LLEGAMOS a Abbots Lodging sin ser vistos, y penetramos en la biblioteca. La abrí con mi llave. Contuve el impulso de Bryony de quedarse allí y la conduje al cuartito interior que contiene los muchos y raros folios llevados de España a Inglaterra durante la Guerra, Civil y que conduce al reservado que oculta la entrada del pasaje secreto. Después de un precipitado reconocimiento a través de las ventanas para tener la seguridad de que nuestros movimientos no eran observados, llevé a mi acompañante al reservado, tomé la linterna que siempre guardo allí y abrí el camino, bajando los pocos escalones. El perro Smith, que se había quedado atrás en el cuarto de los folios para investigar más ampliamente el fuerte olor de los viejos pergaminos, casi nos derribó al seguirnos precipitadamente escalones abajo, pero ganamos el pasaje sin accidente y seguimos por él.
Bryony estaba indudablemente excitada por su nueva experiencia. Generalmente es lo que les ocurre a casi todos los que exploran por primera vez un paso subterráneo. Aun yo, que acostumbro a usarlo, reacciono todavía infantilmente a la sensación de misterio y de romance que tal lugar sugiere. Innecesario es decir que el perro estaba en su elemento; se precipitaba de un lado a otro con el morro bien pegado al suelo, por desgracia sin poder hacer comentarios audibles sobre las delicias que su olfato podría ir descubriendo.
El túnel no corre directamente, sino que en su longitud hay dos inclinaciones de treinta grados. Al dar la vuelta a la segunda de éstas me desconcertó ver, a lo lejos, la puerta que conduce al sótano de Gentlemen’s Rest cerrada todavía, cuando yo esperaba ver la silueta de mi prima dibujándose contra la oscura luz de la bodega. En realidad, no era cosa de importancia, pues yo tenía la llave de la puerta del sótano, y una vez que hubiera hecho entrar a Bryony, ella no habría tenido dificultad en encontrar su camino escaleras arriba. En verdad que la hora establecida quedó trastornada por nuestro encuentro con el Padre Prior, pero no era probable que Barbary desertara su puesto ante nuestro retardo.
¿Habría sucedido algo imprevisto?
Cuando estuvimos a menos de cinco yardas de la puerta, ésta se abrió lentamente y apareció mi prima. El perro se abalanzó de un salto, tieso el cogote, y lanzó un gruñido. Pero cuando reconoció a Barbary, cambió su gruñido por un ladrido de placer, y saltando ágilmente a través de la puerta de la bodega desapareció como por arte de magia. Barbary intentó agarrarlo del cuello, al pasar, pero no pudo detenerlo.
—Idiota —exclamó en voz baja, volviéndose para mirarnos—. ¿Para qué diablos trajiste el perro? Ahora va a dar la alarma.
—¿Qué alarma? —pregunté rápidamente—. ¿Ha sucedido algo?
Mi prima asintió.
—Cuando volví después de dejarlos a ustedes —explicó—, encontré a un auto detenido en la calzada y a un hombre que se paseaba en el jardín. Adivina quién era.
—Thrupp —sugerí tranquilamente. Las dos mujeres se sobresaltaron.
Barbary asintió asombrada.
—¿Cómo has adivinado? ¿Lo llamaste?
—No, pero se presentó en The King of Sussex cuando estábamos allí y vino en esta dirección, y aunque no nos vió, pensé que acaso podría venir a visitarnos, aunque, naturalmente, como es amigo de los Colinets de Storrington, también podría haber ido allí. ¿Dijo a qué venía?
—No claramente. Dijo que «dio la casualidad de que pasaba» y cosas por el estilo.
—Me extraña. ¿Por casualidad no mencionó a Bryony?
—No dijo ni una palabra, y yo tampoco, naturalmente. En resumidas cuentas, ni siquiera le dije por dónde andabas. Solamente que me parecía que habías salido, pero que indudablemente volverías a la hora de cenar. Por lo que veo, se trata solamente de una visita amistosa, Roger. El hombre de Scotland Yard tiene libre el domingo y sale a respirar un soplo de aire fresco, o cosa por el estilo. Sabe de un lugar donde puede tomar cerveza fresca, y naturalmente sale de golpe a buscar un sitio, que, entre paréntesis, ya le ha proporcionado.
—Y ¿qué está haciendo ahora?
—Lo dejé en el jardín en una perezosa, bebiendo —contestó mi prima—. Yo me excusé por un momento, sin decir por qué. Posiblemente esté todavía allí.
Me rasqué la barba.
—Posiblemente, su silla estaría debajo de la sequoia, frente a la puerta principal, por la cual el perro habrá pasado en estos momentos —murmuré—. Y también probablemente, antes de que haya aparecido el perro se habrá dado cuenta de que en la casa no hay ni hombre, ni mujer, ni animal alguno. Y por consiguiente, es de presumir que la llegada del perro habrá despertado en su imaginación esta facultad de notar lo incongruente, característica de todo buen detective.
Thrupp entiende bien el oficio, y sabe tan bien como tú y como yo que Gentlemen’s Rest no tiene puerta trasera, en el sentido literal del término y que la entrada para los repartidores está a un costado, visible desde la sequoia. Por consiguiente, cuando vea que detrás del perro llegan Bryony y tú el Inspector Principal, Robert Thrupp, juntará dos y dos, y si el resultado es veintidós, es porque ha pasado más de una vez el fin de semana en Gentlemen’s Rest, y sabe perfectamente bien que existe este túnel. Siendo un caballero, indudablemente se abstendrá de preguntar sin contemplaciones por qué nuestra joven amiga (a quien, como recordarás, ya conoce ligeramente) eligió entrar en la casa atravesando las entrañas de la tierra. No obstante, no hay duda de que le extrañará.
Me gustaría que no pensaras en voz alta —dijo Barbary con impaciencia— o por lo menos tan prolongadamente. ¿Qué vamos a hacer?
Pasé por alto su interrupción.
—Si, por otra parte —continué— decidimos modificar nuestro plan primitivo, Bryony y yo podemos volvernos por el pasaje a Abbots Lodging y dirigimos a la casa como vulgares seres humanos. Ventaja: Thrupp no sospechará, aunque puede parecerle una coincidencia encontrarse aquí con Bryony. Inconveniente: si la casa está vigilada por los amigos de Bryony, éstos la verán llegar a Gentlemen’s Rest y así sabrán dónde está. Creo que el inconveniente pesa más que la ventaja…
—Indudablemente —decidió mi prima.
Bryony metió baza por primera vez.
—Preferiría quedarme en el pasaje por ahora —anunció—. Definitivamente no quiero encontrarme con Mr. Thrupp, no quiero que me vean los otros. Esperaré aquí hasta que se haya ido Mr. Thrupp. Después pueden venir a buscarme.
—Pero, querida, no puedes hacer esto de ninguna manera. —Protestó Barbary—. ¿Esperar en este horrible agujero? ¡Uf!; te volverías loca en cinco minutos. Además tendremos que decirle que se quede a cenar, y Dios sabe cuándo se irá. Hay una hermosa luna ahora, y no tendrá prisa en marcharse.
—Vamos a buscarlo, Bryony. Usted dice que la policía no la busca, y además sabe por experiencia que Thrupp es una buena persona. Le sorprenderá verla aquí, no sabiendo que nos conocemos, pero simplemente pensará que el mundo es chico. Nos presentaremos juntos, y le diremos la verdad: que hemos estado en la iglesia y que vinimos a casa por el pasaje porque usted no lo había visto nunca. ¡Ah!, sería mejor que simulara estar reponiéndose de un resfrío o cosa así como una excusa para no salir al jardín. Cenaremos dentro y no tendrá que dejarse ver absolutamente para nada.
Pero a Bryony pareció horrorizada la idea.
—No podría soportar encontrarme con él.
—Entonces, no necesita usted hacerlo —interrumpió mi prima—. Nos iremos todos adentro desde aquí, y tú llevarás a Bryony directamente a su habitación, es decir, a tu habitación. Que permanezca allí hasta que Thrupp se haya ido. Puedo llevarle a escondidas algo para comer y nosotros comeremos afuera. No tiene que haber misterio con que tú aparezcas de repente en casa, Roger. Además, todo lo que necesitas decir es la verdad. Has estado en la iglesia y has elegido venir aquí, a casa, por el túnel; eso es todo. ¿Por qué no había de ser así, si se te antojara?
—Todavía se puede mejorar esto —dije—. Lleva a Bryony arriba mientras yo corro a la iglesia a recoger mi bicicleta. Sé que no es probable, pero no puedo olvidar que este odioso Custerbell vio mi máquina esta mañana, y si está todavía dando vueltas por los alrededores podría haberla visto fuera de la iglesia. La recogeré y volveré a casa en ella, y me quedaré completamente asombrado cuando contemple a Thrupp liquidando mi mejor cerveza. ¿Qué te parece?
La sugestión fue aceptada en seguida y ejecutada sin tardanza. Las mujeres desaparecieron silenciosamente a través de la puerta del sótano, mientras yo regresaba por el pasaje y volvía a ganar Abbots Lodging. Saliendo por allí, no me preocupé de volver a entrar en los claustros, sino que hice mi camino por el lado oriental del monasterio hasta que alcancé la puerta septentrional de la iglesia. Mi fiel bicicleta estaba todavía en su sitio, y los últimos restos de la congregación continuaban aún conversando agrupados alrededor de la puerta de la iglesia. Un par de Canónigos Rojos estaba mezclado con los feligreses, charlando, como lo hacen frecuentemente los domingos por la noche. Saludé con la cabeza y chacoteé un rato con ellos, reprendiendo al Padre Hyacinth por su creciente barriga y al Padre Anselm por una picadura de abeja que le desfiguraba el rostro (es el Prior apicultor), y después monté en mi bicicleta y fui balanceándome, camino abajo.
Todo se arregló bien. Incidentalmente, durante mi corto trayecto, no vi a Custerbell ni a la Bestia Rubia que había estado en la iglesia, ni a algún otro capaz de despertar mis sospechas.