Este libro está dedicado a todos aquellos

que lo han hecho posible:

A Jack Daniel, a mi barman, al que enseñó

a Braam van Straten a jugar al rugby,

a Peter Stuyvesant, a Marco Polo (por inventar

la pizza, o traerla de China, no me acuerdo).

Y por supuesto, a Justine, mi quesito favorito.