[1] Véanse también otros ejemplos en M. Eliade, Traité d’histoire des religions, cap. II, págs. 53 y sig. <<
[*] Precisemos una vez más que, desde el punto de vista de los pueblos o de las clases ahistóricas, el «sufrimiento» equivale a la «historia». Esta equivalencia puede verificarse aún en nuestros días en las civilizaciones campesinas europeas. <<
[2] Cf. Geo Widengren, King and Saviour, III. <<
[3] Reyes, I, 12, 10. <<
[4] Reyes, I, 12, l5. <<
[*] Sin las élites religiosas, y más particularmente sin los profetas, el judaísmo no se habría diferenciado demasiado de la religión de la colonia judía de Elefantina, que conservó hasta el siglo V a. C. la religiosidad palestina popular; cf. A. Vincent, La Religion des Judéo-Araméens d’Éléphantine (París, 1937). La «historia» había permitido a esos hebreos de la «diáspora» conservar junto a Yahvé (Iaho), en un sincretismo cómodo, otras divinidades (Bethel, Harambethel, Ashumbethel) y hasta la diosa Anat. Es una confirmación más de la importancia de la «historia» en el desarrollo de la experiencia religiosa judaica y de su permanente conservación bajo tensiones elevadas. Pues no olvidemos que el profetismo y el mesianismo han sido validados ante todo por la presión de la historia contemporánea. <<
[*] Quizá sea útil precisar que la llamada «fe» en el sentido judeocristiano se diferencia, desde el punto de vista estructural, de las demás experiencias religiosas arcaicas. La autenticidad y la validez religiosas de estas últimas no deben ponerse en duda, pues se fundan en una dialéctica de lo sagrado universalmente verificada. Pero la experiencia de la «fe» se debe a una nueva teofanía, a una nueva revelación que anuló, para las elites respectivas, la validez de las otras hierofanías. Véase sobre el particular el capítulo 1 de nuestro Traitéd’histoire des religions.<<
[*] Esto no implica la no religiosidad de dichas poblaciones (que en su mayor parte son de estructura agraria), sino solamente la revaloración «tradicional» (arquetípica) que han concedido a la experiencia cristiana.. <<
[5] Manú, I, 69 y sig.: Mahabharata, III, 12, 826. <<
[6] Cf., por ejemplo, Vayu Purana, I, 8; Vishnu Purana, VI, 3. <<
[7] En Encyclopaedia of Religion and Ethics, vol. I, págs. 200 y sig. <<
[*] Sin duda provocado por el aspecto astrológico del yuga, respecto al establecimiento del cual no están excluidas las influencias astronómicas babilónicas; cf. A. Jeremías, Handbuch der altorientalischen Geisteskultur (2.ª ed., Berlín-Leipzig, 1929), pág. 303. Véase también E. Abegg, Der Messias glaube in Indien und Iran (1928), págs. 8 y sig.; D. R. Mankad, Manvantara Caturyuga Method, passim; J. Scheftelowitz, Die Zeit als Schicksalsgottheit in der indischen und iranischen Religion, passim.<<
[8] Cf. Atharva Veda, X, 8, 4; Rig Veda, I, 164, 115, etc. <<
[9] Cf. por ejemplo, Jataka, I, pág. 2. <<
[*] Cf. Asangra, Mahayanasamgraha, V, 6; L. de La Vallée-Poussin, Vijñaptimatratasiddhi (París, 1929), págs. 731-733, etc. Sobre el cálculo de los asankheyya, cf. las notas de La Vallée-Poussin en Abhidharmakosa, III, 188-189; IV, 224 y Mahaprajñaparamitasastra de Nagarjuna, trad. según versión china, por Étienne Lamotte, Le Traité de la Grande Vertu de Sagesse, vol. I, Lovaina, 1944, págs. 247 y sig. Sobre las concepciones filosóficas del tiempo, cf. La Vallée-Poussin, Documents d’Abhidharma. La controverse du temps («Mélanges chinois et bouddhiques», V, Bruselas, 1937, págs. 1-158), y S. Schayer, Contributions to the problem of Time in Indian Philosophy (Cracovia, 1938). <<
[10] Cf. M. Eliade, Yoga, págs. 166 y sig., y Techniques du Yoga, cap. IV. <<
[11] Cf. E. Bignone, Empedocle, págs. 548 y sig. <<
[12] Dicearco, citado por Porfirio, Vita Pyth., 19. <<
[*] Eos ou Platon et l’Orient (Bruselas, 1945), donde se tienen en cuenta en particular las investigaciones de Boll, Bezold, W. Gundel, W. Jiiger, A. Gotze, J. Stenzel y aun interpretaciones a veces muy controvertidas de Reitzenstein. <<
[13] Dinkard, VII, 9-35, etc. <<
[14] Cf. J. Carcopino, Virgile et le mystėere de la IVe églogue, pág. 72; F. Cumont, La Fin du monde selon les mages occidentaux, págs. 89 y sig. <<
[15] Cf. por ejemplo, las cuatro edades descritas por Hesíodo. Erga, 110 y sig. <<
[16] Cf. J. Bidez, Eos ou Platon et l’Orient, pág. 76. <<
[17] Cf. Platón, Timeo, 22 d y 23 e, diluvio mencionado por el sacerdote de Sais. <<
[18] Platón, op. cit., 29 d. <<
[19] Platón, op. cit., 22 d. <<
[20] Cf., por ejemplo, Bundahishn, XXX, 18. <<
[21] Cumont, La Fin du monde, págs. 29 y sig. <<
[22] Yasht, XIX, 14, 89, trad. Darmesteter. <<
[*] Véase también Scheftelowitz, Die Zeit als Schicksalsgottheit; R. C. Zaehner, «Zurvanica»; H. T. Schaeder, «Der Iranische Zeigott». <<
[23] Cf. Cumont, op. cit., págs. 71 y sig. <<
[24] Nyberg, «Questions de cosmologie», págs. 41 y sig., 235. <<
[25] Bundahishn, cap. I, Nyberg, págs. 214-215. <<
[*] El simbolismo oriental y judeocristiano del pasaje a través del fuego ha sido recientemente estudiado por Carl Martin Edsman en Le Baptéme defeu, Upsala, 1940. <<
[26] Cf. Cumont, op. cit., págs. 68 y sig. <<
[27] Cf. Cumont, op. cit., pág. 70, n. 5. <<
[28] Cf. Cumont, op. cit., pág. 72. <<
[29] Textos en Cumont, op. cit., pág. 78, n. 1. <<
[30] Lactancio, Instit., VII, 17,9; Cumont, op. cit., pág. 81. <<
[31] Cf. por ejemplo Testamentum Abrahami, Ethica Enochi, etc. <<
[32] Isaías, 26, 19. <<
[33] Isaías, 65, 17; Jubil., 1, 29, habla incluso de una nueva Creación. <<
[34] Hasting, Encyclopaedia, I, 187 b. <<
[35] ibid., véase también Jeremías, Handbuch, págs. 320 y sig. <<
[36] I. Engnell, Studies in Divine Kingship in theAncient Near East, págs. 43, 44, 68; Jeremias, Handbuch, págs. 32 y sig. <<
[37] Homero, Odisea, XIX, págs. 108y sig.; Hesíodo, Erga, páginas 225-227; nuestro Traité d’Histoire des Religions, pág. 224; Patai, pag. 180 (literatura rabínica); L. Wieger, Histoire des croyances religieuses et des opinions philosophiques en Chine, pág. 64. <<
[38] Cf. por ejemplo, Platón, República, VIII, 546 y sig. <<
[*] Entre muchas otras liberaciones, el cristianismo realizó igualmente la liberación del destino astral: «Estamos por encima del Destino», escribe Taciano (ad Graecos, 9), resumiendo toda la doctrina cristiana. «El sol y la luna han sido hechos para nosotros; ¿cómo podría yo adorar lo que ha sido hecho para que me sirva?» (Ibid., 4). Cf. también San Agustín, Civ. Dei, XII, cap. X-XIII; sobre las ideas de San Basilio, Orígenes, San Gregorio y San Agustín y la oposición de éstos a las teorías cíclicas, véase P. Duhem, Le Siysteme du monde, II, págs. 446 y sig. <<
[39] J. Carcopino, Virgile et le mystėre de la IVe églogue. <<
[40] Lucano, Farsalia, 639, 642-45; Carcopino, op. cit., pág. 147. <<
[41] Carcopino, op. cit., págs. 52 y sig. <<
[42] Cf. Carcopino, op. cit., págs. 45, etc. <<
[43] His ego nec metas rerum nec tempora pono; imperium sinefine dedi; cf. Hubaux, págs. 128 y sig. <<
[44] Carcopino, op. cit., pág. 200. <<
[45] Virgilio, Eneida, VI, 798. <<