EN ESTA sucesión de acontecimientos surgió un nuevo incidente tan grave y de tanta magnitud que merece capitulo aparte. Aún ahora no puedo recordado sin estremecerme. Aunque el tiempo, el gran Nepente [3] hace mucho que reparó el daño, todavía recuerdo el horrendo suceso con una sensación deprimente en el plexo solar.
Solamente algunos pocos escogidos podrían apreciar el verdadero sacrificio que implicó. No obstante, a grandes males, grandes remedios, y yo no estaba dispuesto a apartarme de mi deber.
Soy un Poynings y la sagrada sangre de los antiguos reyes de Sussex corre en profusión por mis venas.
Así fue que con la mandíbula apretada y con los labios contraídos en gesto torvo me dirigí al baño, y allí, con una decrépita navaja en desuso y una brocha casi sin pelo por acción del tiempo, afeité mi hermosa barba.