G-XXIII: 1100

Me he encerrado en la cámara del Libro para escapar a la terrible presión del ambiente. Los cinco hombres wit han sido asaltados, arrastrados y arrojados a los estanques sulfurosos. La multitud, excitada por algunos exaltados, no ha querido esperar a que Mei-Lum-Faro se reponga de la enfermedad que lo tiene apartado y se ha tomado la justicia por su mano. «Ésta es la Ley de Lin», gritaba el loco de dicho nombre, uno de los instigadores, cuando algunos ancianos prudentes le reprochaban su locura.

No me asusta la muerte de los wit, sino la ira de mis hermanos kros. Desde que el recuerdo es recuerdo no había constancia de un hecho semejante. La Ley, dura y terrible, nos bastaba…

¡Miento! Hubo violencia y muerte en la Nave. Pero más allá del recuerdo. Únicamente yo lo sé, porque lo tengo aquí, en el Libro… Pero mis hermanos no pueden saber, no pueden, no pueden…

Voy a volverme loco. Creí que había degenerado hasta para los impulsos emocionales, pero he visto que seguimos inalterables ante los impulsos ciegos de la violencia. El hombre ha sido y sigue siendo un animal violento. Lo sé, lo estoy sabiendo.

Pero estoy siendo un Hombre de Letras atrozmente desgraciado. Somos hombres, pero hombres destruidos.