó a Kylie, que, para su gran alivio, encontró durmiendo plácidamente a su lado.
Se recostó de nuevo en la almohada y le vinieron arcadas. Inspiró hondo y espiró por la nariz con fuerza y luego volvió a tomar aire mientras trataba de borrar esas imágenes horribles de su cabeza.
Cerró los ojos, como si eso le protegiera de los recuerdos. De ver los maltratos a su madre mientras gritaba, lloraba y le imploraba a su padre que dejara de hacerle daño a su mamá. Joder, ¿por qué no podía quitárselo de la cabeza? Solo quería paz. No quería volver a ser ese niñito incapaz de evitar que un monstruo maltratara a su madre.
Ojalá no le hubiera contado nada de su pasado a Kylie. Ojalá lo hubiera dejado oculto, suprimido tras años de un control esforzado. Apretó los puños y volvió a relajar la mano después, en un intento de aliviar parte de esa horrible presión que notaba por todo el cuerpo.
Esos recuerdos lo ponían enfermo. No quería más que desterrarlos de su mente para siempre, pero no era posible. Había abierto la puerta y no había vuelta atrás. Ahora, tendría que volver a enfrentarse a eso y empezar el doloroso proceso de supresión.
¿Cómo podía ser bueno para Kylie cuando ni siquiera había podido proteger a su propia madre? ¿Y cómo podría confiar ella en él después de lo que le había contado?
La miraba en la penumbra; contemplaba cómo le subía y le bajaba el pecho despacito. Quería tocarla, pero se contuvo porque la violencia seguía fresca en su memoria y no quería que esa emoción llegara a ella de ninguna forma. No quería desvelarla y que se asustara; no quería despertarla de una pesadilla y que de repente le tuviera miedo.
Miró al techo; ya se había resignado a pasar la noche en vela. El dolor le quemaba el alma, era el más fuerte que hubiera sentido nunca. Si desnudar el alma para otra persona era tan liberador, ¿por qué se sentía encarcelado otra vez?