Quince

Jensen entró en el despacho de Dash con determinación. Aunque los dos habían hablado la noche anterior, Jensen no le había enseñado sus cartas. Todavía no. Solo le había dicho que necesitaba hablar de un importante asunto de negocios con su socio por la mañana.

Esta sería la primera prueba de fuego de su colaboración en la empresa. Jensen estaba dispuesto a mantenerse firme en cuanto a Kylie y no tenía nada que ver con lo que sentía por ella. Le había dicho que era por negocios y no le había mentido. Ella era inteligente, ambiciosa y merecía ser un componente esencial en la consultoría. Estaban desperdiciando su talento haciéndole llevar la oficina. Realizaba un trabajo excelente, pero estaba predestinada a cosas mejores y de mayor calado. Si no tomaban medidas para asegurar que se quedara, otra empresa vendría a llevársela. Algún día Kylie llegaría a la misma conclusión que Jensen, que valía mucho más que para su puesto actual, y no quería perderla. Ni profesional ni personalmente.

—Buenos días. —Dash lo saludó nada más entrar por la puerta.

—¿Cómo ha ido la luna de miel? —preguntó Jensen, obligado a hablar de lo obvio antes de pasar a los negocios.

—Fantástica. Ojalá estuviéramos ahí aún —dijo él con tono melancólico—. ¿Y cómo ha ido todo por aquí? ¿Algún problema?

Jensen negó con la cabeza.

—Ninguno. Nos aseguramos el contrato de S&G, en gran parte gracias a Kylie.

Dash arqueó las cejas al tiempo que él se sentaba frente a su mesa.

—Es buena —dijo Jensen abruptamente—. Le ofrecí las riendas del proyecto. Le di toda la información que tenía y le dije que me trazara un plan de acción. Quedamos la noche anterior y yo estuve de acuerdo en todas y cada una de sus recomendaciones.

Dash estaba callado, atento a lo que le decía su socio.

—¿Me estoy perdiendo algo? —preguntó entonces—. Me da la impresión de que me faltan algunas piezas de este rompecabezas. Cuando me fui, Kylie no soportaba estar en el mismo despacho que tú. ¿Y en mi ausencia os aliáis y ella lleva el control de un contrato muy importante para la empresa? ¿Y se lo has ofrecido tú?

—Kylie es mía —dijo él—. Me da igual quién lo sepa, pero nuestra relación no tiene nada que ver con las perspectivas laborales. Soy perfectamente capaz de separar los negocios del placer, y Kylie es brillante. Estuvo a la altura del reto y me gustaría que se la recompensara. Creo que deberíamos plantearnos darle más responsabilidades y contratar a alguien para su puesto. Con el tiempo, podría ser una socia más, estoy seguro.

Dash le lanzó una mirada inescrutable. Apoyó el codo en la mesa y se cogió la barbilla con aire pensativo.

—¿Y qué opina ella de todo esto? ¿Tú? —se apresuró a corregir.

—¿Hablamos de lo profesional o lo personal? —preguntó él como si tal cosa.

—De lo personal. Somos muy protectores con Kylie. No quiero que le hagan daño y tú eres precisamente el tipo de hombre que no necesita.

—Disiento. Es mía —repitió—. Es lo único que debes saber. Ahora mismo, está en mi casa después de trabajar hasta la extenuación la semana pasada mientras estaba fuera. Se desmayó en el despacho y me la llevé a casa para cuidarla. Lo necesitaba. Y si crees que la obligo, te equivocas. Está conmigo porque quiere. Además, no quiero que venga a trabajar en lo que queda de semana. Está hecha polvo y necesita descansar. Cuando vuelva, me gustaría que lo hiciera con un cargo más importante. Eso te da una semana para buscar a alguien.

—Eres un cabronazo —murmuró Dash.

—Es la decisión correcta para la empresa —dijo Jensen—. Nos ha conseguido el contrato de S&G. No me cabe duda de que será un activo importante si le damos manga ancha. Confío plenamente en sus habilidades. Solo tiene que confiar en ella misma.

—Estoy de acuerdo contigo —convino Dash—. Si Kylie demuestra su entereza no habrá problema en hacerla socia. Pero deberías pensar si podrás aceptar la situación en el caso de que lo tuyo no funcione… personalmente.

Jensen lo miró sin pestañear.

—Funcionará. Además, me largaría antes de incomodar a Kylie en su entorno laboral. Nunca haré nada que le haga daño. Y punto.

Dash suspiró.

—Espero que sepas en lo que te estás metiendo. Kylie va a ser un hueso duro de roer y con razón. No reaccionará bien a tu… dominación.

—Por ella estoy dispuesto a hacer concesiones especiales —repuso él.

Y no iba a decir nada más sobre el asunto. Le debía a Dash cierta seguridad porque Kylie era importante para él y para Joss, pero nada más. Lo que hubiera entre él y Kylie era privado. No tenía más que compartir. Era muy posesivo con su relación igual que lo era con ella.

—Entonces te deseo lo mejor —dijo Dash con sinceridad—. Ella merece ser feliz. Nunca pensé que diría esto, pero puede que haya encontrado a su media naranja en ti. Necesita a alguien tan cabezota como ella. Alguien que no ceda o que se eche a correr a las primeras de cambio. Merece a alguien que esté a su lado y se dé cuenta del tesoro que es.

—En eso estamos de acuerdo —dijo Jensen—. Bueno, y en cuanto al nuevo administrador de la oficina, voto por llenar la vacante cuanto antes.